LOS DOS MÉTODOS DE ESCRITURA

Los tres elementos de la teoría de la novela que anotó Flaubert ya cuando era muy joven son: el escritor se sirve sin escrúpulos de toda la realidad; el escritor debe tener una ambición totalizadora; y tres: la novela debe mostrar, no juzgar. La célebre novela que Flaubert escribió fue compuesta durante cuatro años, siete meses y once días; contenía 208 cambios añadidos o modificados a la edición original; se conservan en la Biblioteca Municipal de Rouen, 46 hojas grandes con el ”plan” o escenario de la obra (argumento, caracteres de los personajes, división en capítulos…) — algo extremadamente importante en el trabajo de este autor —, 1.788 hojas de borradores escritas por ambas caras y llenas de anotaciones, tachaduras y agregados, y 487 hojas, que constituyen el manuscrito definitivo.

Vargas Llosa, en el estudio pormenorizado que hizo del proceso creador de este libro, resalta la importancia de ese “plan” premeditado del escritor, que al parecer trabajaba con dos páginas en blanco, una al lado de la otra. En la primera, escribe con letra pequeña y dejando grandes márgenes, la primera versión de cada episodio. Luego pasa a la siguiente página y avanza muy despacio. Un buen día de trabajo puede significar media página definitiva, pero hay jornadas dedicadas a componer una sola frase. (Se llega al estilo — confesaba el autor en una de sus cartas — con un trabajo atroz)

De todos modos, lo importante y lo que regula todo en Flaubert es el”plan”: saber a dónde se va. ”Un libro — decía— es una manera especial de vivir en un medio dado.” Pero este escritor, como señala Vargas Llosa, no es únicamente alguien preocupado exclusivamente con el lenguaje. Es el orden del relato, la organización del tiempo, la gradación de los efectos, la ocultación o exhibición de datos.

Es una manera, en el fondo, de escribir y es esencialmente un método. Otros, en cambio, prefieren otro método distinto: rechazan cualquier ”plan” y salen a la aventura de descubrir un mundo página a página, sorprendiéndose ante lo desconocido.

(Imagen — Lisbeth Zwerger)

UN LIBRO SOBRE NADA

 


“Me gustaría escribir un libro sobre nada — decía Flaubert —, un libro que no hiciera referencia a nada fuera de sí mismo, que se sostenga por sí solo mediante la fuerza interna de su estilo, del mismo modo que la Tierra se sostiene sola en el espacio, un libro que careciera de tema  o, en cualquier caso, de uno que apenas fuera perceptible.  No hay temas buenos ni malos, y uno casi podría convertir en un axioma  el que no hay ninguno desde el punto de vista del arte puro, siendo el estilo solo una forma absoluta de mirar las cosas.”

(Imagen – Susan Ritcher Knox)

DOS PÁGINAS EN BLANCO

 


Cada obra de ficción tiene su ritmo, sus curiosidades y sus métodos. Todos los métodos son válidos. Hay autores que inician una novela sin tener un plan previsto, guiados  sólo por la iluminación de un instante, y otros que por el contrario, necesitan imperiosamente un esquema completo, detallado y minucioso de cuanto escribirán después. Vargas Llosa al hablar de Flaubert recordaba la costumbre de sus dos páginas en blanco. “ Trabaja —dice—con dos páginas en blanco, una al lado de la otra. En la primera escribe — con letra pequeña, dejando grandes márgenes — la primera versión del episodio, sin duda muy deprisa, desarrollando las ideas tal como brotan, sin preocuparse demasiado de la forma. Así, borronea algunas cuartillas. Entonces, retorna al principio  y comienza la corrección meticulosa, lentísima, frase por frase, palabra por palabra. La página se va cubriendo de tachaduras, añadidos, repeticiones, capas superpuestas de palabras que llegan a hacerla incomprensible. Entonces, pasa en limpio esa misma página en la que hasta ahora no ha tocado. Avanza muy despacio y en esta nueva versión es sometida a la prueba del oído. Su convicción es la siguiente: una frase está lograda  cuando es musicalmente perfecta. Por eso cuando una frase le parece  más o menos concluida  la lee en voz alta, la interpreta, subiendo mucho el tono, paseando por la habitación y gesticulando como un actor. Si no “suena” bien, si no es melodiosa y envolvente, no es correcta, las palabras no son las justas, la “idea” no ha sido cabalmente expresada. Así se van acumulando las hojas por parejas. Un buen día  de trabajo puede significar media página definitiva; pero hay jornadas  dedicadas a  componer una sola frase. Se trata de una auténtica guerra de cinco años para culminar una novela.”

 

Son métodos, maneras y modos de escribir distintos. Todos válidos. A veces será útil  emplear dos páginas en blanco. A veces ninguna. En la Biblioteca Municipal de Rouen se conserva todo ese trabajo de Flaubert;  46 hojas grandes de “escenarios”y el “plan” del libro: argumento, caracteres de los personajes, división en capítulos, etc, y 1.788 hojas de borradores, escritas por ambas caras y sembradas de anotaciones en los márgenes, de tachaduras y agregados, y al fin, 487 hojas que constituyen el manuscrito definitivo.”

