MÚSICA, MATEMÁTICAS Y AJEDREZ

 

juegos-nhu- ajedrez- Alice Kent Stoddard

 

«Música, matemáticas y ajedrez son tres campos intelectuales en los que los seres humanos han realizado importantes hazañas antes de alcanzar la pubertad». Así lo explicaba George Steiner en «Muerte de reyes» en 1968. Ahora que se anuncia para el otoño una exposición sobre las relaciones entre Marcel Duchamp y el ajedrez, las reflexiones sobre este juego vuelven a estar de actualidad. «El niño prodigio – sigue diciendo Steiner – sabe el orden, la dimensión apropiada de la suma o de la figura geométrica antes de haber dado los pasos intermedios. El niño predice el jaque mate en seis jugadas porque la victoriosa posición inicial, la configuración más eficiente de sus piezas en el tablero, se encuentra «allí» de cierto modo, clara y precisamente enfocada en su mente (…) El ajedrez es un juego en el que treinta y dos piezas de marfil, cuerno, madera, metal o ( en los campos de concentración ) aserrín pegado con betún, son movidas en un espacio de sesenta y cuatro casillas de colores alternos. Para el aficionado, una descripción de este tipo es una blasfemia.

 

juegos.-rtggb.-ajedrez.-Thomas Eakins.-1876

 

Para el verdadero jugador de ajedrez, el acto de mover treinta y dos piezas en un espacio de 8 x 8 casillas es un fin en sí mismo, un mundo muy completo al lado del cual la vida biológica, política o social da la impresión de ser desordenada, aburrida y contingente (…) ¿ Existe algo más en el mundo fuera del ajedrez? Pregunta necia, que, sin embargo, todo verdadero jugador se ha hecho alguna vez. Y cuya respuesta es al menos incierta. Se ha calculado que hay más variantes posibles en una partida de ajedrez que átomos en nuestro vasto universo. El número posible de modos legítimos de hacer las cuatro primeras jugadas de cada lado llega a 318. 979. 584. 000. Jugando una partida por minuto y sin repetirla nunca, todos los habitantes del globo terráqueo  necesitarían doscientos dieciséis billones de años para agotar todas las maneras concebibles de hacer las diez primeras jugadas de los ajedrecistas que narra Nabokov«.

 

juegos.-ajedrez.-8877b.-vidriera de jugadores de ajedres del Hotel de la Bessée.-1430.1440.-Villefranche -sur- Saône

 

«Hoy me conformo con jugar – escribió a su vez Duchamps -. Todavía soy una víctima del ajedrez. Tiene toda la belleza del arte y mucho màs. No puede ser comercializado. El ajedrez es más puro que el arte en su posición social. Las piezas del ajedrez son los bloques del alfabeto que moldean los pensamientos, aunque forman un diseño visual en el tablero, expresan abstractamente su belleza como poema… He llegado a la conclusión personal que, si bien no todos los artistas son jugadores de ajedrez, todos los jugadores de ajedrez son artistas».

 

ajedrez-unnb-Pamela J Crook-jmrw com

 

(Imágenes.-1,. Alice Kent Stoddard/ 2.-Thomas Eakins– 1876/ 3.-vidriera de jugadores de ajedrez del Hotel de le Besée- Villafranche-sur-Saone- 1400/ 4.-Pamela J. Crook-jmrw)

CLAROSCUROS DE SCHUMANN

 

música-hunn-Robert Schumann- classicfm com

 

«Acabo de terminar – le escribía Robert Schuman a Clara -una serie de nuevas piezas a las que he llamado Kreisleriana. Están completamente llenas de ti y de tus sentimientos, y quiero dedicártelas a ti y a nadie más. Entonces sonreirás con tu gracia natural y la reconocerás. Mi música parece haber sido compuesta tan maravillosamente, con tanta sencillez, como si saliera del corazón. Es fantástica, loca, sin duda terrible; te quedarás asombrada cuando la toques.¡ Por otro lado, ahora a menudo me parece que voy a brotar de la música!».

 

música-reww- Marcel Duchamp- mil novecientos once

 

Kreisleriana la compuso Schumann en seis días y un excelente conocedor de las relaciones entre enfermedad y creación como es Philip Sandblom recuerda que el compositor «disfrutaba alternativamente de períodos maniacos y depresivos, y tenía, al igual que Haendel y Van Gogh, una asombrosa facilidad y rapidez para crear durante sus fases maniacas«Ahora un nuevo ensayo sobre Schumann se adentra en su personalidad, en su música y en sus dolencias. «Anoche – le escribe Schumann a Claratuve el más espantoso presentimiento que puede tener un ser humano, el más horrible con el que nos puede castigar la Providencia: que había perdido la razón. Era tan fuerte que no había consuelo que pudiera mitigarlo. La angustia me llevó de aquí para allá, hasta dejarme sin aliento. Casi desfallecí de sólo pensar que ya no pudiera razonar. Clara, no hay sufrimiento, ni enfermedad, ni desgracia que pueda compararse con ese sentimiento de aniquilación. En mi extremada agitación corrí a ver a un médico y le conté todo (…)  El médico me consoló amablemente y terminó por aconsejarme sonriendo: «La medicina no puede hacer nada en un caso como éste; búsquese una esposa, ¡eso lo curará al instante». Pensé que podría ser cierto».

