UNA SONRISA EN UN BLOG) (14) : DISPAROS

“Un autor, que sólo escribió una sola obra teatral — contaba el austríaco Thomas Bernard—, que sólo debía representarse una sola vez en el, en su opinión, mejor teatro del mundo e, igualmente en su opinión, sólo por el mejor escenógrafo del mundo e, igualmente en su opinión, sólo por los mejores actores del mundo, se apostó, ya antes de que se levantara el telón del estreno, en el lugar del gallinero más apropiado para ello, aunque totalmente invisible para el público, apuntando con un fusil-ametrallador, expresamente fabricado con ese fin por la casa suiza Vetterli y, después de levantarse el telón, se dedicó a disparar un tiro mortal en la cabeza a todo espectador que, en su opinión, se reía a destiempo. Al término de la representación, en el teatro no había más espectadores que los que había matado a tiros y, por lo tanto, espectadores muertos. Ni los actores ni el director del teatro se dejaron distraer por un segundo, durante toda la función, por el caprichoso autor ni por lo que hacía.”

Thomas Bernhard —“ Autor caprichoso” —“ El imitador de voces”

 

(Imágenes—1— Edouard Vuillard- el actor en su camerino /2-David Leventi- 2008- teatro de Estocolmo)

VIAJES POR EL MUNDO (34 ) : NAVEGANDO POR El VOLGA


“El vapor del Volga que va de Nizhni Nóvgorod a Astracán, blanco y festivo como un domingo, está anclado en el puerto —escribe el austriaco  Joseph Roth en una de sus crónicas en 1926 —. Un hombre agita una campanilla asombrosamente ruidosa. Los estibadores, que sólo llevan pantalones y una correa de cuero, como luchadores, van de un lado a otro del muelle de madera. Son las diez de una mañana clara. Sopla un viento ligero. Parece como si un nuevo circo acabara de acampar a las afueras de la ciudad.

(…) La cuarta clase se encuentra muy abajo. Sus pasajeros arrastran bultos pesados, cestos baratos, instrumentos musicales y aperos de labranza. Todos los pueblos que viven junto al Volga y más allá, en la estepa y el Cáucaso, están aquí representados : chuvasios, chuvanos, gitanos, judíos, alemanes, polacos, rusos, cosacos, kirguises. Hay católicos, ortodoxos, mahometanos, lamaístas, paganos, protestantes, ancianos, padres, madres, jóvenes y niños. Aquí hay campesinos modestos, artesanos pobres, músicos y vendedores ambulantes, piratas tuertos, limpiabotas imberbes y niños sin hogar — los que viven del aire y la desgracia —. Todos duermen en literas de madera. Comen calabaza, despiojan a sus hijos o les dan el pecho, lavan pañales, preparan té y tocan la balalaica y la armónica.

 

Durante el día ese estrecho espacio es vergonzosamente ruidoso e indigno. De noche, sin embargo, infunde algo parecido al respeto: así de sagrada luce la pobreza al dormir. Todos los rostros expresan el auténtico patetismo de la ingenuidad, todos son como puertas abiertas a través de las que pueden verse almas inmaculadas y claras. Manos confusas tratan de ahuyentar las molestas luces de las lámparas como si de moscas se tratara. Los hombres hunden los rostros en los cabellos de sus mujeres, los campesinos se aferran a sus mayales y los niños a sus muñecos miserables. Las lámparas se mueven al ritmo constante del motor de vapor. Muchachas de mejillas sonrosadas con la boca entreabierta dejan ver sus dientes blancos y sanos. Una gran paz reina sobre el pobre mundo y — al menos mientras duerme — la humanidad parece completamente pacífica.”

