LAS CARTAS DE MOZART

“Debo darme prisa, pues son las 6, 45 y el coche sale a las 7 – le escribe Mozart a Constance, su mujer, el 6 de junio de 1791—. Ten cuidado de no resbalar en los baños y nunca te quedes en ellos sola. Además, yo en tu lugar dejaría de ir a ellos durante un día para no forzar las cosas con demasiada rapidez. Me gustaría que alguien pasara contigo esta noche. No puedes ni imaginar lo que daría si en lugar de estar aquí pudiera estar contigo en Baaden. Hoy, por puro aburrimiento, he compuesto un aria para mi ópera ”La flauta mágica”. A las 4, 30 ya estaba despierto. Mi reloj, ¡imagínate!, lo he abierto: pero como no tengo llave, no puedo darle cuerda, ¿verdad que es triste?. En cambio, he dado cuerda al reloj grande. ¡Adiós, querida! Hoy como con Puchberg . Te beso 1. 000 veces y en mis pensamientos digo contigo : ¡La muerte y la desesperación fueron su recompensa! ,de ”La flauta mágica”, acto segundo..
Tu amantísimo esposo W. A. Mozart”

En estos días la Fundación March en Madrid dedica unas sesiones al ciclo ”Mozart a través de sus cartas” dramatizando la lectura de esta correspondencia acompañándose con la música de este gran ccmpositor.

“En tanto que expresión de la subjetividad en un ámbito privado — dice la Fundación March al presentar este ciclo—, las cartas de la familia Mozart son un reflejo de la personalidad de cada uno de sus miembros; de sus intereses, de su nivel cultural y de su manera de pensar. Así, las cartas del severo Leopold son hijas de un individuo con una apreciable cultura y una personalidad racional, obsesionada con el dato preciso -−son antológicos sus cálculos sobre diversos aspectos de la vida londinense —y enormemente preocupado por las cuestiones económicas. En contraste, los escritos de Wolfgang revelan una personalidad creativa y sensible, no exenta de altibajos emocionales, y, salvo excepciones, resultan espontáneas y sinceras (lo que, en ocasiones, se traduce en una organización algo desordenada de los textos). Por su parte, en las misivas de Anna Maria Mozart, mucho menos numerosas, se refleja una personalidad prudente y discreta y un nivel cultural más limitado. Similar discreción se encuentra en las epístolas de Nannerl, más dispuesta que Wolfgang a aceptar los mandatos del padre, pero, al mismo tiempo, orgullosa de sí misma y consciente de su valía como artista. Las cartas de Constanze, por último, manifiestan el sincero amor que la cantante profesaba al compositor y, tras la desaparición de este, permiten descubrir a una mujer con fuerte personalidad, hábil negociadora, que no se arredra ante los envites de los editores y se muestra capaz de defender con tesón el legado de su marido, así como sus propios derechos y los de sus hijos.”

(Imágenes—1- Mozart por Joseph Lange- 1789- 1790/2- Constance Mozart- por Joseph Lange- 1782- wikipedia/ 3- la familia Mozart- Johann Nepomuk della Croce- Salzburgo museo Mozart)

EL CONCIERTO DE ARANJUEZ

 


La “Fundación March” dedica estas semanas  un ciclo de conciertos titulado “Joaquín Rodrigo, una vida en música”.  Ya en 1940 Gerardo Diego saludó al “Concierto de Aranjuez” con estas palabras: “Este es el nombre que lleva esa nueva obra maestra, y todo lo que el título sugiere está latiendo desde la rítmica entrada hasta la cadencia final del rondó. Entre ambos tiempo extremos, aéreos, luminosos, de una alegría de regios jardines filtrando rayos de sol, el “largo” gime su nocturna melancolía, y caen — lentas o urgentes— las gotas de la guitarra como lágrimas de fuego.”

Joaquin Rodrigo, que no ve — recordaba Sopeña—, necesita sin embargo de su paisaje como punto de partida, un paisaje oído como tacto pero vivido como evocación cultural. El escoger Aranjuez no es capricho, ni literatura, sino destino. Oído como tacto: paisaje de mucho pájaro entre mucha agua. Vivido culturalmente: lo mejor de la España del siglo XVlll, con su neoclasicismo, sus tonadillas y su Scarlatti. Andalucismo madrileñista. Sobre esto, lo radical: una inspiración melódica sin fecha, sin arcaísmos, viva como fuente, discretamente honda, discretamente interior. Apoyado en la sabiduría técnica de Sáinz de la Maza, la guitarra puntea y rasguea pero para cantar: el mismo final de la cadencia es la gran victoria sobre el tópico. La forma de concierto aparece no como artificio: si por su época esta música está dentro de la corriente neorromántica, por su forma va más acá viniendo de más allá, de la mezcla de Bach y del italianismo.”

