LAS COSAS NUEVAS

 

“Leer las cosas nuevas —decía Berenson — con el solo objeto de “estar al día” es uno de los pecados contra el espíritu. A las cosas nuevas no hay que dedicarlas más que la décima parte del propio tiempo y una parte mínima de la propia energía ( que es siempre inferior a lo que esperamos)  Los periódicos, sí, los lee uno por las “cosas nuevas” que anuncian, pero es una lectura que cuesta poco trabajo. ¿Leer las novedades sirve para ejercitar el gusto crítico? Esta es una pregunta equivocada. El gusto se ejerce volviendo a experimentar con inocencia  por propia cuenta lo bello en las obras ya admiradas. En las cosas nuevas no se puede ejercerlo con libertad. En lo que está en formación entra demasiado nuestro porvenir personal: deseos y  dudas, esperanzas y temores. Confluyen en él intereses que no son estáticos, de los que no nos podemos apartar. Por lo tanto, no se puede estar seguro de la “duración” de la obra de arte si no es a una cierta y bastante notable distancia (…)  Los que se creen en la corriente, los “innovadores”,  estiman las obras nuevas y preferidas como revelaciones de nuevos mundos y de nuevos órdenes , en contraste con todo el pasado y en cambio, al “humus” ya rico de nuestra cultura no se puede añadir más que una sutil  y superficial capa de moho; capa que después, al contacto con la vieja tierra se volverá fértil y ya no distinguible ‘humus”.

 


 

(Imágenes—1-invasión del arte americano -Versalles – The new yorker/ 2 -twombly)

VIEJOS AMIGOS

 

 

“¿Por qué hablar sólo de escribir y de ser autor? – decía Sainte- Beuve -. Llega una edad en la que ya se deja de escribir. Bienaventurados los que leen y releen; los que sólo obedecen a su libre inclinación en sus lecturas. Llega una etapa en la vida en la que, hechos todos los viajes, conocidas todas las experiencias, no hay mayor disfrute que el estudiar y ahondar en lo que ya se sabe, el saborear lo que se siente, el ver y volver a ver a los que se ama: puras delicias del corazón y del gusto en la madurez. Es entonces cuando esa palabra, “clásico”, adquiere su verdadero sentido que se concreta para el hombre de gusto en una elección de predilección irresistible. El gusto ya está hecho, está formado y es definitivo; el criterio sopesado, si hemos de tenerlo, ya llegó. Ya no tenemos tiempo para probar, ni ganas de salir a descubrir. Nos conformamos con los amigos, aquellos que el largo trato hizo perdurar; viejos vinos, viejos libros, viejos amigos.

Sea el que fuere el autor predilecto, el que nos devuelve nuestros propios pensamientos con toda riqueza y madurez, pediremos a alguno de esos buenos y antiguos espíritus que nos ilustren en todo momento, que nos den esa amistad que no engaña y que no puede faltarnos, y nos proporcionen esa impresión habitual de serenidad y de amenidad que nos reconcilia ( a menudo lo necesitamos) con los hombres y con nosotros mismos.”

(Imagen -biblioteca de Guillaume Apollinaire)

EL QUE NO LEÍA

 

 

“Centro geográfico de la provincia de Jaén – se lee en la gran biografía de San Juan de la Cruz escrita por el padre Crisógono de Jesús -. Alta colina a la derecha del Guadalquivir, con larga explanada por el norte, que baja en ondulaciones hasta el río Guadalimar. Aquí está Baeza”. Por estas calles estrechas de Baeza andaba Fray Juan de la Cruz en la primavera de 1579. Y años más tarde, en 1591, en el convento de la Peñuela, perdido en las estribaciones meridionales de Sierra Morena, en plena serranía, el monte bravío cuajado de jaras, higueras silvestres, brezos, madroños, carrascos y hierbas aromáticas, el olivar de tres mil árboles y la viña de siete mil cepas que habían ido plantando durante aquellos años los religiosos: el olor del monte bravío, espeso de matorrales y arbustos.

