(Imágenes.- 1-Michael Raedecker– 2009/ 2.- Alfred Eisenstaedt– 1965)
(Imágenes.- 1-Michael Raedecker– 2009/ 2.- Alfred Eisenstaedt– 1965)
«Como llegan las olas a playas pedregosas,
así nuestros minutos se precipitan a un fin
y cada uno sucede al que le ha precedido
en afanosa lucha por seguir adelante.
En el mar de la luz todos los nacimientos
buscan la madurez, donde está su corona;
contra su gloria luchan tortuosos eclipses
y a sus propios dones los desbarata el tiempo.
El tiempo que traspasa las flores juveniles
y va excavando surcos en la frente lozana;
y vive de exquisiteces de la mejor verdad
y todo lo que despunta su hoz lo agradece.
Pero contra ese tiempo esgrimiré mi estilo
y, sabiendo que es cruel, elogiaré tus méritos».
William Shakespeare.- Soneto LX
(Imágenes.- 1.-Nikolai Nikanorovich Dubovskoy– 1893/ 2.- Zdzislaw Bekinski/ 3.- Alexey Vasilevich Ganzen– 1914/ 4.- René Magritte- 1936)
«Al caer la tarde, absorto
tras el cristal, el niño mira
llover. La luz que se ha encendido
en un farol contrasta
la lluvia blanca con el aire oscuro.
La habitación a solas
la envuelve tibiamente,
y el visillo, velando
sobre el cristal, como una nube,
le susurra lunar encantamiento.
El colegio se aleja. Es ahora
la tregua, con el libro
de historias y de estampas
bajo la lámpara, la noche,
el sueño, las horas sin medida.
Vive en el seno de su fuerza tierna,
todavía sin deseo, sin memoria,
el niño, y sin presagio
que afuera el tiempo aguarda
con la vida, al acecho.
En su forma la perla ya se forma.»
Luis Cernuda.–«Niño tras un cristal»– «La realidad y el deseo» (1956)
(Imágenes.- 1.-Laura Mcphee/ 2.-Anatol Weclawski- news.o.pl)
Van y vienen las vidas ocultas por estas escaleras, retomando los escalones en caracol y pasando veloces ante los ventanales. Todas las vidas, las risas, las precipitaciones, las carreras, los pensamientos, todas las conversaciones y gestos que el humo se ha llevado, todos los zapatos y murmullos y aquellas confidencias que subieron y bajaron entre sofocos, los besos, los abrazos, los duelos, las separaciones, aquella tarde en que se reveló la increíble verdad, aquella mañana de la feliz noticia, ¡cómo bajaban raudas las puntas de los pies al decirla y cómo la barandilla sujetaba las emociones!, todas las paredes hablaban, todas las manchas de las paredes se abrían para escuchar, no, no era cierto todo aquello, no podía ser cierto, ¿ o sea que al primogénito le habían…? ¿ y entonces…?, entonces los cuchicheos, los dibujos de los peldaños habían oído ya toda clase de historias, y las historias, al subir y bajar, iban cambiando las versiones, las modificaban, cada uno contaba la sombra de su verdad y la cabeza de la verdad iba rodando boca abajo tropezando contra hierros de la escalera, y la verdad quedaba ya descabezada.
Así hablan las escaleras antiguas y las casas deshabitadas siempre que un escritor se acerca a verlas.
Texto : José Julio Perlado
(Imagen.- Pati Makowska .-abc.es)
«Mirad las personas que corren afanosas por las calles. No miran ni a derecha ni a izquierda, con gesto preocupado, los ojos fijos en el suelo como los perros. – explicaba Ionesco en una conferencia de 1961 refiriéndose al efecto rinoceronte, del que en alguna ocasión he hablado aquí -. Se lanzan hacia adelante, sin mirar ante sí, pues recorren maquinalmente el trayecto, conocido de antemano. En todas las grandes ciudades del mundo es lo mismo.
El hombre moderno, universal, es el hombre apurado, no tiene tiempo, es prisionero de la necesidad, no comprende que algo pueda no ser útil; no comprende tampoco que, en el fondo, lo útil puede ser un peso inútil, agobiante.
Si no se comprende la utilidad de lo inútil, la inutilidad de lo útil, no se comprende el arte. Y un país en donde no se comprende el arte es un país de esclavos o de robots, un país de gente desdichada, de gente que no ríe ni sonríe, un país sin espíritu; donde no hay humorismo, donde no hay risa, hay cólera y odio.
Porque esta gente atareada, ansiosa, que corre hacia una meta que no es humana o que no es más que un espejismo puede, súbitamente, al sonido de cualquier clarín, al llamado de cualquier loco o demonio, dejarse arrastrar por un fanatismo delirante, una rabia colectiva cualquiera, una histeria popular.
Las rinocerontitis más diversas, de derecha y de izquierda, constituyen las amenazas que pesan sobre la humanidad que no tiene tiempo de reflexionar, de recuperar su serenidad o su lucidez.»
