DORMIRSE EN LA LUZ

Hay que dormirse arriba, en la luz.— escribía María Zambrano.

Hay que estar despierto abajo en la oscuridad intraterrestre, intracorporal de los diversos cuerpos que el hombre habita : el de la tierra, el del universo, el suyo propio.

Allá en los ”profundos” , el corazón vela, se desvela, se reenciende en si mismo.

Arriba, en la luz, el corazón se abandona, se entrega. Se recoge. Se aduerme al fin ya sin pena. En la luz que acoge donde no se padece violencia alguna, pues que se ha llegado allí, a esa luz, sin forzar ninguna puerta y aun sin abrirla, sin haber atravesado dinteles de luz y de sombra, sin esfuerzo y sin proyección.”

(Imágenes—1 -He Zubin- 2007- artnet/ – Felix Valloton)

CUADERNO DEL AGUA (2) : FUENTES , SURTIDORES Y LAGUNAS

 


El español Joaquín Turina en sus » Danzas gitanas» habla de esos surtidores del agua de la Alhambra. Rusiñol recogerá el paso del agua en el Patio de los Leones de la Alhambra en 1887.  Lorca canta a los surtidores en el Cuarto Dorado del Palacio de Comares en la Alhambra. Surtidores de agua glosará Juan Ramón en » Olvidos de Granada» (1924) Y surtidores aparecen  también en fuentes famosas como las que retrata el italiano Respighi con su poema sinfónico sobre la fontana de Trevi  en la mañana, la tarde y el anochecer. Debussy, que desde tantos ángulos trató musicalmente el agua, habla del chorrear del agua en sus «Jardines bajo la lluvia»( 1904) Los manantiales ya habían sido tratados por Listz en  sus «Años de peregrinaje» cuando compone «Al pie de un manantial» y esos  murmullos del agua de manantiales y arroyos los había abordado Beethoven en el segundo movimiento de su «Pastoral», como la tormenta asomaba en su cuarto movimiento. Es el sonido de una cascada el que recogerá igualmente Richard Strauss en su «Sinfonía alpina». Y como algo curioso  el francés Paul Sébillot anotará en su » folklore de las aguas» que «rara vez está el diablo en las fuentes y en cambio sí el nombre de los santos».

 

Respecto a las fuentes,  su agua durante siglos ha estado unida a la música. Hay que evocar la Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini en la romana plaza Navona y  la escalera del agua del Generalife en la Alhambra. Aguas proféticas manan de la fuentes, se decía ya en los misterios egipcios, y las fuentes hablaban como oráculos señala Tácito.  Fuentes que a lo largo de siglos han aparecido como obras de arte en ciudades de Suiza y de Italia.

 

 

«El agua  ensimismada, ¿ piensa o  sueña?», se preguntará ante un estanque Maria Zanbrano. Monet, por su parte, construyó en Giverny un jardín acuático y varios estanques de azucenas, logrando un amplio rincón incomparable de agua y de color. Debussy, en 1905, escribe «Reflejos en el agua», dedicado a la luz en el estanque, y a su vez Dalí pintará la imagen de Narciso reflejada en un estanque en su «Metamorfosis de Narciso». El pintor Patinir mostrará «El paso de la laguna Estigia», que puede verse en El Prado.

 

El español Joaquín Turina en sus » Danzas gitanas» habla de esos surtidores del agua de la Alhambra. Rusiñol recogerá el paso del agua en el Patio de los Leones de la Alhambra en 1887.  Lorca canta a los surtidores en el Cuarto Dorado del Palacio de Comares en la Alhambra. Surtidores de agua glosará Juan Ramón en » Olvidos de Granada» (1924) Y surtidores aparecen  también en fuentes famosas como las que retrata el italiano Respighi con su poema sinfónico sobre la fontana de Trevi en la mañana, la tarde y el anochecer. Debussy, que desde tantos ángulos trató musicalmente el agua, habla del chorrear del agua en sus «Jardines bajo la lluvia»( 1904) Los manantiales ya habían sido tratados por Listz en  sus «Años de peregrinaje» cuando compone «Al pie de un manantial» y esos  murmullos del agua de manantiales y arroyos los había abordado Beethoven en el segundo movimiento de su «Pastoral», como la tormenta asomaba en su cuarto movimiento. Es el sonido de una cascada el que recogerá igualmente Richard Strauss en su «Sinfonía alpina». Y como algo curioso  el francés Paul Sébillot anotará en su » folklore de las aguas» que «rara vez está el diablo en las fuentes y en cambio sí el nombre de los santos».