 

 

(Imágenes— 1- Stefan Zweig y Joseph Roth- 1936/ 2- Kane Gledhill/ 3- Dora Carrington)

EL MUNDO DE AYER

 

 

“Esta sensación de seguridad — recordaba Stefan Zweig en sus “Memorias” tituladas “El mundo de ayer”  hablando de Europa — era el bien más digno de ambicionarse para millones de hombres, el ideal de la vida en común. La vida sólo era considerada digna de vivirse si estaba basada en esta seguridad, y círculos cada vez más amplios reclamaban su parte de aquel tesoro. Al principio, sólo los pudientes disfrutaban de esta ventaja, pero poco a poco se adueñaron de ella las grandes masas. El siglo de la seguridad llegó a ser la época dorada del sistema de seguros.(…) En aquella conmovedora confianza en su capacidad de asegurar la vida hasta el último extremo contra todo asalto del destino, había, pese a toda la consistencia y la modestia de su concepto de la vida, una petulancia grande y peligrosa. Se miraba con desprecio a las épocas anteriores, con sus guerras, carestías y revueltas, como tiempos en que el mundo, simplemente, no estaba aún maduro ni suficientemente advertido. Ahora, en cambio, ya no era sino cuestión de unos decenios el superar definitivamente los últimos restos de maldad y violencia; y esta fe en el “progreso” ininterrumpido e irresistible tenía para aquellos tiempos, en realidad, la fuerza de una religión.”

En 1941 , desde Brasil, en un pequeño bungalow alquilado en Petrópolis, escribe Stefan Zweig estas líneas del libro que había comenzado en Londres un año antes para evocar la situación del mundo anterior. Son los meses en los que redacta su “Montaigne” y “Una partida de ajedrez”. El desarrollo de la guerra le sume en absoluto pesimismo. “Ante todo — le escribirá al novelista francés Jules Romains— es necesario encontrar el equilibrio y combatir la fatiga moral que me invade desde hace meses.” No conseguirá evadirse del pesimismo y su vida acabará, junto a la de su segunda mujer,  en febrero de  1942.

 

Aunque  el origen de las circunstancias que vivimos hoy sean muy distintas, ¿qué escribiría ahora un Stefan Zweig  actual ante este “mundo de la seguridad” que  se tambalea, ante la seguridad , tan aparentemente firme,  en que los países vivían hasta  hace pocos meses?  “ Las comodidades — seguía evocando  Zweig sobre su  “mundo de ayer” — pasaban  de las casas distinguidas  a las burguesas. Los hombres se tornaron más bellos, más fuertes, más sanos desde que el deporte aceraba su cuerpo. Sociólogos y profesores competían en el afán de hacer más sano y hasta más feliz el modo de vivir del proletariado. Nuestros padres  estaban firmemente  poseídos por la confianza en la fuerza unificadora indefectible de la tolerancia y la conciliación (…) Aquel optimismo precipitado, a los que aprendimos con dolor se nos antoja trivial a la vista de una catástrofe que, con un solo golpe, nos ha hecho retroceder un milenio, dejando sin efecto todo humano esfuerzo (…) En toda mi vida nunca he probado  la impotencia humana más cruelmente ante los acontecimientos mundiales.”

¿ Qué escribiría  hoy sobre nuestro momento presente un nuevo Stefan Zweig?

 

 

(Imágenes—1- Andrea Kerstez/ 2- Alexis Perevoschikov/ 3-Enzo Sellerio)

UNA BOFETADA AL PRESIDENTE

 

 

”En el tribunal de distrito de Wels — cuenta Thomas Bernhard — una mujer condenada anteriormente veinticuatro veces, que el presidente del tribunal calificó nada más abrir su por ahora último proceso, como escribe el periódico de Wels, de ladrona veterana bien conocida del tribunal, y que estaba acusada entonces del hurto de unos impertinentes para ella totalmente inútiles, que robó a una aficionada a la ópera recientemente fallecida, la cual, sin embargo, desde hacía muchos años no podía andar y, por esa razón, no utilizaba los impertinentes y, realmente, los había olvidado ya, como se reveló durante el proceso, consiguió aumentar su pena de prisión, fijada sólo en tres meses, en otros seis meses, al dar, inmediatamente después de la lectura de la sentencia por el presidente del tribunal, una bofetada precisamente al presidente.  Ella había esperado por lo menos nueve meses de cárcel, porque no soportaba más la libertad, declaró.”