 

( Imágenes— 1-manos de Arthur Miller escribiendo – foto Inge Morath/ 2-manuscrito de “Tierra baldía” de Eliot/ 3- manos de H G Wells trabajando en Londres 1939)

ENTRANDO EN LOS PERSONAJES

 

 

“Puede que sólo conozcas el aspecto exterior de tus personajes y no su esencia – decía Anne Lamott, una novelista norteamericana. – No te preocupes. Se te revelarán más elementos con el paso del tiempo . Mientras tanto, ¿ puedes ver qué aspecto tienen tus personajes? ¿Qué primera impresión causan? ¿ Qué es lo que más le importa a cada uno de ellos, lo que más ansían en el mundo?  ¿ Qué secretos tienen? ¿ Cómo se  mueven, cómo huelen? Todo el mundo camina como un anuncio  de lo que es; así pues, ¿quién es esta persona? Muéstranoslo…

 

 

Algo que también debes preguntarte es qué postura tienen, qué llevan en los bolsillos o bolsos, qué pasa en sus rostros y en su postura cuando piensan, o cuando están aburridos o cuando tienen miedo. ¿A quién habrían votado en las últimas elecciones? ¿Por qué tendrían que importarnos?  ¿ Qué sería lo primero que dejarían de hacer si descubriesen que les quedan seis meses de vida? ¿Volverían a fumar?  ¿Seguirían limpiándose los dientes con hilo dental? “.

Richard Cohen incluye estas preguntas en su obra “Cómo piensan los escritores”, pero los personajes – y su interior, además de su apariencia exterior que suele estar llena de  detalles – siempre han sido un enigma. .¿Cómo darles entonces verosimilitud?

Estas cuestiones han preocupado lógicamente a los novelistas. Hay muy diversas opiniones: Jane Austen decía que no había que presentar cuadros perfectos;  Charlotte Brontë, Stevenson o Flaubert, que no había que hacer retratos;  Henry James reconocía que el novelista siempre está obsesionado con sus personajes; Virginia Woolf declaraba que todas las novelas  se ocupaban del carácter del personaje,  y Dickens, para dibujar con perfección en “Olivier Twist’  a un personaje que representaba a un magistrado “ cuya rudeza e insolencia – decía –  marcaban su personalidad”, procuró introducirse en un despacho de Hatton- garden para observar y luego describir con exactitud todos sus modales.

 

 

Imágenes – 1 y 2 – George Segal – 1964- museum Washington / 3- Erich Hartmann – 1976)

 

LOS CUADERNOS DE PIERRE MICHON

 

 

“El cuaderno de notas para mí – confesaba Pierre Michon – lo es todo: es un cajón de sastre. Lo mismo hay en él notas orientativas, citas, fragmentos de cosas vistas o leídas que frases redactadas, cadencias, metáforas… Son ideas, pero que suelen limitarse en general a una palabra o a una simple expresion. Es un recordatorio, un conjunto de recursos de los que se deja constancia de forma nemotécnica. Tengo esos cuadernos al alcance de la mano cuando escribo y los hojeo con frecuencia mientras trabajo, y, al hojearlos, voy pescando en ellos lo que puede alimentar mi redacción. Es una reserva. Es eso que en los cuadernos de Flaubert se dice al principio “provisional”, pero con la diferencia de que para mí el cuaderno puede desempeñar también un papel de activación. Lo que anoto en el cuaderno durante el propio período de redacción puede servirme al día siguiente para volver a arrancar gracias a una acometida o a una idea que estaba allí sin saberlo.

 

 

Las hojas sueltas las pierdo. De hecho, lo de tomar notas puede ser completamente  ocasional: muchas veces tomo notas según se me ocurren, en donde sea, y a veces en hojas sueltas, pero me esfuerzo en pasarlas a un cuaderno para tener la seguridad de poder localizarlas llegado el momento. La fuerza del cuaderno reside en su estabilidad física. La posibilidad  de reunir en él cosas heterogéneas que tienden a un mismo proyecto (…) El cuaderno permite la salvaguarda material de las notas, el almacenamiento de ideas: es una zona activa (…) Hojear un cuaderno es consultarlo en desorden, dejar una oportunidad  a las interconexiones nuevas que surgirán de la consulta  de unas  cuantas páginas abiertas al azar. Voy al cuaderno para espigar cosas de inestimable valor para la escritura, pero como un inventor, como el que descubre tesoros, sin intentar conocer el inventario exacto de las riquezas que he depositado en él. Es algo así como una cueva de Alí Babá que la mayoría de las veces visito sin determinación alguna”.

 

 

(Imágenes- 1- Irene Nemirovsky /2- Brígida Baltar / 3- Alejandra Laviada)

GOYTISOLO

 

 

«Mis difuntos -decía Juan Goytisolo – son los escritores que han sobrevivido a lo largo del tiempo. Dentro de la literatura española los que han influido indirectamente en mis libros, Góngora en»Don Julián», Cervantes siempre, San Juan de la Cruz en «Virtudes de un pájaro solitario». Blanco White fue fundamental para mí. Cuando empecé a leer su obra inglesa mientras traducía tenía la impresión que lo que escribía no era una traducción, que lo estaba escribiendo yo. Las críticas que hacía a la España de su tiempo eran las que podía yo hacer a la España de mi tiempo. Era casi un ejercicio de creación. Su voz era mi voz. Y de fuera yo diría  que han sido mis últimas relecturas, autores que han sido siempre muy cercanos, Diderot, Tolstoi, Flaubert, relecturas completas de la obra de cada uno. Además de un largo catálogo de novelistas y poetas del siglo XX. Pero sigo leyendo también las obras de gente joven y estoy muy abierto a ellos. Mi vida es lectura y escritura y luego viajar o pasear.

