CREPÚSCULO DE ENERO

 

”Crepúsculo de enero. Un sol divino dora

las palmeras, las torres, los bellos miradores…;

mi corazón sin ella — ¿sin quien?  — suspira y llora

entre esta fiesta triste de frío y de colores…

¡ Los caminos son flores!  ¡ Las hermosas callejas

que van al campo, llenas de sol dulce de invierno…

esta confusa historia de vaguedades viejas

que se irisan a un sol que viene de lo eterno!

… Perdido entre mis rosas de invierno, yo dormía,

más hoy siento nostalgia de carnes y de cosas…

… ¡ Estoy triste del sol en la cristalería!

¡ Ya no tengo bastante con las divisas rosas!”

 

Juan Ramón Jiménez— “La soledad sonora’

(Imagen —Sierra nevada en invierno – Joaquín Sorolla)

CUADERNO DEL AGUA (2) : FUENTES , SURTIDORES Y LAGUNAS

 


El español Joaquín Turina en sus » Danzas gitanas» habla de esos surtidores del agua de la Alhambra. Rusiñol recogerá el paso del agua en el Patio de los Leones de la Alhambra en 1887.  Lorca canta a los surtidores en el Cuarto Dorado del Palacio de Comares en la Alhambra. Surtidores de agua glosará Juan Ramón en » Olvidos de Granada» (1924) Y surtidores aparecen  también en fuentes famosas como las que retrata el italiano Respighi con su poema sinfónico sobre la fontana de Trevi  en la mañana, la tarde y el anochecer. Debussy, que desde tantos ángulos trató musicalmente el agua, habla del chorrear del agua en sus «Jardines bajo la lluvia»( 1904) Los manantiales ya habían sido tratados por Listz en  sus «Años de peregrinaje» cuando compone «Al pie de un manantial» y esos  murmullos del agua de manantiales y arroyos los había abordado Beethoven en el segundo movimiento de su «Pastoral», como la tormenta asomaba en su cuarto movimiento. Es el sonido de una cascada el que recogerá igualmente Richard Strauss en su «Sinfonía alpina». Y como algo curioso  el francés Paul Sébillot anotará en su » folklore de las aguas» que «rara vez está el diablo en las fuentes y en cambio sí el nombre de los santos».

 

Respecto a las fuentes,  su agua durante siglos ha estado unida a la música. Hay que evocar la Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini en la romana plaza Navona y  la escalera del agua del Generalife en la Alhambra. Aguas proféticas manan de la fuentes, se decía ya en los misterios egipcios, y las fuentes hablaban como oráculos señala Tácito.  Fuentes que a lo largo de siglos han aparecido como obras de arte en ciudades de Suiza y de Italia.

 

 

«El agua  ensimismada, ¿ piensa o  sueña?», se preguntará ante un estanque Maria Zanbrano. Monet, por su parte, construyó en Giverny un jardín acuático y varios estanques de azucenas, logrando un amplio rincón incomparable de agua y de color. Debussy, en 1905, escribe «Reflejos en el agua», dedicado a la luz en el estanque, y a su vez Dalí pintará la imagen de Narciso reflejada en un estanque en su «Metamorfosis de Narciso». El pintor Patinir mostrará «El paso de la laguna Estigia», que puede verse en El Prado.

 