 

 

(Imágenes—1-  Amadeo Modigliani/ 2-Elliot Modovell)

ÁRBOLES DE MONDRIAN

 

 

“El caso Mondrian” se presentó los días pasados en reflexión virtual en la Fundación March de Madrid y a su vez el museo Reina Sofía dedica a Mondrian una importante exposición. Al nombre de Mondrian nos acercamos hasta sus árboles tan únicos y distintos y nos quedamos asombrados de sus ramas y  de sus raíces. A las raíces del árbol — recordaba Cirlot en su “Diccionario de símbolos” — corresponden los dragones y serpientes; al tronco, animales como el león, el unicornio y el ciervo, que expresan la idea de elevación, agresión y penetración. A la copa, aves y pájaros o cuerpos celestes. Y las correspondencias de color son : raíces, negro; tronco, blanco; copa, rojo. Pero Mondrian hace sus árboles propios: el árbol rojo, en 1908; el árbol azul, entre 1909 y 1910; el árbol gris, en 1911; el “manzano en flor”, en 1912.

 

 

El gran crítico de arte italiano, Renato Barilli, es uno de los estudiosos que ha querido comentar esta “serie del árbol” de Mondrian, “ una de las series más emocionantes de todo el arte contemporáneo por la regularidad — dice— y el carácter irresistible de progresión. En ella el artista desarrolla dos ciclos contiguos y sin embargo distintos: por una parte, el de la abstracción, en el sentido pleno de la palabra, según el cual se trata de simplificar y reducir el motivo de la naturaleza, y por otra parte, el ciclo de la concreción, que consiste en pasar a la ofensiva, en rehacer la realidad, en reestructurar la naturaleza.”

 

 

“El árbol rojo — dice Barilli— ofrece el dato sobresaliente  del desarrollo frondoso y explosivo del follaje que hace chasquear lazos, ojales, oleajes.”

 

“El árbol azul presenta una abstracción creciente, una estilización más elegante.”

 

 

“El árbol gris testimonia  el estadio en suspenso entre lo abstracto y lo concreto.”

Árboles de Mondrian, que pasan de la abstracción a la concreción. Siempre únicos. Siempre sorprendentes.

 

 

 

(Imågenes-— 1, – árbol rojo/ 2 – árbol azul /  3 – árbol gris/ 4 y  5 – Mondrian- árboles/  6 – Mondrian, pintado por Simon Maris- 1903)

WYNDHAM LEWIS Y EL «VORTICISMO»

Los «ismos» en literatura y en arte han ofrecido siempre sorprendentes Manifiestos.

El 20 de junio de 1914, en la Revista «Blast«, Wyndham Lewis – cuyas pinturas se exponen ahora en Madrid, en la Fundación March – definía el «vorticismo» de la forma siguiente:

«Nuestro vórtice está alimentado por vuestros adelantos, hombres: pollos burgueses. Nuestro vórtice está orgulloso de sus superficies pulidas. Nuestro vórtice no escuchará otra cosa que su danza desastrosa y sin relieves. Nuestro vórtice desea el ritmo inmóvil de su rapidez. Nuestro vórtice se arroja como un perro rabioso contra vuestra batahola impresionista. Nuestro vórtice es blanco y abstraído de su cadente rapidez. El vorticista está en el punto máximo de energías cuando más inmóvil está. El vorticista no es esclavo de la conmoción, sino su amo. El vorticista no sorbe la leche de la vida. Deja que la vida conozca su lugar en un universo vorticista. No existe el presente: existen el pasado y el futuro, y existe el arte. Todo momento que no sea débilmente relajado y regresivo, o – por otra parte – optimistamente soñador, es arte. «La Vida de veras», o presunta «Realidad», es una cuarta cantidad, hecha del pasado, del futuro y del arte. Nuestro vórtice desprecia e ignora este impuro presente«.

Firmado por Wyndham Lewis – pintor, novelista y crítico – este manifiesto quedó expresado, según recuerda con su precisa erudición Guillermo de Torre en su «Historia de las literaturas de vanguardia» (Visor), en una hoja tamaño sábana en el primer y único número de la revista «Blast«, donde colaboraban Ezra Pound, el escultor francés Gaudier- Brzeska, Ford Madox Ford, Rebeca West y T. S. Eliot, entre otros.

Precisamente a Eliot – como haría con Ezra Pound – dedicó Lewis uno de los retratos que ahora se exponen en Madrid. Empezó a pintar a Eliot en la primavera de 1949 y le comentó que deseaba que apareciese « con el cuerpo ligeramente inclinado…, como en una resignada anticipación de lo peor«. Cuando terminó Lewis el retrato, Eliot, sin decir nada, le pagó al pintor y escritor muchas más libras de lo convenido, y esa generosidad del gran poeta y dramaturgo permaneció sienmpre oculta, no mencionándose ni siquiera en sus cartas. Las relaciones entre Eliot y Lewis se extenderían  en el tiempo y algunos de los primeros poemas de T. S. Eliot aparecieron en «Blast«.