Pienso que por encima de todas las corrientes el verdadero poeta toca con la mano la esencia del tiempo, tiempo de alta poesía, poesía que atraviesa los siglos. “Artista extraordinario – dirá Dámaso Alonso de San Juan de la Cruz -, quizá único en la historia del mundo, ¿qué se propuso este poeta exquisito e intenso?”. Steiner en sus “Gramáticas de la creación” habla de “la faceta nocturna de la soledad creadora” . Esa soledad acompañaba a Juan de la Cruz. Uno se queda asombrado de que Juan de la Cruz, para escribir, no necesitara ningún libro. Fray Juan Evangelista – que anduvo y vivió con el Santo once años – asegura que para componer sus obras, Juan de la Cruz no leyó libro alguno: “los cuales libros le vi componer – dice su compañero -, y jamás le vi abrir un libro para ello”. Dámaso insiste en ello: “durante la época de su producción, San Juan de la Cruz no leía. Su producción intelectual derivó, pues, ante todo de su divina contemplación; luego, de la Biblia; en fin, de estudio antiguo, sedimentado, asimilado; del ambiente, de su pueblo, de la literatura popular, viva a su alrededor”. Es decir, de la interior contemplación y de la contemplación exterior de aquellas tierras andaluzas .

 

 

(Imágenes-1-Jan van eyck/ 2.- Sierra Morena)

W. G. SEBALD Y ROBERT WALSER

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«Empezando unas veces por aquí y otras por allá –confesaba W. G. Sebald -, desde hace años recorro las novelas de Walser, en parte en «Escrito a lápiz», y, siempre que reanudo mis lecturas discontinuas de sus escritos, miro también las fotografías que hay de él, siete estaciones fisonómicas muy diversas (…)  Car Seelig cuenta que una vez, en un paseo con Robert Walser, cuando estaban llegando a la localidad de Balgach, hizo una observación sobre Paul Klee y, apenas había pronunciado ese nombre, vio al entrar en Balgach, en un escaparate vacío, una tabla con la inscripción «Paul Klee: Tallador de candelabros de madera«. Seelig no trata de dar ninguna explicación a ese curioso suceso. Se limita a registrarlo, quizá porque precisamente lo más extraño es lo que más deprisa se olvida».

Es muy interesante pasear del brazo de un gran escritor como W. G. Sebald para alcanzar el ritmo de los paseos de otro gran escritor como Robert Walser. Los pasos y paseos de los admirados y admiradores lectores adelantan su marcha sobre los comentarios y esos comentarios se nos ofrecen siempre llenos de riqueza. Repasando la vida de Walser, Sebald recuerda que » acontecimientos exteriores como el estallido  de la Primera Guerra Mundial no afectaron al escritor suizo. Lo único seguro es que escribe continuamente con un esfuerzo cada vez mayor; también cuando disminuye la demanda de sus textos sigue escribiendo día tras día, hasta el límite del dolor y no pocas veces, creo, un trecho más allá (…) ¿Cómo se puede comprender a un autor que estaba acosado por las sombras y que, con independencia de ello, esparció por todas partes la luz más amable, un autor que escribía humoradas de pura desesperación, que casi siempre escribió lo mismo y nunca se repitió, para quien sus propios pensamientos, aguzados en minucias, eran incomprensibles, que estaba por completo con los pies en el suelo y se perdía incondicionalmente en el aire, cuya prosa tenía la cualidad de disolverse al ser leída, de forma que sólo unas horas después de su lectura apenas se podían recordar los personajes, acontecimientos y cosas efímeras de que se había hablado?».

Si apretamos el paso en las lecturas alcanzaremos primero a Sebald en el camino y Sebald mismo apretará también nuestro paso para alcanzar a Walser en su paseo interminable.

 

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(Imágenes.-1.-W. G. Sebald/ 2.- Robert Walser)

RELEO

«Releo tu carta, a la sombra del cielo azul de la sombrilla.

A mis pies, el mar muelle se ondula rítmico en la arena.

Se orea el canto. El mar hasta la boyas se asemeja a tus ojos de algas y de arena

hasta la masa profunda de altamar, donde florecen todos los milagros

bajo los gritos blancos de las gaviotas, la espuma de las piraguas alargadas.

Por la playa rítmica, los patos salvajes sueñan en bandadas, inmóviles y mudos.

Yo sueño en mi hijo último, el hijo del porvenir de ojos de palma, de ojos de pozo sin fondo.

Sus cabellos lisos fulguran con destellos leonados.

¿Dónde está di la hija de mi esperanza muerta, Isabel la de ojos claros o Sukeina de seda negra?

Me escribiría cartas con temblor de alas locas

con imágenes coloreadas, con grandes animales de ojos de Serafín

con pájaros-flores, serpientes-manatíes tocando trompetas de plata.