Yo he pensado siempre que es mucho más interesante la mirada desde la periferia al centro que del centro a la periferia. Siempre he procurado evitar situarme en la escena literaria y contemplarla al revés, desde una marginación asumida. La literatura es el territorio de la vida como nos enseña Cervantes en «El Quijote» y Sherezade en «Las mil y una noches»; creo que el escritor nunca debe dar respuestas al lector sino plantearle nuevas dudas».

 

En recuerdo de Juan Goytisolo, que acaba de morir.

Descanse en paz.

 

 

(Imágenes.-1.- Juan Goytisolo – foto Javier Cotera – El Mundo/ 2- campos de Níjar – triosdvisor)

IMITAR Y CREAR

escritores-vvghh- Proust- Tullio Pericoli

 

Hay una etapa en la creación en la que es obligatoria una actitud mimética. La mayoría de los grandes escritores han pasado por esa fase”, ha querido recordar el poeta y filólogo Luis Alberto de Cuenca, y el  director de la Real Academia Española, José Manuel Blecuaha completado: “Un escritor se hace con la lectura”.

El escritor empieza imitando, se sintetizó en unas recientes declaraciones. Ello es cierto. Pero el imitar y el crear a la vez se ha logrado también en figuras memorables de las letras. En 1908 Proust decide comentar un acontecimiento a través de una serie de «pastiches» o parodias. Se trataba de que un ingeniero francés, Lemoine, había hecho creer a Sir Julius Wernher, presidente de de la De Beers, que él podría fabricar diamantes, y ese escándalo estalla a principios de 1908. Marcel Proust publicará en «Le Figaro» una serie de parodias  glosando lo ocurrido como  si lo escribieran y describieran (es decir, «a la manera de»)  Balzac, Flaubert, Sainte-Beuve, Goncourt o Michelet entre otros. En un volumen, publicado en 1919, añadirá  Saint Simon, y quedarán inéditas las versiones correspondientes a Chateaubriand, Maeterlink y Ruskin.

 

Proust-innh- el mundo de Marcel Proust- larousse fr

 

El mayor especialista en la obra de Proust, como es Jean-Yves Tadié, destaca que lo que se propone el gran escritor francés es, acercándose a los rasgos dominantes y recurrentes de los autores citados, ejercer una doble crítica: analítica (bajo la forma de ensayo) y sintética ( bajo la forma de parodia). Proust se adapta al ritmo del autor imitado, incluso cuando se trata de su propio estilo. Cuando Proust publica estos textos en el periódico son elogiados por los entendidos en la materia, que admiran la maestría en un arte menos fácil de lo que parece, pues la inteligencia de Proust se une a la invención y se hermanan el talento y el genio.

 

 

escritores.-9jbbn.-Marcel Proust.-colección Martinie

 

Este género de la imitación – y a la vez de la creación – tendrá sus seguidores. Dos escritores franceses, Paul Reboux y Charles Muller, publicarán un volumen bajo el título «A la manera de…», pero será Proust quien quede absolutamente reconocido. Sus imitaciones-creaciones reunidas en «Parodias y misceláneas» (Alianza)  nos acercan a lo que hubieran escrito Balzac o Michelet en parecidas circunstancias. Proust recibe los elogios a sus parodias definiéndolas como «un ejercicio fácil y vulgar» y cuando alguno de sus amigos le expresa su admiración ante tal técnica literaria el escritor francés responde que en el fondo, con esas parodias, lo que ha querido de algún modo es enviar unas cartas de despedida a sus maestros antes de iniciar él su obra original. Tal obra será «A la busca del tiempo perdido».

 

 

(Imágenes.- 1- Marcel Proust- por Tullio Pericoli/ 2.-El mundo de Marcel Proust- larousse.fr/ 3.-Marcel Proust- foto H. Martinie)

 

APRENDIZ DE ESCRITOR

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«Cuando me sentaba al borde del camino – solía recordar Stevenson sobre sus inicios literarios -, o bien leía, o bien sacaba un lápiz y cuadernillo barato donde apuntaba los rasgos de la escena o improvisaba algunas estrofas dubitativas. Así vivía yo con las palabras. (…) Había hecho el voto de aprender a escribir. (…) Siempre que leía un libro o  un párrafo que me complacía especialmente, donde se decía una cosa o se presentaba un efecto con propiedad, donde se agazapaba una fuerza evidente o un feliz rasgo de estilo, tenía que sentarme enseguida y ponerme a imitar aquello. Claro que no lo conseguía, y yo lo sabía bien. Lo intentaba, una y otra vez, y volvía a fallar una y otra vez. Pero en todos estos intentos vanos, logré al menos adquirir cierta práctica en el ritmo, la armonía, la construcción y la