El español Joaquín Turina en sus » Danzas gitanas» habla de esos surtidores del agua de la Alhambra. Rusiñol recogerá el paso del agua en el Patio de los Leones de la Alhambra en 1887.  Lorca canta a los surtidores en el Cuarto Dorado del Palacio de Comares en la Alhambra. Surtidores de agua glosará Juan Ramón en » Olvidos de Granada» (1924) Y surtidores aparecen  también en fuentes famosas como las que retrata el italiano Respighi con su poema sinfónico sobre la fontana de Trevi en la mañana, la tarde y el anochecer. Debussy, que desde tantos ángulos trató musicalmente el agua, habla del chorrear del agua en sus «Jardines bajo la lluvia»( 1904) Los manantiales ya habían sido tratados por Listz en  sus «Años de peregrinaje» cuando compone «Al pie de un manantial» y esos  murmullos del agua de manantiales y arroyos los había abordado Beethoven en el segundo movimiento de su «Pastoral», como la tormenta asomaba en su cuarto movimiento. Es el sonido de una cascada el que recogerá igualmente Richard Strauss en su «Sinfonía alpina». Y como algo curioso  el francés Paul Sébillot anotará en su » folklore de las aguas» que «rara vez está el diablo en las fuentes y en cambio sí el nombre de los santos».

Respecto a las fuentes,  su agua durante siglos ha estado unida a la música. Hay que evocar la Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini en la romana plaza Navona y  la escalera del agua del Generalife en la Alhambra. Aguas proféticas manan de la fuentes, se decía ya en los misterios egipcios, y las fuentes hablaban como oráculos señala Tácito.  Fuentes que a lo largo de siglos han aparecido como obras de arte en ciudades de Suiza y de Italia.

 

 

 

«El agua  ensimismada, ¿ piensa o  sueña?», se preguntará ante un estanque Maria Zanbrano. Monet, por su parte, construyó en Giverny un jardín acuático y varios estanques de azucenas, logrando un amplio rincón incomparable de agua y de color. Debussy, en 1905, escribe «Reflejos en el agua», dedicado a la luz en el estanque, y a su vez Dalí pintará la imagen de Narciso reflejada en un estanque en su «Metamorfosis de Narciso». El pintor Patinir mostrará «El paso de la laguna Estigia», que puede verse en El Prado.

El humedal de las tablas de Daimiel  y las lagunas de Ruidera aparecerán en El Quijote». Edgar Allan Poe en diversos cuentos habla del «agua pesada» y  en sus «Historias extraordinarias» describió un lago «amable»  durante el día y que provocaba terror por la noche. Ruidera aparecerán también  en El Quijote». Edgar Allan Poe en diversos cuentos habla del «agua pesada» y  en sus «Historias extraordinarias» describió un lago «amable»  durante el día y que provocaba terror por la noche.

 

 

 

((Imágenes— 1- Sorolla- La Alhambra/ 2-Roma- plaza de España/ 3- fuentes/- 4- Monet-Giverny/ 5- agua/ 6-Monet- nynpheas/ 7- fuente)

ZENOBIA (y 3)

 

“Nos consta que en realidad el empeño de Zenobia, según confesión propia — decía Ernestina de Champourcin hablando de la época en que los Jiménez marcharon de Madrid en tiempos de la República —, pudo más que todo y venció la tristeza que le producía a su marido la idea de abandonar el país sin saber por cuánto tiempo. Esto último, que aumentó el sufrimiento de tanto exiliado, quizá se atenuara levemente para Juan Ramón, ya que Zenobia estaba más o menos aclimatada por las circunstancias a los modos y ambientes de los Estados Unidos.

Este segundo viaje, tan distinto al de 1916, les exigió otras actividades y otros esfuerzos. Y aquí entraron en juego el sentido práctico y el sentido social de Zenobia. Me la imagino arrastrando al poeta a lugares y amistades que le contrariaban, pero que era indispensable visitar si querían afianzarse en un porvenir que podía ser largo.

 

 

Costó trabajo situar a unos y otros. Sobre todo, había que contar con la pereza epistolar española, aunque está bien claro que el matrimonio Jiménez no la padeció nunca. Y más que nada es admirable el que Zenobia, aun después de sus tremendas curas, tuviera valor para escribir desde la cama con tal de conseguir algún original o publicación  que le faltaba  para completar la colección de su Sala en la Universidad de Puerto Rico.

