QUÉ ES EL TEATRO

 

 

“El teatro es a la vez objeto y vehículo de un doble vínculo: vinculo con ese misterioso personaje integrado por el autor y el actor, y con ese otro, completamente distinto de ellos, que forman el autor, el actor, el espectador y aun alguien más; vínculo también con aquellos a quienes el azar ha reunido en la misma sala, con aquellos que sienten la misma angustia, la misma alegría, e, incluso, con aquellos que no tienen conciencia de que son hermanos a quienes unirá el mismo destino.

(…) El teatro – sigue diciendo Pierre- Aimé Touchard –  sólo puede ser un inspirador de silencio, y muy bien puede no aspirar sino a provocar esa silenciosa meditación. “Haz que yo sea – escribe Claudel – como el sembrador de soledad y que aquel que escuche mi palabra vuelva inquieto y grave a su casa.”

 

 

Anhelo  éste en el que el dramaturgo coincide con cualquier otro  artista, ya que el efecto de toda obra artística ha de ser el de sumergir al hombre en su meditación;  consecuencia elemental y  necesaria, y piedra de toque para la obra de arte que muchos  escritores teatrales se sienten inclinados a olvidar, extraviados por las mil solicitaciones de su arte, rico y complejo.”

(En el Día Mundial del Teatro)

 

 

(Imágenes-1- Raoul Dufy/ 2-Drago Pérsic – engholm Galerie/  3- Audiencia en el teatro – National geographic)

MAYO 1968 ( y 2) : OCUPACIÓN DEL TEATRO ODEÓN

 

“ El 15 de mayo de 1968 viví en París un espectáculo inaudito y sorprendente : la imagen luminosa, desordenada y nocturna del Odeón, del teatro Odeón, ocupado por los estudiantes y los obreros y abierto de par en par día y noche a todas las gentes. Estuvo así, noche y día abierto el teatro Odeón durante veintinueve días. Si se pudiera escribir una obra insólita para ser representada de modo espontáneo por los ciudadanos sin duda no habría otra mejor que la compuesta por aquellos diálogos nocturnos interminables a los que muchas noches asistí en el Odeón, aquellas conversaciones y reproches lanzados a gritos de un palco a otro palco y de butaca a butaca. No hay ningún director a quien se le ocurra tal representación. “¡Reinventad la vida!”, se gritaba desde un extremo a otro de la sala, “¡Vosotros sois el arte!”, se lanzaba desde otro lugar, “¡ Vosotros sois la revolución!”, se contestaba desde otro palco. Todas estas exclamaciones quedaban enmarcadas por los carteles que inundaban los pasillos : “La revolución es una iniciativa”, se leía en uno, “Abraza a tu amor sin dejar tu fusil”, “Cuando la Asamblea Nacional se convierte en un teatro burgués, todos los teatros burgueses deben convertirse en asambleas nacionales”, “¡Sean sucios, pero azucarados jamás!”. Y aún me parece verme allí, leyendo aquellos “grafittis” que cubrían las escaleras y rincones del teatro y a la vez en el momento en que, desconcertado por cuanto estaba ocurriendo, volví a entrar en el gran patio de butacas permanentemente iluminado por las lámparas y levantando la vista hacia el techo quedé admirado por la belleza de aquel asombroso decorado azul en oro y púrpura, un admirable techo creado por André Masson y en el que podían contemplarse figuras inspiradas en Esquilo, en Shakespeare y en Claudel, enlazándose la pintura moderna con motivos plásticos del siglo XVlll. Aquel patio de butacas multicolor, invadido entonces de rostros, gorras, atuendos de mujeres y de hombres, madres de familia, oficinistas, comerciantes de barrio, obreros, agitadores, actrices, estudiantes – unos 4000 estudiantes se dijo que pudieron entrar y salir a distintas horas y en distintos días por las puertas abiertas de aquel teatro cuyo aforo no superaba el millar -, todos esgrimiendo a gritos las palabras, sus incesantes propuestas, los improperios y las ideas cruzadas desde los palcos a las butacas, todo aquel patio, como digo, me remitía de pronto, por una extraña asociación de ideas, a lecturas mías de tiempos pasados cuando aún estudiaba en la universidad y descubría, fascinado por su vanguardismo, aquella pieza de Pirandello, “Esta noche se improvisa”, escrita por el autor siciliano casi cuarenta años antes, en 1930, y en la que se representaba una especie de “teatro en el teatro”.