escribir-vcdd-Antanas Zmuidznavicius-mil novecientos seis

coordinación de las partes. Así he copiado con diligencia a Hazlitt, Lamb, Wordsworth, Sir Thomas Browne, Defoe, Hawthorne, Montaigne, Baudelaire y Obermann. (…) Esto, nos guste o no, es la forma en que aprendí a escribir y si le he sacado provecho como si no, así ha sido. También fue esa la forma en que aprendió Keats, y nunca hubo un temperamento más adecuado a la literatura que el de Keats; así ha sido seguramente – nos daríamos cuenta si pudiéramos comprobarlo – como han aprendido todos; y por ese motivo, cada vez que hay un revival literario va acompañado o anunciado por una mirada retrospectiva a los

escribir- ghbbn- Georg Friedrich Kersting.- mil ochocientos once

modelos anteriores (…) Hasta Shakespeare mismo, el imperial, procede de una escuela. Sí, de una escuela de la que – cabe esperar – salen buenos escritores; de una escuela que, casi de modo invariable, produce buenos escritores, salvo alguna excepción. Antes de que pueda decir qué cadencias prefiere, el alumno debe probar todas las que existen; antes de elegir y mantener una clave que se ajuste a él, tiene que haber practicado toda la escala literaria; y sólo tras muchos años haciendo este tipo de gimnasia podrá sentarse al fin, mientras llegan legiones de palabras zumbando a su llamada y docenas de estructuras de la frase se le ofrecen simultáneamente para que escoja. Y entonces, sabiendo lo que quiere hacer y dentro de los estrechos límites de la capacidad humana, podrá hacerlo.»

Proust-cvt-Gustave Caillebotte.-probable ambiente del Combray de Proust

Estas palabras de Stevenson en sus «Ensayos sobre literatura» (Páginas de Espuma) nos llevan a los primeros escritos del Flaubert muy joven, comentados por Menene Gras en «Aprendiz de escritor» (Tusquets) cuando se pregunta «¿de dónde procede a su vez esta admiración por Lord Byron, Corneille y más tarde Rabelais, a quienes dirige grandes elogios y agradece por su genialidad? ¿Acaso ya empieza a creer en el nacimiento de su vocación al sentir el deseo de inspirarse en ellos y la tentación de imitarlos?«. E igualmente nos traslada hasta los excelentes «pastiches» – «Parodias y miscelánea» (Alianza) – que Proust publicaría en febrero y marzo de 1908 en Le Figaro, «ejercicios de estilo a la manera de» Balzac, Sainte- Beuve, Goncourt, Flaubert, Michelet y otros en donde Proust adapta su ritmo interior al ritmo del autor imitado, preparándose y adquiriendo formas diversas que culminarán muy pocos años después en «A la busca del tiempo perdido«.

(Imágenes.- 1.-Stevenson/ 2.-Antanas Zmuidzinavicius– 1909–ldm.it/3.-Georg Friedrich Kersting./4.- Gustave Caillebotte– probable ambiente del Combray de Proust.-wikipedia)

CARTAS A FELICE

escritores.-7nhh-Franz Kafka

«Estimada señorita – le escribe Kafka a Felice Bauer el 28 de septiembre de 1912 -, disculpe que no le escriba a máquina, pero tengo tanto que escribirle, la máquina está ahí fuera, en el pasillo, y además esta carta me parece tan apremiante (….)»

Era la segunda carta que le escribía tras haberla conocido apenas un mes antes, el 13 de agosto. Kafka tenía entonces 29 años, Felice 25. En alguna ocasión he hablado aquí de las «Cartas a Felice», sobre todo cuando él le pregunta a ella sobre alguna explicación para «La condena«, relato al que el escritor aún no le había encontrado sentido.

Kafka-dscc-Carta a Felice Bauer-xlibris.de

(…) «mi lamentable carta – prosigue Kafka ese día de septiembre – tuvo que pasar por todo antes de ser escrita. Ahora que la puerta entre nosotros empieza a moverse, o al menos tenemos en la mano el picaporte, puedo decirlo, si no es que tengo que decirlo. ¡Qué estados de ánimo se adueñan de mí, señorita! Una lluvia de nerviosismo cae sobre mí de forma ininterrrumpida. Lo que quiero ahora, no lo quiero al momento siguiente. Cuando llego a lo alto de la escalera, sigo sin saber en qué estado estaré cuando entre en el piso. Tengo que amontonar inseguridades dentro

Portrait of Franz Kafka and Felice Bauer

de mí antes  de que se conviertan en una pequeña seguridad o en una carta. ¡Cuántas veces – por no exagerar, diré que 10 noches – he compuesto aquella primera carta antes de irme a dormir! Uno de mis padecimientos es que no puedo escribir de un tirón nada de lo que antes he compuesto ordenadamente. Mi memoria es muy mala, pero ni la mejor de las memorias podría ayudarme a escribir con precisión aunque sólo fuera un pequeño fragmento previamente pensado y anotado, porque dentro de cada frase hay transiciones que han de quedar pendientes al escribirlas. Cuando me siento a escribir la frase que anoté, no veo más que migajas dispersas, no veo ni entre ellas ni más allá de ellas, y tendría que tirar la pluma si eso diera respuesta a mi tibieza (…)

Kafka-uhhb-Kafka en mil novecientos seis-wikipedia

Pero por este camino no voy a ninguna parte. No hago más que hablar de mi carta anterior en vez de escribirle lo mucho que tengo que escribirle. Le ruego que observe de dónde procede la importancia que esa carta tuvo para mí. Procede de que usted me la ha contestado con esta otra que tengo a mi lado, que me causa una tonta alegría y sobre la que ahora pongo la mano para sentir su posesión.