De Estados Unidos — añadía Ernestina de Champourcin — me ha quedado muy viva la memoria de mis visitas a la Universidad de Maryland; los fines de semana, a su casa, y los viajes a los hospitales donde estaba Juan Ramón. Los descansos de Zenobia eran relativos, pues aprovechaba esos días para hacer mil cosas y conectar con sus múltiples amistades.

Y, sobre todo, las llamadas telefónicas a mi hotel en Washington, cuando la pobre no sabía  cómo decidirse a trasladar otra vez su lugar de residencia. Le debió costar bastante esfuerzo dejar su vida tan organizada ya en torno a la Universidad, etc.  Pero, por fin, todos le hicimos ver claro, y ella, en realidad, no necesitaba que nadie se lo dijera, lo indispensable que le era al poeta expresarse y oír a los demás expresarse también en su propia lengua.  Este poema tan tremendo que dice:

”Lo querían matar

los iguales,

porque era distinto.”

con una primera lectura tan profunda y verdadera, tiene para mí otras, tal vez  exageradas y algo superficiales, que se pueden aplicar a ciertas etapas de la vida del matrimonio. Distintos sí eran, no cabe duda, en su diferente ejemplaridad. Una distinción  que, en cada uno era propia, completa e importante.”

 

 

(Imgenes—1- Sorolla— Zenobia Camproubí/ 2- Ernestina de Champourcin -raíces de España/ 3- Sorolla- retrato de Juan Ramón Jimenez)

¿ LA ALHAMBRA?

 

 

“Hay un copioso estanque que semeja

al mar de Salomón,

pero que no descansa sobre toros;

tal es el ademán de los leones,

que están sobre el brocal, cual si estuvieran

rugiendo los cachorros por la presa;

y como manantiales derraman sus entrañas

vertiendo por sus bocas caudales como ríos.

Y junto a los canales, hincadas, corzas huecas

para que el agua sea trasvasada

y rociar con ella los parterres

las plantas y asperjar  los juncos de aguas puras

y el huerto de los mirtos con ellos abrevarlo;

y siendo como nubes, salpican un ramaje

fragante, con aromas de esencias, cual si fuera

de mirras incensado”.

Selomo Ibn Gabirol ( poeta judío del siglo Xl) ( traducción de Elena  Romero)

 

 

(Imágenes- 1- turismo de Granada/ 2- Sorolla – la Alhambra- 1917 – Museo Sorolla)

 

VIAJES POR ESPAÑA ( 21) : LORCA Y GRANADA

 

 

“Granada tiene dos ríos, ochenta campanarios, cuatro mil acequias, cincuenta fuentes, mil y un surtidores y cien mil habitantes – iba narrando  Lorca en Buenos Aires, en 1933 -. Tiene una fábrica de hacer guitarras y bandurrias, una tienda donde venden pianos y acordeones y armónicas y sobre todo tambores. Tiene dos paseos para cantar, el Salón y la Alhambra, y uno para llorar, la Alameda de los tristes, verdadero vértice de todo el romanticismo europeo, y tiene una legión de pirotécnicos que construyen torres de ruido con un arte gemelo al patio de los leones, que han de irritar al agua cuadrada de los estanques.

La Sierra pone fondo de roca a fondo de nieve o fondo de verde sueño sobre los cantos que no pueden volar, que se caen sobre los tejados, que se queman las manecitas en la lumbre o se ahogan en las secas espigas de Julio.

 

 

Estos cantos son la fisonomía de la ciudad y en ellos vamos a ver su ritmo y su temperatura.

Nos vamos acercando con los oídos y el olfato y la primera sensación que tenemos es un olor a juncia, hierbabuena, a mundo vegetal suavemente aplastado por las patas de mulos y caballos y bueyes que van y vienen en todas direcciones por la Vega. En seguida, el ritmo del agua. Pero no un agua loca que va donde quiere. Agua con ritmo y no con “rumor”, agua medida, justa, siguiendo un cauce geométrico y acompasado en una obra de regadío. Agua que riega y canta aquí abajo y agua que sufre y gime llena de diminutos violines blancos allá en el Generalife.