Respecto a las fuentes,  su agua durante siglos ha estado unida a la música. Hay que evocar la Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini en la romana plaza Navona y  la escalera del agua del Generalife en la Alhambra. Aguas proféticas manan de la fuentes, se decía ya en los misterios egipcios, y las fuentes hablaban como oráculos señala Tácito.  Fuentes que a lo largo de siglos han aparecido como obras de arte en ciudades de Suiza y de Italia.

 

 

 

«El agua  ensimismada, ¿ piensa o  sueña?», se preguntará ante un estanque Maria Zanbrano. Monet, por su parte, construyó en Giverny un jardín acuático y varios estanques de azucenas, logrando un amplio rincón incomparable de agua y de color. Debussy, en 1905, escribe «Reflejos en el agua», dedicado a la luz en el estanque, y a su vez Dalí pintará la imagen de Narciso reflejada en un estanque en su «Metamorfosis de Narciso». El pintor Patinir mostrará «El paso de la laguna Estigia», que puede verse en El Prado.

El humedal de las tablas de Daimiel  y las lagunas de Ruidera aparecerán en El Quijote». Edgar Allan Poe en diversos cuentos habla del «agua pesada» y  en sus «Historias extraordinarias» describió un lago «amable»  durante el día y que provocaba terror por la noche. Ruidera aparecerán también  en El Quijote». Edgar Allan Poe en diversos cuentos habla del «agua pesada» y  en sus «Historias extraordinarias» describió un lago «amable»  durante el día y que provocaba terror por la noche.

 

 

 

((Imágenes— 1- Sorolla- La Alhambra/ 2-Roma- plaza de España/ 3- fuentes/- 4- Monet-Giverny/ 5- agua/ 6-Monet- nynpheas/ 7- fuente)

ÁRBOL

 

“Tres cosas era este árbol en su forma. Estaba allí, en el centro. ¿Estará todavía?  ¿Seguirá estando? Eso es lo que yo me pregunto desde hace días con una angustia inexplicable, si es que la angustia puede tener alguna vez explicación.

La primavera lo dejaba tan intacto como el invierno, porque la nieve no se posaba en sus ramas, ni grandes ni pequeñas, donde tampoco había cobijo para los insectos. No lo vi brotar en tantas y tantas primaveras como pasé por allí sin dejar de mirarle y darle la vuelta. Cada día, ni un capullo ni un brote.

 

 

El árbol era viejo y no lo era; había alcanzado la edad de ser, la edad del ser. No era, pues, ni viejo ni joven; había traspasado ya el límite de la generación. Si era viejo lo era según ese criterio de la generación, porque ya no brotaba.

Y crecían hasta que ya se quedaban allí y ya no salían porque se habían muerto o, más que muerto, extinguido o, mejor dicho, metamorfoseado. ¡Qué aventura íntima de la savia y de las raíces intactas y gloriosas, casi a flor de piel, de aquel árbol que había crecido de esa manera, abriéndose y cerrándose!

 

 

Pero abriéndose en forma que se dibujaba en el aire, que no era un lugar de tránsito ni un lugar de metamorfosis, porque ya no podía cambiar, sino un lugar, una criatura que simplemente era aquel árbol.

¿De qué reino? Algún botánico lo habrá estudiado, pero mi ignorancia no lo sabe. No lo sé más que porque lo he visto, porque lo he amado, y ahora porque lo sueño. Y, si lo sueño tanto, ¿no será que ya no existe, que se ha convertido en sueño mío este ser?

No, nadie se podía acercar a aquel árbol a causa de la respiración que de él emanaba. ¿De dónde? ¿De sus ramas? ¿De su corazón encendido todavía? No sabría decirlo. Pero aliento aquel árbol, Señor, sí lo tenia.”