Porque existe, la hija Poesía existe. Es mi pasión su búsqueda

La angustia que me hiere el pecho, de noche

la joven recatada con los ojos bajos, que oye crecer sus pestañas sus uñas alargadas.

Y tú preguntas:

– ¿Pero ¿por qué esta bruma y estos espejismos al fondo de tus ojos en calma?

– Bello es el mar y suave el aire, como en otro tiempo al borde de los Grandes Lagos».

Léopold Sédar Senghor.- «Releo».- de «Lettres d´hivernage» (1972)

(Imágenes.- 1.-Vadim Balakin.-vadimbalakin com/ 2.- Matt Bridger/ 3.-Richard Ernst Eurich/ 4.-los grandes lagos.-panorama por descubrir com).

EL ARTE DE VIVIR

«- Se me ha pasado la vida ocioso – decimos -; no he hecho nada hoy. –así nos habla Montaigne.

– ¿Cómo? ¿Es que no habéis vivido? Es ésa no sólo la fundamental, sino la más ilustre de vuestras ocupaciones.

– Si me hubieran enfrentado a grandes empresas, habría mostrado lo que sabía hacer.

– ¿Habéis sabido meditar y dirigir vuestra vida? Habéis hecho el trabajo mayor de todos.

Componer nuestra conducta es nuestro oficio, no componer libros, y ganar, no batallas ni provincias, sino el orden y la tranquilidad de nuestro proceder. Nuestra obra de arte grande y gloriosa, es vivir convenientemente. Todas las demás cosas, reinar, atesorar, construir, no son sino apéndices y adminículos como mucho».

Parecería que Montaigne fuera a irse pero aún nos añade en la puerta de la página:

«Nada hay tan hermoso y legítimo como actuar bien y debidamente como hombre, ni ciencia tan ardua como saber vivir esta vida bien y naturalmente; y de nuestras enfermedades, la más salvaje es despreciar nuestro ser».

Después desaparece con sus lentos pasos, pasillo adelante, hasta el final del libro.

(Imagen: Jacek Yerka.-all-art-org)

DESCONGELADAS PALABRAS

«Antífanes, el fámulo de Platón, habló de un país donde los inviernos eran tan crudos que las palabras se congelaban en el aire. Cuando se derretían en verano, los lugareños se enteraban de lo que se había dicho durante el invierno, al igual que sólo en el umbral de la vejez los discípulos de Platón empezaban a comprender el significado de las palabras del maestro que habían escuchado de jóvenes«. Cuando leo estas frases del médico polaco Andrzej Szczeklik en su libro Catarsis (Acantilado) en donde trata del poder curativo de la naturaleza y del arte, evoco la vida de las palabras en el arco de cualquier existencia, palabras – y hechos también – pronunciadas por nuestros abuelos o por nuestros padres – palabras igualmente escondidas en libros que un día leímos -, y que sólo con la sabiduría de la experiencia ( con los dolores, con las vicisitudes), se van descongelando poco a poco en nuestro entendimiento, deshaciéndose como nieve en la memoria y haciéndose transparentes igual que el cristal para que las pueda atravesar bien nuestra comprensión.

Recuerda igualmente Szczelklik el caso relatado muchos siglos después por Baldassare Castiglione, en el que un mercader italiano organizó una expedición a Ucrania para adquirir pieles de marta. «Se quedó atascado en los hielos de la orilla del Dniéper, y desde allí, intentó negociar con unos comerciantes moscovitas que habían acampado en la otra orilla. Sin embargo, los gritos del mercader no llegaban hasta tan lejos: se congelaban por el camino y quedaban suspendidos en el aire en forma de carámbanos«.

Palabras y gritos congelados durante años, signos petrificados y opacos en libros y en labios, verdades que tardan casi una vida en comprenderse. Al fin se comprenden. Los clásicos, en la segunda, a veces en la tercera lectura, nos abren el secreto que parecían negarnos al principio y el contenido de la voz del corazón de nuestros padres se nos vuelve de repente diáfano, entregándonos su profundo sentido.

