NIÑOS, JUGUETES Y POETAS

 

 

“En el mundo de juguetes del niño no se trata de encontrar lo nuevo —así lo recuerda la argentina María Negroni —, sino de renovar lo viejo haciéndolo propio, de perderse por horas en la selva del sueño, donde los papeles de estaño son tesoros de plata, los cubos de madera ataúdes, los cactus árboles totémicos y las monedas escudos.

La felicidad infantil proviene de esa aglomeración azarosa, solitaria y placentera, parecida a la que experimentará más tarde el poeta moderno cuando proyecte sobre las cosas su mirada alegórica, transportando sus objetos encontrados al desorden de la poesía. Los cajones donde el niño guarda sus tesoros son arsenales y zoológicos. Los del poeta serán reservas de imágenes y retazos de lenguaje. En ambos casos, se trata de un objetivo muy simple y muy complejo: habitar un “tiempo perdido”. Como los niños, los poetas intuyen el vínculo exacto entre curiosidad y memoria, melancolía y resistencia, aventura y tolerancia.  Y lo que busca es nada menos que liberar las cosas de su destino utilitario y el lenguaje de sus taras más odiosas: quedarse en su propio coto de caza donde es posible seguir siendo un pequeño príncipe. La poesía es la continuación de la infancia por otros medios.”

 

 

(Imágenes—1–Randolph Caldecott/ 2- Abigail Halpin)

SI YO PUDIERA IR AL MERCADO

 

 

“Si yo pudiera ir al mercado

con la niña de los ojos pálidos,

le compraría: un juego de lotería,

una pluma del color del jicaco oscuro,

unas sandalias con hebillas doradas

y para que su nahual comiera bajo una ceiba,

la espesura ácida de las ciruelas.

Tapizaría su casa con manojos de albahaca y cordoncillo,

ese sería su huipil

y todo aquel que la mirara

la quisiera por el rocío permanente de su cuerpo”.

Natalia Toledo – “Dada”

(Imagen -judith Leister- 1629)

JUGUETES DE RILKE

 

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«Gran alma fogosa del caballito de balancín – escribe Rilke -, alma que meces el corazón del niño en un mar de olas inducidas, agitando el aire del cuarto de jugar y haciéndolo tumultuoso como si estuvieras por encima de los célebres campos de batalla de la tierra, tú, alma orgullosa, creíble, casi visible. De qué modo hacías temblar y moverse las paredes, los marcos de las ventanas y los horizontes familiares, como si las tormentas futuras ya estuvieran arrancando estas estructuras provisionales que podían parecer tan invencibles en las tardes largas y monótonas. Ah, alma del caballito de balancín, cómo nos transportabas a una esfera inexorablemente heroica, para perecer allí en el calor y la gloria con los cabellos en el más tremendo desorden.»

 

muñecas-buur-Lotte Pritzel- mil novecientos catorce- pinterest com

 

 

Así escribe Rilke en su articulo «Muñecas: sobre las muñecas de cera de Lotte Pritzel«, con motivo de una exposición de muñecas de la artista alemana Pritzel en febrero de 1914. El misterioso universo de los juguetes atrae a Rilke, que va pasando a través de su prosa desde las muñecas a las marionetas, desde las marionetas a los diminutos  tranvías y de los tranvías a la redondez del balón. » Oh tú  – prosigue en ese texto , segura alma del tranvía, casi podías dominar cuando viajábamos alrededor de la habitación sólo con la más vaga creencia en nuestra naturaleza de tranvía. Vosotras, almas de todos aquellos juegos y aventuras solitarios – alma del balón, ingenuamente complaciente, alma en el olor de los dominós, el alma inagotable del libro ilustrado, alma de la cartera de la escuela ( una era un poco desconfiada porque con frecuencia tenía tratos con adultos), alma sorda en  el pabellón de la espléndida trompeta de hojalata -, qué cordiales  erais todas, y casi tangibles.»

 

muñecas-uyyb-Lotte Pritzel y las muñecas-atelier Madame d´Ora- The European Library

 

Lore Prizel creaba unas muñecas de alambre y cera de aspecto extravagante, no pensadas para los niños, pero que tuvieron mucho éxito y Rilke se interesó por ellas.»Las fuerzas de mi infancia – escribió el poeta en una carta – han jugado conmigo; los recuerdos han jugado conmigo, perezosos deseos han jugado conmigo; mi propia sangre no sabía qué hacer y jugaba conmigo – y como ocurre con los juguetes: esto no me ha hecho más bello como un arma largo tiempo transportada, sino más malo, esto me ha usado, justamente, como un juguete

 

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Los juguetes hicieron meditar a Rilke y escribió sobre ellos en varias ocasiones. La magia de las cosas corrientes y comunes le hizo decir: «me gustaría mencionar rápidamente sólo unas cuantas cosas perfectamente simples – un atril de bordar, una rueca, un telar doméstico, un guante de novia, una taza, la encuadernación y las páginas de una biblia, por no hablar de la poderosa voluntad de un martillo, la devoción de un violín, la bondadosa impaciencia de unas gafas con montura de asta. Efectivamente, tomemos tan sólo esos naipes que se usan tan a menudo para hacer solitarios y echémoslos sobre la mesa : al instante se convierten en un punto focal para las tristes esperanzas que se han formado inesperadamente.»