María Zambrano – “Árbol” (1985) – “Algunos lugares de la pintura”

 

(Imágenes- 1-Pier Mondrian -1910/ – 2-Alicia Rothman/ 3- Andrés Wyeth- 1959/ 4-Paul Signac 1893)

HORAS EN EL MUSEO DEL PRADO

 

 

”Yo vengo aquí porque no veo, me doy cuenta de que no sé ver, de que pocas veces he visto algo”, decía María Zambrano  en “Una visita al museo del Prado”. Estos días se plantean sugerencias sobre lo que conviene ver en el espacio de una hora dentro del Museo. Tarea difícil y muy personal. En 1922, Eugenio D’ Ors publicó su célebre libro “Tres horas en el Museo del Prado”. En uno de sus prólogos, el dedicado a la undécima edición, en los años cuarenta, señalaba que “el Prado ha mejorado mucho, justamente  como consecuencia de haberse transformado poco”. Hace ya casi veinte años se evocaban una vez más los impresionantes tesoros que guardaba el Museo. Sólo de pintura española, así lo indicaba Gustavo Torner, el Prado tiene 23 cuadros de Zurbarán, 40 de Murillo, 52 de Ribera, 35 de El Gredo, 120 de Goya y 51 de Velázquez. En pintura flamenca parece ser que en el Prado hay más que en el resto del mundo, incluido Flandes. En total, 238 cuadros.

 

 

Sánchez Cantón en sus “Itinerarios de arte” recordaba también que el Prado “ no es un tesoro arqueológico, testimonio del pasado, inoperante fuera de la erudición, inteligible no más que por el docto, sino fuente viva de enseñanzas y de goces. Porque la sensibilidad de quienes no somos pintores puede explayarse en sus salas por el campo de la belleza plástica. Hay museos más completos; cada día son más los que piensan que ninguno aventaja al nuestro en riqueza estética”.

¿Cómo aprovechar entonces el valor de una hora dedicada a la contemplación?

 

 

(Imágenes-1-Velázquez- Pablo de Valladolid – museo del Prado / 2- Tiziano -1566– – autorretrato- Museo del Prado/ 3- Velázquez- Francisco Lezcano- Museo del Prado)

ALREDEDOR DE «EL PRADO»

 

 

Se prepara «El Prado» para celebrar amplia y solemnemente su bicentenerario. Aún recuerdo la impresión que me causó ese gran museo cuando hace unos años – y tras los convenientes permisos – pude visitarlo de noche, con el museo cerrado,  disfrutando y tomando notas sobre las pinturas negras de Goya, acompañado únicamente por un guarda, aquella luz encendida de la sala y el resto del museo solitario y a oscuras. Diferentes y muy célebres pasos en muy distintas ocasiones han recorrido este Museo y han dejado valoraciones e  impresiones. En las «Lecciones sobre el Museo Del Prado» que tuvieron lugar en la Fundación March en 1997 – diez conferencias en torno al edificio y a sus pinturas -, se habló ampliamente de la  biografía constructiva del museo, de las colecciones reales, de los cuadros, de la comparación entre el Prado y los demás museos, y de su cara y cruz en el tiempo.

 

 

Sánchez Cantón, en una conferencia pronunciada en 1961 en la Universidad Internacional «Menéndez Pelayo» de Santander, evocaba, entre muchas otras cosas, la preferencia de los Felipes por la pintura veneciana del XVl y la flamenca del XVll, y al comentar los fondos de El Prado quiso recordar que éste » no es un tesoro arqueológico, testimonio del pasado, inoperante fuera de la erudición, inteligible no más que por el docto, sino fuente viva de enseñanzas y de goces. Hay museos más completos; pero cada día son más los que piensan que ninguno aventaja al nuestro en riqueza estética».

 

 

Los pasos también de María Zambrano en su visita a El Prado, pasos escritos en 1953 en La Habana y que vieron la luz en París en 1955, nos llevan a su contemplación : «allí estaban – nos dice Zambrano  – los Felipes de la Casa de Austria, simples aun a caballo encabritado, con banda de raso y sombrero de plumas, pues vestían así y tenían aquella apostura porque era el Rey, pero allí, al fondo del cuadro estaba la sierra desnuda con la luz primigenia, no un salón con un trono. Y Felipe ll ya fantasma, mirando de frente, como diciendo : «Miradme, aquí me tenéis, cómo los trabajos me han dejado de aquel mozo enamorado que fui». Y en la sala de Tiziano, Carlos V, el más ensimismado, yéndose cada vez más dentro de sí. Y los pobres Borbones pintados por Goya, marionetas de la historia, ¿quién gobernaba a sus hijos? Y se dieron cuenta de que no miraban la pintura  como tal, sino lo que en ella había, lo revelado por su magia invisible, y no es que fuera real, ¿realista Velázquez? Ni siquiera Goya lo era».

