LA NUBE DISTRIBUYE LA LLUVIA

estaciones.-mn56.-Berta-Lumn.org«La nube distribuye la lluvia con imparcialidad, pero una gota cae sobre el bosque en llamas, y vuelve a la nube  revestida de gloria. Otra cae en el pantano, adonde nadie irá a beber: vivirá el instante, ese punto geométrico, ese gozne de la realidad. Al llegar la Primavera, rechazando un mundo inaceptable en el cual, para evitar males mayores, será preciso arrojarse en la más hipócrita bestialidad, la apestada se construirá un mundo en el que pueda vivir, la flor del estío, por ejemplo. Entonces, el coro alterno de un mundo creado y un mundo rechazado, ese combate en la sombra, esa indestructible sinfonía, esas heridas y esas sonrisas se deslizarán lentamente hacia la oscuridad y la soledad. En otoño, los horizontes desaparecen, la tierra se ara y nos damos cuenta de que el mundo ha cambiado».

Maurice Blanchard: «La nube distribuye la lluvia»

(Imagen: Bertha-lum.org)

LAS GRANDES SUPERFICIES

Ahora en otoño, cuando se acerca uno al mar y se pasea solitario por entre rocas y acantilados, en estas tardes o mañanas de niebla, a la hora en que se fueron ya los últimos veraneantes, el grosor de las olas y el lomo de las aguas va y viene despacio en el casi absoluto silencio que alarga la costa, el mar se va haciendo la mar, y en la mar, al fondo, se ven venir flotando toda especie de libros, aquellos finos y delgados de poesía y estos otros de caudal considerable, con sus portadas y páginas saladas, con sus reclamos publicitarios y brillantes, libros como peces o peces como libros, con sus escamas plateadas, curvados, ondulados, tentadores, abrumadores.
Sentado en esta roca, la gran superficie del mar con sus departamentos, mesas y anaqueles, recibe este flujo de libros que arroja la fuerza de la «rentrée«, obras que se escribieron por convicción o por oportunismo, animales marinos resbaladizos.
Decía Salman Rushdie » que lo peor de todo es cuando ya no tienes un libro que escribir y sin embargo tienes que escribir un libro».
Luego uno se fija en la costa, en el atardecer de la costa, en cómo se va poniendo el sol y va entrando suavemente el claroscuro.