Thomas  Bernhard – “Aumento” – “El imitador de voces”

(Imagen  – Alejandra Laviada)

SONREIR EN UN BLOG (10) : PISA Y VENECIA

 

 

 

 

‘Los alcaldes de Pisa y Venecia se pusieron de acuerdo para contrariar de súbito a los visitantes de sus ciudades, que durante siglos se han sentido por igual encantados, tanto de Pisa como de Venecia, haciendo trasladar y erigir, en secreto y de la noche a la mañana, la Torre de Pisa en Venecia y el Campanile de Venecia en Pisa. Sin embargo, no pudieron mantener secreto su propósito y, la noche misma en que querían transportar la Torre de Pisa a Venecia y el campanile de Venecia a Pisa, fueron internados en un manicomio, como es natural, el alcalde de Pisa en el manicomio de Pisa y el alcalde de Venecia en el manicomio de Venecia. Las autoridades italianas supieron llevar el asunto con toda discreción.”

Thomas Bernhard – “El imitador de voces”

(Imagen – Torre de Pisa – pingtree)

ESCRIBIR SEGÚN THOMAS BERNHARD

 

 

«Un día me siento y escribo nada más que un texto en prosa, y otro día, otro (…) Uno quiere hacer algo bueno, le gusta hacer lo que hace, como a un pianista. También un pianista empieza a tocar probando con tres notas, luego domina veinte y luego todas, y se va perfeccionando mientras vive. Y ésa es su gran diversión, y para eso vive. Y yo hago  con palabras lo que otros con notas. Nada más. En el fondo, otra cosa no me interesa lo más mínimo. Ese es el atractivo de todo arte. El arte consiste sólo en tocar cada vez mejor el instrumento que se ha elegido. Esa es la diversión, y uno no deja que nadie se la arrebate, ni que lo disuada y, si se trata de un extraordinario pianista, ya puede uno vaciar toda la habitación donde esté con su piano, levantar mucho polvo y tirarle cubos de agua, que él se quedará allí tocando. Y aunque la casa se le caiga encima, seguirá tocando, y lo mismo ocurre al escribir.

(…)

El escritor tonto, el pintor tonto, busca siempre motivos, pero uno sólo se necesita a sí mismo, sólo necesita seguir su vida. Quiere seguir siendo el mismo, pero no escribir lo mismo. Y eso es lo que importa. Si hay algo que importe (…)  Puedo escribir en un hostal, en una habitación alquilada, puedo escribir en París en pleno tráfico, no importa un rábano. Cuando estoy en esa etapa no me molesta. Sólo hay que saber cuándo se ha llegado a ese punto. Me cuesta más empezar en un lugar tranquilo donde no pase nada, porque no puedo arrancar (…)  Tuve miedo ya desde el primer libro. Bueno, de todas maneras se tiene a menudo esa sensación, se tiene periódicamente una y otra vez. No es nada nuevo. Entonces se dice uno: no tiene ningún sentido, pero una y otra vez ocurre algo. ¿Qué otra cosa se podría hacer si no? No se tiene otra cosa (…)

 

 

Soy sin duda un hombre dotado para la música. Y escribir prosa tiene que ver siempre con la musicalidad. El uno respira con el diafragma,  y el otro tiene que desplazar la respiración, claro, del diafragma al cerebro. Pero es el mismo proceso (…) Cuando va uno por la calle, todo eso ayuda. No hay que hacer nada, sólo falta abrir los oídos, los ojos, y andar. No necesita reflexionar. Entonces, cuando vuelvas a casa, eso estará en lo que escribas…si uno se hace independiente o es independiente. Si está tenso y es idiota o se esfuerza por algo, nunca surgirá nada. Si uno vive su vida, no tendrá que hacer nada para ello, todo le vendrá por sí mismo y se reflejará en lo que haga».

Thomas Bernhard.- «Conversaciones con Thomas Bernhard.- Kurt Hoffmann

 

 

(Imágenes-1-Bernhard en su casa / 2- Bernhard- mil inviernos/ 3- Bernhard- vice)

EL AUTOR Y LA OBRA

 

 