María Zambrano se va alejando por las salas con estos textos recogidos hoy en «Algunos lugares de la pintura» y El Prado se dispone a congregar muchos acontecimientos para  celebrar su bicentenario. Es este un museo tesoro del arte pero es también espectáculo.  Así quiso anotarlo Félix de Azúa en su «Diccionario de las artes» : » la última vuelta de tuerca  -escribe – se  produjo cuando, a mediados del siglo XX, los museos pasaron a ser  centros turísticos de notable interés económico y, por lo tanto, anexos a la ingeniería del ocio, el turismo y la diversión. Desde entonces los museos han pasado del mundo del conocimiento al mundo del espectáculo (…) Los turistas no visitan colecciones sino recintos, no ven piezas maestras de todos los tiempos o las vanguardias del siglo XX, sino «el Guggenheim» , el «ReinaSofía – de Nouvel» o «la Tate Modern».

El Prado, pues, conocimiento y espectáculo.

 

 

(Imágenes -1- Elliot Erwitt/ 2 – Velázquez – las Meninas /  3 – Goya – el majo de la guitarra / 4 – Goya- dibujo – la calle – museo de El Prado)

EL AGUA ENSIMISMADA

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«El agua ensimismada

¿piensa o sueña?

El árbol que se inclina buscando sus raíces,

el horizonte,

ese fuego intocado,

¿se piensan o se sueñan?

El mármol fue ave alguna vez;

el oro, llama;

el cristal, aire o lágrima.

¿Lloran su perdido aliento?

¿Acaso son memoria de sí mismos

y detenidos se contemplan ya para siempre?

Si tú te miras, ¿qué queda?»

María Zambrano.El agua ensimismada»

 

agua.-8987.-por Ray Charles White.-2005.-Marcia Rafelman Fiine Arts.-Toronto.-Canadá.-artnet

 

(Imágenes.- 1.-myprivatehermeneuticircle. gif/ 2.-Ray Charles White- 2005- marcia-rafelman fine arts- Toronto. Canadá- arnet)

 

EL COLOR

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«La visión en la laguna de Venecia de las velas de color me hizo sentir, como nunca quizá – confesaba María Zambrano-, que sea el color ese color carne, tierra cocida rojizo, ese color planetario de las espaldas de los trabajadores de los puertos, de los vasos griegos, de las fachadas de las casas en Italia, el «color» sin más, antiguo, con que se pintaban las estatuas, que era también el de las velas y seguro que el de los templos.

ciudades.-599i.-Venecia.-Pierre Auguste Renoir

Dejar algo en blanco, dejarlo sin pintar, es dejarlo sin dueño, deshabitado. El color en general, y ese color en esencia es la bandera del hombre sin más, es signo y señal  de que el hombre está allí, de que él lo ha hecho, es su emblema. El azul y el oro se debieron de aplicar a los dioses, las materias preciosas como el marfil, el oro, la plata, las piedras preciosas. Dejar algo sin color es dejarlo sin la impronta del hombre, abandonado a la acción de los elementos, dejarlo sin dueño.

pintores.-nvy66.-Venecia.-por Pierre-Auguste Renoir.-1881.-Fundación Beyeler.

La pintura, por tanto, es la impronta del hombre, huella y señal de su paso por el mundo, marca, además de ser conjuro, evocación, hechizo.

pintores.-bnx546kk.-Venecia.-por Paul Signac.-1909.-Fundación Beyeler

El color es la bandera de lo humano.

ciudades.-t7yh.-Venecia.-Andre Hambourg

Y el blanco de los pitagóricos y de los ascetas, de los monjes, señal de estar aquí, no como habitante permanente del planeta, sino como habitante de, hijo de un mundo incorpóreo, luminoso, librea de la «Luz intelectual».