 

 

Allí, en aquella obra de Pirandello, yo recordaba que los espectadores/actores confundían e intercambiaban sus voces y sus gestos sin seguir un aparente argumento – hablándose también ellos desde los palcos y desde las butacas, e incluso alargando su interpretación por el vestíbulo y continuando en el desempeño de sus papeles durante el entreacto – bajo la dirección, recuerdo, de un tal doctor Hinkfuss que corregía, limitaba y reordenaba las intervenciones de los asistentes pero igualmente modificaba los elementos de la luminotecnia, los coros ambientales y la decoración. ¿Qué relación tenían el arte y la vida? El doctor Hinkfuss – la voz de Pirandello – aseguraba que el arte era el reino de la creación realizada, mientras que la vida se mostraba en una formación continuamente mudable. Ahora yo estaba allí, a altas horas de la noche, en el patio de butacas del ocupado teatro Odeón de París en el que desembocaban muchas vidas de las gentes, de los barrios, de las familias parisinas de la orilla izquierda y derecha, cada una transportando su protesta y enarbolando también su pretendida solución, vestidos de ellos mismos, con sus ropas de casa o de trabajo, y apareciendo a la vez como personajes inesperados (casi pirandellianos) y como actores que, sin querer, desarrollaban una insólita función. Aquello era parte del teatro de la “revuelta” y parte también de una erupción social que quería sabotear de inmediato todo lo “cultural”. Era un espectáculo que iba precisamente en contra de la industria del espectáculo y a favor de la creación colectiva y de la directa acción revolucionaria. La formación continuamente mudable de las vidas de las gentes, como aseguraba el doctor Hinkfuss, estaba allí representada y en el escenario, junto a una larga mesa desnuda que podía ocupar cualquiera en cualquier momento, se levantaban dos banderas, una roja y otra negra, y un enorme estandarte en que se leía : “Estudiantes-Obreros, el Odeón está abierto”. Y aún más: aquella singular representación había desplazado y arrojado a los despachos interiores al verdadero director del teatro, Jean- Louis Barrault, y ese gran actor, mimo y director francés, tras haber intentado negociar en vano con los ocupantes, no podía ya hacer otra cosa que salvar de posibles pillajes los archivos más capitales y los objetos de gran valor.”

(Imágenes -1-portada del libro sobre mayo del 68/ 2- Pirandello escribiendo)

LA LLUVIA

 

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«Por las dos ventanas que están frente a mí, las dos ventanas que se encuentran  a mi izquierda y las dos ventanas que están a mi derecha, veo, escucho cómo cae inmensamente la lluvia. Pasa un cuarto de hora del mediodía: a mi alrededor todo es luz y agua. Tomo mi pluma para escribir y disfruto con la seguridad de mi retiro interior, acuático, como un insecto en medio de una burbuja de aire, y escribo este poema.

Hay un punto de bruma que cae, no es un punto de lluvia dudosa. La nube atrapa muy cercana a la tierra y desciende sobre ella de forma cerrada, con un ataque potente y profundo. ¡Cómo no recordar el espesor de la hierba mojada, el mar! No es cuestión de que la lluvia cese; es copiosa, es gratificante. La tierra ha desaparecido, la casa se baña, los árboles sumergidos, el río mismo en el que acaba mi horizonte como un mar aparece ahogado. El tiempo no avanza, y, prestando mi oído, no siento que avance ninguna hora, y así medito un innombrable y neutro salmo.

Sin embargo la lluvia al fin del día se interrumpe y mientras que la nube acumulada prepara un nuevo y sombrío asalto directo al corazón de las batallas, una negra araña se detiene boca abajo, suspendida en el centro de esta ventana que acabo de abrir frente a las hojas. No hay claridad y es necesario encender. Mojo de nuevo mi pluma en esta gota de tinta y escribo».