Poesía, juguetes, misterio de las cosas.

(Imágenes.-1.Lotte Pritzel- muñeca-librairie fourcade/ 2.- Lotte Pritzel-muñecas- 1914 pinterest/ 3.- Lotte Priztel- atelier madame- The european librariy/ Lotte Pritzel- muñeca)

ANIMADOS OBJETOS

«Un cortaplumas guardado en un cajón – decía Stanislaw Lem – puede olvidar a qué lugar pertenece, y uno podría llegar a encontrarlo en un sitio del todo distinto, como en un estante, entre libros. El cortaplumas, incapaz de regresar a tiempo a su cajón, no tendría más remedio en esa situación que duplicarse, por lo que habría dos iguales. Yo creía que los objetos inanimados estaban sujetos a la lógica y tenían que seguir unas reglas definidas, y que quien fuera conocedor de tales reglas podría controlar todo el asunto. De un modo hermético y casi reflexivo me aferré a esas creencias durante años, y aún hoy no estoy del todo libre de elllas».

Cuenta todo esto el autor de «Solaris» en «El castillo alto» (Funambulista), que no son unas Memorias clásicas sino «un experimento cuyos resultados esperaba con curiosidad, como si no fuera yo quien hablara solamente, sino las imágenes y anécdotas narradas por la voz de un extraño». Lem recuerda lógicamente a personas de su infancia pero convoca también a los objetos que en aquellos años le rodearon, mundo curioso éste de los objetos  – los  que conversan, o los que estan cansados – y al que ya me he referido alguna vez en Mi Siglo. A veces ese tintineo de las cucharillas al rozarse sus curvadas espaldas dentro de un cajón del comedor sólo lo percibe un niño o un artista, o el niño que un día será artista y que aún no lo sabe, pero que también escucha a la perfección las conversaciones que paraguas y bastones están teniendo en el vestíbulo o cómo suspiran fruncidas por el viento las suaves mejillas de las cortinas. Todos los objetos tienen una íntima vida, y a veces es una vida espontánea creada por los niños, que tomaron el objeto entre las manos e inventaron un objeto distinto – con propiedades singulares -, pero sobre todo con prodigiosa imaginación. Para esos niños – recordaba Roger Caillois en «Fisiología de Leviatán» (Sudamericana) -,»el más insignificante cortapapeles hace la figura de un puñal, una botella que contenía una poción inofensiva se convierte en un frasco lleno del más fulminante de los venenos (…) . «Esos «tesoros» de los niños consisten en objetos privilegiados. (…) ; no son bellos sino brillantes. He aquí por qué el niño conserva el papel de estaño que envuelve las tabletas de chocolate que come. Prefiere las bolitas de acero a las otras. Ninguna sustancia lo seduce más que el mercurio (…) : ese metal que se pliega, que uno arruga y con el que se puede recubrir y platear los objetos; aquel otro que los dedos no logran captar, que fluye, que se desparrama en pequeñas gotas y cuyo contacto es helado. Por eso mismo – para el niño (habría que añadir que también para el artista) – entra en la categoría de los objetos privilegiados».

Recuerdo muy bien una exposición de arte oriental que visité hace pocos años y donde me sedujo aquella figura gigantesca de un suntuoso carruaje de hace siglos, con sus doradas ruedas, sus puertas realzadas con infinitas pinturas de colores, y que  iba tirado por un enorme caballo construido tan sólo de televisores. Televisores de todos los tamaños, con sus ventanas iluminadas y apagadas como ojos y orejas y patas y pezuñas,  televisores en color y en blanco y negro formando el tronco y la cabeza de un gran animal apocalíptico que conducía, a su peculiar trote, el movimiento secular de la comunicación antigua, la majestuosa riqueza del viejo vehículo.

El artista – como un niño grande – había transformado de algún modo el objeto para darle nueva utilidad y sentido. Allí los objetos cruzados en la figura iluminada del animal, apagándose y encendiéndose en el aire, nos empujaban al salto de las comunicaciones futuras, que tendían su cuello hacia adelante, pero que no olvidaban arrastrar su sabio cuerpo de siglos.

Los objetos que nos rodean nos miran dejando que nosotros les miremos. De pronto a un niño -grande o pequeño – se le ocurre que dentro de ese objeto hay otro y de inmediato lo extrae de sí mismo, y en un golpe de invención, lo saca a la luz.

(Imágenes:-1.- Motorcycle.-2006.-escultura de Shi Jindian.-2006.-Andrew Bae Gallery.-artnet/ 2.-Does Rock Dream ?.-2008.-escultura de Simon Hitchens.-2008.-Maddox Arts.-London.-artnet)