No hay juego de agua en Granada. Eso se queda para Versalles, donde el agua es un espectáculo, donde es abundante como el mar, orgullosa arquitectura mecánica, y no tiene el sentido del canto. El agua de Granada sirve para apagar la sed. Es agua viva que se une al que la bebe o al que la oye, o al que desea morir en ella. Sufre una pasión de surtidores para quedar yacente y definitiva en el estanque.

(…)

Granada está hecha para la música porque es una ciudad encerrada, una ciudad entre sierras donde la melodía es devuelta y limada y retenida por paredes y rocas. La música la tienen las ciudades del interior. Sevilla y Málaga y Cádiz se escapan por sus puertos y Granada  no tiene más salida que su alto puerto natural de estrellas. Está recogida, apta para el ritmo y el eco, médula de la música”.

 

 

(Imágenes -1- Granada- wikipedia/ 2-  Granada- Sorolla- El patio de Comares- 1917- museo Sorolla/ 3- Betty Weis – 2005 – artnet)

DIARIO DE UN POETA RECIÉN CASADO

 

 

«Por los claros de la tormenta comienza a verse, diluída, el alba, no sé si con luna. Truena sordamente. – fecha Juan Ramón su «Diario de un poeta recién casado» el 27 de mayo de 1916 en Nueva York – El elevado pasa por la Sexta, sobre un puente, como una rápida baraja voleada de ventanas amarillas, y ya, o aún, sin nadie. Un único pajarillo entrecanta aquí y allá. En el palacio de enfrente – ¿ la muerte, el amor? – en el portal encendido aún, o ya.

Un instante, como una isla, el mal olor de siempre se abre con no sé qué olor bueno, como de lirios del valle o de no sé qué fruta en flor – ¿ el amor, la muerte? – en la brisa de abril. Una mariposilla blanca, que es la vaga luz suave y azul de lo que viene es blanquísima, revuela, loca, del suelo al cielo, en una libertad  triste – ¿ la muerte, el amor?…Truena sordamente».

 

 

«Un libro como el «Diario» – anotaba Gilbert Azam en su estudio sobre Juan Ramón – resulta inimitable. Puede uno inspirarse en él pero no puede volverse a hacer». Es un verdadero diario de un viaje de ida y vuelta a Américarecuerda este autor – ; es, asimismo, un viaje del alma. Existen en él dos registros básicos de las imágenes : uno expresa el apego a Moguer y a los traumas de su niñez ( la madre, el nido, el mar, los niños, el cementerio, los sueños, la noche, la luna, las estrellas, el crepúsculo) ; el otro expresa el deseo de amor y de renacimiento ( el mar, el barco, la mujer, la primavera, la rosa, la aurora, el nacimiento, la luz del sol, la tierra y la carne gloriosa), es decir, los movimientos del corazón, confundiéndose el ritmo dinámico del «Diario» con el del mar: es  una ascensión hacia la madurez del alma y un retroceso cada vez más débil hacia Moguer y la niñez.

En la primavera de 1913 Juan Ramón conoce a Zenobia Camprubí. El año 1916 marca una fecha fundamental en la vida de Juan Ramón. Es el año en que, para contraer matrimonio, emprende su primer viaje por mar, con rumbo a Nueva York. El viaje le dio el tema de uno de sus libros más famosos, el «Diario de un poeta recién casado», publicado en  1917, hace ahora 100 años. La contemplación de la naturaleza se complementa allí con la visión del mar. Allí escribe el 5 de febrero de 1916 :

«Parece, mar, que luchas

–¡oh desorden sin fin, hierro incesante! —

por encontrarte o porque yo te encuentre.

¡Qué inmenso demostrarte,

en tu desnudez sola

–sin compañera… o sin compañero

según te diga el mar o la mar –, creando

el espectáculo completo

de nuestro mundo de hoy!