Paul Claudel, septiembre de 1897

 

estaciones,.rvvc. invierno.- lluvia.-ciudades.-Gianni Berengo Gardin

 

(Imágenes. 1-B&GIF  sgif/ 2,. Gianni Berengo Gardin)

EN TORNO AL AGUA (1)

 

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En torno al agua se han reunido siempre poetas y pintores de todos los tiempos asomándose a su espejo. «El que se inclina sobre el borde de una barca lenta, sobre el seno de un agua tranquila- escribía, por ejemplo, el romántico inglés Wordsworth -, complaciéndose en lo que su ojo descubre en el fondo de las aguas, ve mil cosas bellas – hierbas, peces, flores, grutas, guijarros, raíces de árboles – e imagina aún más. A menudo queda perplejo y no siempre puede separar la sombra de la sustancia, distinguir las rocas y el cielo, los montes y las nubes, reflejados en las profundidades de la corriente clara». Claudel afirmaba que «todo lo que el corazón desea puede reducirse siempre a la figura del agua». Y así, aguas maternales y aguas femeninas, aguas dulces y violentas, aguas durmientes, muertas, profundas, aguas primaverales y aguas corrientes, aguas enamoradas que atraen el rostro de quienes las miran hasta querer devorarlas, han fascinado a los artistas.

 

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Edgar Allan Poe, en Las aventuras de Arthur Gordon Pymdescribe un agua misteriosa: «En razón del carácter de esta agua – dice -, nos negamos a probarla, suponiendo que estaba corrompida y sólo un poco más tarde llegamos a comprender que tal era el aspecto de todas las corrientes en todo este archipiélago (…) Aunque esta agua corría con rapidez en cualquier pendiente, como haría cualquier agua común, sin embargo nunca tenía, salvo que se tratara de una caída o de una cascada, la apariencia habitual de la limpidez. Sin embargo, tengo que decir que era tan limpia como cualquier agua calcárea que exista, y la diferencia era sólo aparente. A primera vista, y sobre todo en los casos en que el declive era poco sensible, se parecía un poco, en cuanto a la consistencia, a una espesa disolución de goma arábiga en agua común. Pero esa era la menos notable de sus extraordinarias cualidades. No era incolora; tampoco era de un color uniforme, cualquiera que fuese, y al correr ofrecía a la vista todas las variedades de la púrpura, como tornasoles y reflejos

 

agua-yyrrc-pantano-paisajes-Gustav Klimt- mil novecientos

 

de seda cambiante… Al llenar un recipiente con esta agua y al dejarla asentarse y nivelarse, observábamos que toda la masa de líquido estaba hecha de una cantidad de vetas distintas, cada una de un color; que esas vetas no se mezclaban y que su cohesión era perfecta en relación con las moléculas que las formaban e imperfecta en relación con las vecinas. Pasando la punta de un cuchillo a través de las partes, el agua se volvía a cerrar inmediatamente sobre la punta, y al retirarla, los rastros del paso de la hoja se borraban en seguida. Pero si la hoja se interponía cuidadosamente entre dos vetas, se producía una separación perfecta que el poder de cohesión no rectificaba inmediatamente. Los fenómenos de esta agua constituyeron el primer anillo definido de esta vasta cadena de milagros aparentes que a la larga debería rodearme».

 

paisajes.-4ewc.-agua.-luna.-Granville Redmond.-americano.-1916

 

Aguas misteriosas aquí en Poe, pero también aguas bellas en otras partes, millones de gotas que se suicidan desde lo alto de las cataratas y asimismo aguas subterráneas, cercadas por mil colores de sus habitantes profundos: aguas del mundo submarino. En el texto más antiguo de la India, el Rig-Veda, se habla en uno de sus himnos del padre de las aguas: «Agni, el padre de las aguas, respira entre las aguas como un cisne; se despierta al alba. ¿Quién de vosotros distingue a Agni cuando se esconde en medio de las aguas? Apareciendo entre las aguas, el brillante Agni crece elevándose por encima de las llamas agitadas y expandiendo su gloria; el cielo y la tierra se alarman cuando el radiante Agni aparece… Asociado en el firmamento con las aguas, toma una forma excelente y brillante; el sabio, apoyo de todas las cosas, barre la fuente de las lluvias».

