LA FORMACIÓN DE UN NIÑO

ciudades-vguu-Paul Kleee- mil novecientos veintiuno

 

«No hay duda – le decía George Steiner a Cécile Ladjali en «Elogio de la transmisión» (Siruela) – de que puede establecerse una sociología del gusto, igual que existe, quizá, una economía política de valores puros; es posible, pero nunca desde un punto de vista creativo. Cuando tenía seis años, el pequeño genio que ya era Paul Klee, el gran pintor de la Suiza germana, tuvo un profesor que le pidió, igual que al resto de los alumnos, que dibujase un acueducto. ¡ Tarea increíble para aquellos pequeños de seis años! Paul Klee lo hizo, y pintó zapatos en la

 

ciudades.- Paul Klee

 

 

base de cada uno de los pilares. De entrada, es algo inexplicable: nadie es capaz de imaginar cuál es la sinapsis genial que da lugar a tal idea a los seis años de edad. Pero es que, en segundo lugar, tuvo la enorme suerte de contar con un profesor maravilloso. que ni desanimó al niño, ni rompió el dibujo. al tiempo que le amonestaba para que representase correctamente un acueducto. Por el contrario, dicho profesor avisó a los padres del niño para indicarles que estuviesen

 

luna-uyooobb-Paul Klee- mil novecientos treinta y tres

 

preparados, porque de ahí podía salir algo grande. Lo que me aterra – proseguía Steiner – es la situación contraria: aquella en la que un profesor, por ceguera moral o estética, o por una celotipia inconsciente, es capaz de destrozar al  niño por hacer una cosa así, porque, podría destruir para siempre, en el seno de una estructura social igualitaria, la posibilidad de ese milagro que es la obra de arte.»

 

estaciones.-4rt.-otoño.-figuras.-Mensajero de otoño.-1922.-Paul Klee

 

(Imágenes.-Paul Klee)

 

 

 

EL GUSTO INFANTIL

 

 

infancia.-rrtbn.-lectura.-Laura Muntz Lyall.-1898

 

«No existe un gusto literario común a todos los niños – afirmaba C S Lewis  en 1958  -. Entre ellos hay tantas diferencias como entre nosotros. Muchos, como nosotros, no leen ni encuentran otra cosa con la que entretenerse. Algunos optan por libros tranquilos y realistas, por «trozos de vida». A otros les gustan los libros fantásticos. A otros les interesa casi exclusivamente el ensayo, lo mismo que les sucede a algunos adultos. Los niños tontos prefieren las novelas rosas de la vida escolar, pero también hay adultos tontos a quienes les encantan las novelas rosas de la vida adulta.

infancia-vvgu-ilustración de Inga Moore

 

(…)  Consideramos especialmente infantil un gusto que en muchos lugares y épocas, tal vez en la mayoría, ha sido el gusto de toda la especie humana. Los relatos de las mitologías griega y nórdica, de Homero o del folklore que los niños (no todos los niños) leen con delectación fueron antaño del gusto de todos.

Ni siquiera el cuento de hadas propiamente dicho estaba en sus orígenes destinado a los niños; por el contrario, se contaba y disfrutaba en la corte de Luis XlV (…) Su peculiaridad es que todavía les gusta, incluso en el siglo XX.

 

infancia-reff-lectura- Haddon Sundblom- mil novecientos veintisiete

 

(…) La peculiaridad del lector infantil consiste en que no es peculiar. Somos nosotros quienes lo somos. En el terreno de los gustos literarios, las modas van y vienen entre los adultos y cada época tiene sus propios dogmas. Éstos no mejoran el gusto de los niños cuando son buenos, pero tampoco lo corrompen cuando son malos; y es que los niños sólo leen por divertirse y gozar. Por supuesto, debido a su vocabulario limitado y a su ignorancia del mundo, muchos libros les resultan ininteligibles, pero aparte de esto, el gusto infantil es, sencillamente, el gusto de los hombres, transmitido de época en época.

 

fantasía-ccur-cuentos- infancia- Beatrix Potter

 

(…) En la actualidad existen dos tipos distintos de escritores de «literatura infantil». Primero están los que se equivocan, los que creen que los niños «son otra raza» (…) Cocinan no lo que les gusta sino lo que creen que les gusta a los miembros de la otra raza. Y en el preparado intervienen motivos educativos y morales, además de comerciales.

