LA PARTITURA MÁS VALIOSA

 

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«He llamado al primer movimiento Totenfeier; si le interesa saberlo – escribe Mahler a Marschalk en 1896 – es el héroe de mi sinfonía en re, al que conduzco a la tumba… Paralelamente se plantea la cuestión central: ¿por qué has vivido? ¿Por qué has sufrido? Es preciso que de una u otra forma resolvamos este problema para poder continuar viviendo o, incluso, muriendo. Aquel que, siquiera una vez, se haya planteado esta cuestión está en condiciones de responder: y esta respuesta la doy en el último movimiento… El segundo movimiento, un recuerdo. Un rayo de sol en la vida de mi héroe… La vida vuelve a tomarte y ocurre que, en su vana agitación, te produce horror; es como una sala de baile bien iluminada donde se agitan siluetas móviles y danzantes que tú, oculto en la noche, observas desde lejos sin oír la música ¡Así es el tercer movimiento! Lo que sigue ya lo conocéis».

Ahora se habla de la partitura más valiosa al referirse a la Segunda Sinfonía de Mahler. La correspondencia del compositor alumbra en gran parte sus intenciones creadoras. Marc Vignal en su «Mahler» incorpora aún otro documento más que nos adentra en la composición. «Había buscado en toda la literatura mundial, incluida la Biblia, – escribe Mahler en febrero de 1897 – tratando de encontrar la palabra redentora…

 

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Entonces murió Bülow, y yo asistí a un servicio religioso conmemorativo. El estado de ánimo en el que me encontraba allí, pensando en el difunto, correspondía exactamente a aquel de la obra que me preocupaba de modo incesante. En ese instante el coro entonó la coral de Resurrección. Me estremecí como ante un relámpago; todo era ahora límpido, evidente. El artista vive esperando ese relámpago: es su Anunciación. Me quedaba traspasar a música esta experiencia. Y sin embargo, si no hubiera llevado ya esta obra dentro de mí, ¿cómo hubiera podido vivirla?».

 

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(Imágenes.- 1-Segunda Sinfonía de Mahler- Sothebys-el país/ 2.-Mahler- foto picture aliance/ 3- Mahler en 1903)

GUSTAV MAHLER


En varias ocasiones he hablado de Gustav Mahler en Mi Siglo. Especialmente del golpe de tambor escuchado en Nueva York  y aplicado a su Décima Sinfonía. Pero sobre sus días finales el musicólogo Marc Vignal recuerda en su interesante estudio sobre Mahler  que el 12 de mayo de 1911, hacia las cinco de la tarde, el compositor, muy enfermo ya, era trasladado por  París en un coche que le iba llevando desde Neuilly hasta la Gare de L´Est. Aquel automóvil se cruzó en los Grandes Bulevares con el cortejo del Presidente Fallières, que regresaba de Bruselas. «Nueva casualidad, ironía del destino -comenta Vignal -, que quizá arrancara al enfermo una amarga sonrisa. La última música oída por Mahler habrá sido, por tanto, música militar…»

En cuanto a sus últimas horas en Viena – tras un viaje largo, durante el cual los periodistas asediaban literalmente en cada etapa el compartimento donde viajaba el compositor – Alma María  Schindler cuenta en sus Recuerdos cómo Mahler, en la cama del sanatorio Löw de Viena, «tuvo dificultades para respirar y le dieron oxígeno. (…) Mahler miró con ojos asombrados y pasó un dedo por la colcha. Sonrió y dijo dos veces: «¡Mozart!». Sus ojos estaban muy grandes. (…) Su agonía cesó repentinamente a la medianoche del 18 de mayo, durante una tremenda tempestad. En ese último suspiro había huido su amada y bella alma, y el silencio fue más mortal que otra cosa«.

en memoria de Gustav Mahler: 18 de mayo 1911- 18 de mayo 2011

(Imágenes:- 1.- cabaña de composiciòn de Mahler- Steinbach-a orillas del lago Attersee- Austria.-wikipedia/ 2.-Gustav Mahler.-rpmedia. ask)