Kafka-rooh-Kafka en mil novecientos cinco- Imagano. Getty

¡Vuelva a escribirme pronto! No se tome ninguna molestia, una carta supone esfuerzo, se mire por donde se mire; escríbame un pequeño diario, eso es pedir menos y dar más. Naturalmente, tiene que escribirme en él más de lo que necesitaría para usted misma, porque no la conozco en absoluto. Así que tiene que reseñar cuándo va a la oficina, qué ha desayunado, adónde dan las vistas de la ventana de su despacho, qué clase de trabajo hace, cómo se llaman sus amigos y amigas…»

escritores.-Franz Kafka

Una carta insólita, asegura Reiner Stach, el gran biógrafo de Kafka. La califica como un escrito sobre la escritura.» Hacía pocos días –recuerda Stach– que su vida se había intensificado de manera vertiginosa, sólo desde hacía pocos días se había dado cuenta de que la intensidad anhelada durante tanto tiempo se había hecho realidad, y podía retenerla. Y por eso no hablaba de otra cosa que de la intensidad de la escritura, y por eso no podía escribir de otro modo (…) Era muy fuerte pedir a alguien un diario, y por tanto las comunicaciones más personales que podía imaginar… alegando que no se le conocía (…) Por el momento sabía que tenía que esperar. Pero cuando, a las dos o las tres de la mañana, se tumbaba en la cama después del trabajo felizmente devorador en «El fogonero«, podía ocurrir que su cerebro empezara a redactar imaginariamente interminables cartas, martilleando hasta el amanecer comienzos nuevos.»

escritores.- rrguu.- Kafka con su hermana Ottla.- foto Deutsches Literaturarchiv

Ahora que parece que estamos en tiempos de la casi desaparición de la carta, como ya escribí aquí, esta nueva edición de las «Cartas a Felice» supone repasar una correspondencia esencial para entender los avatares de una vida, correspondencia que, por su interés, atrajo el luminoso ensayo de Elias Canetti, «El otro proceso de Kafka» (Alianza). «Yo leí esas cartas – decía Canetticon una emoción que desde hacía mucho no había experimentado en la lectura de una obra literaria. Esas cartas de un tormento que duró cinco años. Estas cartas forman ahora parte de esa serie de insignes memorias, autobiografías y epistolarios de los que se nutría el propio Kafka. Él, cuya máxima cualidad era el respeto, no recelaba en leer y releer las cartas de Kleist, de Flaubert, de Hebbel.«

(Imágenes.-1.- Franz Kafka/ 2.-carta a Felice Bauer-xlibris/3.- Kafka y Felice Bauer- foto Corbis-the guardian/4.- Kafka en 1906.-wikipedia/5.-Franz Kafka en 1905.-imagano- getty/6.-Franz Kafka/ 7.-Kafka con su hermana Otta-foto deutsches-literaturarchiv)

PALABRAS

escribir.-422d.-Eduardo Gageiro.-Sophia de Mello Breyner Andresen.-1964

Un escritor – declaraba Elias Canetti  – sería alguien que otorga particular importancia a las palabras;: que se mueve entre ellas tan a gusto, o acaso más, que entre los seres humanos; que se entrega a ambos, aunque depositando más confianza en las palabras; que destrona a éstas de sus sitiales para entronizarlas luego con mayor aplomo; que las palpa e interroga; que las acaricia, lija, pule y pinta, y que después de todas estas libertades íntimas es incluso capaz de ocultarse por respeto a ellas. Y si bien a veces puede parecer un malhechor para con las palabras, lo cierto es que comete sus fechorías por amor.»

escribir.-52ss.-Nick Cave ´s.-manuscrito de palabras.-1984.-Centro de Bellas Artes de Melbourne

Estas frases de su discurso «La profesión de escritor«, recogidas en el volumen «La conciencia de las palabras» (Fondo de Cultura), nos adentran en el bosque de las palabras. Palabras grandes, palabras largas, palabras mentirosas, palabras que juzgan, palabras viejas, palabras de amor…

«La palabra que decimos- escribió Luis Rosales

viene de lejos,

y no tiene definición,

tiene argumento.

Cuando dices: «nunca»,

cuando dices; «bueno»,

estás contando tu historia

sin saberlo.»

escribir.-4rrv.-manuscritos.- Walter Benjamin.-notas para el proyecto de Pasajes de París.-Hatje Cantz.-2012Ignacio Bosque, que ha dirigido «Redes» el (Diccionario combinatorio del español contemporáneo) (SM) nos abre el mundo al hilo de las palabras, a través de ellas, en avalancha de palabras, descendiendo a persona de palabra, a balbucear palabras, a ver cómo una palabra cae como una bomba, a cómo caen en saco roto las palabras, a corroborar, a cruzar, a dar sentido a las palabras, a dejarse llevar por ellas, descifrarlas, empeñar la palabra, incumplir, improvisar, refrendar con una palabra, mascullar, tergiversar, extrapolar palabras, y tantas cosas más… La «palabrería» – como se apunta en otra voz de ese Diccionario – se hermana muchas veces con lo atropellado y confuso, con lo inconexo e inútil, con lo vacío y lo vano. Pero la palabra es otra cosa. Al misterio de la palabra pronunciada han acudido filósofos y poetas:

escribir.-44ioo  Flaubert.-manuscrito de Mandame Bovary

«El propósito de las palabras – evocaba Chuang – Tzu – es transmitir ideas.