 

jardines.-4rfb.-agua.-Kay Bradner.-Charles Campbell Gallery

 

Aguas tranquilas entre los nenúfares de Monet, aguas tumultuosas bajo las nubes de Turner.

 

animales.-5rrf.-agua.- Giuseppe Archimboldo.-1566

 

(Imágenes.-1-trumblr goodnilght/ 2.-Claude Monet- 1907/ 3.-Gustav Klimt/ 4.-Granville Redmond– 1916/ 5.-Kay Bradner- Charles Campbell gallerie/ 6.- Agua- Giuseppe Archimboldo)

NIJINSKY

baile- bbggr- Nijinsky- foto de Krasnoe Selo- mil novecientos siete- wikipedia

 

Tras la muerte de Vaslvav  Nijinsky – recordaba hace pocos días el doctor López Ibor Aliño en una intervención académica – se le practicó la autopsia y los dos patólogos que la llevaron a cabo comenzaron por abrir a lo largo y a lo ancho sus tobillos para encontrar el secreto del baile del mayor de los genios de la danza. Nada había de anormal y volvieron a cerrar las incisiones. El baile de Nijinsky, pues, no estaba en sus tobillos sino en su cerebro.

Su cerebro y sus movimientos de gran bailarín fascinaron no sólo a muchedumbres de espectadores sino a figuras eminentes de las letras. Paul Claudel, en «El ojo escucha»- en Washington y en 1927 -decía de él al verle aparecer: «Nijnsky aportaba otra cosa, los pies en fin han dejado la tierra! Él aporta la victoria de la respiración sobre el peso (…) Es la posesión del cuerpo por el espíritu y el empleo de lo animal por el alma, aún, y aún, y de nuevo, y aún una vez más, lánzate, gran pájaro, al encuentro de una sublime derrota! Él cae, a la manera de un rey que desciende, y de nuevo él se lanza como un águila y como una flecha. El alma durante un segundo lleva al cuerpo, este vestido es transformado en llama y la materia es transporte y grito! Él recorre la escena como como el relámpago, y apenas se vuelve viene hacia nosotros como la tormenta. Es la gran criatura humana al estado lírico…, toma cada uno de nuestros movimientos más profanos y los transporta en el mundo dichoso de la inteligencia y de la potencia».

 

baile.-danza.-66gb.-Nijinsky en Monte Carlo.- foto de Stravinsky en 1911

 

Otro gran admirador suyo, Auguste Rodin, le aclamaba al contemplarle en la «La siesta de un fauno»: «entre la mímica y la plástica, el acuerdo es absoluto: el cuerpo entero significa lo que quiere el espíritu; él posee la belleza del fresco y de las estatuas antiguas; es el modelo ideal al cual uno desearía dibujar, esculpir».

Jean – Louis Vaudoyer comentaba cómo «él se elevaba varios metros del suelo, describía una parábola aérea y desaparecía a los ojos del público. Cuando se le preguntaba cómo podía realizar semejante prodigio, contestaba: «Es muy fácil, uno no tiene mas que pararse un poco en el aire antes de descender».

 

baile - bjju- Nijinsky en el ballet La siesta del fauno- mil novecientos doce- Leon Bakst- wikipedia

 

El gran crítico musical Adolfo Salazar, en «La danza y el ballet», al referirse a la aparición del gran bailarín en los «Juegos» de Debussy, resumía que» al final Nijinsky sufría en su trabajo más que cualquier otro artista de su profesión, perjudicado por una ignorancia completa de la música, una inteligencia lenta y una falta de flexibilidad que contrastaba con su maravillosa ductilidad muscular, su admirable plástica corporal, no igualada por nadie».

«Todo el mundo va a repetir – escribió el bailarín en su «Diario»que Nijinsky ha perdido la razón.¡ Qué importa, ya que en casa ya me he comportado como un loco y todo el mundo está convencido! Pero no se me conducirá al asilo puesto que soy un excelente bailarín y doy dinero a todos aquellos que me lo piden. Se aman por otro lado los seres extraños, excepcionales, y se me dejará marchar en paz tras haberme llamado «clown».