Luego están los autores que aciertan, los que trabajan a partir del terreno común, universal y humano que comparten con los niños y, en realidad, con numerosos adultos. En sus libros ponen la etiqueta «Para niños» porque los niños son el único mercado actualmente reconocido para los libros que ellos, en todo caso, desean escribir.»

 

infancia.-tvgg.-cuentos.-dibujos.-James Jean

 

Seis años antes de este artículo C.S. Lewis había publicado otro titulado «Tres formas de escribir para niños» y en él decía : «debemos escribir para niños a partir de los elementos de nuestra imaginación que compartimos con los niños; hemos de diferenciarnos de nuestros lectores niños, no por un menor o menos serio interés por los temas que manejamos, sino por el hecho de que tenemos otros intereses que los niños no comparten. El tema de nuestro relato debería formar

 

jardines-vvggu-infancia- ilustración de Inga Moore

 

parte del mobiliario habitual de nuestro pensamiento (…) Nada me parece peor para este arte que la idea de que todo lo que compartimos con los niños es «infantil», en el sentido peyorativo del término, y que todo lo infantil es, en cierto modo, cómico. Debemos tratar a los niños como a nuestros iguales en esa área de nuestra naturaleza en la que somos sus iguales (…) No hay que tratar a los niños con condescendecia ni idolatrarlos, tenemos que hablar con ellos de hombre a hombre. La peor actitud de todas es la del profesional que considera a los niños una especie de materia prima que hay que manejar.»

Frontispiece: The Tailor Mouse circa 1902 by Helen Beatrix Potter 1866-1943

 

(Imágenes.-1.-Laura Muntz Lyall.- 1898/2.-Inga Moore/3.-Habdon Sundblom– 1927/ 4.-Inga Moore/5.- James Jean/6.-Inga Moore/ 7-Beatrix Potter.-1902- tate. org uk)

 

MUNDO EFÍMERO

paisajes.-6gf78.-isla de Corwallis - foto Luc Hardy.-yellow kormer com

«Una vez que la criada terminó de fregar, el suelo de linóleo empezó a secarse y, mientras lo hacía, el agua que iba quedando formó algo así como un archipiélago de islas. Empecé a darles nombre a todas ellas: ésta era la de Barlovento, esa otra la de los Cormoranes, aquélla la del Capitán Blunt, la de más allá bien podía llamarse del Catalejo (porque tenía la forma de ese aparato). Aún me dio tiempo a cartografiar treinta y dos islas antes que el suelo se secara y se desvanecieran para siempre. Cuando mamá me vio allí, arrodillado y triste, me preguntó qué me pasaba.»

Manuel Moyano.– «Mundo efímero»

paisajes.-9i9.-Islandia.- Olgeir Andrésson

(Imágenes:- 1.-foto Luc Harly.- isla de Corvallis.-yellowkorner. com/ 2.-Olgeir Andrésson.- Islandia)

TRAJE MARINERO

flores.-55ui.-Robert Reid.-1895

«De una sala de viejas

señoras estiradas,

voy, solo, a una terraza.

Veo un parque.

Hay un jardín. Hay una escalinata.

Bajo la escalinata lentamente.

Mi traje marinero

es azul muy oscuro.

Llevo la gorra en una mano,

llevo en la otra confites de la sala.

Llego al jardín. Camino sobre el césped.

Y entonces veo a las muchachas.

Tomadas de las manos

cantaban y cantaban.

Y de pronto me vieron

y cantando formaron ronda doble

en torno a mí, muy altas, muy hermosas.

Sobre todo, muy altas.

(Después de muchos, muchos años,

todavía las veo sobre el césped,

muy altas y cantando.

Y yo las miro desde abajo,

vestido con mi traje marinero,

la gorra en una mano

y en la otra, confites de la sala).»