 

 

música-jhnn-Clara y Robert Schumann en mil ochocientos cincuenta

 

Brahms escribía en 1873: «la memoria de Schumann es para mí algo sagrado. El artista noble, puro, sigue siendo para mí un modelo y difícilmente me será permitido amar a un ser humano mejor, y ojalá que tampoco nunca tenga que ver llegar un destino tan terrible desde una cercanía tan espantosa y padecerlo al mismo tiempo como aquí lo ha hecho». Alex Ross, al comentar a Brahms y a Schumann en «Escucha esto» incide en esa palabra «cercanía»; esa es la palabra crucial – dice -: Schumann pasó a ser una persona muy cercana a él y luego hubo de sufrir cómo era arrancado de su vida.

 

música-unn-violín- Stephen Thomas Seymour- mil ochocientos noventa y uno

 

Son los claroscuros de Schumann. Uno de los grandes estudiosos del compositor recordaba que durante su colapso nervioso definitivo, las alucinaciones que el músico había conseguido dominar y utilizar en sus días creativos ahora le abrumaban, y degeneraron hasta ser primero una música «angélica» y luego «demoníaca», para convertirse al final en una sola y terrible nota, un La, que se repetía incesantemente día y noche con insoportable intensidad.

 

música-drth-Arman- violonchelo- mil novecientos noventa y nueve

 

«Mi música – confesaba Schumann no es una necesidad de maniobra; el oficio no participa en ella, pues ha costado a mi corazón más de lo que pueda imaginarse».

 

(Imágenes.-1.-Schumann- classicfm com/ 2.-Marcel Duchamp- 1911/ 3.-Clara y Robert Schuman- 1850/ 4.-Stpehen Thomas Seymour- 1891/ 5.-Arman. 1999)

LA SOMBRA DE LAS JUGADAS

 

juegos.-4fvb.-ajedrez.-Marcel Ducham.-retrato de jugadores de ajedrez.-1911.-Museo de Arte de Filadelfia

 

«En uno de los cuentos que integran la serie de los Mabinogion, dos reyes enemigos juegan al ajedrez, mientras en un valle cercano sus ejércitos luchan y se destrozan. Llegan mensajeros con noticias de la batalla; los reyes no parecen oírlos e, inclinados sobre el tablero de plata, mueven las piezas de oro. Gradualmente se aclara que las vicisitudes del combate siguen las vicisitudes del juego. Hacia el atardecer, uno de los reyes derriba el tablero, porque le han dado jaque mate y poco después un jinete ensangrentado le anuncia: Tu ejército huye, has perdido el reino.»

Edwin Morgan.«La sombra de las jugadas»

juegos.-77b.-ajedrez.- Bobby Fischer.-1967.-Philipe Halsman

 

 

(Imágenes.- 1.-Marcel Duchamp- retrato de jugadores de ajedrez- 1911- museo de Filadelfia/ 2.-Bobby Fisher- 1967- Philipe Halsman)

ESCRIBIR DESPUÉS DE AUSCHWITZ, DESPUÉS DE FUKUSHIMA

«Aquí no he hecho más que pintar incansablemente para aprender a pintar, le comenta Van Gogh a su hermano Theo. Yo escribía para tratar de saber qué era escribir (…), escribía continuamente y sobre cualquier cosa y de ese modo aprendía a escribir, confiesa el argentino Ricardo Piglia. Tengo la paciencia de un buey, decía sobre su trabajo Gustavo Doré. No es imperioso que escriba ‑aconsejaba a un amigo Raymond Chandler‑, y si no tiene ganas es mejor que no lo intente. Puede mirar por la ventana, o retorcerse en el suelo, pero no tiene que hacer ninguna otra cosa positiva, no leer, escribir cartas, hojear revistas o escribir cheques. O escribir o nada. La sociedad se ha sacado la literatura del medio, y la ha sustituido por la televisión. Ha desplazado los lugares de enunciación de la tradición intelectual y de sus problemas hacia la cultura de masas. Quizás ahora que la literatura en este sentido ha muerto, se pueda , por fin, escribir, comenta también Piglia.