 

Choreographer Nijinsky and Composer Ravel Sitting at Piano

 

(Imágenes.- 1.-foto de Krasne Selo- Nijinsky en 1907- wikipedia/ 2.-Nijinsky en 1911- foto de Stravinsky/ 3.-cartel de «La siesta de un fauno»- 1912- Leon Bakst/ 4.- Nijinsky y Maurice Ravel- 1912)

NOTRE – DAME SOBRE LAS AGUAS

«Nave de carga a los pies de «Notre-Dame», escribía Péguy sobre la isla de la Cité. Barco de París. A babor, el «quai des Orfévres»; a estribor, el «quai de l’Horloge»; a babor, Saint-Michel, la Sorbona, jardín de Luxemburgo, puertas de Châtillon, d’Orleans, d’Italie; a estribor, Chatelet, la Bastilla, Clichy, puertas de Clignancourt, la Chapelle, la Villette. En la proa el «square du Vert Galant»; a popa, portadas de vírgenes que acompañan a Nuestra Señora.

La imagen del navío la evocaron D’Anunnzio, Víctor Hugo. Anclado en el mundo en brazos de ocho puentes, este buque de tierra se desplaza con movimiento inmó­vil, en avante perpetuo, cuatro remos en fila a cada costado, todos bogando a una -aire, historia, tiempo, hombres-, regu­lando la respiración de siglos, en «capas» de remeros de todas las Edades, alojadas las épocas unas sobre las otras desde en­trepuentes y cubiertas, dispuestos los años en igual cadencia, la fuerza de las palas surgiendo por bajas o altas chumaceras, en ritmo único, acompasado, paralelo de todos los impulsos bajo una sola orden.

Y dentro de este buque, otro singular barco: la catedral. Ciento veintidós metros entre columnas y galerías; seis mil metros cuadrados de suelo; nueve mil personas pudiendo ocupar Notre-Dame. Navío del espíritu; nave central del gótico. Movi­miento de aspiración al cielo, preludios de naves laterales escoltando esta esencial largura, esta altura que apunta a lo in­finito. Espacio. Luz interior. Piedra como el cristal, transparencias del rojo y del azul: rubí, zafiro. A lomos de animales, por las cuestas del siglo XII, llegan aquí los primeros bloques: la iglesia que está naciendo (coro, tribunas, muro del Este, inicio de esculturas, altar principal, ábsi­de) tiene su propio puerto y en él des­embarcan vino, aceite y rebaños que apro­visionan a los claustros. Lejos de este mue­lle, atraca la Historia: revuelta lombarda contra Barbarroja, nacimiento de Gengis-Kan, hundimiento del imperio tolteca, En­rique II en Irlanda, Jerusalén en manos de Saladino.

En ese instante ya está concluido el coro. Comienza la tercera Cruzada, sucede la batalla de Alarcos, es Pontífice Inocen­cio III y entre la aparición de la brújula y el cantar de trovadores -entre la poe­sía y el magnetismo-, es cuando Notre-Dame levanta su muro Oeste, acaba las tres galerías superiores de nave y de tri­bunas y yergue pilares del crucero. Igual que dos recintos, uno encima del otro (abajo, columnas masivas, de proporciones «terrenas»; arriba, nave del aire, alta y definida, como si lo sobrenatural cayera sobre el mundo), esta embarcación queda orientada al sol naciente, se abre en lon­gitud y latitud mientras sus nervaduras enroscadas y todo el edificio, liberando su peso, está como absorto, mirando hacia la bóveda, ese ámbito tan cercano al cielo.

Atravesamos el umbral del XIII. París, con Felipe Augusto, es cerco fortificado, se pavimentan calles, nacen «le Petit-Pont» y «le Pont-au-Change»: bajo ellos se desliza el río. El fluir de la Edad Media trae a la villa les «marchands de l’eau» constituido ya como organismo municipal. Es el agua la que arrastra intereses, agua del Sena y del mundo, olor, color y sabor de cada época tiñendo lo inodoro, lo in­coloro y  lo  insípido.  La  catedral  eleva sus torres, une galerías, alza la fachada hasta llegar al rosetón.

