VIAJES POR EL MUNDO (33) : DESCUBRIMIENTO DE LAS ISLAS

 

 

“Las islas  pueden clasificarse de muchas maneras: según la distancia que las separa de la tierra firme, según el canal ( a veces todo un mar)  y la posibilidad de atravesarlo a remo. Se distinguen —dice el yugoslavo Predrag Matvejevic en su “Breviario mediterráneo” — por el aspecto o la impresión que provocan: unas parece que flotan o se hunden, otras se diría que están ancladas o petrificadas. Unas no son más que restos de tierra firme, informes e inacabadas; otras se separaron a tiempo y llegaron a ser independientes, más o menos autosuficientes. A las islas se les atribuyen rasgos y estados de ánimo humanos: también son solitarias, silenciosas, sedientas, abandonadas, desconocidas, malditas, a veces afortunadas o bienaventuradas. Junto a las islas los que más olvidados están son los escollos, sobre todo los que carecen de agua potable: si no se incorporan a un archipiélago conocido, pierden  su identidad en la jerarquía de la costa, quedan para siempre apóstatas, célibes, anacoretas. Las rocas que sobresalen en los bordes de las islas han suscitado  cuentos de horror y de espectros: en el Mediterráneo se cree en los cuentos, tal vez más que en otras partes.

 

 

Las islas se convierten a menudo en lugares de recogimiento o paz, arrepentimiento o expiación, exilio o encarcelamiento: por eso cuentan con tantos monasterios, cárceles y asilos. Hasta las islas más afortunadas, como la Atlántida, se hundieron con sus ciudades y puertos. El rasgo común de la mayor parte de las islas es la espera.  Hasta las más pequeñas entre ellas esperan por lo menos la llegada de un barco, las noticias que éste trae, un acontecimiento.  Los isleños tienen tal vez  más tiempo para esperar que los demás: la espera es lo que marca su tiempo. Antaño, los difuntos se enterraban en islas de las que la leyenda decía  que estaban fuera del tiempo. El pasado glorioso y la vanidad que de él provenía hacían que las islas más grandes y más poderosas compitieran con el continente, se midieran incluso con su propia época. No se pueden determinar con precisión las causas y las consecuencias de tales fenómenos en el Mediterráneo.”

 

 

(Imágenes—1- isla de Santorini/ 2- islas del mar Egeo/ 3-isla de la Palma – 2011- foto jjp)

MEDITERRÁNEO

mar.-ttuio.-Pierre Auguste Renoir.-1882

«Los habitantes del Mediterráneo hablan menos sobre las olas que sobre los vientos, quizá porque estos influyen más en sus estado de ánimo, incluso en su modo de hablar – escribe Pedrag Matvejevic en su «Breviario mediterráneo» (Destino)  que ya comenté aquí -. Las costas se prestan los vientos unas a otras, y no vacilan en cambiarles el nombre o la dirección. (…) Las corrientes marinas parecen ríos caudalosos: son obstinadas y silenciosas, indefinibles e incontenibles. (…) En nuestro mar, la pleamar y la bajamar no influyen particularmente en las corrientes. Aquí este fenómeno no cambia el escenario de la costa o el puerto, no determina el ritmo de los días y las noches, no es algo cotidiano.» El Mediterráneo va y viene entre pinturas,

mar.-iuun.-Odilon Redon

hallazgos y poesías. Si el escritor yugoslavo evoca la espuma del mar, el fenómeno de las nubes. los amaneceres y los crepúsculos, las grutas marinas, los golfos y los faros – tantas cosas que admiramos y contemplamos -, el gran historiador británico David Abulafia en su amplísimo y excelente libro «El gran mar» (Crítica) nos transporta ya desde el inicio por los nombres del mar : el «Mar de en medio» de los alemanes, «Nuestro Mar» de los romanos, el «mar Blanco» de los turcos, el «Gran Mar» de los judíos, el «Gran Verde» de los egipcios. Confiesa que no niega la importancia de los vientos y de las corrientes, pero le interesa poner en primer plano la experiencia humana de cruzar el Mediterráneo o de vivir en las ciudades portuarias y en las islas que dependían del mar para su existencia. Así las olas del mar, las orillas, el olor

mar.-t8juu.-Paul Signac.- Museo de la Anunciación.- Saint-Tropez

del alquitrán cerca de los astilleros, las redes o la pesca de las esponjas en Matvejevic se unen a los cinco Mediterráneos que recorre Abulafia desde el 22000 antes de Cristo al 2010 de nuestra era. Entre las corrientes marinas y las olas aparecen los intrusos que penetran en el mar, los mercaderes, los mercenarios, los misioneros, los héroes, y también los viajes innumerables por

mar.-rreevv.-Salvador Dalí.-bahía de Cadaqués.-1925

los caminos del mar. «Cada viaje tiene sus tiempos – escribía Ibn Yubair en el siglo Xll -, y el viaje por mar debe hacerse en su momento y en su época determinados.» Y citaba los versos de un poeta árabe que compendiaban todo; «el mar, amargo al paladar, es difícil.»

mar-ryuun-Claude Joseph Vernet.-Naufragio 1759.-Groeninge Museum .-Brujas

(Imágenes:- 1.- Pierre- Auguste Renoir.-1882/2.-Odilon Redon/ 3.-Paul Signac.-Saint Tropez/ 4.-Salvador Dalí.-bahía de Cadaqués.-1925/ 5.-Claude-Joseph Vernet..- Naufragio.-Groeninge Museum.-Brujas)