UN VASO CON AGUA

«Estás ante mí en un vaso, agüita,

y me miras con los ojos que han salido

del grifo, rodeada por una prisión

tan transparente como tú.

Tú sabes que soy tu futuro: un embudo,

un poste animado y represento el fin

de la perspectiva: que te aguardan las hebras,

la penumbra de las entrañas y las arterias.

Pero no te preocupa. En general las prisiones

ofrecen más variantes para las substancias

sin hogar que la libertad, tanto peor

si es absoluta.

Tienes completa razón si crees

poder vivir sin mí. Pero recuerda que

mientras más tiempo yo exista, más tarde

te convertirás en la lluvia que lava el asfalto».

Joseph Brodsky.-«El vaso de agua«.-1995

(Imágenes:-1- Hydrangea.-Barón Adolf de Meyer.-1907./ 2.-Valentine Rekunenko.-sizinicinsanat.realcollection. org)

SAN PETERSBURGO Y EL POETA

«Nací y crecí en la otra orilla del Báltico – decía Brodsky en su Discurso de aceptación del Premio Nobel -, o, por así decirlo, en su página opuesta, gris y movida por el viento. A veces, en un día claro, especialmente en otoño, desde alguna playa en Kellomäki, un amigo señalaba el norte, al otro lado de esa gran hoja de agua y me decía: ¿Ves aquella franja azul de tierra? Es Suecia«.

Son los poetas los que rodean a las ciudades. Las rodean con sus versos, las cantan con sus poemas. En el caso de Brodsky – al que más de una vez he aludido en Mi Siglo -, es San Petersburgo con sus imágenes sucesivas las que nos va llevando de Pushkin a Gogol, de Bieli a Dostoievski. Sobre el río Neva descansan imágenes fluidas, teatros, bailarinas, atardeceres, batallas.

Pasan al costado del río los Palacios,

Desciende la nieve,

Llamean los incendios,

Danzan las bailarinas,

Un cuarteto nos eleva a la música,

Estallan asesinatos,

Se preparan alineados los jinetes,

Se extienden los asedios,

Y un fotógrafo mientras tanto lo capta todo. Al menos intenta captar todo San Petersburgo. Bajo su paraguas  -contra el sol y  la lluvia – este fotógrafo en la esquina de la calle recoge las imágenes:

Resuena mientras tanto la sabiduría de Brodsky, las advertencias que nos da el poeta:

«Tengo la cereteza – dice – de que, para alguien familiarizado con la obra de Dickens, matar en nombre de una idea resulta un poco más problemático que para quien no ha leído nunca a Dickens. Y hablo precisamente de leer a Dickens, Sterne, Stendhal, Dostoievski, Flaubert, Balzac, Melville, Proust o Musil; es decir, hablo de literatrura, no de alfabetismo o educación. Una persona cultivada, tras leer algún tratado o folleto político, puede ser sin duda capaz de matar a un semejante y sentir incluso un rapto de convicción. Lenin era un persona culta, Stalin era una persona culta, Hitler también lo era; y Mao Zedong incluso escribía poesía. Sin embargo, el rasgo que todos estos hombres tenían en común consistía en que su lista de sentenciados a muerte era más larga que su lista de lecturas».

(Imágenes:-1.-el río Neva.-por Dubovskoy.-1898.-encspb. ru/ 2.- vista del Neva.-1810.-encspb.ru/ 3.-palacio Anichkov.-por Sadovnikov.-1862.-encspb.ru/4.- San Petersbugo.-acuarela por Bragants 1860-1862.-encspb.ru/5.- fuego en San Petersburgo en mayo 186.-encspb.ru/6.-Anna Paulova en el ballet «La Sílfide».-por serov.-encspb.tu/7.- cuarteto Vielporsky- por Rohrbach.- década 1840.-encspb.ru/ 8.- asesinato de Alejandro ll en marzo 1881.-por Rudneva.-encspb.ru/ 9.- jinetes en el puente Pevchesky.- 9 de enero 1905.-encspb.ru/10.-asedio de Leningrado.-encspb.ru/ 11.-fotógrafo KK Bulla.- 1853-1929.- estatua en la calle Malaya Sadovaya.-encspb.ru)

ZHIVAGO

«Embelesado, humildemente observo

a viejas transeúntes moscovitas,

a simples artesanos y sencillos obreros,

jóvenes estudiantes, gente de los suburbios.

No veo en ellos vestigio

de sumisión. Tampoco veo los frutos

del terror, la desdicha o la necesidad.

Se enfrentan a las pruebas cotidianas

como quien sabe que vino a perdurar.

Acomodados en todas las posturas,

en grupos o apacibles escondrijos,

los niños y muchachos permanecen sentados,

se embeben como sabios en sus libros.

Luego Moscú nos da la bienvenida

con una bruma oscura que se vuelve gris-plata».

Boris Pasternak: «Los primeros trenes«.

(«Habíamos llegado a un portón junto a una verja de madera baja – cuenta Olga Carlisle, la nieta del dramaturgo Leonidas Andreyev, al terminar su visita a Pasternak -. Me despedí con pesar: ¡eran tantas las cosas que yo hubiese querido preguntarle allí mismo! Me indicó el camino a la estación del tren, que estaba muy cerca, detrás de la colina coronada por el cementerio. Un pequeño tren eléctrico me llevó a Moscú en menos de una hora. Es el mismo que Pasternak describe con tanta exactitud en «Los primeros trenes«)

«Cuando escribí «El Doctor Zhivago» le dijo Pasternak a Olga Carlisle en aquella ocasión – sentí que tenía contraída una deuda inmensa con mis contemporáneos. Fue un intento de pagarla. Este sentimiento de deuda se hizo abrumador a medida que yo avanzaba lentamente en la composición de la novela. Después de tantos años de escribir sólo poesía lírica y de traducir, me parecía que tenía el deber de hacer una declaración sobre nuestra época, sobre aquellos años tan remotos y que sin embargo se alzaban tan cercanos a nosotros. El tiempo apremiaba. Yo quería dejar una constancia del pasado y honrar en «El doctor Zhivago» los aspectos hermosos y sensitivos de la Rusia de aquellos años. Esos días no volverán, como tampoco volverán los de nuestros padres y los de nuestros abuelos, pero preveo que en el gran florecimiento del futuro sus valores revivirán. He tratado de describirlos. No sé si «El doctor Zhivago» está plenamente lograda como novela, pero con todos sus defectos creo que tiene más valor que esos primeros poemas. Es más rica, más humana que las obras de mi juventud».

(Pequeña evocación al publicarse una nueva edición de «El Doctor Zhivago« ( Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores)

(Imágenes:- 1.- el tren.- foto Olga Chernysheva.- Museo europeo de la fotografía/ 2.-Appolinari Mikhailovich Vasnetsov.-ABA Gallery.-artnet)