Difícilmente, por laberinto de callejue­las, se llega a contemplarla; en la altura, desde un punto en el tiempo, los ojos abra­zan las imágenes: Nuestra Señora, al Oeste, en la portada de la Virgen; la Virgen, en el Norte, en la puerta del Claustro; la Virgen, hacia el Sur, en la hondura inte­rior, a la entrada del coro: ella será Notre-Dame de París y a Ella se abrirá el alma de Claudel en 1886.

De este modo la Cité, como barco de Francia, se hace nave mariana. Última de las grandes iglesias con tribunas, una de las primeras que posee arbotantes, con estos poderosos remos avanzará incansable, su vela henchida en lo invisible, los tiempos sujetos a su mástil. Hospicio, es­cuela, cobijo, esta catedral sobre el río abre su luz, su espacio, deja escuchar su música dirigiendo el movimiento polifó­nico. Atraviesa la Edad Media entre uni­versidades y cruzadas, bibliotecas y bata­llas mongólicas, concilios, noticias de un reloj mecánico, aparición del moderno ti­món para embarcaciones: horas y orien­taciones hacen sutil su rumbo sobre la tempestad. Está escribiendo Santo To­más, acaba de pintar Giotto. Notre-Dame navega mar adentro: contra el costado de este largo barco, golpeando contra­fuertes y envolviendo de espuma sus cua­dernas, oleajes de Historia van y vienen furiosos: a fines del XVII, destrucción de tumbas, altar mayor, bajorrelieves del co­ro; el XVII obliga a reemplazar vidrieras por cristales blancos; con la Revolución se destrozan estatuas de los pórticos, la Razón es diosa del altar, el pillaje lo descuartiza todo hasta que en 1802, escuálido y des­nudo, al mundo se muestra su esqueleto. Época de bonanza la aprovecha Viollet-le-Duc para erigir, modificar, transfigu­rar. Se consagra la catedral en 1864. Sie­te años después la Comuna asesina al arzobispo: está a punto la iglesia de consumirse en llamas.

Pero el barco pro­sigue, su ruta conti­núa. Quedan los ma­res sembrados de nombres: Raymond, San Luis, Enrique VI, Carlos VII, Enri­que IV, Luis XIV… Guijarros, arena, al­gas… Bossuet dedica su elogio fúnebre a Condé; banderas de Austerlitz se extien­den en tapices. Flujo y reflujo de mareas, cadencia de vidas: bautismos, matrimo­nios, funerales… In­móvil, la nave avan­za. Son los remolinos quienes se revuelven, temporales que se repiten, tempestades, huracanes y galer­nas que se suceden idénticas.

«Las aguas que has visto…, pueblos y muchedumbres son y naciones y lenguas», había escrito San Juan en su visión de Patmos. Pueblos y épocas y edades tan soberbias y líquidas como las aguas, tumultuosas y amena­zantes como venas sin cauce, desbordán­dose en vanidad y rebeldías. Hombres como aguas, aguas igual que lenguas, olas de largas lenguas ondulantes dominando cuerpos en la historia.

Corrientes del mundo: aluvión de ideas, cavidades abiertas en gargantas, torrente de montañas, bloques de piedras descen­diendo que atruenan y ametrallan las pa­ces y las guerras. Barro. Torbellinos soca­vando conciencias. Vibraciones cada vez más fuertes, vientos de confusión acelera­da que rompen crestas, las abaten en franjas. Espuma de envidias, masas de mar picado densas y tendidas. Se labran valles de costumbres y pliegues de nove­dad: el blando limo de los seres lo arrasa el vértigo, esa veloz precipitación.

Sólo la roca firme no padece sino ero­siones leves: no se derrumba. Océano del mundo, barco de la Cité, barca de hombres. Nave donde vivimos todos sin conocernos. A estribor el Ártico, Antártico a babor; en la popa la vida, la Vida a proa. Barco de navegantes hoy sacudido a ráfagas: luces de oscuridad equívoca.

Sobre esta palma de la mano del mar marcha este barco. En él viajamos.

Nuestra Señora está sobre las aguas».