Cuando las ideas se han comprendido, las palabras se olvidan.

¿Dónde puedo encontrar un hombre que haya olvidado las palabras?

Con ese hombre me gustaría hablar.»

escribir.-eoouv.-Life Writer.- 2006.-Christa Sommerer & Laurent Mignonneau

(Pequeño apunte en los 300 años que celebra La Real Academia Española de la Lengua)

(Imágenes.- 1.-  Eduardo Gageiro.- Sophia de Mello Breyner/ 2.-carnet de palabras.- 1984.- Centro de Arte de Melbourne/ 3.- notas para el proyecto de Pasajes de París de Walter Benjamin/ 4.- manuscrito de «Madame Bovary»/ 5.- Christa Sommerer & Laurent Mignonneau.- 2006)

SAN PETERSBURGO Y EL POETA

«Nací y crecí en la otra orilla del Báltico – decía Brodsky en su Discurso de aceptación del Premio Nobel -, o, por así decirlo, en su página opuesta, gris y movida por el viento. A veces, en un día claro, especialmente en otoño, desde alguna playa en Kellomäki, un amigo señalaba el norte, al otro lado de esa gran hoja de agua y me decía: ¿Ves aquella franja azul de tierra? Es Suecia«.

Son los poetas los que rodean a las ciudades. Las rodean con sus versos, las cantan con sus poemas. En el caso de Brodsky – al que más de una vez he aludido en Mi Siglo -, es San Petersburgo con sus imágenes sucesivas las que nos va llevando de Pushkin a Gogol, de Bieli a Dostoievski. Sobre el río Neva descansan imágenes fluidas, teatros, bailarinas, atardeceres, batallas.

Pasan al costado del río los Palacios,

Desciende la nieve,

Llamean los incendios,

Danzan las bailarinas,

Un cuarteto nos eleva a la música,

Estallan asesinatos,

Se preparan alineados los jinetes,

Se extienden los asedios,

Y un fotógrafo mientras tanto lo capta todo. Al menos intenta captar todo San Petersburgo. Bajo su paraguas  -contra el sol y  la lluvia – este fotógrafo en la esquina de la calle recoge las imágenes:

Resuena mientras tanto la sabiduría de Brodsky, las advertencias que nos da el poeta:

«Tengo la cereteza – dice – de que, para alguien familiarizado con la obra de Dickens, matar en nombre de una idea resulta un poco más problemático que para quien no ha leído nunca a Dickens. Y hablo precisamente de leer a Dickens, Sterne, Stendhal, Dostoievski, Flaubert, Balzac, Melville, Proust o Musil; es decir, hablo de literatrura, no de alfabetismo o educación. Una persona cultivada, tras leer algún tratado o folleto político, puede ser sin duda capaz de matar a un semejante y sentir incluso un rapto de convicción. Lenin era un persona culta, Stalin era una persona culta, Hitler también lo era; y Mao Zedong incluso escribía poesía. Sin embargo, el rasgo que todos estos hombres tenían en común consistía en que su lista de sentenciados a muerte era más larga que su lista de lecturas».

(Imágenes:-1.-el río Neva.-por Dubovskoy.-1898.-encspb. ru/ 2.- vista del Neva.-1810.-encspb.ru/ 3.-palacio Anichkov.-por Sadovnikov.-1862.-encspb.ru/4.- San Petersbugo.-acuarela por Bragants 1860-1862.-encspb.ru/5.- fuego en San Petersburgo en mayo 186.-encspb.ru/6.-Anna Paulova en el ballet «La Sílfide».-por serov.-encspb.tu/7.- cuarteto Vielporsky- por Rohrbach.- década 1840.-encspb.ru/ 8.- asesinato de Alejandro ll en marzo 1881.-por Rudneva.-encspb.ru/ 9.- jinetes en el puente Pevchesky.- 9 de enero 1905.-encspb.ru/10.-asedio de Leningrado.-encspb.ru/ 11.-fotógrafo KK Bulla.- 1853-1929.- estatua en la calle Malaya Sadovaya.-encspb.ru)

