EL CORO DE LAS MADRES

 


“Todo el género humano es hijo de nuestra carne y de nuestro dolor — le hace decir a las madres del mundo el italiano Giovanni Papini en su “Juicio universal”—. Para dar vida a nuevos hombres la nuestra estuvo siempre en peligro; a menudo la perdimos. Hubo mujeres que concibieron por obediencia, por temor, por inconsciencia, por violencia. Pero todas amaron los frutos de su vientre.

 

 

Innumerables las que perecieron víctimas del odio, del fuego, de la furia de los elementos y de las pasiones.

Habían enjugado su primer llanto y nos habían dirigido su primera e inocente sonrisa divina. Nuestras manos los habían acariciado y limpiado por vez primera. Habían dado a nuestros pies sus primeros pasos.

 

Habían confiado a nuestros oídos sus primeras penas, las tristezas y sueños pueriles. Sobre sus cabezas se habían posado nuestras manos, las primeras, para gozar la dulzura de sus rizos y arreglárselos. Y sobre su sueño había velado el tembloroso esplendor de nuestros ojos.

 

No eran tan sólo fruto de nuestro vientre, sino frutos de nuestra voluntad, de nuestro esfuerzo, de nuestra alma.

 

( Imágenes— 1- Judy Drew/ 2- Azis TM -arushi arts – Nueva Delhi – 2008- artnet/ 3-Nnmandi Okonkwo/ 4- Francisco Zúñiga/ 5 -Gustav Klimt – 1910/ 6-  Gertrude Käsebier- museo de arte moderno de Nueva York)

RODIN O LA ENERGÍA EN MOVIMIENTO

 

Recuerda Werner Hofmann al estudiar la escultura del siglo XX que el propio Rodin dijo una vez que él no había creado ni una sola figura en estado de completo reposo, y sin duda hubiera suscrito la frase de Bergson: » Tendríamos que acostumbrarnos a ver en el movimiento lo más sencillo y claro, ya que la inmovilidad no es más que un caso límite de lentitud en el movimiento, y posiblemente un límite sólo ideal, que la naturaleza no realiza nunca». Su conversión de la figura en energía de movimiento va mucho más allá de cuanto lograran sus precursores.

Ahora se celebra en París la Exposición del centenario con motivo de los cien años de la muerte del gran escultor. Rilke escribió un magnífico libro sobre Rodin y en él alababa los años de solitaria maduración – «El hombre de la nariz quebrada» al inicio, y «El hombre de los primeros tiempos» al final, donde –  anota Rilke – aparece el nacimiento del gesto-. » A medida que crece – dice Rilke-, es como si atravesara la extensión de esta obra, por sobre los siglos, más allá de nosotros hacia los que vendrán. Se revela vacilante en los brazos levantados; y esos brazos son todavía tan pesados, que la mano de uno de ellos descansa otra vez a la altura de la cabeza. Pero ya no duerme; se concentra. En lo alto, en la cima del cerebro, donde todo es soledad, se prepara para el trabajo, para un trabajo de siglos, que no tiene horizonte ni final; y en el pie derecho, el primer paso espera».

 

 

El tema del trabajo impresionó mucho a Rilke observando a Rodin. En sus «Cartas a un joven poeta» Rilke evoca a Rodin como «el escultor que no tiene igual entre los artistas que hoy viven» y en otras confesiones del poeta habla de los meses que estuvo con él cuando tuvo la suerte de encontrarle «en aquellos años en que yo estaba maduro para mi decisión interior y en que, por otra parte, había llegado para él el momento de aplicar con libertad muy particular las experiencias de su arte». En una carta de 1905 le escribe Rilke a su mujer refiriéndose a las lecciones de Rodin : ‘resuenan fuerzas que afluyen, una alegría de vivir, una aptitud para vivir que lo invaden a uno, de las cuales no tenía yo ni idea». Y en otra carta posterior resumía lo que le había enseñado Rodin: » permanecer en mi trabajo, poner toda mi confianza en él y solamente en él, esto es lo que aprendo de su gran ejemplo, dado con grandeza, como aprendo de él la paciencia; mi experiencia, es verdad, me repite sin cesar que no debo contar con muchas fuerzas; quiero, en consecuencia, tanto tiempo como sea posible, no hacer dos cosas, no separar provecho y trabajo, sino, por el contrario, tratar de hallar el uno en el otro mediante un solo esfuerzo concentrado».

 

 

«La convicción esencial que animaba el genio de Rodinsintetizaba Jean Cassou -, era la de que todos los recursos de la energía universal, el color y todo lo restante, pertenece al mundo del creador, y sobre todo a un creador como él, de la estatura de los colosos del siglo XlX, Hugo o Wagner, e igual a éstos en apetencia de totalidad».

