CREACIÓN Y ESCRITURA

 


“Entre creación y escritura hay interdependencia. En la mayoría de los casos la escritura  no es sólo la traducción simbólica de la creación  — anota Julio Ramón Ribeyro en su “Diario” —, sino que a su vez  opera sobre ella, hasta el punto de convertirla en una consecuencia de la escritura. Escribir no es un acto continuo. Generalmente va acompañado de largos intervalos de distracción durante los cuales se hacen dibujitos al margen del papel, se enciende un cigarrillo, se mira por la ventana, se piensa en cosas que nada tienen que ver con la literatura.  Por esta razón, si a las ocho de la mañana nos sentamos en nuestra mesa de trabajo y a las ocho de la noche hemos escrito una página, no puede decirse que hemos tardado doce horas en escribirla. Es necesario deducir de este tiempo todas las pausas iniciadas.

Pero  todas esas pausas han sido importantes porque ellas forman parte del tiempo de la creación. Creación y escritura son dos actos diferentes, entre los cuales no existe una relación de necesidad sino una relación convencional. La verdadera creación se efectúa al nivel de la inteligencia pura y la escritura no es sino el signo que la transporta al mundo sensible, le da fijeza y curso obligatorio. La escritura es el signo visible y universal de un proceso invisible y personal. Un creador no es forzosamente un escritor. Existen, sin duda, creadores incapaces de expresarse. Un gran creador es aquel que ha encontrado el correlato perceptible de su proceso interior.

 

Escribo porque el placer que me produce el acto de escribir es de una calidad tan especial que no puedo compararlo con ningún otro que pueda ofrecerme la vida (…) Lejos de mí sin embargo darle al acto de escribir un carácter sacral o religioso. Pero sí sostengo que escribir es una inmolación consciente y razonada que el escritor —el verdadero — hace de su tiempo, de su salud,  de sus intereses materiales, de su vida, en suma, para crear un orden de palabras que lo satisfaga. ¿ Qué es escribir si no inventar un autor a la medida de nuestro gusto?”

 

(Imágenes—1-manuscritos de Proust/ 2-Paul Serusier/ 3-Dulac- 1911- ilustración de los cuentos de Andersen)

 

SI LAS HABITACIONES HABLARAN

 

 

“¿Por qué existirán habitaciones que estrangularán en quien las habita toda tentativa de creación? — escribía en su “Diario” el peruano Julio Ramón Ribeyro en París, en 1961 —.Esta que tengo ahora en la Avenue des Gobelins es el nicho del ingenio: estrechísima, larga, oscura, amenazada por el bullicio de tanta carrocería. No se trata, sin embargo, de una habitación miserable (la sordidez a veces estimula la imaginación ) sino de una pieza donde se ve con demasiada evidencia la mano ecónoma del previsor e insoportable patrón de hotel parisino. Es lo que se puede llamar una habitación mezquina. No hay la posibilidad  de dejar correr el agua en el lavabo, ni la de conectar un tocadiscos porque los plomos estallan. No hay una repisa donde poner libros, ni un escondrijo donde sepultar la maleta para evitarnos la impresión de ser los eternos viajeros. Por el contrario, toda la configuración de la pieza parece destinada a recordarnos que somos pasajeros, que no tenemos la más remota esperanza de estabilidad y que debemos eliminar de nuestra imaginación el proyecto de establecer aquí nuestro domicilio. Si las habitaciones hablaran, ésta diría: “Extranjero, te consiento que duermas, pero vete lo más pronto que puedas y no dejes el menor recuerdo de tu persona. “

 

 

(Imágenes—1- Máxime van de Woestyne -1972/ 2-Carl Holsoe)

SENSACIONES EN UN TRANVÍA

 

“Esperando el tranvía en una ciudad extranjera, rodeado de gente a la que nunca volveré a ver — escribe en su Diario “La tentación del fracaso” el peruano Julio Ramón Ribeyro desde Munich en 1955 —, viendo las tiendas, los letreros, el suave sol de la primavera esmaltando los tejados, he sentido uno de esos efluvios de plenitud, de optimismo, de amor a la vida que para los demás son una  norma y para mí una excepción. Mi felicidad era tan grande que no cabía en mi corazón. Con los ojos empañados miraba a la gente como si quisiera abrazarla y contagiarle mi gozo y decirles que no se preocuparan por nada, que no se torturaran, que ya todo iba a pasar, que la dicha estaba allí en las veredas, en los árboles, en las campanas, al alcance de todos los que quisieran inclinarse y arrancarla como se arranca una rosa.

