SOY UN GRAN EMBAUCADOR

 


“La memoria es un componente misterioso, casi indescifrable, que nos une a cosas que nosotros no recordamos haber vivido y nos plantea continuamente entrar en contacto con otras dimensiones,  acontecimientos, sensaciones que nosotros no sabemos definir pero que confusamente sabemos  que han existido.— decía Fellini en1992, en la película de Damien Pettigrew —. Yo tengo una tendencia natural a inventarme una juventud, una relación con mi familia, una relación con la vida. Tengo la impresión de que lo he inventado todo. Para mi, las cosas que nunca han sucedido pero que yo he inventado son mucho más verdaderas. Es el caso, por ejemplo, de mi villa natal; la verdadera Rimini es la  que aparece en dos películas : “I Vitelloni” y “Amarcord”. Me parece que estas dos reconstrucciones pertenecen mucho más a mi vida que la otra, la Rimini topográfica. En resumen, soy un gran enbaucador”.

 

Me gustaría recordar quienes son mis padres espirituales — decía en otra ocasión —: Pinocho, Dickens, “La isla del tesoro”, Edgar Allan Poe, Verne y Simenon, con el cual he tenido una gran amistad y al que yo admiro enormemente. Había otro escritor de novelas –  Yambo — ¿ quién se acuerda de él ?,  que las ilustraba con dibujos que a mí me han parecido siempre muy bellos. Entre muchos otros, él inventó un personaje que se llamaba Mestolino. Era verdaderamente  mi retrato: un muchacho delgado, incapaz de decir la verdad. Yo no tengo grandes recuerdos, todos los he entregados en mis películas. Abandonándolos al público, ya no sé distinguir lo que realmente ha sucedido y lo que yo he inventado.”

( a los cíen años del nacimiento de Fellini)

 

(Imágenes— 1-“La Strada”/ 2-preparando “Amarcord”/ 3- Fellini con Anouk Aimé)

CINECITTÀ

cine.- rtbbh.-. Federico Fellini.-Mary Ellen Mark

 

«Yo en Cinecittà no habito sino que vivo – le confesaba Federico Fellini a Ignazio Maiore en 1973 – Mis experiencias, mis viajes, las amistades, las relaciones empiezan y terminan en las salas de rodaje de Cinecittà. Todo lo que existe fuera de las verjas de Cinecittà son afluentes, aunque insustituibles, un enorme y maravilloso almacén que visitar, que expoliar, que transportar dentro de Cinecittà ávida, incansablemente. No sé si todo esto es un privilegio o una servidumbre, pero es mi modo de ser.» Benito Merlino, al recorrer la vida de Fellini, contaba cómo el director italiano donde se encontraba más a gusto era

 

Fellini.-4ffv.-Federico Fellini rodando ante Marcello Mastroiani caracterizado como violonchelista en El viaje de Mastorna.-1965

 

en Cinecittà. Con frecuencia, muchos domingos por la tarde, se recluía allí para trabajar con calma, sin llamadas de teléfono, lejos de la ciudad. Era aún adolescente, cuando a través de las actualidades del cine Fulgor de Rimini oía hablar de Cinecittà y sería años más tarde, como sigue contando Merlino,  cuando Federico acompañaría un día a Ingmar Bergman por aquellos estudios, un Bergman «que llega vestido con un corto impermeable, el pelo alto en la nuca, las manos cruzadas a la espalda». El director de Cinecittà

 

cine.- 44fftt.- Fellini y Giulietta Masina rodando Las noches de Cabiria

 

le había rogado a Fellini que lo acompañara y el director italiano, un poco descontento por la austeridad del sueco, guía a su compañero por el dédalo de la ciudad cinematográfica. Entre otros sitios se detienen ante la gran piscina – «la más grande del mundo» – en la que todo se puede reconstruir: batallas navales, naufragios, competiciones de delfines, como así lo destaca el director de los Estudios y Fellini procura traducirlo al inglés.

