VIEJO MADRID (49) : LO CASTIZO

Madrid-uuy-Eduardo Vicente- La taberna- mil novecientos cincuenta y nueve- pinterest com

 

» En Madrid, en lo más popular de Madrid recordaba Manuel Criado del Val en «El espectador y el lenguaje» -, hay un gusto extraordinario por esas palabras un tanto rebuscadas, largas y sonoras, de pronunciación difícil, con grupos exóticos de consonantes como ct, pt o ps, a las que los lingüistas llaman cultismos.

El pueblo madrileño, el de los barrios más populares, en torno a Cascorro, o de las afueras, suele dar a estas palabras un tono largo, complaciéndose en la suerte, lo que es quizá uno de los últimos rasgos de la lengua entre burlona y descarada que llamamos castiza.

Allá, en las cercanías del rastro, recuerdo haber oído algunas frases a mi amigo Campillo, uno de los auténticos castizos que quedaban y que sin darse cuenta era un gran «pasionista», como él llamaba a los hinchas, de los cultismos.

Él deambulaba por el rastro, pero en tiempos vivió en El Pardo, donde, según su frase, «pernocta su excelencia don Francisco Franco».

 

Madrid-ujji-Eduardo Vicente- lavanderas de las Vistillas

 

 

Cuenta todo esto el filólogo Alberto Gómez Font en su interesante libro «Español con estilo« (Trea) donde aparecen muy diversos textos de artículos periodísticos que el compilador ha ido seleccionando en torno al uso correcto del español.

Y Criado del Val prosigue así: » De este mismo corte es otra frase auténtica que me contaba Eduardo Vicente, el gran pintor madrileño desaparecido. Vivía él por entonces en la calle Calatrava, en pleno barrio de La Latina, y una noche se organizó frente a su casa una tremenda bronca. Al día siguiente preguntó Eduardo Vicente al sereno qué había pasado y qué había sido todo aquel ruido y aquella bronca. «Nada – le contestó -; una discrepancia».

 

Madrid-unnh-Eduardo Vicente- El Rastro-ateneodemadrid com

 

Hace poco tiempo pude oír otra curiosísima conversación, de un estilo muy semejante, y que prueba la capacidad popular para normalizar y hacer cotidianas las expresiones más inverosímiles y de apariencia más alejada de su gusto. Tomaba yo café en un bar de Torrejón cuando entró un soldado cargado de bártulos. Vino a la barra y preguntó al camarero cuándo pasaba el autobús para Madrid.

– Hay uno que pasa a las tres.

-¿Y no hay alguno más?

– Sí, a las cuatro hay otro, pero tiene que tomarlo con expectativa.

El «autobús con expectativa» es muy probable que se convierta, si es que ya no lo es, en una nueva especie de servicio municipal en Torrejón

 

mADRID-UYB- Eduardo Vicente- trianarts com

 

(Imágenes.-1.-Eduardo Vicente- la taberna- 1959- pinterest/ 2.-Eduardo Vicente- lavanderas de las Vistillas/ 3.-Eduardo Vicente- el Rastro- Ateneo de Madrid/ 4.- Eduardo Vicente-bailes- trianats)

VIEJO MADRID (29) : EL «TAPÓN DEL RASTRO»

«El Rastro – escribe RAMÓN en su célebre libro del mismo título – no es un lugar simbólico ni es un simple rincón local, no; el Rastro es en mi síntesis ese sitio ameno y dramático, irrisible y grave que hay en los suburbios de toda ciudad, y en el que se aglomeran los trastos viejos e inservibles, pues si no son comparables las ciudades por sus monumentos, por sus torres o por su riqueza, lo son por esos trastos filiales.

Por eso donde he sentido más aclarado el misterio de la identidad del corazón a través de la tierra, ha sido en los Rastros de esas ciudades por que pasé, en los que he visto resuelto con una facilidad inefable el esquema del mapamundi del mundo natural».

Pero el Rastro de Madrid tiene, como todas las cosas, una vida anterior que es interesante investigar. Indagando en ella, María Isabel Gea, al estudiar el Plano de  Madrid de Teixeira, descubre que » el llamado «Tapón del Rastro» era una manzana de casas que obstruía la entrada al Rastro, conocida popularmente como»tapón del Rastro«. Las calles que circundaban la manzana eran las del Cuervo (al oeste), travesía del Rastro (al sur) y San Dámaso (al oeste). El tapón del Rastro fue derribado en 1905 dando lugar a la actual plaza de Cascorro y facilitando así la entrada al Rastro«.

«El matadero del Rastro y Carnicería Mayor se hallaba junto al llamado Cerrillo del Rastro, en la actual plaza del General Vara de Rey. El 14 de mayo de 1569 se acordó la instalación del Rastro junto a un cerrillo, entre las calles Ribera de Curtidores y Piñón . Para ello – sigue contando Gea – se compró un terreno propiedad de Antonio de Rojas y Pedro de Quintana por 60.000 maravedies a los que se unió, en 1585, la tierra de Miguel Pérez para degolladero de carneros. En 1583 se construyó un edificio en la zona más alta, con vistas a un cerrillo que gozaba de buena ventilación natural. Debido a su emplazamiento fue conocido como «Casa Cerrillo«. El matadero era un edificio grande. Según Jerónimo de la Quintana tiene «de largo ciento setenta y cuatro pies y de ancho ochenta y seis, dentro tiene dos patios grandes de igual proporciones, alrededor de ellos hay soportales grandes y capaces que sustentan columnas con capiteles y piedra berroqueña; debajo de las cuales están las escarpias con la carne. Se entra a él por cuatro puertas correspondientes en cruz, en cada lado la suya, es obra de mucho aseo, y costa«, escribe. Una puerta con un escudo de Madrid esculpido en piedra – continúa explicando Gea  -daba acceso al caserón del matadero y cerca se hallaba una fuente con un pilón y tres caños. El degüello se realizaba durante la madrugada y un reguero o rastro –El Rastro – de sangre salía por la puerta del matadero y bajaba por la Ribera de Curtidores«.

Son los inicios o prólogos del Rastro tal como lo conocemos hoy. Paseaba RAMÓN por las páginas de su Rastro personal de 1900 a 1914.  Allí  «las golondrinas – iba contando en sus greguerías – juegan sobre la calle de cielo que corresponde a nuestra calle de tierra como párvulos en vacaciones o al salir de las escuelas» . «¡Qué deseo queda en uno de nuevos paseos por el Rastro, de más lentas andanzas hasta morir de repente un día y que eso nos absolviese de tener que terminar lo interminable, lo que debía consumarse en el silencio y en el secreto, viviéndolo más vastamente que escribiéndolo!«.

Y así iba hablándose RAMÓN, contándose cosas a sí mismo por la cuesta de la larga calle, doblando la última esquina del Rastro en 1914.

(Imágenes:- 1.- El Rastro.- Fundación Saber.es.-Ferias y mercados/ 2.-El Rastro en 1929.-Museo Municipal de Madrid/ 3.-El Rastro.-Plaza de Cascorro en 1912)