“Entre creación y escritura hay interdependencia. En la mayoría de los casos la escritura no es sólo la traducción simbólica de la creación — anota Julio Ramón Ribeyro en su “Diario” —, sino que a su vez opera sobre ella, hasta el punto de convertirla en una consecuencia de la escritura. Escribir no es un acto continuo. Generalmente va acompañado de largos intervalos de distracción durante los cuales se hacen dibujitos al margen del papel, se enciende un cigarrillo, se mira por la ventana, se piensa en cosas que nada tienen que ver con la literatura. Por esta razón, si a las ocho de la mañana nos sentamos en nuestra mesa de trabajo y a las ocho de la noche hemos escrito una página, no puede decirse que hemos tardado doce horas en escribirla. Es necesario deducir de este tiempo todas las pausas iniciadas.
Pero todas esas pausas han sido importantes porque ellas forman parte del tiempo de la creación. Creación y escritura son dos actos diferentes, entre los cuales no existe una relación de necesidad sino una relación convencional. La verdadera creación se efectúa al nivel de la inteligencia pura y la escritura no es sino el signo que la transporta al mundo sensible, le da fijeza y curso obligatorio. La escritura es el signo visible y universal de un proceso invisible y personal. Un creador no es forzosamente un escritor. Existen, sin duda, creadores incapaces de expresarse. Un gran creador es aquel que ha encontrado el correlato perceptible de su proceso interior.
Escribo porque el placer que me produce el acto de escribir es de una calidad tan especial que no puedo compararlo con ningún otro que pueda ofrecerme la vida (…) Lejos de mí sin embargo darle al acto de escribir un carácter sacral o religioso. Pero sí sostengo que escribir es una inmolación consciente y razonada que el escritor —el verdadero — hace de su tiempo, de su salud, de sus intereses materiales, de su vida, en suma, para crear un orden de palabras que lo satisfaga. ¿ Qué es escribir si no inventar un autor a la medida de nuestro gusto?”
(Imágenes—1-manuscritos de Proust/ 2-Paul Serusier/ 3-Dulac- 1911- ilustración de los cuentos de Andersen)