Hugo Rodríguez- Alcalá.-«Traje marinero» (1922)

paisajes.-rtyyu.-Robert Reid

(Imagénes.- 1 y 2-Robert Reid.-1895)

ALMA DE NIÑO DORMIDO

maternidad.-5y77.-infancia.-Raymond Kanelba.-1897-1960.-Polonia

«Mi madre no sabe que por la noche

cuando ella mira mi cuerpo dormido

y sonríe feliz sintiéndome a su lado,

mi alma sale de mí, se va de viaje

guiada por unicornios y gacelas,

y toda la tierra queda abandonada,

y ya no pertenezco a la prisión del mundo,

pues llego hasta la luna, desciendo

en sus rojos ríos y en sus bosques de oro,

y pastoreo rebaños de tiernos elefantes,

y cabalgo los dóciles delfines de la luna,

y me divierto en el teatro de los astros

contemplando a Júpiter danzar, reír a Hyleo.

Y mi madre no sabe que el otro día,

cuando toca en mi hombro y dulcemente llama,

yo no vengo del sueño: yo he regresado

pocos instantes antes, después de haber sido

el más feliz de los niños, y el viajero

que despaciosamente entra y sale del cielo

cuando la madre llama y obedece el alma».

Gastón Baquero.«Ein Klein Nachtreis»

jardines.-97gb.-infancia.-Thomas Cooper Gotch.-1887

(Imágenes.-1.-Raymond Kanelba.-poboh/2.-Thomas Cooper Gotch.-fineart-china.com)

PATIOS INFANTILES

«El niño casi siempre sabe a qué jugar, el problema es dónde – escribe la gran poeta Wislawa Szymborska en «Más lecturas no obligatorias» (Alfabia) -Dado que es prácticamente imposible hacer excursiones diarias fuera de la ciudad, solo nos queda el patio. Los urbanistas intentan que los patios sean espaciosos, estén llenos de parterres y que tengan un foso de arena. (…) Por desgracia, para realizar juegos infantiles es mucho más útil un espantoso cobertizo que el más hermoso de los jardines que no se pueda pisar. De igual

forma en casa: es mucho más interesante un desván atestado de cosas que un escondrijo casero ordenado con elegancia. En los edificios de nueva construcción ya ni siquiera hay desván. De igual forma queda eliminado el misterioso sótano, y la llave que lo abre está bien guardada, porque todas las madres quieren que sus hijos vuelvan a casa tan limpios como se fueron. Por lo

que volvemos de nuevo a los patios. Antaño eran abominables angosturas tapiadas, pero los Sioux del vecindario hacían la asamblea en el patio y ese día solo una casa escuchaba su sonido infernal. Hoy son patios interiores comunitarios ceñidos por coronas de bloques de pisos en donde los cuatrocientos vecinos oyen la algarabía a la vez. Por lo que se acalla a los niños. Los señores de la pradera están obligados a entenderse a media voz. Y si probaran de construirse una cabaña de ramas en ese hermoso patio o levantar un fuerte de tierra con un foso y atalayas, y después tomarlo al asalto, rápidamente se metería por medio la administración de los bloques».

En esos patios se ha jugado con maderas, cuerdas y palos durante años, las grupas curvadas de los niños agachados se han inclinado ante la sucesiva procesión de saltos impetuosos, las canciones recitadas  en corro han iluminado el anochecer:

«A la una, andaba la mula.

A las dos, la coz.

A las tres, los tres brinquitos de San Andrés: Pedro, Juan y Andrés.

A las cuatro, brinco y salto.

A las cinco, salto y brinco.

A las seis, cabeza buey.

A las siete, salto y planto mi gran caperucete.

A las ocho, lo recojo.

A las nueve, empina la bota y bebe.

A las diez, borriquito, borriquito es.

A las once, llaman al conde con campanillas de bronce».

(…)

Luego llega la noche. Pasan los días. Esas niñas y niños de los patios se refugiarán en las pantallas, se concentrarán en los móviles, casi vivirán en Internet.