Hay que escribir, pues, precisamente después de Auschwitz y después del Gulag, después del atentado a las Torres Gemelas, después de Afganistán y después de Irak, después de las devastaciones y de esas barbaries que siguen viniendo y que, lamentablemente, aún vendrán. Porque, además, no todo es barbarie. ¿Son numerosos los horrores? ‑se preguntaba Jorge GuillénPero también el hombre ha hecho cosas admirables. Comencemos por la admiración. El autor de Aire nuestro pasó por Rotterdam, y se quedó asombrado. La ciudad, destruida por los bombardeos nazis en Holanda, ha sido totalmente rehecha. Cualquier viajero tiene que sentirse atónito.

… Y bajo los diluvios demoníacos,

reiterada la furia

con método.

Fue conseguida ‑casi‑

la destrucción total.

Y cayeron minutos, meses, años.

Y no creció entre ruinas

el amarillo jaramago solo,

amarillo de tiempo,

de un tiempo hueco a solas.

Se elevaron los días, las semanas.

Y vertical, novel,

surgió el nombre de siempre.

Ya Rotterdam es Rotterdam.

¡Salud!

(…)

En este muelle, frente a embarcaciones

y grúas y horizontes,

siento inmortal a Europa,

uno siento el planeta.

La historia es sólo voluntad del hombre.

Valga como conclusión ‑repite Jorge Guillén‑: “La historia es siempre voluntad del hombre”. Esto es, al menos, lo que este poeta cree.

Y no sólo habrá que escribir después de las batallas y de las vergüenzas sino también después y durante el consumismo, después y durante este largo y extraño período moderno del antiarte que comenzó hace tiempo ya, en 1919, cuando Marcel Duchamp le pintó un bigote a una reproducción de la Mona Lisa. Aquel bigote ‑señala el historiador Jacques Barzunabrió una puerta, dio una contraseña o encendió una permanente luz verde que daba paso al hecho de que cualquier cosa bien realizada con un lápiz o un cincel fuera considerada arte, o mejor dicho, se pensara que cumplía la pretensión colectiva de ser un antiarte. A partir de aquel momento y tiempo después se inauguraría la mera diversión del espectador, el arte encontrado (desechos marinos recogidos en la playa), el arte basura (la puerta del frigorífico abandonado), el arte desechable (objetos magnificados o hechos de materiales endebles; puentes y edificios envueltos en tela), el arte aleatorio (basado en la impresión de puntos cuya ubicación azarosa la dictan los dados o el ordenador), el arte móvil (en el que se incluyen “esculturas” que representan pequeñas máquinas inútiles moviéndose sin sentido, o el par de zapatos que da pasos hacia atrás y hacia adelante), los lienzos que muestran líneas geométricas simples o complejas (una serie entera que “explora el cuadrado”), los dibujos o fotografías de bacterias, copos de nieve u órganos internos, etc. etc. (…), y todo eso hasta llegar al fin a ese hecho ‑uno entre tantos‑ en el que en una exposición celebrada en Nueva York, el propio artista se convirtió en el modelo definitivo pintando de verde su cuerpo desnudo y tumbándose en un ataúd abierto. Después hemos visto ‑concluye Barzuncómo un artista británico elegía los excrementos como material «.

Ese es parte del escenario del mundo actual y de él y sobre él tendrá que escribir el escritor contemporáneo.

Es su tiempo, es el que le ha tocado vivir. Un tiempo de modificaciones celéricas, tiempo de emigraciones y de reajustes, tiempo de curiosas obsesiones (como la del cambio por el cambio), tiempo de tantas cosas más.

Ahora que la sociedad ha sustituido la literatura por la televisión, ahora que la literatura en este sentido ha muerto, quizás ahora se pueda, por fin, escribir».

(Esto escribí yo en «El ojo y la palabra» y compruebo ahora – en un número último de «Le Magazine Littéraire» – que los autores japoneses se proponen – naturalmente – escribir después de Fukushima.

Siempre escribir)

(Imágenes:- 1.-George Grosz.-Paz.-1946.-Museum of Art.- New York/ 2.-Carlos Anderson.-1939- Smithsoinan.-American Art Museum/3.-Dan Mumford)

ESQUINAS DE IRVING PENN

IRVIN PENN.-LL.-Truman Capote.-New York 1948.-foto Irving Penn.-Morgan Library Museum.-The New York Times.Esquinas, ojos, planos.

 Aquí, otras voces, otros ámbitos. Truman Capote, el hombre que literariamente retratara a Isak Dinesen, a Coco Chanel, a John Huston y a tantos más, es retratado en 1948, en Nueva York, en la esquina de una esquina de la fama.