Ahora el cine – como se recuerda estos días – se va de Cinecittà. Pero entre tantos directores como por allí han pasado quizá Fellini es el que más  

 

cine-uuggnl- Fellini y Mastroiani- mil novecientos ochenta

 

quede en la memoria. «Aquí paso mis mejores ratos – había confesado el autor de «La Strada» -. Es mi fábrica, el lugar donde trabajo y es un buen instrumento de trabajo. Además me siento unido a ella por lazos de orden afectivo. Vine aquí por primera vez hace mucho tiempo. Entonces era periodista y hacía entrevistas a estrellas, a directores de cine…» Merlino cuenta que era en el estudio 5 donde Fellini disponía de un gran despacho. Un diván, algunos sillones, una mesa con dos teléfonos, una vieja Olivetti y un amplio tablero mural

 

cine.-44ffn.-Federico Fellini

 

forrado en verde donde colocar notas, fotos o direcciones. Se añadía a esto un comedor y una pequeña cocina en la que un exboxeador convertido en cocinero preparaba bajo sus indicaciones comidas muy simples a base de patés y tortillas para sus numerosos invitados. Fellini prefería comer en Cinecittà. Sobre su mesa más de cien estilográficas, lápices y pinceles de todos los colores con los que dibujaba siluetas, perfiles, narices, bigotes, detalles de vestimenta, actitudes, expresiones del rostro de innumerables personajes.

(Imágenes.-1.-Fellini.-Mary Ellen Mark/ 2.-Fellini y Mastroiani en 1965/ 3.- Fellini y Giuletta Masina en «Las noches de Cabiria»/ 4.- Fellini y Mastroiani/ 5.-Federico Fellini)

GIULIETTA DE LOS ESPÍRITUS

«Al Fellini auténtico lo había visto pasar en 1963 por una Via Veneto auténtica, no por el escenario construido para la Via Veneto ficticia en donde se rodó La dolce vita. Ahora, en los estudios  Rizzoli, en ese 24 de febrero de 1965, estaba Federico Fellini ante mí con la gabardina puesta, ultimando sus asuntos para marcharse. ¿Se acordaba? Sí, se acordaba de mí. Se despoja de la gabardina: nos hemos quedado solos en este despacho.

Me habla Fellini de su resistencia a los periodistas. De su resistencia a las preguntas. Le recuerdo que él fue periodista. Hace un gran esfuerzo por concentrarse, por salir de esa película que ahora está rodando, Giulietta de los espíritus. Se le ve que Fellini, recostado en este sillón, mira los exteriores del bosque donde Giulietta Masina está bajando del árbol, descendiendo de la casa de ramas, descubriendo con ojos de payaso el suelo. El despacho en que charlamos huele a bosque, el bosque huele a decorado, los decorados los clavan los carpinteros, a los carpinteros les pagan los productores. Huelen los productores a bosque, esperan en la sombra, con sus puros habanos encendiendo sortijas en la oscuridad, a que nosotros terminemos. Suena el teléfono. Fellini se levanta, habla, cuando vuelve dice que Giulietta de los espíritus quiere tenerla montada pasado mañana.

Hablamos de la libertad. Condena las dictaduras y defiende la libertad de expresión en el juicio, en el pensamiento, en la cultura. Su discurso es el discurso de la libertad. Está recostado en su butaca, su grueso cuerpo envuelto en un chaleco, en una chaqueta, se ha vuelto a poner encima un impermeable. Tiene los ojos grandes y blandos, la voz que oí por teléfono aguda y atiplada, ahora se ahonda algo más y es un poco más grave. Llovía fuera, en Roma, cuando llegué, y quizá Fellini note la lluvia en este cuarto, la libertad hincha y encoge estas paredes, y en algún sitio, tal vez los hombres de los efectos especiales estén volcando cubos de lluvia sobre esta habitación hasta que salga agua por el auricular del tegiulietta-de-los-espiritus-1léfono.

Soy un periodista español que en esta jornada de frío y lluvia está ante el director de Las noches de Cabiria mientras Giuletta Masina sube y baja asombrada de cómo asombra Federico, cómo dirige, el bosque de los espíritus es real y la casa encantada de Giulietta cuelga entre las ramas de los árboles, los árboles los sostienen los decoradores, los decoradores irán a cobrar semanalmente a la cola de los comparsas, esperarán ante la ventanilla donde vuelan los billetes de banco que reparten los productores, esas calvas orondas, brillantes, lustrosas, los ojos cegados por el incendio de los habanos, los habanos que crujen mientras hablamos Fellini y yo en este despachito». («Diálogos con la cultura», págs 175-176)

(En estas semanas en las que se evocan en muchos sitios – entre ellos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid – los quince años de la muerte del director italiano, este pequeño recuerdo de aquella inolvidable entrevista que mantuve con él)

(Imágenes: Marcello Mastroianni y Claudia Cardinale en  «8 1/2», de Federico Fellini/  Giulietta Masina en el cartel de la película «Giulietta de los espíritus«)