José Julio Perlado: «El artículo literario y periodístico.-Paisajes y personajes»


(Imágenes:- 1.-París por los pintores/2.-Edwin Deakin.-colección privada.-oceansbridge. com/3.-Matisse.-Museo Tyssen.-Madrid/4.-Maximilien Luce.-1910/5.-pixdaus.com/6.-vitral.-wikipedia/7.-detalle de vidriera.-wikipedia/8.-Maximilien Luce.-1901-1904.-Museo Walrraf-Richartz.-Fundación Corboud/ 9.-Xavier Valls.-1991-02.-Galerie Claude Bernard.-París/10.-Michel Delacroix)

RESIDENCIA DE ESTUDIANTES (1) : COLINA DE LOS CHOPOS

«Hay noticias en Madrid, por la España desconocida, que aparecen de pronto, apartando las telarañas del tiempo y haciendo luz –la puerta entreabierta– en la penumbra de una celda olvidada ante la cual quizá pasamos todos los días. España está llena de enterradas noticias, tiempos de tierra pisándolas, campos de novedad dormidos en el tiempo. Un día, la bocanada de aire en la página de un libro, el soplo de una conversación desempolva esa arena acumulada y nos muestra vivo, el hueso descarnado. He ahí, en las revueltas del Madrid gigantesco, el hueso de la Colina de los Chopos, patio de las adelfas bautizado por un gran poeta muerto.

¿Quién no ha subido la calle del Pinar, en la Castellana, alcanzando los altos del Hipódromo, y no ha entrado en el aire –hoy ahogado de casas– allí donde las fronteras lindaban con Levante en una gran parcela de terreno propiedad del conde de Maudes; al norte, solares de distintos propietarios, y a poniente, quedando cortada la línea de un canalillo para bajar en rápido desmonte, los jardines del entonces Palacio de Industria y descender de nuevo a la Castellana?

Pocos. Acaso muchos. Posiblemente, nuestros abuelos o nuestros padres. Ahora hemos ido nosotros. Como a un cementerio de recuerdos, el patio de las adelfas que Juan Ramón Jiménez plantara allí está, con sus tres grandes adelfas rojas y con su adelfa blanca, desierto, rumoroso de pájaros; esos cuatro anchos marcos de bojes traídos desde El Escorial, esos cuatro arbustos de hojas lanceoladas, coriáceas, persistentes, a veces venenosas: flores grandes de varios colores y fruto en folículo. Flores que crecen a orillas de los ríos y que pueden alcanzar cinco metros de altura. Aquí están. A orillas de ventanas, a la ribera de pisos bajos: en el claustro de arenas y de hojas, silenciosa y retirada meditación para crear versos.

Juan Ramón, García Lorca, Antonio Machado, Claudel, Paul Valéry, Max Jacob, Alfonso Reyes, Valle‑Inclán, Alberti, Pedro Salinas. Estos y muchos nombres más han paseado por aquí. Hoy no queda sino sentarme y escuchar. Es Alberti quien habla: Casi una celda, alegre, clara. Cuatro paredes blancas, desprovistas. A lo más, un dibujillo a línea de Dalí, recién fijado sobre la cama del residente de aquel cuarto. Porque estamos en la Residencia de Estudiantes, sobre los altos del Hipódromo madrileño. ¿Una celda?. Quizá más bien una pequeña jaula suspensa de dos adelfos rosados, abrazada de madreselvas piadoras, vigiladas por largos chopos tembladores, hundido el ancho pie en el Canalillo de Lozoya. Y todo al alcance de la mano: flor, árbol, cielo, agua, la serranía sola, azul, el Guadarrama ya sin nieve.

Todas con el cabello desparcido

lloraban una ninfa delicada…

Pausa. Dislocadora interrupción admirativa, la mil y una del que lee en voz alta las octavas reales del poema. (Y mientras, desde la ventana: dos gorriones estridentes atacándose, ocultos, sacudiendo el olor a enredadera que gatea por el muro; el jardinero espolvoreando de plata, hasta doblarlos, los rosales, y el “manso viento” siempre..)

cuya vida mostraba que había sido

antes de tiempo y casi flor cortada.

Silencio. Nuevo silencio apasionado, casi ahogada la voz de quien recita ahora, fuera los ojos de la página, más verde aún su baja morenez contra el blanco extendido de las almohadas.