 

 

(Imágenes-1-Rodin- El hombre de la nariz quebrada- Wikipedia/ 2.-Rodin- foto de Gertrude Kasebier- 1905/ 3.- Rodin- Los burgueses de Calais/ 4.- Rodin- fotografía de Edward Steichen- philadelphia museum of art)

NUNCA OS HE DE OLVIDAR SEÑORAS, SEÑORITAS

mujer.-8bd22,.por Christo Stankulov,.cortesía de Sony World Photopgraphy 2009

Nunca os he de olvidar señoras señoritas – fugaces  –

de pronto avistadas entre el gentío en una escalera un bazar o los laberintos del metro

desde la ventanilla de un vehículo

– como relámpagos estivos – anunciando el buen tiempo

-como un paisaje embellecido con su reflejo en el lago

– como una aparición en un espejo

durante la boda de lo que es

y de lo apenas presentido

– en un baile

cuando la música de la orquesta se va apagando

y el alba va colocando en las ventanas

sus velas aún sin encender

mujer.-3de.-Gordon Parks.-1951

Nunca os he de olvidar – pura fuente de júbilo – vivía también

por mor de vuestros ojos de corza – de bocas no mías

de morenas manos que con mimo elegían pescados argénteos

mujer.-8ygg.-Gertrude Käsebier.-1915

A ti muchachita de Antillas te recuerdo quizá mejor que a ninguna otra

te vi solamente una vez chez le marchand des journeaux

te estuve mirando sin habla conteniendo la respiración – para no ahuyentarte

y por un instante pensé que si me iba contigo

cambiaríamos el mundo

mujer.-8yh,.Capucine en el bulevard de la Madelaine.- París 1952, para Elle.-Georges Dambier

Nunca os he de olvidar –

asombrada moción de párpados

indescriptible ladeamiento de cabeza

nido de  mano

mujer.-rcc.-retrato de Christina Rossetti-por Jillian Tamki

mi fiel memoria repite

inalterables y místicos vuestros rostros anónimos

y aquella rosa

entre una negra

cabellera».

Zbigniew Herbert.- «Juramento«.-«Rovigo».-1992

(Imágenes:- 1.-Christo Stankulov.-cortesía de Sony World Photographic.-2009/2.-Gordon Parks.-1951/3.-Gertrude Käsebier.-1915/ 4.-Capucine en el boulevard.-1952. Georges Dambier.-para ELLE/ 5.-Christina  Rossetti por Jilliam Tamaki)

DULCÍSIMA MADRE

«Mater dulcissima, ahora descienden las nieblas,

y el Naviglio embiste confuso contra los muelles

los árboles se hinchan de agua, arden de nieve;

no estoy triste en el Norte; no estoy

en paz conmigo mismo, mas no espero

perdón de nadie, muchos me deben lágrimas

de hombre a hombre. Sé que no estás bien, que vives,

como todas las madres de los poetas, pobre

y con la justa medida de amor

a causa de tus hijos lejanos. Hoy soy yo

quien te escribe».- Al fin, dirás, dos líneas

de aquel muchacho que huyó de noche con un abrigo corto

y algunos versos en el bolsillo. Pobre, tan generoso,

un día lo matarán en cualquier parte- .

«En verdad, lo recuerdo, fue en aquel gris andén

de trenes lentos que llevaban almendras y naranjas

a la desembocadura del Imera, el río lleno de urracas,

de sal, de eucaliptos. Mas ahora te agradezco,

así lo deseo, la ironía que has puesto

sobre mis labios, mansa como la tuya.

Esa sonrisa me ha salvado de llantos y dolores.

Y no me importa si ahora derramo lágrimas por ti,

por todos los que como tú esperan,

y no saben qué esperan. Ah, muerte amable,

no toques el reloj que en la cocina late sobre el muro,

toda mi infancia pasó sobre el esmalte

de su cuadrante, sobre sus flores pintadas:

no toques las manos, el corazón de los viejos.

Pero ¿acaso alguien responde? Oh piadosa muerte,

muerte honesta. Adiós, querida, adiós mi dulcissima mater«.

Salvatore Quasimodo: «Carta a la madre»

(Imágenes:- 1.- Gertrude Käsebier.-1901.-Museo de Arte Moderno de Nueva York/ 2.-retrato de madame Caillebotte.-madre del artista.- Gustave Caillebotte. 177.-colección privada)

http://youtu.be/xir-5oAWxXE