(Imágenes: 1.-Alexis Perevoschikov/ 2.-Enzo Sellerio.-Sicilia,/ 3.-Robert Doisneau/ 4.-André Kertész.-1918/ Walter Mori.-1956)

VERANO 2012 (1) : MIRADA DE INFANCIA

«Delante del pueblecito está sentado un enanito,

detrás del enanito se levanta un montecito,

del montecito baja un arrroyito,

sobre el arroyito flota un tejadito,

bajo el tejadito hay un cuartito,

en el cuartito está sentado un muchachito,

detrás del muchachito hay un banquito,

sobre el banquito se encuentra un armarito,

en el armarito hay una cajita,

en la cajita se aloja un nidito,

ante el nidito está sentado un gatito,

tengo que fijarme en este lugarcito».

J. P. Vich.Steckenpferd und PuppeCaballito y muñeca«) , Nördlingen, 1843

(Imagen.-Riviere.-Simpatía.-1878.-Tate Gallery.-Londres)

EL MUNDO DEL NIÑO

«¡Si yo pudiera encontrar un rinconcito tranquilo en el mismo corazón del mundo de mi niño! Sé que en él tiene estrellas que le hablan, y un cielo que baja hasta su cara para divertirlo con sus nubes tontas y sus bobos arcoiris. En él todos esos que parecen que nunca dicen nada y que nunca se mueven, se deslizan hasta su ventana y le cuentan cuentos y le ofrecen bateas cargadas de juguetes de ricos colores.

¡Si yo pudiera andar ese camino que que cruza el pensamiento de mi niño, salirme de todas sus lindes, ir hasta  donde los mensajeros desconocidos traen y llevan mensajes sin razón por reinos de reyes sin historia; hasta donde la razón hace barriletes con sus leyes y los echa al aire; donde quita a las acciones sus cadenas la verdad!».

Rabindranath Tagore: «El mundo del niño«.-(«La luna nueva«)

(en la víspera de los Reyes Magos)

(Imágenes: 1.– Ilse Bing.-1945 / 2.-Eliot Elisofon.-1954-new.eyeonlifemag)

ÉRASE UN NIÑO QUE SALÍA

«Érase un niño que salía cada día,

y el primer objeto que veía, en ese objeto

se convertia,

y ese objeto se convertía en parte de él todo el día

o al menos una parte del día,

o por muchos años o por largos ciclos de años.

Y las primera lilas se hacían parte de este niño,

y la hierba y el blanco y rojo de las campanillas, y

el trébol blanco y rojo, y el canto del

papamoscas,

y los corderos de tres meses y los rosados lechones,

y el potrillo y el ternero,

y la ruidosa camada del corral o junto al lodo

del estanque,

y los peces tan curiosamente suspendidos allá

abajo, y ese hermoso y curioso líquido,

y las plantas acuáticas con sus gráciles cabezas planas, todo

se convertía en parte de él.

(…)

Sus propios padres, el padre que le había engendrado y la madre

que le había concebido en su seno y dado a liuz,

y de sí mismos le dieron a ese niño más que todo eso,

le dieron después el cada día, se convirtieron en parte

de él.

La madre en casa que en silencio coloca los platos sobre

la mesa,

la madre de dulces palabras, limpios su gorrro y su vestido,

el saludable aroma que emana de su persona y ropa

cuando camina,

(…)

las costumbres familiares, el lenguaje, la compañía, los

muebles, el corazón conmovido y emocionado,

el afecto que no puede negarse, la noción de lo que

es real, el pensar si después de todo resultará

ser irreal,

las dudas que se tienen durante el día y las dudas de la noche,

los curiosos si y cómo,

si lo que parece ser así es así, o son todo destellos

y motas,

los hombres y mujeres que abarrotan veloces las calles, si no son

destellos y motas,  ¿entonces qué son?,

las calles mismas, y las fachadas de las casas, y

vehículos, caballos de tiro, los tablones de los muelles,

los inmensos embarcaderos de los ferrys,

el pueblo de la meseta visto desde lejos al alba,

el río que lo cruza,

sombras, aureolas y nieblas, la luz que se posa en los tejados

y hastiales blancos o pardos a dos millas de distancia,

la goleta cercana que duerme soñolienta sobre la marea,

el pequeño bote que va a remolque a popa,

las olas presurosas que vienen y van, las crestas efímeras,

que chapotean,

las capas de nubes de colores, la larga franja de tono

marrón allá solitaria, la extensión de pureza donde

permanece inmóvil,

el filo del horizonte, el vuelo del cormorán, la fragancia

de las salinas y el lodo de la orilla,

todo eso se hizo parte del niño que salía cada

día, y que ahora sale, y que siempre saldrá

cada día».