(Imagen.- el monte Fuji, en Japón, cubierto de nieve.-foto Toru Hanai.-Reuters.-TIME)

¿ESCUELAS DE ESCRITORES?

diario.-1«Cuando estuve en Berlín hace cuatro años – decía el escritor polaco Witold Gombrowicz en su última entrevista grabada para la emisión«La Bibliothéque de Poche» en 1969 – me invitaron a una escuela para escritores; y me pidieron que pronunciase un discurso. Dije:»Lo primero que tenéis que hacer, si es que queréis ser escritores, es salir de aquí por las puertas o por las ventanas, da igual, pero huid en seguida, porque no se puede aprender a ser escritor y no se os puede dar ningún consejo, como tampoco se pueda dar instrucción a un escritor… El escritor no existe, todo el mundo es escritor, todo el mundo sabe escribir. Si se escribe una carta a la novia, se hace literatura; incluso diré más: cuando se habla o se cuenta una anécdota, se hace literatura, siempre es lo mismo. Por lo tanto, pensar que la literatura es una especialidad, una profesión, es una inexactitud. Todos somos escritores. Hay personas que no han escrito en toda su vida y, de golpe, hacen su obra maestra. Los otros son profesionales, que escriben cuatro libros al año y publican cosas horribles. Un poeta polaco decía: «A veces me sucede que soy poeta». Creo que la frase es acertada y que debiera decir: «A veces me sucede que soy artista». Pero no entiendo qué quiere decir artista o escritor de profesión. El hombre se expresa y lo hace por todos los medios, baila o canta, o pinta o hace literatura. Lo que importa es ser alguien, para expresar lo que uno es, ¿no creen? Pero la profesión de escritor, no, no existe…Hoy las cosas se han complicado falsamente, es un intelectualismo para mí de poca calidad, que busca las cosas, las paradojas, las novedades y todo lo que se quiera, pero que olvida las cosas esenciales. Creo que la literatura debiera volver a su forma de vida de hace, tal vez, cuarenta o cincuenta años, porque todo lo que se ha hecho desde entonces es muy sospechoso y ha dado muy malos resultados». («Autobiografía sucinta, textos y entrevistas») ( Cuadernos Anagrama).

escribir VALIDO.-j78.-por Tetsuya Noda.-Andrew Bae Gallery.-Chicago.-USA.-artnet

Estas palabras quizá sorprendentes, quizá sensatas y sabias, equilibran los platillos de la balanza sobre la asignatura del «aprender a escribir». Como he recordado en un artículo reciente, esta asignatura se imparte hoy en muy diversos lugares.» En la Universidad de Columbia, por ejemplo – decía allí -, hay todo un curso para creadores que abarca desde Homero y Sófocles hasta Virginia Woolf y cualquier lectura reposada de un aspirante a escritor le mostrará hasta dónde llegó la sensibilidad y qué formas exteriores se aplicaron para narrar la esencia de la vida». Tabucchi, entre muchos otros, ha confesado que «escribir no es una profesión, pero es seguramente un oficio, en su acepción más artesanal del término. Hay escritores que mitifican el talento, la inspiración y, seguramente, todo esto, junto al deseo y la imaginación, son cosas muy importantes. Pero la verdad  también es que es necesario estar sentado mucho tiempo, es necesario escribir, trabajar, hacerlo como el relojero que instala la pieza minúscula en el mecanismo del reloj que fabrica. Y cuando jóvenes escritores me piden consejo, me niego a dárselo. O más bien, les doy uno solo: si hay algún artesano en vuestro barrio, pasad por la tarde antes de que cierre y miradle cómo trabaja…»

escribir.-22vvb0.-por Giovanni Carnovali .-1840.-Glleria nazionale d´arte moderna

En las clases de creación que he impartido durante años siempre me gustó hablar desde el principio de libertad creadora. Y leía estas palabras escritas por Goya y colocadas en el monumento que le dedicara Vaquero Turcios, situado en el Parque del Oeste de Madrid, cerca del río.

«En la enseñanza de la pintura/

hay que dejar en plena libertad

correr el genio del alumno/

sin oprimirlo/

ni torcer su inclinación/

a éste o aquel estilo/

No hay regla en la pintura: /

lo mismo que la poesía/

Escoge en el universo/

aquello que encuentra/

más apropiado a sus fines«.

Creo que ésta es la primera lección.

(Imágenes:- 2.- 295  Diary: Aug 12 th.-1984.-Tetsuya Noda.-Andrew Bae Gallery.-Chicago.-artnet/ 3.-» Ritratto d´uomo in atto di scrivere» .-Giovanni Carnovali.-1840.-Galleria Nazionale d´arte moderna)

LOS LIBROS, EL FUEGO, TRUFFAUT 25 AÑOS DESPUÉS

TRUFFAUT .-1.-con Julie Christie en Farrenhit 451.-flims.-Bio

 

     «Imagínalo. El hombre del siglo XIX con sus caballos, sus perros, sus coches, sus lentos desplazamientos. Luego, en el siglo XX, acelera la cámara. Los libros, más breves, condensaciones. Resú-menes. Todo se reduce a la anécdota, al final brusco.