María Zambrano.- «El color»-1954

ciudades-gvbb-Venecia- Noel Georges Bouvard

(Imágenes.-1- Maxfield Parrish.-1904/ 2 y 3.- Pierre- Auguste Renoir.-1881/4.-Paul Signac- 1909/5.- André Hambourg/ 6.- Noel Georges Bouvard )

VISITAS AL MUSEO DEL PRADO

pintores.-rvttb.-Goya.-los fusilamientos del 2 de mayo.-Museo del Prado

» He aquí al villano – dice Eugenio D`Ors – que, en la noche de Los fusilamientos, se yergue con los dos brazos en alto, la luz del farol en la camisa. Velludo, casi negro, grotesco y sublime, monigote y arcángel, anónimo e inmortal – este madrileño rebelde es, para nosotros, la Revolución -. No quiero decir la Revolución política, únicamente. Esta es, pero también la otra, la de la cultura, la del arte, la revolución que el Pasado intenta fusilar y no puede. ¿Qué vemos, anecdóticamente, en este cuadro? Una ejecución. ¿Qué vemos, ideológicamente? Al contrario, una apoteosis. Un grito triunfal de la libertad. Jamás se ha pintado con tanta libertad- – sigue diciendo D`Ors en sus «Tres horas en el Museo del Prado» (Aguilar) -. Jamás se ha roto tan descarada, tan violentamente, con cualquier tradición. Late aquí, desnudamente, irracionalmente, la vida misma».

D`Ors publica esto en 1922 y narra su paseo por el Museo, acompañado – dice – de un amigo ideal, joven, inteligente, de buen gusto instintivo. Años después, María Zambrano, acompañada también de un amigo de juventud, estudiante de Historia del Arte, a quien denomina Ulises por haberle guiado en sus crisis y dudas juveniles, se detiene en El Prado ante el mismo cuadro. «… Y en cuanto al pueblo… – escribe en 1955, ahora recogido en «Algunos lugares de la pintura»

pintores.-eyu.-Goya.-Los fusilamientos.-detallle.-Museo del Prado

(Eutelequia) – moriría como el hombre aquel de la camisa blanca, figura central del cuadro de Goya Los fusilamientos de la Moncloa, que venían de ver y ante el cual habían pasado sin decir palabra; aquel hombre que abre los brazos en cruz, en lugar de apretarlos sobre su pecho desamparado, en un gesto antinatural, más allá del miedo instintivo de todo animal frente a la muerte, dando esa su alma que se le sale antes de que las balas lo alcancen; el alma entera con sus brazos clamando al cielo, abrazando al mundo, maldiciendo, bendiciendo. Y en sus ojos que se salen también antes de ser alcanzados y en ese grito… ¿qué nos grita ese celtíbero de camisa inmaculada, que da su alma? Ese grito, España, de tu animal, de su alma volcándose por encima de la muerte, no va a parar al mar del morir, sino a verterse en vida que no acaba».

Nos quedamos en silencio detrás de D `Ors, detrás de María Zambrano, en estas horas de tiempo del Museo – amigos de ambos escritores – absortos en muda contemplación.

(Imágenes.-1 y 2.-Francisco de Goya.-«Los fusilamientos del 3 de mayo».-Museo del Prado)

«LOS SENTIDOS» DE JOSÉ RIBERA

«La vista – recordaba Brillat-Savarin -, que abarca el espacio y nos instruye, por mediación de la luz, de la existencia de los colores y de los cuerpos que nos rodean» figura en la serie de los sentidos, de la etapa del joven Ribera, que ahora se expone en el Prado. La vista, que en la historia de la pintura a veces se ha representado con un espejo en la mano que contempla con admiración, en otras ocasiones ha querido acompañarse de una antorcha: siempre la luz y el rostro iluminado.

«El oído – sigue diciendo Savarinrecoge por medio del aire el ruido causado por los cuerpos ruidosos o sonoros«. María Zambranocuenta Ramón Andrés en «El mundo en el oído» -refiere que la escucha de Apolo en el templo de Delfos parecía situar «el oído divino en el centro del mundo«, ese oído que como órgano o sentido, dice, es el que se emplea o «ejerce» de un modo más intermitente: «en el escuchar se da lo más  penetrante y hondo de la atención, la decidida atención que el ejercicio de la vista no requiere«. «¿Sería aventurado concebir el oído – apunta Andrés – como el eje del ser humano? En un tratado escrito bajo el nombre del legendario Hermes Trismegisto se razona que aquel  que escucha debe tener el oído más veloz « que la palabra del hablante».

«El olfato – prosigue Brillat-Savarin -, mediante el cual percibimos el olor de los cuerpos que lo poseen. El olfato, que va a la búsqueda, al cultivo y al empleo de los perfumes».