MEDICINA Y LITERATURA

«La profesión médica no me interesaba, pero me ofrecía la oportunidad de vivir en Londres, y de adquirir así la experiencia mundana que tanto deseaba tener – cuenta Somerset Maugham en «Recapitulación» (Plaza & Janés), evocando el recorrido de su vida -. Ingresé en el hospital de Santo Tomás en el otoño de 1892.(…) Allí estaba en contacto con todo lo que más deseaba conocer: la vida en toda su crudeza. En aquellos tres años tuve ocasión de ser testigo de todas las emociones de que es capaz un hombre. Ello excitaba en mí mi instinto dramático. Y hacía surgir al novelista que había en mí«. La vocación y la raíz de la literatura ha surgido algunas veces en contacto con la enfermedad y la medicina, y en ocasiones, como en el caso de la mexicana Bárbara Jacobs al contemplar el primer cadáver, empujó radicalmente el rumbo de una decisión, tal como conté ya en Mi Siglo. Muchos médicos han sido personajes de grandes novelas. Sólo basta poner el ejemplo de que de los 2.472 personajes de Balzac, 31 son médicos. Por otra parte, a lo largo de la Comedia Humana se aborda la tuberculosis, las fiebres pútridas, los envenenamientos, numerosas apoplejías y varias dolencias de corazón. La salud y sus carencias siempre han interesado a los grandes creadores. La falta de salud, lógicamente, ha despertado la atención de los escritores y la extension de las grandes pandemias por la Historia suscitaron descripciones numerosas, entre otras, en Bocaccio, Samuel Pepys, Defoe o Camus. Las enfermedades cercanas, al visitar puntualmente a quienes escribían, provocaron también revelaciones en su correspondencia.  Flaubert , por ejemplo, le dice a Louise Colet mientras compone Madame Bovary que su dolencia nerviosa le había causado alucinaciones y es a partir de 1853 cuando desea comentarle que ya han pasado las épocas de sus ataques nerviosos: «eran pérdidas seminales de la facultad pintoresca del cerebro – le confiesa el novelista -, cien mil imágenes que saltaban al mismo tiempo, como fuegos artificiales«.

Medicina y literatura han ido muchas veces hermanadas, como lo han hecho de algún modo también arte y enfermedad melancolía y música, comentadas igualmente aquí. Keats en sus Cartas, en los últimos años de su vida, consumido por una enfermedad mal atendida  – como cuenta Lord Houghton estudiando la correspondencia del poeta (Imán) -, reflexiona en 1820 sobre la relación que existe entre enfermedad y creación artística: «¡ de qué asombrosa manera el riesgo de abandonar este mundo hace que sus bellezas naturales se impriman en nosotros! (…) Pienso en los campos verdes; medito con el más grande cariño sobre cada flor que he conocido desde mi infancia; sus formas y colores son tan nuevos como si acabara de crearlas con una fantasía sobrehumana. Y eso ocurre porque están relacionadas con los momentos más irreflexivos y más felices de nuestra existencia. He visto flores exóticas en invernáculos, flores de la más grande belleza, pero no me importa nada de ellas. Las simples flores de nuestra primavera es lo que necesito ver otra vez».

Es la sensibilidad en la epidermis de la escritura, la evocación de la salud, el recuerdo de tantas alegrías pasadas.

(Imágenes: 1.- El boticario.-Pietro Longhi.-1752.- Galería de la Academia.-Venecia.-wikipedia/ 2. –Nora Heysen.- 1945.- f. feminine)

FLAUBERT, NOVEDAD Y CINE

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«Todo esto que se inventa es verdadero –le escribió Flaubert a Louise Colet antes de cumplirse los dos años de trabajo de Madame Bovary -. La poesía es una cosa tan precisa como la geometría». «Se llega al estilo con un trabajo atroz», le había dicho también el 15 de agosto de 1846. Y en diciembre de 1858, en otra carta dirigida a la señorita Leroyer de Chantepie había señalado: «Un libro nunca ha sido para mí más que una manera de vivir en un medio cualquiera. Esto explica mis dudas, mis angustias y mi lentitud».flaubert-capitulo-8-folio-151-los-comicios-agricolas

Estas dudas, estas angustias y esta lentitud las puede ahora consultar todo el mundo al verterse en la Red los manuscritos y borradores de Madame Bovary guardados hasta el momento en la Biblioteca de Rouen. Como recuerda el gran crítico Harry Levin, ( «El realismo francés«) (Laia), «entre el otoño de 1851 y la primavera de 1856 la tarea concentrada de Flaubert fue escribir Madame Bovary. Para quienes sostienen que la gestación del arte es más interesante que el producto acabado, ningún documento puede ser más fascinante que la correspondencia de Flaubert durante estos cuatro años y medio. Las vidas paralelas del autor y de la heroína, día a día, semana a semana, mes a mes, año a año, cargan a la novela con una notable tensión emocional. El esfuerzo imaginativo se vio reforzado por la documentación cuando Flaubert buscó el tono adecuado de las alucinaciones de Emma, sumergiendose en revistas femeninas. Importunando a su hermano con preguntas sobre cirugía y toxicología, consiguió los síntomas peculiares que su proyecto requería: «La agonía, precisos detalles médicos: por la mañana del veintitrés de nuevo una serie de vómitos…». Se familiarizó con las criaturas de su mente dibujando un plano de Yonville y disponiendo archivos de sus ciudadanos. Controló la trama – ¿o deberíamos decir calculó sus probabilidades? – elaborando y revisando cuidadosamente los guiones. El material embrionario para su novela comprendía unas 36oo páginas manuscritas».bovary-4

Estas páginas están ahora al alcance de todo el mundo. Vargas Llosa publicó un excelente estudio de esta novela en «La orgía perpetua» (Bruguera): («el único medio de soportar la existencia – había escrito Flaubert en otra carta – es aturdirse con la literatura como en una orgía perpetua«)  Tiempos y espacios, así como vicisitudes de personajes, le llevaron mucho esfuerzo. Un ejemplo de su trabajo está sin duda en la modernidad de su construcción novelesca. Levin destaca, entre otros, el capítulo 8 de la segunda parte – el episodio de los comicios agrícolas – en donde el novelista, dice, » construyó esta escena escribiendo diálogos continuos para los dos grupos de personajes, que luego descompuso y organizó de acuerdo con la disposición general que la situación requería.». Era una experiencia de narración simultánea del diálogo amoroso entrelazada con el devenir de la farsa electoral. Modernidad que, sobre el papel de la novela escrita, permanece casi completamente cinematográfica.