Walt Whitman: » Érase un niño que salía»

(Imágenes:-1.-Wynn Bullock.-niño en Forest Road.-1958/2- Fernand Khnopff.-1885/3.-Arkady Rylov -la extensión del azul.-1918.-wikipedia)

ESOS NIÑOS QUE CANTAN EN PIEDRA

«Esos niños que cantan en piedra un

silencio de piedra esos

pequeños hicieron flores

de piedra que se abren para

siempre esos niños silenciosa

mente pequeños son pétalos

su canción es una flor de

siempre sus flores

de piedra cantan

silenciosamente una canción

más silenciosa

que el silencio esos siempre

niños para siempre

cantan con guirnaldas de cantantes

flores niños de

piedra de ojos

florecidos

saben si un

pequeño

árbol oye

para siempre a los siempre niños

cantando para siempre

una canción de silencio de piedra

de canto».

E.E. Cummings

(Imagen: Sir Jacob Epstein (1880- 1959).- retrato de Jackie, el hijo del artista.-1937.–Peter Nahum & Tom Tempest- Radford- Leicestergalleries)


DELIBES Y EL ABORTO LIBRE

Copio de la Tercera página del ABC de ayer este antiguo artículo de Delibes, varias veces reproducido en la prensa:

Miguel DELIBES de la Real Academia Española
Domingo , 14-03-10
«En estos días en que tan frecuentes son las manifestaciones en favor del aborto libre, me ha llamado la atención un grito que, como una exigencia natural, coreaban las manifestantes: «Nosotras parimos, nosotras decidimos». En principio, la reclamación parece incontestable y así lo sería si lo parido fuese algo inanimado, algo que el día de mañana no pudiese, a su vez, objetar dicha exigencia, esto es, parte interesada, hoy muda, de tan importante decisión. La defensa de la vida suele basarse en todas partes en razones éticas, generalmente de moral religiosa, y lo que se discute en principio es si el feto es o no es un ser portador de derechos y deberes desde el instante de la concepción. Yo creo que esto puede llevarnos a argumentaciones bizantinas a favor y en contra, pero una cosa está clara: el óvulo fecundado es algo vivo, un proyecto de ser, con un código genético propio que con toda probabilidad llegará a serlo del todo si los que ya disponemos de razón no truncamos artificialmente el proceso de viabilidad. De aquí se deduce que el aborto no es matar (parece muy fuerte eso de calificar al abortista de asesino), sino interrumpir vida; no es lo mismo suprimir a una persona hecha y derecha que impedir que un embrión consume su desarrollo por las razones que sea. Lo importante en este dilema es que el feto aún carece de voz, pero, como proyecto de persona que es, parece natural que alguien tome su defensa, puesto que es la parte débil del litigio.
La socióloga americana Priscilla Conn, en un interesante ensayo, considera el aborto como un conflicto entre dos valores: santidad y libertad, pero tal vez no sea éste el punto de partida adecuado para plantear el problema. El término santidad parece incluir un componente religioso en la cuestión, pero desde el momento en que no se legisla únicamente para creyentes, convendría buscar otros argumentos ajenos a la noción de pecado. En lo concerniente a la libertad, habrá que preguntarse en qué momento hay que reconocer al feto tal derecho y resolver entonces en nombre de qué libertad se le puede negar a un embrión la libertad de nacer. Las partidarias del aborto sin limitaciones piden en todo el mundo libertad para su cuerpo. Eso está muy bien y es de razón siempre que en su uso no haya perjuicio de tercero. Esa misma libertad es la que podría exigir el embrión si dispusiera de voz, aunque en un plano más modesto: la libertad de tener un cuerpo para poder disponer mañana de él con la misma libertad que hoy reclaman sus presuntas y reacias madres. Seguramente el derecho a tener un cuerpo debería ser el que encabezara el más elemental código de derechos humanos, en el que también se incluiría el derecho a disponer de él, pero, naturalmente, subordinándole al otro.