«El gusto, con el cual apreciamos lo que es sabroso o suculento» da origen – dice también Salavina la producción, a la elección y a la preparación de cuanto pueda servir de alimento«.

«El tacto, al fin, cuyo objeto es la consistencia y la superficie de los cuerpos» y se aplica a todas las artes, a todas las habilidades, a todas las industrias».

«El tacto– cncluye Brillat-Salavin en su «Fisiología del gusto»  – ha rectificado los errores de la vista; el sonido, por medio de la palabra articulada, se ha convertido en intérprete de todos los sentimientos; el gusto se ayuda del olfato y de la vista; el oído compara los sonidos y aprecia las distancias»

( Pequeño apunte sobre esta exposición donde Ribera, además de la serie de los apóstoles y de los filósofos, ofrece aquí  tres de los cinco sentidos: la vista, el olfato y el gusto)

(Imágenes:-1.-la vista.-1615.- Museo Franz Mayer.-ciudad de México/ 2.-el oído.-Museo de Valencia/ 3.-el olfato.-1615.-colección Juan Abelló/ 4.-el gusto.-1615.-Wadsworth Atheneum.-Hatford/ 5.-el tacto.- óleo sobre lienzo- Norton Simon Art Foundation en Pasadena)

DE AZORÍN A UMBRAL : EL PERIODISMO LITERARIO ESPAÑOL

Portada_libro

«El periodismo literario no tiene nada que ver –decía Francisco Umbral – con los suplementos literarios y otros dominicales, cuya oferta se hace hoy por arrobas, sino que está incardinado en la maquinaria más íntima del periódico, en su cilindrada ideológica e intelectual. Una buena columna vende más que el rancio destape o la muerte de un torero. Porque los columnistas, como los viejos rockeros, de los que algo tienen, son unos viejos muchachos que nunca mueren«.

Acaba de publicarse el muy interesante volumen coordinado y editado por Javier Gutiérrez Palacio » De Azorín a Umbral.-Un siglo de periodismo literario español» (Centro Universitario Villanueva/Netbiblo) que recoge la amplia polémica suscitada desde hace tiempo en torno a qué puede llamarse o no puede llamarse periodismo literario. Acompañado de una extraordinaria antología de textos (abarcando desde «Clarín» a Manuel Vicent), se estudian en primer lugar los retazos del XlX (Valera, Galdós, Pardo Bazán, etc) ; el arco que va de la crisis a la llamada «edad de plata» (Cavia, Pérez de Ayala, Maeztu, Valle-Inclán, Baroja, Azorín,  Bello, Araquistáin y tantos otros); el periodismo literario como tribuna ideológica (Américo Castro, Azaña, Ortega, Chacel, D´Ors, Bergamín, etc); la denominada «edad de plata» (con Carrere, Foxá, Corpus Barga, Montes, Camba, Sánchez Mazas, etc); la etapa de la retórica propagandística (Alberti, Serrano Poncela, Victor de la Serna, etc); los exilios ( con Max Aub, Domenchina, Cernuda, etc); la inmediata postguerra con Salaverría, Gómez de la Serna, Pla, Rosales, Cunqueiro y Ruano, entre otros); los años cincuenta y el periodismo literario en el olvido (Benavente, Gironella, Pemán, Laforet, etc); los balbuceos de la libertad de prensa (con Anson, Areilza, Campmany, Díaz -Plaja, Carlos Luis Álvarez y otros);  la década del cambio con Julián Marías, Benet, Giménez Caballero,etc), para llegar a los ochenta de Cela, Luca de Tena, Delibes, Zambrano, Martín Gaite y varios más, y culminar en la sociedad de la información, con «el periodismo, nueva literatura«: Benítez Reyes, Alcántara, Fernán Gómez, Jiménez Lozano, Millás, Javier Marías, Muñoz Molina, De Prada, Ferlosio, Vicent y Umbral entre otros muchos.  

periódicos.-1177.-por Raymond Waters.-2008.-Craig Scott Gallery.-photografie.-artnet

Gutiérrez Palacio analiza en su Estudio preliminar cómo Periodismo y Literatura se unen en la Retórica, cuál es la aproximación al tema desde la Periodística, qué novedades ha aportado el periodismo literario en Norteamérica y en Hispanoamérica, el debate sobre si el articulismo literario es o no periodismo literario, para alcanzar al final la pregunta: «¿Qué es, entonces, el periodismo literario?».