«Nuestra admiración por un escritor al que, durante toda la vida, no nos habíamos atrevido a acercarnos estaba indudablemente en su punto más alto cuando, habiéndonos alojado en el mismo hotel en el que vivía hacía ya tiempo el escritor que admirábamos, y por mediación de un amigo, conocimos un día en la terraza del hotel al que reverenciábamos. No recordamos ningún ejemplo mejor del hecho de que una aproximación no significa en realidad más que alejamiento. Después de ese primer encuentro, cuanto más nos acercábamos a nuestro escritor, tanto más y con la misma intensidad nos alejábamos de él, en la misma medida en que penetrábamos en su personalidad nos alejábamos de su obra, cada palabra que pronunciaba en nuestra presencia y cada pensamiento que pensaba en nuestra presencia nos alejaba de su obra en esa misma palabra y en ese mismo pensamiento. Finalmente, nos hizo horrible y nos destrozó y deshizo y arrebató esa obra. Cuando dejamos el hotel, de lo que nos alegramos ya sólo por el hecho de que ahora podríamos estar sin ese escritor, tuvimos la impresión de que, para nosotros, el escritor y su personalidad estaban tan acabados como siempre como su obra. El autor de aquellos cientos de pensamientos e ideas e intuiciones, al que durante decenios servimos con nuestra razón y al que fuimos fieles en nuestro afecto, al no rehusar nuestro trato, sino, finalmente buscarlo en contra de nuestro deseo, nos había aniquilado su obra. Cuando, en lo sucesivo, oíamos su nombre, sentíamos un movimiento de repulsión».

Thomas Bernhard – «Admiración» – «El imitador de voces»

 

 

(Imágenes- 1-Thomas Bernhard- Viena 1988- foto Sepp Dreissinger/ 2.- Thomas Bernhard- revista Imán)

KLIMT Y VIENA

Klimt-tttfb-Klimt y Viena-Gianfranco Lannuzzi- Carrières de Lumières. com

«Las pinturas de Klimt– así lo recordaban Janik y Toulmin en su «Viena de Wittgenstein« (Taurus) – eran creaciones altamente personales, y fueron muy admiradas tanto por sus colegas como por el público, mas no evocaban imitación alguna (…) El uso a gran escala que hizo Klimt del oro y la plata en sus obras contribuye a que nos parezcan iconos modernos, a lo cual contribuye también su estilización de la figura y su empleo de ornamentación no figurativa. El arte de Klimt pretendía reflejar la transformación de lo cotidiano por obra de la imaginación del artista».

Klimt-ruhh-Klimt y Viena- Gianfranco Lannuzzi - Carrieres de Lumière dos mil catorce

Ahora, Viena y Klimt se unen de nuevo y la exposición «Klimt y Viena: un siglo de oro y de colores» se presenta como un espectáculo multimedia, en el que se utilizan un centenar de proyectores para ofrecer obras de Klimt sobre las paredes de las Canteras de Les Beaux-de-Provence, en Francia. Todo un singular acontecimiento.

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«Los retratos de Klimt -añadían también en su libro Toulmin y Janik -acentúan siempre la naturaleza estática del sujeto, y el logro de Klimt descansa en su completo dominio de la técnica y en el sumo encanto de su imaginación, que «vendió» al público una forma de arte que no era ni mitológica, ni histórica, ni naturalista (…)»

Pero Viena no habla sólo de Klimt sino – entre muchos otros de Oskar Kokoschka, o de Otto Wagner, Josef Hoffmann, Joseph Maria Olbrich o Adolf Loos en la arquitectura, o de Johann Strauss, Gustav Mahler o Arnold Schöenberg en la música.

Robert Musil en «El hombre sin atributos» había cantado a la ciudad: «¡Ah, Viena, Ciudad de Ensueños! ¡ No hay lugar como Viena!», pero los autores de este libro sobre Viena y su época no dudaban en matizar que «en la

Klimt.-iiuubb- olo.art-com

imaginación popular el nombre de Viena, es sinónimo de valses de Strauss, cafés encantadores, pastelerías que hacen la boca agua y un cierto hedonismo despreocupado y omnicomprensivo. Pero tan pronto como rascamos siquiera levemente esta superficie, emerge un cuadro muy diferente. Pues todas aquellas cosas que han venido a componer el mito de Viena, la Ciudad de Ensueños, eran simultáneamente facetas de otra cara, más sombría, de la vida vienesa.»