Estás, como en un parto,

dándote a luz — ¡con qué fatiga! —

a ti mismo, ¡mar único!,

a ti mismo, a ti sólo y en tu misma

y sola plenitud de plenitudes,

—¡por encontrarte o porque yo te encuentre!».

 

 

(Imágenes.-1-Juan Ramón Jiménez- por Joaquín Sorolla- Wikipedia/ 2.-Nueva York-Richard Wyne Nevinson- 1920/ 3.-Emil Nolde- 1935)

VISITA A SOROLLA

 

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Salitas de paso entre profusión de cuadros, cerámicas valencianas, andaluzas y aragonesas, una chimenea decorada por el propio Sorolla, dibujos realizados en 1911, en Chicago, al dorso de las minutas del restaurante del hotel en que residía el pintor valenciano, quien anotaba rápidamente multitudes de tipos y actitudes, a veces con concisos rótulos: » Un millonario»,  y que apostillaba, con sequedad casi goyesca, la cabeza de un individuo. Así paseaba, apuntándolo todo, Juan Antonio Gaya Nuño en su «Historia y guía de los museos de España«, y así pasamos y paseamos nosotros años después entre el gentío que contempla las modalidades  y variaciones de la luz en «La bata rosa» o los blancos casi transparentes de «El baño del caballo».

 

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Atractivo palacete en la madrileña calle de Martínez Campos, con amplio jardín, siempre muy grato y muy interesante como museo, que Sorolla hizo construir en 1912 al arquitecto don Enrique María Repullés. Presencia constante en lienzos asombrosos en los que se ve a la esposa de Sorolla, Clotilde García del Castillo, sentada en un sofá o paseando por jardines cercanos a Madrid. La blancura de unas sábanas inundará «Madre», su cuadro sobre la maternidad en la que dos cabezas – madre e hija menor del pintor – parecen hundirse y resucitar de vida en la profundidad de una cama.

 

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Sorolla en París, en 1900,  despierta la sincera admiración de distintos artistas, entre otros del sueco Zorn, amigo del valenciano y con cuya interpretación jubilosa de la luz, como recordaría Lafuente Ferrari, tiene tanta afinidad el arte de Sorolla. Barcas y bueyes junto al mar, vivaces movimientos de cuerpos alegres que nadan y juegan con el agua, viento agitando lienzos. Se visita a Sorolla en los grandes cuadros y también en las menores menudencias del museo. Es en esa intimidad familiar de Sorolla donde aparecen, entre escaleras y salas, esas colecciones de figurillas y de cacharros populares, tallas, recuerdos. Amplios ventanales y altura de la estancia que sirvió de estudio al artista en Madrid como serviría de estudio el gran mar y las ondulaciones de sus blancos.

 

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(Imágenes.-Sorolla:  1.-«Madre» 1895/ 2.- «La siesta»- 1911/ 3.- «Clotilde sentada en un sofá». 1910/ 4.- taller de Sorolla en su museo madrileño)

VIAJES POR ESPAÑA (11) : GRANADA

 

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«He venido por un instante a visitar el viejo paraíso moro. He venido por un ferrocarril osado, bizarría de ingenieros, hecho entre las entrañas de montes de piedra dura. He visto inmensas rocas talladas; he pasado sobre puentes entre la boca de un túnel y la de otro; abajo, en el abismo, corre el agua sonora. Así el progreso moderno conduce al antiguo ensueño. Y cuando he admirado la ciudad de Boabdil, he tenido muy amables imaginaciones (…)  Desde la Alhambra se mira el soberbio paisaje que presenta  Granada y su vega deliciosa. A la derecha, la antigua capital, el barrio  actual del Albaicín, con sus tejados viejos, sus construcciones moriscas, su amontonamiento oriental de viviendas; al frente, la ciudad nueva, en que la universalidad edilicia sigue el patrón de todas partes; a la izquierda, la verde vega, con sus cultivos y sus inmensos paños de billlar; más acá, cerca de la mansión de encajes de piedra, los cármenes, estas frescas y pintorescas villas, donde los granadinos cultivan en los ardientes veranos sus heredadas gratas perezas, sus complacencias amorosas y sus tranquilas indolencias. En verdad, se sienten saudades del pasado. Se comprende el entusiasmo de los artistas que han llegado aquí a recibir una nueva revelación de la belleza de la vida.