Y el caso es que el abortismo ha venido a incluirse entre los postulados de la moderna «progresía». En nuestro tiempo es casi inconcebible un progresista antiabortista. Para éstos, todo aquel que se opone al aborto libre es un retrógrado, posición que, como suele decirse, deja a mucha gente, socialmente avanzada, con el culo al aire. Antaño, el progresismo respondía a un esquema muy simple: apoyar al débil, pacifismo y no violencia. Años después, el progresista añadió a este credo la defensa de la Naturaleza. Para el progresista, el débil era el obrero frente al patrono, el niño frente al adulto, el negro frente al blanco. Había que tomar partido por ellos. Para el progresista eran recusables la guerra, la energía nuclear, la pena de muerte, cualquier forma de violencia.
En consecuencia, había que oponerse a la carrera de armamentos, a la bomba atómica y al patíbulo. El ideario progresista estaba claro y resultaba bastante sugestivo seguirlo. La vida era lo primero, lo que procedía era procurar mejorar su calidad para los desheredados e indefensos. Había, pues, tarea por delante. Pero surgió el problema del aborto, del aborto en cadena, libre, y con él la polémica sobre si el feto era o no persona, y, ante él, el progresismo vaciló. El embrión era vida, sí, pero no persona, mientras que la presunta madre lo era ya y con capacidad de decisión. No se pensó que la vida del feto estaba más desprotegida que la del obrero o la del negro, quizá porque el embrión carecía de voz y voto y políticamente era irrelevante. Entonces se empezó a ceder en unos principios que parecían inmutables: la protección del débil y la no violencia. Contra el embrión, una vida desamparada e inerme, podría atentarse impunemente. Nada importaba su debilidad si su eliminación se efectuaba mediante una violencia indolora, científica y esterilizada. Los demás fetos callarían, no podían hacer manifestaciones callejeras, no podían protestar, eran aún más débiles que los más débiles cuyos derechos protegía el progresismo; nadie podría recurrir. Y ante un fenómeno semejante, algunos progresistas se dijeron: Esto va contra mi ideología. Si el progresismo no es defender la vida, la más pequeña y menesterosa, contra la agresión social, y precisamente en la era de los anticonceptivos, ¿qué pinto yo aquí? Porque para estos progresistas que aún defienden a los indefensos y rechazan cualquier forma de violencia, esto es, siguen acatando los viejos principios, la náusea se produce igualmente ante una explosión atómica, una cámara de gas o un quirófano esterilizado».
Así concluía Delibes.
A veces en un blog no hay nada más que decir.
(Imagen:1.- Mary Cassatt.-artnet/ 2.- Elisabeth Catlett, 1944.-The Metropolitan Museum)

ANIMADOS OBJETOS

«Un cortaplumas guardado en un cajón – decía Stanislaw Lem – puede olvidar a qué lugar pertenece, y uno podría llegar a encontrarlo en un sitio del todo distinto, como en un estante, entre libros. El cortaplumas, incapaz de regresar a tiempo a su cajón, no tendría más remedio en esa situación que duplicarse, por lo que habría dos iguales. Yo creía que los objetos inanimados estaban sujetos a la lógica y tenían que seguir unas reglas definidas, y que quien fuera conocedor de tales reglas podría controlar todo el asunto. De un modo hermético y casi reflexivo me aferré a esas creencias durante años, y aún hoy no estoy del todo libre de elllas».