(Imágenes: estampas sobre «Madame Bovary» y manuscrito perteneciente al capítulo 8 de la segunda parte -los comicios agrícolas- folio 151.-Biblioteca de Rouen)

«ADRIANO» DE YOURCENAR

«Los dioses no estaban ya, y Cristo no estaba todavía, y de Cicerón a Marco Aurelio hubo un momento único en que el hombre estuvo solo». Esta frase de Flaubert que Marguerite Yourcenar leyó en 1927 fue uno de los desencadenantes de las «Memorias de Adriano«. «Gran parte de mi vida – dijo la novelista – transcurriría tratando de definir, y luego de pintar, a ese hombre solo y, por lo demás, unido a todo». Labor constante, transpiración perpetua. Cuando se imparten cursos de creación siempre se divide en dos la gran esfera: por un lado, antes de nada, la inspiración; por otro lado, después de todo, la realización, es decir, la disciplina, el quehacer, la tenacidad en encontrar soluciones a los inevitables  problemas; en resumen, la transpiración:  dedicación y  concentración.  99 % de talento, 99% de disciplina y 99% de trabajo, decía Faulkner. Muchos hallan de improviso la inspiración y muchos también abandonan o empobrecen la realización porque la disciplina les parece ardua y les supera.

La exposición «Adriano, imperio y conflicto«, abierta en el British Museum de Londres hasta el 26 de octubre, nos lleva otra vez a esta enigmática figura a la que Yourcenar hizo hablar, creando unas Memorias inventadas, y alcanzando con ellas una cumbre en la novela histórica. Seguir el rastro de la transpiración de la escritora es algo apasionante por los vericuetos que nos presenta, por los atajos que recorre, por los logros que consigue. «Este libro tiene una larga historia – dirá ella en 1951, en una de sus Cartas -. Lo empecé hará más de veinte años, en una época de la vida en que aún se padecen ciertas suficiencias, ciertas imprudencias… Lo volví a coger en 1936, dándole su forma actual, las memorias de un hombre que hace un repaso de su vida desde la perspectiva de su próxima muerte. Pero no escribí más de quince páginas. Aún no estaba lo bastante madura, en aquella época, para llevar a cabo este proyecto tan amplio».

En febrero de 1949 reemprende la redacción de «Adriano» donde la interrumpió en 1937. Tiene que tomar el tren para Chicago, luego para Santa Fe, en Nuevo México, y durante un viaje de dos días escribe sin parar. «Me llevaba las hojas en blanco conmigo para empezar de nuevo ese libro, como un nadador que se tira al agua sin saber siquiera si alcanzará la orilla. Hasta muy tarde en la noche, trabajaba en él entre Nueva York y Chicago, encerrada en mi coche-cama. Y todo el día siguiente, en el restaurante de una estación de Chicago, donde esperaba a un tren bloqueado por una tempestad de nieve. Luego, de nuevo hasta el alba, sola en el coche de observación del expreso de Santa Fe, rodeada por las grupas negras de las montañas del Colorado y por el eterno dibujo de los astros. Los pasajes sobre la comida, el amor, el sueño y el conocimiento del hombre fueron escritos así de una sola tirada. No recuerdo haber vivido día más ardiente ni noches más lúcidas». Esta es la transpiración de Yourcenar como transpiración era el escribir de pie de Hemingway, creando sobre la superficie de un atril a causa de sus problemas de espalda o transpiración era la de Thomas Mann, viajando también en tren a Chicago y escribiendo allí, en el mismo vagón,  el capítulo catorce de Doktor Faustus.

Toda profesión humana lleva consigo un esfuerzo y él arrastra consigo un natural cansancio. La creación es un quehacer más. En el caso de las Memorias de Adriano (Pocket Edhasa), los Cuadernos de Notas de la autora reflejan parte de esa constancia y de esa paciente elaboración. «Solía escribir en griego durante una o dos horas – confiesa – antes de ponerme a trabajar, para acercarme más a Adriano«. O también:  «Había tomado la costumbre, cada noche, de escribir de manera casi automática el resultado de esas largas visiones provocadas donde yo me instalaba en  la intimidad de otros tiempos». Y en otras ocasiones al no trabajar: «Hundimiento en la desesperación de un escritor que no escribe». Al fin su personal hallazgo, el tono esencial:    «Retrato de una voz. Si decidí escribir estas Memorias de Adriano en primera persona, fue para evitar en lo posible cualquier intermediario, inclusive yo misma. Adriano podía hablar de su vida con más firmeza y más sutileza que yo».

Tal fue la transpiración de Marguerite Yourcenar – como la de tantos otros seres humanos. Fue la transpiración, el tesón, la elaboración constante de esta autora, aquella que firmó una gran definición: «Una de las mejores maneras de reconstituir el pensamiento de un hombre es reconstituir su biblioteca».

(Imágenes: Adriano.-Museo Bitánico/ Marguerite Yourcenar)