«Al ver al opositor delante de él, ante su mesita, recostado como se veía en el respaldo de uno de los cinco sillones del Tribunal, al verse a sí mismo allí sentado, con las manos saliendo de los puños blancos de su camisa, al moverse hacia el Catedrático Presidente del Tribunal, hacia los labios entreabiertos del Presidente a su lado, erguido, que seguía atento la intervención del joven opositor a la derecha, un hombre solitario que exponía los argumentos de su lección, se dio cuenta de que su vida a veces estaba allí, en horas de escucha en silencio entre vasos de agua, tomando notas, hojeando publicaciones, girando largos ratos hacia la derecha, hacia el opositor de turno, para inclinarse despacio hacia su izquierda, cuchicheando algo a su compañero de Tribunal, un vaivén muy lento de la derecha hacia la izquierda, atención a quien habla, paciencia, leve curiosidad, monotonía, algo más de curiosidad, nueva caída en la monotonía, los puños de las mangas rozando los proyectos docentes y los programas, ahora hablaba el joven opositor y apoyaba su intervención en palabras, Mi lección consta, los motivos que me guían a explicar aquí, palabras, citas, vueltas, recovecos, pliegues, Ya que con la segura confianza en este Tribunal, mi aportación no intenta sino desentrañar, palabras, pausas, sorbos de agua, pausas, palabras, palabras. Todo estaba allí, en escuchar lo que decían las palabras, lo que ellas escondían, palabras que revelaban ideas, hojarasca de palabras que tapaban el camino de la sabiduría, ¿qué se sabía?, ¿cuánto se sabía?, Porque mi concepción del tema no es otra que la que, aunque las aportaciones extranjeras en este punto, yo no sabría decir sin embargo, porque la corriente clásica marca aquí un hito, palabras que rodeaban la espuma de la boca reseca y el bedel entraba a sussurrarle un recado al Secretario, palabras con ojos devorados de insomnios, blancas palabras recortadas en fichas, clasificadas en archivos, suelas de palabras recitadas de un lado a otro de una habitación, temas al aire, palabras, palabras en vigilias, delgadez de palabras, rodillas de palabras prensadas contra pupitres de bibliotecas, Que yo divido ahora en seis apartados y sin ánimo de, aunque en su día la lección magistral, pero ha de tenerse en cuenta que la bibliografía, Y lo que estoy intentando ante este Tribunal, horas amarillas, años, soledad, vaivén de piernas, codos, columna vertebral, espinazo, Por lo que voy a ir resumiendo este primer ejercicio puesto que el tiempo de que dispongo…Y luego las vueltas lentas hacia la izquierda, comentando un aspecto al oído del colega, murmullo de matiz, recortándose la oreja del compañero que escucha, luego la tos del Presidente, voz del opositor, Voy entonces a ser muy breve para no cansar a este Tribunal, lo que he sintetizado en mi intervención, Mi deseo es haber acertado a, palabras del joven solitario, palabras sudorosas y lívidas, a punto de llegar desvanecidas a la Pausa primera, oasis de pausa líquida de agua, mano arrastrada hacia el vaso, palabras que tantean, balbucean ansiando descanso, Por lo que doy las gracias a la atención y a la amabilidad de este Tribunal, y el tono del Presidente pisando en el silencio: «Muchas gracias. Este Tribunal ha decidido que el siguiente ejercicio tenga lugar mañana a la cuatro»
José Julio Perlado: del libro «Vida contemporánea» (fragmentos de un relato inédito)
(Imagen: Biblioteque.-París.-1928 foto por André Kertész.–Edwynnn Houk Gallery.-artnet)