     (…)

     Los clásicos reducidos a una emisión radiofónica de quince minutos. Después, vueltos a reducir para llenar una lectura de dos minutos. Por fin, convertidos en diez o doce líneas en un diccionario. Claro está, exagero. Los diccionarios únicamente servían para buscar referencias. Pero eran muchos los que sólo sabían de Hamlet lo que había en una condensación de una página en un libro que afirmaba: Ahora, podrá leer por fin todos los clásicos. Manténgase al mismo nivel que sus vecinos. ¿Te das cuenta? Salir de la guardería infantil para ir a la Universidad y regresar a la guardería. Ésta ha sido la formación intelectual durante los últimos cinco siglos o más.

     (…)

     Acelera la proyección, ¿Clic? ¿Película? Mira, Ojo, Ahora, Adelante, Aquí, Allí, Aprisa, Ritmo, Arriba, Abajo, Dentro, Fuera, Por qué, Cómo, Quién, Qué, Dónde, ¿Eh? ¡Oh! ¡Bang! ¡Zas!,  Golpe, Bing, Bong, ¡Bum! Selecciones de selecciones, selecciones de selecciones de selecciones. ¿Política? ¡Una columna, dos frases, un titular! Luego, en pleno aire, todo desaparece. La mente del hombre gira tan aprisa a impulsos de los editores, explotadores, locutores, que la fuerza centrífuga elimina todo pensamiento innecesario, origen de una pérdida de valioso tiempo».

fuego.-BBVSB.-por Donald Sultan.-1986.-artnet 

    » Más deportes para todos, espíritu de grupo, diversión, y no hay necesidad de pensar. Organiza y organiza y superorganiza super superdeporte. Más chistes en los libros. Más ilustraciones. La mente absorbe menos y menos. Impaciencia. Autopistas llenas de multitudes que van a algún sitio, a algún sitio, a algún sitio, a ningún sitio. El refugio de la gasolina. Las ciudades se convierten en moteles, la gente siente impulsos nómadas y va de un sitio para otro, siguiendo las mareas, viviendo una noche en la habitación donde otro ha dormido durante el día y el de más allá la noche anterior.

     (…)

     Los autores, llenos de malignos pensamientos, aporrean las máquinas de escribir. Eso hicieron. Las revistas se convirtieron en una masa insulsa y amorfa. Los libros, según dijeron los críticos esnobs, eran como agua sucia. No es extraño que los libros dejaran de venderse, decían los críticos. Pero el público, que sabía lo que quería, permitió la supervivencia de los libros de historietas.

     (…)

     No era una imposición del Gobierno. No hubo ningún dictado, ni declaración, ni censura, no. La tecnología, la explotación de las masas y la presión de las minorías produjo el fenómeno, a Dios gracias.

     (…)

     Como las universidades producían más corredores, saltadores, boxeadores, aviadores y nadadores, en vez de profesores, críticos, sabios y creadores, la palabra “intelectual”, claro está, se convirtió en el insulto que merecía ser.

     (…)

     Un libro es un arma cargada en la casa de al lado. Quémalo. Quita el proyectil del arma. Domina la mente del hombre. ¿Quién sabe cuál podría ser el objetivo del hombre que leyese mucho?».

Ray Bradbury: «Fahrenheit 451

http://www.youtube.com/watch?v=d160eWmOrRc

(Pequeño recuerdo de  Francois Truffaut cuando en esta semana se cumplen 25 años de su muerte)

(Imágenes:-1.-Truffaut y Julie Christie en el rodaje de «Fahrenheit 451».-films.Bio/ 2.- «Earl Morming, May 20, 1986»- por Donal Sultan.-artnet)

EL LECTOR

lectura-uuu-2000-por-benny-andrews-artnetLos ojos emocionados de Hanna Schmitz (Kate Winslet) en la película «El lector» de Stephen Daldry cuando escucha a Michael Berg leyéndole pasajes de «La dama del perrito» de Chejov o de «La Odisea«,  no se emocionan ni se compadecen sin embargo ante las vidas de mujeres condenadas a muerte en los campos de concentración, y esto nos lleva de la mano al gran debate sobre si las artes y la literatura pueden incidir en algún momento y de algún modo sobre las formas del mal.