Aparecen en este Estudio muy distintas aportaciones. También la mía, con mi libro «El artículo literario y periodístico«, con palabras y consideraciones que yo agradezco mucho al editor-coordinador. Creo que este muy amplio volumen, por su riqueza de autores antologados y por el preciso y atento trabajo de investigación y de clarificación, va a merecer un puesto muy destacado en la Bibliografía sobre la materia.

(Image: 2.-Cash f0r 400 Negroes.-2008.-por Raymond Waters.-Craig Scott Gallery.-artnet)

VIEJO MADRID (5) : PEQUEÑAS PLAZAS HISTÓRICAS

Plaza del Conde de Miranda.-1Cuando entra mi cámara en la madrileña  Plaza del Conde de Miranda – al fin de la calle del Codo, cerca de la Plaza de la Villa -, la soledad y el sol son ocupados por la Historia y esa Historia nos hace retroceder hasta nombres y edificios que estuvieron por aquí, andanzas de este barrio antiguo que hubo de llamarse la «Platería» por la cantidad de orfebres y plateros que por estas calles se aposentaron. Por aquí estuvo también la llamada casa de «los Salvajes«, propiedad de don Iñigo Cárdenas, señor de Loeches, Embajador de España en la República de Venecia y en Francia, cuando Enrique lV fue asesinado por Revillac. (Fue el Embajador el primer acusado en París de que él había matado al rey hasta que todo se puso en claro, y tal era la fama de hombre arriesgado que el embajador español tenía – frases altivas y agudas que don Iñigo cruzó con el propio Enrique lV – que el pueblo parisino creyó en un  primer momento que se trataba de una acometida hidalga del español contra el monarca francés)

Pero las cámaras fotográficas modernas no pueden penetrar en la Historia, ni en los recintos del señor de Loeches ni tampoco en los muros donde se descubrieron los siniestros sucesos del lamado «crimen del capitán Sánchez» en 1913. La cámara, antes de salir de la Plaza, observa al fondo el convento de las monjas jerónimas de «Corpus Christi«, denominado de «Las Carboneras«, que, como ilustra Mesonero Romanos en «El antiguo Madrid«, se llama así por una imagen de la Concepción que se venera en él, y que fue extraida de una carbonera. Fundado a principios del XVll, otro ilustre comentarista de Madrid, Diego San José, recuerda que en este convento se celebra diariamente una misa por el alma del Gran Capitán, don Gonzalo de Córdoba, y por su mujer.

Plaza del Conde de Barajas

Luego la cámara ralentiza su paso. Entra en la vecina Plazuela del Conde de Barajas donde, en el actual número 7, vivió hasta 1936  María Zambrano , plaza en la que yo también tuve largas charlas sobre cine con el novelista español Jesús Férnandez Santos.

casa donde vivió María Zambrano (Plaza de Conde de Barajas)

Estas plazuelas irregulares, escondidas, guardan profunda historia. En este espacio vivieron el barón de Riperdá, ministro de Felipe V, el comisario general de Cruzada de Fernando Vll o el general Espartero en 1854. Aquí estuvo el palacio del Conde de Barajas, que dio nombre a esta Plaza, y que fue el dueño de la mayor parte de las casas de la zona. Aparece ya en los célebres planos de Texeira y Espinosa y el aire calmo de agosto que roza los árboles me lleva poco a poco a cruzar los siglos y asomarme a esta tienda de olores, en el número 4, que es «Taller Puntera«. Está la ventana abierta y asoman los colores de esta tienda de trabajo con piel, las pieles acabadas de los bolsos y de las agendas.

escaparate de Taller Puntera.-Plaza Conde Barajas, 4

Trabaja una dependienta al fondo. Entra mi cámara, y entro tras ella. El tacto suave de las pieles me hace abrir unos blancos cuadernos. En Mi Siglo he hablado muchas veces de su magia. Repaso estas páginas inmaculadas, aún sin escribir. Luego miro hacia afuera, hacia la calle,  hacia tantos  sucesos ocurridos en Madrid.  Alguien en estos cuadernos seguirá escribiendo la Historia.

(Imágenes.-Madrid, agosto 2009.-: 1.-Plaza del Conde de miranda/ 2.-Plazuela del Conde de Barajas/3.-casa, en el número 7, en la que vivió María Zambrano/4.-taller de trabajo con piel en el número 4.-fotos JJP)