Cuenta todo esto el autor de «Solaris» en «El castillo alto» (Funambulista), que no son unas Memorias clásicas sino «un experimento cuyos resultados esperaba con curiosidad, como si no fuera yo quien hablara solamente, sino las imágenes y anécdotas narradas por la voz de un extraño». Lem recuerda lógicamente a personas de su infancia pero convoca también a los objetos que en aquellos años le rodearon, mundo curioso éste de los objetos  – los  que conversan, o los que estan cansados – y al que ya me he referido alguna vez en Mi Siglo. A veces ese tintineo de las cucharillas al rozarse sus curvadas espaldas dentro de un cajón del comedor sólo lo percibe un niño o un artista, o el niño que un día será artista y que aún no lo sabe, pero que también escucha a la perfección las conversaciones que paraguas y bastones están teniendo en el vestíbulo o cómo suspiran fruncidas por el viento las suaves mejillas de las cortinas. Todos los objetos tienen una íntima vida, y a veces es una vida espontánea creada por los niños, que tomaron el objeto entre las manos e inventaron un objeto distinto – con propiedades singulares -, pero sobre todo con prodigiosa imaginación. Para esos niños – recordaba Roger Caillois en «Fisiología de Leviatán» (Sudamericana) -,»el más insignificante cortapapeles hace la figura de un puñal, una botella que contenía una poción inofensiva se convierte en un frasco lleno del más fulminante de los venenos (…) . «Esos «tesoros» de los niños consisten en objetos privilegiados. (…) ; no son bellos sino brillantes. He aquí por qué el niño conserva el papel de estaño que envuelve las tabletas de chocolate que come. Prefiere las bolitas de acero a las otras. Ninguna sustancia lo seduce más que el mercurio (…) : ese metal que se pliega, que uno arruga y con el que se puede recubrir y platear los objetos; aquel otro que los dedos no logran captar, que fluye, que se desparrama en pequeñas gotas y cuyo contacto es helado. Por eso mismo – para el niño (habría que añadir que también para el artista) – entra en la categoría de los objetos privilegiados».

Recuerdo muy bien una exposición de arte oriental que visité hace pocos años y donde me sedujo aquella figura gigantesca de un suntuoso carruaje de hace siglos, con sus doradas ruedas, sus puertas realzadas con infinitas pinturas de colores, y que  iba tirado por un enorme caballo construido tan sólo de televisores. Televisores de todos los tamaños, con sus ventanas iluminadas y apagadas como ojos y orejas y patas y pezuñas,  televisores en color y en blanco y negro formando el tronco y la cabeza de un gran animal apocalíptico que conducía, a su peculiar trote, el movimiento secular de la comunicación antigua, la majestuosa riqueza del viejo vehículo.

El artista – como un niño grande – había transformado de algún modo el objeto para darle nueva utilidad y sentido. Allí los objetos cruzados en la figura iluminada del animal, apagándose y encendiéndose en el aire, nos empujaban al salto de las comunicaciones futuras, que tendían su cuello hacia adelante, pero que no olvidaban arrastrar su sabio cuerpo de siglos.

Los objetos que nos rodean nos miran dejando que nosotros les miremos. De pronto a un niño -grande o pequeño – se le ocurre que dentro de ese objeto hay otro y de inmediato lo extrae de sí mismo, y en un golpe de invención, lo saca a la luz.

(Imágenes:-1.- Motorcycle.-2006.-escultura de Shi Jindian.-2006.-Andrew Bae Gallery.-artnet/ 2.-Does Rock Dream ?.-2008.-escultura de Simon Hitchens.-2008.-Maddox Arts.-London.-artnet)

