DEL CAFÉ AL TUIT

 

 

 

“ Al cara a cara de la imagen fija y el texto, característico de la enciclopedia  – señala el filósofo francés Pierre Lévy -, la cosmopedia opone un gran número de formas de expresión: imagen fija, imagen animada, sonido, simulaciones interactivas, mapas interactivos, sistemas expertos, ideografías dinámicas, realidades virtuales, vidas artificiales, etc. En última instancia, la cosmopedia contiene tantas semióticas y tipos de representaciones como se pueden encontrar en el mundo mismo (…) La característica principal de la cosmopedia, y lo que le da su valor, es precisamente la no separación. Para los intelectos colectivos el conocimiento es un “continuum”, un gran mantel de retazos del cual cada punta puede plegarse sobre cualquier otra. La cosmopedia desmaterializa las separaciones entre los conocimientos. Al ser Imagen plural del conocimento, la cosmopedia es el tejido mediador entre el intelecto colectivo y su mundo, el intelecto colectivo y él mismo.”

Por esa inmensa cosmopedia navegamos, alejándonos en cierto modo de aquella enciclopedia que antes nos amparaba y enriquecía, como así lo señala Ana Cuquerella en su interesante  libro sobre la literatura digital, esa nueva vanguardia resumida en su título: “Del café al tuit”.

 

 

(Imágenes-1- Naum Gabo/ 2- Gary Simmons- 2007)

CORAZÓN DELATADO

«Veamos ahora cómo aquel corazón que la tiniebla conservaba digno en el fuego y en el juego y en la melancolía, soportará la luz marcado con tu señal.

Bajé al lóbrego taller de la vida; lo abrí con loca llave; entre mis temblorosas manos tuve las simientes del milagro imposible.

Subí hasta la peña donde el águila mira cuatro provincias reales taciturnas bajo el sol; les di a beber mi palabra para la sed que tenían.

Hijo suyo me nombró la mar, y heredero de sus islas, cuya tierra se encrespa por encima de las rompientes, endulzada entre sus viñas ocultas; mas no esperé a gustar del mosto que la mar me ofrecía.

Habré de huir por el yermo, vagando bajo el sol y la luna; las piedras hablarán como locas adivinadoras; el corazón pondrá su estribillo en más vieja lengua:

este delatado corazón, que ignoramos si sabía y que ahora, en desconcertadas palabras, me dirá si vivíamos, nos dirá si el recuerdo nos hace crecer hacia la muerte o hacia una vida más honda aún».

Carles Riba.-«Corazón delatado».-«El hijo pródigo».

(Imágenes.-1.-Naum Gabo/ 2.- Gary Simmons.-2007.- Metro Pictures/3.-Mónica Forrer.-lluvia de ideas acerca de una nueva flor.-saatchi online/ 4.-Harold Edgerton.-1973-Fan Blade Vortex.-webmuseum. mit.edu)

LA CASA DEL TIEMPO

A través de la Casa del Tiempo, de la casa del Viento y de la Lluvia, y de la casa de las Nubes, describió y se adentró por escaleras y ascensores de la atmósfera del cielo el científico R. A. Watson Watt, tal y como – en la ficción – quiso adentrarse también Italo Calvino creando y bautizando a sus «Ciudades invisibles».

Los cielos que vemos o no vemos – a los que alzamos alguna vez la mirada desde la ciudad o desde el campo – elevan su casa entre humedad de nubes, provisiones de agua, ventilaciones, iluminaciones y refrigeraciones. El piso más bajo de todos – así nos lo va contando Watson en «A través de la Casa del Tiempo» (Austral) -, es decir, la planta baja, es aquel en el que transcurre nuestro tiempo habitual de viento y nublados, de lluvia y nieve, de claridad y pureza, de calor y frío. El techo de esta planta baja está a más de diez kilómetros sobre nuestras cabezas, pero esta casa del Tiempo tiene más de cien pisos, y sólo alcanzaremos a ver algo de su hermosa decoración entre los pisos décimo y el piso número cien.

Recuerda Watsonen estas conferencias que pronunció en la B. B. C. en 1934 –  que en la iluminación decorativa de la Casa del Tiempo existen «colgaduras aurorales, tenues y luninosas de los pisos superiores de la Casa del Tiempo -que se cuentan entre las más bellas -, pero es la magia diurna del cielo azul, la magia nocturna del fondo de la estrellas, la que se extiende en la primera planta, en esta planta en la que vivimos«. Y también explica por qué son azules las sombras lejanas de los paisajes montañosos y cómo las estrellas, que lucen durante el día, no podemos verlas sino dificultosamente por culpa de la luz desviada por las moléculas de aire, partículas de polvo, gotas de agua y cristales de hielo de la atmósfera situadas en la planta baja de esta Casa.

Abrimos así las puertas de este grande y alto edificio, subimos por sus escaleras de nubes, utilizamos la caja de los ascensores, observamos el cielo raso de la planta baja, las diferentes salas, los colores, las luces, y alcanzamos incluso al fin – en un espacio de reflexiones – lo que Watson Watt llama  «los cuartos de la servidumbre«, es decir, allí donde trabajan los hombres y mujeres entregados diariamente a observar el mapa, investigadores constantes del tiempo que hará mañana, metereólogos y comunicadores que verterán en la prensa, la radio y las pantallas lo que el Tiempo les transmite.

Esta casa invisible quizá nos lleve también – entre realidad y ficción – a otras casas eslabonadas que se extiendan por ciudades invisibles. Hasta la ciudad de Zaira, Anastasia, Zora, Despina, Zirma, Isaura y tantas otras más. Memorias, signos, deseos, cambios y nombres de mujer que Calvino nos propone.

(Imágenes:- 1.-Steve y Chris.-luces del Norte/2 -la luz blanca.-1954.-Jackson Pollock.-MOMA/3.-Gary Simmons.-2008.-Metro Pictures)