 

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El agua por todas partes, en las copiosas albercas, en los estanques que reproduce las bizarrías arquitecturales, en las anchas tazas como las que sostienen los leones del famoso patio, o simplemente brotando de los surtidores colocados entre las lisas losas de mármol. Comprendían aquellos príncipes imaginativos que hablaban en tropos pomposos, que la vida tiene hechizos que hay que aprovechar antes de que sobrevenga la fatal desaparición».

Rubén DaríoGranada»

 

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(Imágenes.-1.-Granada- Joaquín Sorolla– reproducciones com pinturas/ 2.-El patio de Comares- Joaquín Sorolla- cultura en Andalucía/ 3.-La torre de los Siete Picos- Sorolla- cultura en Andalucía)

ÚLTIMO JUAN RAMÓN SIN ZENOBIA

 

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«Juan Ramón se queda absolutamente solo cuando muere Zenobia  – evoca Ricardo Gullón en 1981 – Hay que pensar que Zenobia no era sólo su mujer -si además era su amante o su novia, no lo sé -. Era una mujer única, que le servía como secretaria. que era sus manos para todo lo práctico, «su peluquero», su chófer…» (Ahora que aparece «Vida. «Días de mi vida»  («Pre-textos»), estos tiempos solitarios del poeta cobran aún más vigencia) «Juan Ramónprosigue Gullón – se queda como un inválido; ha dependido cuarenta años de ella.

 

Juan Ramón-yner-finanzas com

 

Cuando lo llevan a su casa, ahí sí le da un verdadero acceso de locura. Según referencias de la sirvienta, todo el trabajo de Zenobia, de años y años, de ordenación de su obra, lo tiró, lo revolvió y lo pisoteó. Muerta ella ya no le interesaba su obra ni nada. Juan Ramón se abandona, no quiere comer, ni lavarse, ni cortarse el pelo, no quiere vivir. Hay que ayudarle a salir de esa situación. Con la secretaria del doctor Benítez aparece otro ser providencial, pero

 

Juan Ramón- brrf- Zenobia Cambrubí- elpais com

 

no consigue nada porque es demasiado débil. Se lo llevan a Vallamón; doña M.E. Guzmán, enfermera enérgica, lo baña, le corta el pelo, lo cambia, hace que se discipline, y mejora notablemente. Sigue viviendo en el hospital. Tiene de secretaria a Raquel Sarraga, la cual le incita a que escriba; le saca papeles… Juan Ramón sólo quiere ver cosas de Zenobia, no piensa más que en ella. Intenta escribir pero no puede…»

 

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.-foto EFE

 

Veinticinco años antes, Gullón, que conoció muy bien a la mujer del poeta, la recordaba: «Zenobia era una observadora objetiva y fiel de su marido, de sí misma y de los demás; tenía singular arte para los retratos rápidos y las descripciones expresivas; para recoger con sobria precisión el  contorno de de seres y sucesos (…) Pocas páginas habrá tan patéticas como las dedicadas a narrar lo ocurrido en el sanatorio de Boston, el día en que, verano de 1956, el médico que la asistía la hizo saber con claridad que le quedaba poco tiempo de vida. Zenobia

 