IRVING PENN.-GG.-Marcel Duchamp..New York 1948.-foto Irving Penn.-Morgan Library Musem.-The New York Times

Otra esquina más. Marcel Duchamp y su pipa, el ajedrez, la invención, la provocación.

Irving PENN.-CC.-Stravinsky.-New York 1948.-foto Irving Penn.- Conde Nast Publications.-The New York Times

Aún una tercera esquina. El oído de Stravinsky escucha cuanto le dice la música, aquello que aún no le ha dicho la música, aquello que él va a decir a la música en cuanto se ponga a componer.

IRVING PENN ZZ.-Picasso -Cannes 1957.-foto Irving Penn.-Morgan Library Museum.- The New York Times

El ojo de Picasso.

IRVING PENN.-DD.-Francis Bacon.-Londres 1962.-foto Irving Penn.-Conde Nast Publications.-The New York Times

Los ojos de Francis Bacon.

IRVING PENN.-FF.-Jean Cocteau.-París 1948.-foto Irving Penn.-Conde Nast Publications.-The New York Times

Y luego está el plano de Cocteau, el autor del gran monólogo «La voz humana«. Correspondencia de las artes, flexibilidad, facilidad, estética.

(En memoria del gran fotógrafo Irving Penn que acaba de morir)

(Imágenes:-1.-Truman Capote.-Nueva York, 1948.-foto Irving Penn/Morgan Librery & Museum.-The New York Times/2.-Marcel Duchamp.-Nueva York 1948.-foto Irving Penn/Morgan Librery& Museum.-The New York Times/ 3.-Igor Stravinsky.-Nueva York, 1948.-foto Irving Penn/ Conde Nast Publications.-The New York Times/4.-Pablo Picasso.-Cannes,1957.-foto Irving Penn/Morgan Librery & Museum.-The New York Times/5.-Francis Bacon Londres 1962.-foto Irving Penn/Conde Nast Publications.-The New York Times/6.-Jean Cocteau, París 1948.-foto Irving Penn/Conde Nast Publications.-The New York Times)

GESTOS

 

manos.-AAA.-por Janine Antoni.-2004.-artnet

Ser elegante o ser educado consiste entre otras cosas – escribía Giovanni Della Casa, en el siglo XVl,  en»Galateo» – «en la forma de caminar, de estar de pie o sentado, en los movimientos, en el porte y en el vestir, no caminar demasiado deprisa ni demasiado despacio, sino buscar el justo medio«. La mano en la cadera, también para Della Casa, significaba signo de orgullo. Gentes diversas de distintos países han mostrado a través de la Historia variedad de gestos representativos: en 1617 – cuenta Peter Burke, al que he aludido ya en Mi Siglo alguna vez – Carlos García, que trató en un libro sobre la antipatía entre franceses y españoles en el siglo XVll,  hacía notar que «cuando los franceses van acompañados por la calle, siempre van saltando, riendo, voceando y haciendo tanta algazara y grita que pueden oillos de una legua; y los españoles van drechos, reposados y graves, sin hablar palabra, sin hacer otros mencos ni acciones, que las que pide la modestia y prudencia».marcel duchamp..retrato artool.-

Hoy sin duda hablaría de otra forma. En 1588, el embajador veneciano en Turín describía a la esposa del príncipe, la infanta, de la siguiente forma: «Educada en el estilo español (…) muestra gran sosiego, parece inmóvil». Pero Burke, al estudiar al italiano gesticulante, recuerda que todo lenguaje corporal es artificial en el sentido de que ha de ser aprendido. Un manual de etiqueta holandés del siglo XVlll condenaba a los italianos «que hablan con la cabeza, los brazos, los pies y todo el cuerpo» y Burke añade que la reforma de los gestos fue más profunda en los países del norte protestante de Europa, tales como Inglaterra, los Países Bajos y las regiones germanohablantes, que en el sur católico. Es como si Europa se hubiera dividido en dos culturas gestuales y en dos estilos retóricos, el lacónico y el profuso. Países enteros, han ido, pues, adquiriendo y modificando sus gestos a través de la Historia. Sentado en la veneciana Plaza de San Marcos en 1824, el escritor americano Washington Irving, se asombraba de la vivacidad y gesticulación italianas.

Hoy el gesto – en Italia y en muchas otras partes del mundo – se adelanta incluso a la palabra y la concluye mutilándola en el aire con sólo un movimiento de manos, con una mueca y un acento peculiar que sella toda la expresión. Es una rúbrica. Nada más hay que decir puesto que las manos- y quizá todo el cuerpo – ya lo han dicho todo.

(Imágenes: 1.-Janine Antoni.-2004.-artnet/ 2.- retrato de Marcel Duchamp.-artpool.hu)