Joseph Brodsky, en su Discurso de recepción del Premio Nobel en 1987, («Inusual semblante«, en «Del dolor y la razón» (Destino) afirmaba que, «para alguien familiarizado con la obra de Dickens, matar en nombre de una idea resulta más problemático que para alguien que no ha leído nunca a Dickens. Y hablo precisamente de leer a Dickens, Sterne, Stendhal, Dostoievski, Flaubert, Balzac, Melville, Proust o Musil; es decir, hablo de literatura, no de alfabetismo o educación. Una persona cultivada, tras leer algún tratado o folleto político, puede ser sin duda capaz de matar a un semejante y sentir incluso un rapto de convicción. Lenin era una persona culta, Stalin era una persona culta, Hitler también lo era; y Mao Zedong incluso escribía poesía. Sin embargo, el rasgo que todos estos hombres tenían en común consistía en que su lista de sentenciados a muerte era más larga que su lista de lecturas».lector-ll-matisse-signes

Hanna Schmitz no sabe leer pero escucha la lectura. Esas lecturas entran por sus oídos y van emocionando sus ojos y alterando su espíritu. Le impresiona Chejov, le impresiona Homero. Si hubiera sabido leer, si hubiera leído, ¿ habría actuado quizá de otra forma? La literatura, la música – la belleza, en resumen -¿influye beneficiosamente sobre la superficie del mal?. «No sabemos – dice Steiner en «Lenguaje y silencio» (Gedisa) – si el estudio de las humanidades, de lo más noble que se ha dicho y pensado, contribuye efectivamente a humanizar. No lo sabemos; e indudablemente hay algo terrible en dudar si el estudio y el placer que se encuentra en Shakespeare hacen a un hombre menos capaz de organizar un campo de concentración. Hace poco uno de mis colegas, un erudito eminente, me preguntaba, con sincera perplejidad, por qué alguien que quiere entrar en una facultad de literatura inglesa ha de referirse con tanta frecuencia a los campos de concentración; ¿tienen algo que ver con el tema? Tienen mucho que ver y antes de seguir enseñando debemos preguntarnos: ¿son humanas las humanidades? y si lo son, ¿por qué se esfumaron al caer las tinieblas?».

(Imágenes: 1.-«(Scholar).-America Series.- 1991.-por Benny Andrews.-artnet/ 2.- Mujer leyendo.-Matisse)

LA VERDAD DE LA CIENCIA FICCIÓN

lector-le-liseur-por-edouard-vuillard-189o-musee-dorsay-olgas-galleryA veces en un blog no hay más que repasar las noticias de hoy, las noticias que un escritor firmó hace cincuenta y seis años  y que aparecen ahora entre la marejada de planes educativos:

«Los años de Universidad se acortan, la disciplina se relaja, la Filosofía, la Historia y el lenguaje se abandonan, el idioma y su pronunciación son gradualmente descuidados. Por último, casi completamente ignorados. La vida es inmediata, el empleo cuenta, el placer lo domina todo después del trabajo. ¿Por qué aprender algo, excepto apretar botones, enchufar conmutadores, encajar tornillos y tuercas?»

Escrito por Ray Bradbury en «Fahrenheit 451» (  1953 ) creí que era una noticia de esta mañana, pero estaba ligeramente equivocado: era tan sólo la verdad que encierra muchas veces la ciencia ficción.

(Imagen.-Lector.-por Édouard Vuillard.-189o.-Musée d`Orsay.-Olga `s Gallery)

¿ QUÉ LEEN LAS LECTORAS DE HOPPER ?

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Varias veces me he referido a Edward Hopper en Mi Siglo. Ahora, en un muy interesante blog,  El Documentalista Enredado, María Elena Mateo se fija en esas lectoras de Hopper a las que yo acudo también atraído por sus historias. Sin duda no puedo ver bien lo que está leyendo en ese programa de mano Hettie Lunt, esta mujer a la que acabo de ponerle un nombre y que, sentada en este  palco, en 1927,  aguarda a que se llene el teatro. No atiende demasiado a cuantos movimientos está haciendo la pareja del patio de butacas, colocando ella el abrigo en el respaldo mientras el hombre espera. Hettie, mientras tanto, hojea el programa de  lo que verá esta noche. Se ha vestido con este traje de tirantes e intuimos por su curiosidad que siempre le apasionó la escena.hopper-58-the-barber-shop-1931-museum-syndicate