Media hora más tarde, sentado en el tranvía, sentí mi pecho cansado, pastoso e insensible el rostro de la gente, triste e inhumano el paisaje: por las ventanas desfilaban los galpones de un viejo campo de concentración.”

(Imagen — Vigo es)

CLAROSCUROS DE LA AMISTAD

 

”Apoyándome  en Montaigne — comentaba el peruano Julio Ramón Ribeyro con una persona —, le decía que una de las condiciones de la amistad era la separación periódica de los amigos. La ausencia robustece más la amistad que la  presencia. La presencia engendra la saturación, el hastío, a veces la antipatía. Me ha sucedido muchas veces desear que parta un amigo para no perderlo. Los amigos desarrollan en nosotros nuestras virtudes potenciales. Una persona sin amigos corre el riesgo de no llegar jamás a conocerse. Cada amigo crea en nosotros una zona de contacto, un campo propicio al desarrollo de un determinado tipo de amistad.  Es por ello que podemos tener dos amigos íntimos  que no lleguen jamás a comprenderse entre sí. Perder un amigo significa muchas veces neutralizar un sector de nuestra personalidad. Sensación desagradable producida por el encuentro simultáneo con dos amigos, con los cuales tenemos contactos en zonas diferentes de nuestra personalidad. Es necesario comportarse  de una manera especial con cada uno de ellos. Si complacemos a uno sorprenderemos al otro. Si tratamos de complacer  a ambos, nos sorprenderemos a nosotros mismos.”

 

 

(Imágenes—1- Kevin Hendley- 1961/ 2-Jack Spencer-2001)

GUANTES, ZAPATOS, SOMBRERO

 

 

“Me pregunto

si verdaderamente

tengo manos

si realmente poseo

una cabeza y dos píes

y no tan solo guantes

y zapatos y sombrero

y por qué me siento

tan puro

más puro todavía

y más próximo a la muerte

cuando me quito los guantes

el sombrero y los zapatos

como si me quitara las manos

la cabeza y los pies.”

Jorge Eduardo Eielson– Vía Veneto

(Imagen —René Magritte)

LOS MECANISMOS DE LA CREACIÓN

 

 

”El incomprensible mecanismo de la creación literaria —así lo deja anotado en su Diario “La tentación del fracaso” el peruano Julio Ramón Ribeiro —:  durante más de un mes intenté todos los días proseguir mi  cuento apenas comenzado “Parábola de Bob”, sin lograr añadirle una línea, a pesar de mi empeño.  Ayer — escribe el 11 de mayo de 1975 —, en que no tenía ganas de hacer nada, cojo al azar el manuscrito, con la intención sólo de releer lo avanzado y, sin proponérmelo ni darme cuenta, lo concluyó. ¿Por qué? Nada estaba previsto ni preparado. La historia me fluyó como dictada, alguien dentro de mí la había estado escribiendo sin consultarme y aprovechó un momento de descuido para hacerla visible.”

En otra entrada añade el mismo día: “cuando no estoy frente a mi máquina de escribir me aburro, no sé qué hacer, la vida me parece desperdiciada, el tiempo insoportable. Que lo que haga tenga valor o no es secundario. Lo importante es que escribir es mi manera de ser, que nada reemplazará. Cuando imagino una vida afortunada, millonaria, veo siempre el lugar donde pueda seguir escribiendo. Si no fuera necesario comer, dormir, trabajar, no abandonaría este sitio, donde nada me incomoda, donde gozo del más completo albedrío, donde soy dueño del mundo, de mi mundo, sus fabulaciones, hazañas, torpezas, locuras, el mundo irreal de la creación, al lado del cual no hay nada comparable.”

 

 

(Imágenes- 1-Cig Harvey- 2008 -gallerie -Joel soroka-  artnet/2- Gerhard Richter)