«Nosotros [los Vorticistas], -había dicho Ezra Pound en 1915 – no gozamos de los arreglos de formas y colores como elementos centrales del Arte, ya que estos arreglos solo son aspectos aislados que existen en la naturaleza. Pero nada existe verdaderamente aislado en la naturaleza. Los arreglos de formas y colores deben ser expresiones del creador, como los arreglos musicales de Mozart no son formas ni colores, sino expresiones«.

El «vorticismo» fue uno de los más efímeros ismos que nunca hayan existido. Parece haber significado una expresión puramente personal de Wyndham Lewis. Predicó una suerte de clasicismo. «Pero ¿cuál? – se pregunta Guillermo de Torre -. Si hubo un»vórtice«, un torbellino, fue, pues de confusión y no de decantaciones». Este movimiento artístico y literario comenzado hacia 1912 perdió vigencia después de 1920.

Ahora varias pinturas de Wyndham Lewis se exponen en Madrid hasta el 16 de mayo. Pinturas del hombre que dejó escrito en la revista «Blast«: «En Inglaterra, lo más cercano a un gran artista francés tradicional es un gran artista inglés revolucionario».

(Imágenes.–Wyndham Lewis: 1.-«Una batería bombardeada» (1919/ 2.-retrato de T. S. Eliot/ 3.-retrato de Ezra Pound/ 4.-Los vorticistas en el restaurante de la Torre Eiffel en 1915.-Tate.-gerrypinturavisual)

FRIEDRICH Y SUS DIBUJOS DEL PAISAJE

FRIEDRICH.-XVX.-ventana desde el estudio del pintor.-1805-06.-Art History Museum.-Viena«Se puede concebir para el paisaje como para la figura humana, una exaltación extrema de la belleza del trazo que es, tal vez, uno de los criterios más seguros para distinguir al dibujante mediocre del verdadero: éste respeta enteramente las proporciones, mientras que aquél, con frecuencia, las pisotea«. Esto escribe Carl Gustav Carus en su «Viaje a la isla de Rügen. Tras las huellas de Caspar David Friedrich» (Terra Incognita), un libro sobre el gran paisajista romántico alemán. «Tomemos la línea particular del horizonte marino, que sólo se puede dibujar como una recta aunque sea, en realidad, una curva; tomemos luego las líneas tenues de las lenguas de tierra que se adentran en el mar, o los débiles relieves de la costa al borde de las aguas. Sólo la atención más precisa, la mano más segura, la punta más afilada del lápiz y la superficie más intacta de la hoja de papel permiten reflejarlas con exactitud».

Ahora en Madrid se exponen en la Fundación March los dibujos de Friedrich sobre la naturaleza.

FRIEDRICH.-G.-En en Ryck en Greifswald con una vista de los molinos delante de la barrera de Steinbeck.-1822-1823.-elcultural.es

Friedrich.-B.-Casa de campo en ek bosque.-1797.-elcultural.es

FRIEDRICH.-C.-El Molino Real en el llano de Plauen.-1802-1803.-elcutlural. es

Car Gustav Carus, pintor, médico, psicólogo y filósofo, amigo de Goethe, autor en 1831 de sus «Nueve cartas sobre la pintura de paisaje«, fue también amigo de Caspar David Friedrich desde 1815 y bajo su inspiración pintó numerosos paisajes y visitó las montañas y lugares preferidos de Friedrich. El atractivo de la naturaleza, más aún que inducirle a copiarla, abría ante él una profunda visión interior. «Quise reflejar todo eso en unos bocetos en papel – confesaba-, pero apenas hube trazado una líneas, tiré mi carpeta a lo lejos, convencido de que cada trazo era una profanación de aquel fenómeno que me hacía vibrar de emoción«. El poderío y la fascinación del paisaje han transformado con frecuencia a los grandes artistas. El estado de ánimo se fundía en la lírica romántica con el horizonte y el horizonte del espíritu, con sus tonalidades del momento, daba la impresión de que se alargaba. Gombrich incluso ha hablado, al contemplar ciertas ondulaciones de las montañas de Friedrich, de su evocación de los paisajes chinos; Kenneth Clark reunió en «El arte del paisaje» (Seix Barral)  sus conferencias de «Slade Professor» en la Universidad de Oxford. «Estamos rodeados de cosas que no hemos hecho – dijo en una de sus lecciones – y que tienen una vida y una estructura diferente de la nuestra: árboles, flores, hierbas, ríos, montes, nubes. Durante siglos nos han inspirado curiosidad y temor. Han sido objeto de deleite. Las hemos vuelto a crear en nuestra imaginación para reflejar nuestros estados de ánimo. Y, ahora, pensamos en ellas como componentes de una idea que hemos llamado naturaleza».

FRIEDRICH.-WSC.-Resenbirge.-1835.-Hermitage.-San Petersburgo

(Imágenes:-1.-ventana desde el estudio del pintor.-1805-06.-Art History Museum.-Viena/2,3 y 4.- dibujos de paisajes de Friedrich en la exposición de la Fundación March.-elcultural.es/5.-paisaje de Friedrich 1835.-Hermitage)