Tres años después, en 1931, en este establecimiento de las afueras de Kansas que yo también me he inventado, Michael Palmer se ocupa de su trabajo y Amy, sentada, repasa un folleto que recoge la historia de la comarca.  Ella siempre se sienta en esta mesa al pie de la escalera dejando que el blanco sol de Hopper ilumine la pared. La sombra se desliza en la chaqueta de su marido y marca un rectángulo bajo la mesa, el blanco destaca en el cuello del vestido de Amy y el blanco también abre  las páginas ante las que ella está absorta.hopper-59-hotel-room-1931-museum-syindicate También en ese año de 1931 Edward Hopper entra de pronto en esta habitación de hotel, observa las maletas aún sin deshacer, y pinta muy despacio cómo se inclina la espalda de Joanne Davis que consulta la guía de la ciudad, esa guía con la que ella cree huir de la soledad que la acompaña.  Esta mujer a la que yo también acabo de darle un nombre, Joanne Davis, ha colocado su sombrero sobre el mueble, se ha desprendido de sus zapatos, abandonó en el sillón parte del vestido y lee, lee como leen siempre muchas de las mujeres de Hopper, el pintor que las mira siempre leer.hopper-57-compartment-c-car-1938-museum-syindicate

Si unos años después, en 1938, tomamos el tren y abrimos de golpe la puerta de este compartimento, ya se nos habrá adelantado como siempre Hopper para pintar, pero a Hopper también se le ha adelantado esta lectora solitaria del sombrero, a la que podemos llamar perfectamente  Zena Tracy. El tren pasa sobre la pintura, al otro lado de la ventanilla el río y el puente parecen inmóviles, pero lo que realmente quisiéramos saber es lo que lee esta mujer solitaria, la mujer de la leve sonrisa en los labios que se deja pintar mientras lee,  que aparenta leer mientras se deja pintar.hopper-54-hotel-lobby-1943-indianapolis-museum-of-art1 Las historias prosiguen. Se lee en los trenes, en los teatros, en los vestíbulos de los despachos, esperando la cita concertada.hopper-55-hotel-by-the-railroad-1952-museum-syndicate1

Se lee aprovechando el tiempo, mientras el marido fuma ante la ventana abierta y el sol de Hopper hace amarilla la tarde, la cortina, el resplandor difuminado del espejo, el calor que se adivina en el ambiente.hopper-56-interior-1925-art-insitute-of-chicago

Se lee ante otro espejo, el libro sobre las rodillas, una maleta -como en tantas ocasiones – en un rincón. Nunca se sabe si se va o se viene de esta habitación, si se va o se viene de la vida.hopper-61-chair-chair-1965 Se lee, siempre se lee. Hopper se detiene en la lectura y las lectoras del pintor viajan inmersas en los libros, absorta su atención y abierta su imaginación a otros mundos.

Alegra esta referencia a las lecturas, alegra esta referencia de la pintura mostrándonos lecturas.

¿Hoy encontraría Hopper a muchas mujeres leyendo, se detendría intrigado en esta imagen?

(Imágenes: 1.-«Twoo on the Aisle» (1927)/ 2.-«The Barber Shop» (1931)/ 3.-«Hotel Room» (1931)/ 4.-«Compartment C, Car 193» (1938)/ 5.-«Hotel Lobby» (1943)/ 6.-«Hotel by the Raillroad» (1952)/ 7.-«Interior» Model Reading (1925)/ 8.-«Chair Car» (1965).-musseumsyindicate.com)

LEER LA PINTURA

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«La pintura es una escritura que crea signos – decía el célebre historiador del arte, coleccionista y propietario de una galería,  Daniel Heny Kahnweiler  -. Una  mujer en un lienzo no es una mujer, son signos, es un conjunto de signos que leo como mujer. Cuando usted escribe en una hoja de papel m-u-j-e-r, la persona que sabe leer, leerá no sólo la palabra mujer, sino que verá por así decirlo a una mujer. Es lo mismo en pintura,  no hay ninguna diferencia. La pintura, en el fondo, no ha sido nunca un espejo del mundo exterior, no ha sido nunca como la fotografía; es una creación de signos que sólo eran leídos por los contemporáneos, después de un  cierto aprendizaje, no obstante. Los cubistas crearon signos completamente nuevos, y eso fue lo que dificultó la lectura de sus cuadros durante tanto tiempo».