Muy pocos años tendría entonces Federico García Lorca. Apenas veinticinco. Y, desde aquella tarde, la égloga del poeta de Toledo, oída al de Granada, se me fija por vez primera, estampada sobre aquel paisaje de Madrid, ya para toda la vida.

Ha terminado de escribir Rafael Alberti su paisaje. A mí no me queda sino levantarme de esta piedra donde estoy sentado y caminar. Que marche mi mirada hacia las lejanías del Guadarrama. Pero Madrid lo impide. Y la puerta que ha abierto la noticia parece entrecerrarse».

(José Julio Perlado .-«El artículo literario y periodístico.-Paisajes y personajes«.-páginas 156-157)

(Breve evocación a los cien años de la Residencia de Estudiantes: 1910-2010)

(Imagen:.-La Residencia de Estudiantes.-wikipedia)

¿ASí ES LA ROSA?

El verso de Juan Ramón Jiménez «No le toques ya más, que así es la rosa «(«Piedra y cielo», 1919) nos podría llevar de algúna forma hasta las fronteras sobre cuántas y cuáles pueden ser las modificaciones de estilo en la creación. ¿Hasta dónde se debe retocar un texto? ¿Hasta qué grado debe corregirse lo que se escribe’? Jean-Ives Tadié, uno de los mayores especialistas en Proust, comenta en el número de abril de  «Le Magazine Littéraire» «que ciertos artistas han perjudicado su obra inicial. Claudel, por ejemplo – añade como opinión -, ha logrado de la versión última de «Partición del mediodía» una obra mucho menos bella que la primera. Lo mismo ocurre con las diversas versiones de «La Anunciación hecha a María«.Claudeldice Tadié – perjudicó su obra al retocarla. Por el contrario, se puede decir que Proust no se equivoca nunca. Suprime poco, pero enriquece mucho, y ésto hasta la última página del Tiempo recobrado. No cesa de trabajar su última frase hasta que encuentra una soberbia metáfora. Este enriquecimiento hace que yo prefiera las postreras versiones».

Es una opinión más. Del «paso atrás en la creación«, gracias al cual siempre se adquiere la necesaria perspectiva para poder corregir, he hablado varias veces en Mi Siglo. Anthony Burgess, en su estudio sobre «Hemingway y su mundo» (Ultramar) recuerda que «El viejo y el mar» presenta uno de los misterios del proceso creativo, que se demuestra «en la circunstancia de que Hemingway pudiera escribir tan soberbiamente en una época en que estaba escribiendo tan mediocremente. (…) Como ejercicio de simple prosa «declarativa», no ha sido superado en la obra de Hemingway. Cada palabra es significativa y no sobra ninguna palabra».

¿ Cúando sobran o no sobran palabras? Augusto Monterroso declaraba que él conseguía una escritura concisa y breve tachando. «Tres renglones tachados valen más que uno añadido. Los adornos y las reiteraciones no son ni elegantes ni necesarios. Julio César inventó el telégrafo 2000 años antes que Morse con su mensaje: » Vine, vi, vencí«. Y es seguro que lo escribió por razones literarias de ritmo. En realidad, las dos primeras palabras sobran; pero César conocía su oficio de escritor y no prescindió de ellas en honor del ritmo y de la frase».

Por eso hay que preguntarse hasta qué punto se tacha y hasta qué punto se añade.  El primer verso, siempre se ha dicho, ha sido dictado, ha sido dado. Se ha recibido desde lo alto o desde lo profundo y es necesario escribirlo así. Pero el primer verso de Juan Ramón también dictado desde lo alto – le señala al poeta: «no le toques ya más, que así es la rosa». Permanece la rosa plena y encendida en ese único verso.»Juan Ramón – recordaba Vicente Gaos no recomienda que el poema no se toque, sino que no se toque ya más, lo cual implica previas manipulaciones«.

La rosa espera mirando al poeta deseando únicamente seguir siendo la rosa.

(Imágenes:-1.-manuscrito de Marcel Proust.-Universidad d´ Urbana.-Champion de Illionis/.-2.-Hemingway.-foto de Ken Heyman.-stateoftheart. pophoto.com/3.-Juan Ramón Jiménez.-por Daniel Vázquez Díaz)