VISIÓN DE LA SANDÍA

 

“Una sandía, partida por la mitad — escribe Marià Manent en su Diario de 1918 —, forma  como una luna roja y húmeda. Era hermoso  ver la pequeña luna asequible, repartida en segmentos, en pedazos, en luna menguante. Y menguaba deprisa entre los dientes de los amigos, de la pequeña amiga, que llevaba hoy un vestido de color de fresa, y tenía los labios mojados y la cara encendida. ¡Orgía de fruta! La efímera luna roja, el bello astro vivo bajo la crudeza de la luz eléctrica, se iba deshaciendo en un agua dulce, llena de escollos negros y brillantes. En el gran sol de la canícula había madurado aquel pequeño mundo, había conservado para nosotros un dulce frescor líquido.  En un momento en que Anna se acercaba el segmento de sandía a la boca, alguien la ha cogido por la verde cáscara y la ha movido, rápido, por el rostro risueño. Parecía una flor empapada de lluvia.”

(Imagen — Sigmar Polke)

LA TUMBA DE RILKE

 


“Por la parte baja de la finca— cuenta la escritora Marià Manent en febrero de 1960, en su búsqueda de la tumba de Rilke, dentro de su “Diario disperso” —-pasa un camino, y desde allí hemos contemplado el manzanar de ramas desnudas, unos árboles castigados y podados, enérgicamente dirigidos.  En medio del campo se ha parado un mirlo: he pensado que más de una vez Rilke debió quedarse mirándolos picotear entre las cepas. Tras un recodo del sendero se ve una cancela que cierra una escalera rústica, en lo alto de la cual había un arco formado por rosales ( aquel día, naturalmente, sin hojas). Hemos seguido el sendero hasta llegar a la puerta principal. A cada lado de la verja hay una pequeña lápida de mármol gris oscuro. En el jardíncillo, dos abedules, cinco o seis árboles que me han parecido olmos, y un manzano venerable.

 

 

Una escalera protegida por un tejado de pizarra negra, muy verdosa del musgo, da acceso a la casa. La pared de la escalera y la del muro que forma ángulo con ella están cubiertas por la hiedra. El edificio apenas tiene ventanas. Hay dos, bastante pequeñas, en la fachada posterior  y otras dos, modernas como aquellas, en una fachada lateral. La luz entra también por varias aspilleras, que recuerdan el carácter defensivo del “castillo”. Es un edificio humilde, apagado, pero lleno de dignidad. En la fachada principal se ve una lápida, también de mármol gris oscuro, con una inscripción: RAINER MARIA RILKE: 1875- 1926. Un poco apartado del muro lateral cubierto de yedra se alza el viejo chopo que  inspiró , tal vez, famosos versos.

 

(…) Raron ( en francés Rarogne), donde está enterrado Rilke, se encuentra a unos veinte kilómetros de Sierre.  Es una aldehuela de montaña, que huele a vacas y a orujo.( …)  Cruzamos el camposanto lleno de inscripciones en alemán, pasamos junto al ábside, y allí, adosada la tumba a un muro lateral, reposa, solitario en la muerte, el poeta. Está en un pequeño cercado de piedra como carcomida por la erosión, cubierto de una especie de yedra verde oscuro, con bayas negras. En el suelo hay una cruz muy sencilla, de madera, donde grabaron las iniciales: R. M. R.;  una cruz tosca y humilde. Es de una pobreza muy de montaña: una cruz como de tumba de pastores. En el interior del cercado hay unas plantas que quemó la escarcha. Y en la pared, una lápida alta y estrecha de piedra clara, algo ocre, con el escudo familiar de Rilke y los versos que eligió para su epitafio:

”Rosa, oh pura contradicción : voluptuosidad de ser sueño de nadie bajo tantos párpados.”

Allí está todo Rilke: el amigo de las cosas humildes  y oscuras, de los ruiseñores color de tierra y de los mendigos de París; y también el poeta de imaginaciones  aristocráticas que se creyó descendiente de una estirpe germánica militar y antiquísima. Rilke tuvo “ su muerte”, una muerte muy suya. Y su tumba es muy suya también, solitaria junto al muro, enfrente de la nieve y de los bosques. “

 

 

(Imágenes— 1– Rilke/ 2- Álexei Antonov / 3- rosa/ 4-  Ansel Adams)

ROSAS, LILAS, GLICINAS

flores.-yuinn.-rosas.-Francesco Vinea

Glicinas, rosas, lilas. Nada más nombrar estas flores, ya hacen una música de abril, ya nos traen un aliento fresco de primavera – escribe en su «Diario» (Trieste) Marià Manent el 7 de abril de 1919 -. Veo las rosas en un patio vecino, donde forman guirnaldas, combinándose con las hojas nuevas. Son unas rosas de color crema, menudas, especialmente abrileñas. A veces su imagen se espeja en un barreño de zinc, lleno de agua inmóvil, que mezcla las

flores.-9iiu.-rosas.-Josef Sudek.-1956

rosas con el cielo azul o con fragmentos de una nube que pasa. En este mismo patio hay también un lilo, pero es blanco: no hay que hablar de él porque es de los que no gustan a Francis Jammes. En cambio, el «lilo lila», como dice él, es una delicia. En un patio más alejado, vela uno de ellos junto a un gallinero

flores.-5ggt.-Franz Bischoff.-rosas en un cuenco azul

hórrido. Hoy he tenido en mi mesa un ramo de esta variedad azulada, venido de Cabrils, tierra florida. Exhala un olor tímido, y, entre las hojas perfectas,  los racimos cárdenos me recuerdan a Pomme d `Anis o a Clara d`Ellebeuse.

flores.-678nn.-anémonas rosas.-Berthe Morisot.-1841-1895

He visto la glicina florecida guarneciendo la reja de la última casa de un bello paisaje que da a la calle Clarís. Del tronco serpeante y adusto cuelgan las flores arracimadas y las hojas tiernas y frágiles, como temerosas de hacerse grandes. »

Marià Manent.-«Diario disperso» (1918- 1984) (Trieste)

flores.-rrvvft.-rosas.- Fantin Latour.-1883.-Museo del Hermitage.-San Petersburgo.- Rusia

(Imágenes:- 1.-Francesco Vinea.-cavetocanas/ 2.-Josef Sudek.-1956/ 3.-Franz  Bischoff/ 4.-Berthe Morisot/ 5.-Fantin Latour.-1883.-Museo de L`Hermitage.-San Petersburgo)