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«Si, como pienso yo, la pintura es una escritura – sigue diciendo Kahnweiler en su  libro  «Mis galerías y mis pintores» (Ardora) -, es evidente que toda escritura es una convención. Así que hay que aceptar esa convención, aprender esa escritura: es lo que se suele hacer por simple costumbre. (…) ¿Sabe por qué se reía la gente? – le preguntaba el coleccionista a su interlocutor, Francis Crémieux,  comentando la reacción que produjo el cubismo -La gente no se habría reído si esos cuadros no hubieran representado nada. La gente se reía porque veía vagamente lo que representaban. Para ellos, eran caricaturas horrorosas, eran monstruos, como siempre se ha dicho. Evidentemente, veían la pierna demasiado larga según ellos, la nariz torcida. Pero como Picasso me dijo muy bien un día, y encuentro esta reflexión absolutamente admirable: «En aquel tiempo, se decía que yo ponía la nariz torcida ya en Las Señoritas de Avignon, pero la tenía que poner por fuerza torcida para que vieran que era una nariz. Estaba seguro de que verían más tarde que no estaba torcida«. ¿Entiende?, eso es lo que hizo reir. Ahora ya no hay nada que haga reir. El gran error de toda esa gente, y que mantiene su pintura en la decoración, la simple decoración, es que sus cuadros, o lo que ellos llaman así, se quedan en el lienzo, se quedan en la pared. Mientras que el verdadero cuadro no se forma más que en la conciencia del espectador. Es como en la música. La música es un ruido vago mientras no se discierna el hilo conductor. La pintura es lo mismo. Primero tiene que rehacer el cuadro uno mismo».

 Lectura de la pintura, pues, entre muchos otros temas que aquí aborda Kahnweiler con una gran capacidad didáctica, evocando las relaciones que mantuvo tanto con Braque, como con Picasso, Gris o Léger. No sólo tuvo contacto con sus obras sino sobre todo con sus personalidades. Lectura de la pintura como lectura de cualquier imagen, tal y como Alberto Manguel nos anima a hacerlo en Leer imágenes (Alianza),  contemplándolas como relato, ausencia, acertijo, testigo, comprensión, pesadilla, reflejo, violencia, subversión, teatro, memoria o filosofía. «Cuando tratamos de leer una pintura – nos dice Manguel -, nos puede parecer que ésta se hunde en un abismo de equivocaciones o, si lo preferimos, en un vasto abismo impersonal de interpretaciones múltiples». 

Podemos leer tanteando con la pupila, exponiéndonos al principio a no comprender. Y podemos leer ya con la pupila acostumbrada, paseando la vista sobre cuanto el arte nuevo nos ofrece:  un mundo distinto que nos hace precisar la visión un poco más  para contemplarlo bien.cubismo-3-gris-frutero-lyceo-hispanico

(Imágenes: Braque: vasos en una mesa.- Flickr.-Lyceo Hispánico/Picasso: mujer con mandolina.-Flickr.-Lyceo Hispánico/Gris: frutero.-Flickr.-Lyceo Hispánico)

BANCOS, DINERO Y LIBROS

¿Dónde guardar el dinero?

Repaso lo que estoy leyendo:

«Los libros son como cajas. Guardan en su interior las huellas de los lectores que fuimos.

Hace poco tuve ocasión de ver los libros de Cortázar. Muchos guardaban papeles en su interior: páginas de periódicos, un par de dibujos, un boletín marítimo, el resguardo de una maleta… Me contaron también que habían aparecido billetes de banco.

Borges también guardaba el dinero en los libros. Y Lampedusa, el autor de El Gatopardo. Contaba en broma a sus amigos que los libros eran su mayor tesoro».

 Leo todo esto antes de introducir entre las páginas del libro un billete de banco. Luego coloco el ejemplar en la biblioteca: Jesús Marchamalo/ Mario MerlinoPalabras en el Bosque». Diálogos de Lobos y Preposiciones·(Cuadernos de Mangana. Centro de profesores de Cuenca).

¿Los libros son como cajas?

Dado lo que está ocurriendo me quedo pensativo.

(Imágenes: foto Issei Kati/ Reuters/ photo essays.-Time/ foto: Justin Lane/Epa/ Corbin.-photo essays.-Time)