(Imágenes.-1.-Arthur Siegel.-1930-metamuseum/2.-Rinoceronte- Francois-Xavier Lalanne– 1981/ 3.-Beata Bieniak/ 4.-Werner Bischof/ 5.-Andreas Feininger.-Nueva York 1950/ 6- Rhino- tapiz de Flandes – 1550- castillo Kronborg.-wikipedia.ru)
«No puedo recordar
su rostro
estaba de pie frente a mí en lo alto
al final de sus largas piernas separadas
veía
su cadenita de oro
su cenicienta levita
y su flaco cuello
del que quedaba prendida
una inerte corbata
fue el primero en enseñarnos
que el anca de una rana muerta
al ser pinchada con un alfiler
violentamente se contrae
él nos introdujo
a través de un microscopio dorado
en la vida íntima
de nuestro bisabuelo
el paramecio
nos vino
con un oscuro grano
y dijo: cornezuelo
instigado por él
en el décimo año de mi vida
fui padre
cuando tras una tensa espera
de una castaña sumergida en el agua
apareció un brote amarillo
y todo se puso a cantar
alrededor
en el segundo año de la guerra
mataron al de ciencias
los granujas de la historia
si es que fue al cielo –
quizá camine ahora
sobre largos rayos
vestidos con grises medias
con una enorme red
y una caja verde
alegremente bamboleándose a su espalda
pero si no se fue para allá arriba –
cuando en el sendero del bosque
encuentro un escarabajo encaramándose
a una pelotilla de arena
me acerco
me cuadro
y digo:
– buenos días señor profesor
permítame que le ayude –
lo transporto delicadamente
y me quedo mirando un rato
hasta que desaparece
en la oscura sala de profesores
al final del corredor de hojas».
Zbigniew Herbert.–«El profe de ciencias» -«Hermes, el perro y la estrella» (1957)
(Imágenes:- 1,.Leonid Yablonsky.-2.-Adolf de Meyer.-camino a través de un bosque de bambú.-1890/3.-Alfred Eisentaedt.-1969.-yqacus metrohosting.inf/4.-Jozsef Rippl- Ronai.-Museo d`Orsay/ 5.-Man Ray)
«Pensemos en el momento en que nos encontramos con una persona a la que nunca hemos visto – dice Tullio Pericoli en «El alma del rostro» (Siruela) -: es tan fuerte el deseo de averiguar, por su rostro, cómo es esa persona, si me es afín o no, qué carácter tiene, que casi la devoramos con los ojos. Por alguna rendija tratamos de entrar dentro de ella, para sacar algo de su interioridad, algo que está a mayor profundidad que su cara. Lo primero que querría saber, al encontrarme con otro rostro, es si la persona a la cual pertenece ese rostro me será amiga». Varias veces en Mi Siglo he hablado del rostro. Sobre todo de las palabras de Emmanuel Lévinas «el rostro es lo que no se puede matar, o, al menos, eso cuyo sentido consiste en decir: «No matarás». Ahora que tantos rostros se desprecian y destrozan bajo estampidos de matanzas incontroladas – rostros de adultos, rostros de niños -, esos mismos rostros y otros muchos nos interrogan sobre el valor de la dignidad.
«Yo miro siempre un rostro con interés –continúa Pericoli -. Lo interrogo y espero una respuesta. Una respuesta que sin embargo temo, porque en ese momento estoy poniendo en juego también mi rostro. Valéry dice que nuestro rostro nos es extraño. Pero ¿es exactamente así? Yo creo que, aunque no nos demos cuenta, siempre tenemos conciencia de nuestro rostro. Estamos siempre en relación con nuestro rostro y sabemos que es la primera imagen que ofrecemos a los demás. Es nuestro rostro el que nos obliga a ponernos en relación con los ojos fugitivos de un transeúnte».
El rostro ha sido siempre tema de precisos ensayos y de exposiciones. A veces, ese rostro reflejado en autorretratos de artistas, como sucede ahora con la muestra que está teniendo lugar en Copenhage. «Muchas veces, cuando cierro los ojos – escribió John Berger en «Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos» (Hermann Blume) -, se me aparecen unas caras. Lo más extraordinario en ellas es su claridad. Cada cara tiene la nitidez de un grabado. (…) La cara me mira de frente y, sin palabras, sólo con la expresión de los ojos, afirma la realidad de su existencia. Como si mi mirada hubiera gritado un nombre, y la cara, al devolvérmela, respondiera: «¡Presente!».
Ese «presente» en la actualidad de los rasgos es lo que Umberto Eco evoca al recordar que el rostro es el espejo del alma. En ocasiones, esos rasgos son tan reveladores que ellos amenazan con desvelarnos incluso la profesión del padre. En «De los espejos y otros ensayos«, Eco anota lo que Alejandre Dumas va dibujando en un rostro de «Los tres mosqueteros«: «Rostro largo y moreno; pómulos salientes, señal de astucia; músculos maxilares enormemente desarrollados, indicio por el que se reconoce infaliblemente al fanfarrón… ojos abiertos e inteligentes, nariz ganchuda, pero de línea elegante...»
Señales que van abriendo poco a poco el misterio del rostro y rostro que va mostrando poco a poco una actitud. Rostros entreabriendo secretos y secretos a los que puede acompañar la música.
(Imágenes:- 1.-Pierre Houcmant/ 2 y 3.-Andrzej Dragan/ 4.-Yousuf Karsh)
(video: The Cinematic Orchestra.-To Build a Home)