(Imágenes.-1, 2 y 3.- obras de Klimt- Gianfranco Lannuzzi.-Carrières de Lumières 2014/ 4.-Klimt- olo-art-com)

ASPECTOS DE LA BIOGRAFÍA

escritores.-5gyu.-Stefan Zweig y Maximo Gorki.-Sorrento.-1930

El primer rasgo que debe tener una biografía, según opinaba un gran conocedor del género como fue André Maurois, es la valiente búsqueda de la verdad. El segundo, la inquietud por la complejidad de la persona. También se ha dicho que el objetivo de la biografía es la transmisión verídica de una personalidad y que algo esencial en toda biografía es la elección de los detalles. Cuando Maurois escribe «De la biografía como obra de arte» desea recoger, aunque no lo comparte, el acercamiento que tiene Marcel Schwob al enfocar la vida de personajes muy distintos. «El arte del biógrafo consiste – había señalado Schwob -en valorizar tanto la vida de un pobre actor como la vida de Shakespeare. Es un bajo instinto el que nos lleva a ver con satisfacción el mechón en la frente de Napoleón. La sonrisa de Monna Lisa, de la que nada sabemos, es más misteriosa. Y una mueca dibujada por Hokusai, conduce a meditaciones más profundas». Pese al enorme encanto de este extracto – matiza Maurois sobre estas palabras-, no considero justas las ideas que expone. Lo propio de las vidas de desconocidos es que dejan escasas huellas, a menos que imaginemos a un hombre genial que haya escrito cartas admirables y no las haya publicado».

Monna Lisa.-2sdc.-Leonardo da Vinci.-museo del Louvre.-wikipediaLas biografías como género han continuado expandiéndose a lo largo del tiempo y tienen gran eco entre nuestro público. Sobre el trabajo de un biógrafo excelente y ameno como fue Stefan Zweig al escribir su «María Antonieta«, habló Friderike Zweig en sus Memorias «Destellos de vida» (papel de liar) y la polémica sobre si es lícito o no novelar de algún modo dentro de una biografía siempre ha estado viva. Mientras existen biografías muy fieles, minuciosas y enormemente documentadas como, entre otras, las de Painter y Ghislain de Diesbach sobre Proust o la de Knowlson sobre BeckettMaurois opinaba: «Críticos e historiadores han dicho sobre todo esto: «Quizá los  personajes tradicionales que se nos había descrito, el Wellington de la leyenda inglesa, el Washington de la leyenda americana, no eran verdaderos. Es posible, pero, ¿qué nos importa? No todas las verdades pueden decirse. A menudo conocemos historias crueles sobre nuestros amigos vivos, historias que nos guardaremos de contar. ¿Por qué íbamos a mostrarnos menos leales con nuestros amigos muertos y con los grandes hombres? No hay duda de que no fueron perfectos; no hay duda de que había una parte de leyenda en el retrato, demasiado bello, que se hizo de ellos. Pero, la leyenda, ¿no inspiraba acaso grandes cosas? Servía como ejemplo a hombres débiles elevándoles por encima de su propia talla. Por otra parte, ¿era acaso tan falsa? Las acciones de un hombre son, con frecuencia, más grandes que él. ¿No hay grande hombre para su ayuda de cámara? Esto no demuestra que hayan existido grandes hombres. Demuestra que ha habido pocos ayudas de cámara».

escritores.-ffoo.-André Maurois

En nuestras letras hispanas acaso unas biografías excelentes como las que escribió Gómez de la Serna sobre Quevedo, Lope de Vega, Valle- Inclán o en sus «Efigies» de Baudelaire, Ruskin o Gerardo de Nerval son ejemplo de la mezcla entre anécdotas verdaderas y anécdotas apócrifas, presentadas de un modo consciente, añadiendo que hubieran podido ser verdad. Al comentarlas, Carmen Bravo – Villasante, autora de una importante biografía de Pushkin, decía: «Estas anécdotas inventadas nos iluminan, a veces, tanto sobre la vida de los biografiados, que no podríamos prescindir de ellas en sus biografías. Con esto, el artista acentúa los rasgos característicos del hombre. Es la misma fantasía poética de Picasso en sus retratos, cuando pinta a Jacqueline con tres rostros o dos cabezas, para darnos la impresión sobrecogedora de la verdad de una personalidad«.