LOS RUIDOS DE LA NOCHE

          » Cuando llegó la mujer a su casa y cerró la puerta, respiró ya tranquila y pensó que la noche podía descender cuando quisiera porque ella estaba ya junto a su nieto, y aquel pensamiento elevó poco a poco sus alas abiertas como las de un murciélago, y primero se hizo la noche en aquella habitación, y luego desplegó la noche la cara inferior de sus alas hasta el comedor, y por la cocina y por toda la casa, y el violeta aterciopelado de la noche se extendió por el mundo. Como aquella era la última noche que iba a pasar la abuela con el nieto, Dios les dejó escuchar a los dos los ruidos nocturnos y les dejó ver los colores de la noche, cosas que nadie había visto jamás. Entonces, durante horas, abuela y nieto, los dos solos en el dormitorio, fueron viendo y oyendo a la noche: oyeron cómo pulverizaba sus cristales el hielo negro de los gélidos fondos del día, cómo se disolvían sales oscuras por el aire, cómo pigmentos de la atmósfera caían lentamente en el espacio, y vieron el paso de piedras preciosas volantes y de escamas cromáticas que desprendía la piel del tiempo. El gran caldero de la noche adquirió ante ellos un tono morado y los humores de la jornada fueron cociéndose hasta hacerse cenizas de orín. Empezaron a sonar todas las campanillas y los dondiegos de noche, asomaron las polillas nocturnas, las flores vírgenes rosáceas y las fecundadas amarillas, se oyó bullir a las burbujas, nadaron azules de ojos blandos y filamentos mucosos de lapislázuli dejando espuma, la noche se hizo topacio iridiscente y cráter de aguamarina. Entonces pasó una mancha errante por el suelo abisal de la noche y el golpe de su cola dejó un rojo roca que se tiñó enseguida con un oro puro, al que persiguió un anaranjado deslizante, zambullido por un verde esmeralda que devoró un azul. Aquel azul reinó toda la noche con sus antenas de fosforescencia ocultando el rocío de platino y de ámbar que iba a traer el día. Un olor penetrante de madreselva, un olor a exangüe melancolía, se coló por los poros de la esponja de la oscuridad e impregnó el papel dorado de la caja de la noche sostenida por las estrellas. La ballena del silencio se posó en los fondos del cielo y bancos de niebla emprendieron una migración densa. Entonces se vio pasar a la isla de Creta entre los bosques de coral de alambre de los continentes sin hacer ruido, sonámbula entre los astros. Penachos de pelos perfumados se anillaron en luminosas pulseras. Cangrejos de herradura arrastraron a nubes uncidas, preparándolas para el amanecer. El viento abrió sus brazos transformados en alas atigradas de Madagascar, escamas escarlatas de Polinesia, azules nacarados de Ceilán. La luna se hizo mosaico bizantino a cuya luz libaron todas las mariposas del mundo. Así pasaron las horas. Así fue la noche. La abuela sabía que su nieto tenía que irse antes de amanecer para emprender la vida y aquel niño también lo sabía. Antes del alba, la abuela tomó la cabeza del niño, se la acercó y le besó primero en el nido de la memoria, luego en el de la voluntad y por fin en el del entendimiento, y en los tres le hizo la señal de la cruz.

          –Que Dios te bendiga, Juan –le dijo–. Ya puedes irte.

          Y le puso en las manos una cajita de plata.

          –Aquí tienes tu infancia. El ayer amarillo. No la pierdas. Pero ahora tienes que vivir el hoy, no el ayer.

          Salió aquel niño del ayer amarillo con la caja de su infancia en la mano, anduvo y anduvo, y fue entrando poco a poco en el hoy para siempre, mezclándose con la multitud».

José Julio Perlado: (del libro «Nosotros, los Darnius«) (relato inédito)

(Imagen.-Rudy Ernst.-2002.-artnet)

LOS PEQUEÑOS OBJETOS

tijeras.-AA.-por Mao Xuhui.-2007.-ArtChina Gallery.-Hamburg.-Alemania.-artnet«Los pequeños detalles de la casa:

el hilo en el tapete abandonado,

la cerilla en el suelo,

la ceniza,

que pone en la baldosa su frágil contextura,

la uñita del pequeño recortada

al lado del zapato,

ponen gusto en los ojos que sin dar importancia

coleccionan imágenes de objetos que no sirven.

 

 

Se ama más a la madre por el hilo,

se acuerda uno del padre

por la cerilla y la ceniza,

y del niño por la uña y el zapato.

 

 

Los pequeños objetos que se barren,

que ya nadie recoge,

sumamente importantes, nos recuerdan´

los pequeños disgustos de la vida

y los pobres placeres tan pequeños».

Ángel Crespo:  «Quedan señales«, 1953)

(Imagen: Mao Xuhui, 2007.-ArtChina Gallery.-Hamburgo.-Alemania.-artnet)

NIÑOS, VIDA

dibujos.-5«Tú has formado mis entrañas,

me has plasmado en el vientre de mi madre.

Te doy gracias porque me has hecho como un prodigio:

tus obras son maravillosas,

bien lo sabe mi alma.

No se te ocultaban mis huesos

cuando en secreto iba yo siendo hecho,

cuando era formado en lo profundo de la tierra.

Todavía informe, me veían tus ojos,

pues todo está escrito en tu libro,

mis días estaban todos contados,

antes que ninguno existiera».

SALMO  139