Juan Ramón-innu- ritmosxxi com

 

hace constar cuánto agradece al médico su honradez y el que no le ocultara la gravedad de la situación, pues gracias a eso podrá ajustar «su horario» a las necesidades de Juan Ramón. Y nada da mejor idea del temple de aquella singular mujer que comprobar, por las anotaciones subsiguientes, cómo aquel mismo día, tras recibir la tremenda noticia, escribió no menos de ocho cartas, todas probablemente hablando y ocupándose de Juan Ramón«. (En los días últimos de Zenobia  añade también Gullón en 1981 – ya se sabe que el Premio Nobel va a ser para el poeta, y el corresponsal de un periódico sueco en Nueva York pide a la Academia sueca que adelante la concesión del Premio dos días, para dárselo a conocer a Zenobia antes de morir. Cuando se entera, ya no puede hablar; susurra una canción de cuna, y, al día siguiente, muere)

 

escritores.-eevb.-Zenobia Camprubí.-por Joaquín Sorolla.-wikimedia

 

(Imágenes-1.-Zenobia Camprubí- letraslibres.com/ 2.-Juan Ramón y Zenobia- finanzas. com/ 3.-Zenobia y Juan Ramón.- elpais.com/4.-efe.com/ 5.-Juan Ramón- ritmosxxi com/ Zenobia por Joaquín Sorolla- Wikipedia)

CUÁNDO Y POR QUÉ

 

maternidad.-jjnn.-Gabriel von Max

 

«Hijo mío, cuando te traigo juguetes de colores, comprendo por qué hay tantos matices en las nubes y en el agua, y por qué están pintadas las flores tan variadamente…; cuando te doy juguetes de colores, hijo mío.

 

maternidad-innn-Khalil Raad- ml novecientos veinte

 

Cuando te canto para que tú bailes, adivino por qué hay música en las hojas, y por qué entran los coros de voces de las olas hasta el corazón absorto de la tierra…; cuando te canto para que tú bailes.

 

maternidad-vvgy-Svetlin Vassilev

 

Cuando colmo de dulces tus ávidas manos, entiendo por qué hay mieles en el cáliz de la flor, y por qué los frutos se cargan secretamente de ricos jugos…; cuando colmo de dulces tus ávidas manos.

 

maternidad.-tybbf.-Leonard Campbell Taylor

 

Cuando beso tu cara, amor mío, para hacerte sonreír, sé bien cuál es la alegría que mana del cielo en la luz del amanecer, y el deleite que traen a mi cuerpo las brisas del verano…; cuando beso tu cara, amor mío, para hacerte sonreír».

Rabindranath Tagore.- «Cuándo y por qué».-«La luna nueva». (traducción de Zenobia Camprubí)

 

maternidad.-4ffv.-Joaquín Sorolla y Bastida.-1900

 

 

(Imágenes.-1.-Gabrielle von Max/ 2.-Khalil Raad– 1920/ 3.- Svetlin Vassilev/ 4.- Leonard Campbell Taylor/ 5.- Joaquín Sorolla y Bastida.- 1900)

 

CARTA A UN ATLETA : OLIMPIADAS 2012 (4)

«Te envío esta hija tosca de una tejedora secuana – escribe el poeta latino Marcial -, un albornoz extranjero, vestidura bárbara, que tiene nombre de lacedemonio, regalo mezquino pero no despreciable en el helado diciembre, para que – si te desprendes el ceroma pegajoso o manejas la pelota tibia, o si arrebatas con tu mano el balón cubierto de polvo, si lanzas a uno y a otro lado el peso ligero como una pluma de un pelotón hinchado, si pretendes vencer en la carrera al ligero Atas – no entre el frío penetrante en tus húmedos miembros ni te empape Iris cargada con una súbita agua. Cubierto con este regalo te reirás de los vientos y las lluvias y no estarás tan seguro envuelto en una muselina de Tiro«.

Marco Valerio Marcial.

(Imagen.-Joaquín Sorolla y Bastida. – «En la barca de remos» (Zarauz).-1910.-colección particular