(Imágenes:-1.-Stefan Zweig y Maximo Gorki en 1930/2.-Monna Lisa.-Museo del Louvre.-wikipedia/3.-André Maurois.-tecnoculto.com)

CINE Y LITERATURA

«El murmullo de la contemplación le hacía decir a Sábato con sus problemas de vista:» Cuando me leen un fragmento de Los hermanos Karamasov se produce en mí como una vibración física, corporal. Algo que me atraviesa y corre por mi sangre. Pienso que se debe a que la literatura no ha sido para mí una actividad separada de la vida (…) Debería pensarse en esto ahora que la literatura y el arte en general están tan desacralizados. Debería pensarse seriamente el valor que tienen en la vida del hombre las grandes narraciones». Las conflictivas relaciones entre Dmitri, Ivan, Smerdjakov y el adolescente Alëša, los diálogos, las confidencias, las confesiones de los espíritus enfrentados de los Karamasov no pueden liquidarse con esa frase sintética de muchas gentes al concluir un vídeo: “Ya lo he visto”, dicen. Y no volverán a él nunca más. Lo han visto resumidamente, pero es muy probable que no lo hayan contemplado, no se han adentrado, no ya en las descripciones decimonónicas de las habitaciones, sino en los matices de las tormentas humanas. “Ya he visto El Gatopardo, “ya he visto La muerte en Venecia”, “ya he visto El doctor Zhivago. Son visiones (a veces excelsas, a veces incluso superiores a las de las obra literarias, a veces no), pero visiones que únicamente recorren la cinta del lenguaje fílmico, el tratamiento del cine, y que deberían completarse con la lectura. La elegante suntuosidad del estilo de Lampedusa, la finura de composición de Thomas Mann, las poesías de Pasternak que Yuri Zhivago dedica a Lara quedan sin contemplación y sin goce, no se asoma el ojo humano para seguir los rasgos de la pluma del escritor, no se aprende a observar literariamente ni a contar historias (además de en la pantalla) sobre el papel, no se demora uno disfrutando con los pliegues de los párrafos, de los diálogos y de las palabras.

Y si nos vamos a la construcción de ciertas escenas literarias que no han sido llevadas al cine y que no han sido transformadas por el movimiento de la cámara, descubriremos en algunos libros hallazgos llenos de matices y (bajo la apariencia de su naturalidad) toda la dificultad y el dominio que supone escribirlos.

Así ocurre, por ejemplo, entre muchos otros, con el relato «En la linde de los árboles (Alianza) del escritor austriaco Thomas Bernhard en el que, en diversos planos, cuenta cómo alguien que está escribiendo una carta a su novia cuenta a la vez lo que está viendo en esos momentos en la sala de la hospedería en la que escribe, y mientras describe lo que ve, piensa en lo que está escribiendo, y (a la vez que piensa), escribe y mira. Y todo eso casi simultáneamente, todo hábilmente entrelazado:

    » Al entrar en la sala [está hablando de una pareja que ha entrado en la hospedería] no me habían visto al principio, pero luego, como vi, se sobresaltaron al verme y me saludaron con la cabeza, pero no volvieron a mirarme. Yo acababa de empezar a escribir una carta a mi novia: que era más sensato, escribí, esperar todavía un poco en casa de sus padres, hasta que yo me hubiera aclimatado en Mühlbach; sólo cuando hubiera conseguido fuera de la hospedería, “posiblemente en Tenneck”, escribí, dos habitaciones para nosotros, debía venir ella. Ella me había escrito en su última carta, prescindiendo de las acusaciones contra sus padres, carentes de comprensión, que tenía miedo de Mühlbach, y yo le respondí que su miedo era infundado. Su estado, decía ella, se había vuelto tan enfermizo, que tenía miedo de todo.»

     “Al fin y al cabo hay tres hospederías en Mühlbach”, escribí, pero es imprudente escribir eso, pensé, y taché la frase, tratando de hacerla ilegible, y decidí por fin escribir por tercera vez toda la carta. (En los últimos tiempos escribo todas mis cartas tres o cuatro o cinco veces, siempre para contrarrestar mi excitación mientras escribo una carta, tanto en relación con lo que escribo como con mis pensamientos.) La gendarmería era una buena base para los dos, estaba escribiendo precisamente de mi aumento de sueldo, de unos ejercicios de tiro que se harían a finales de otoño en Wels, cuando los dos, curiosamente la muchacha primero y detrás de ella el joven, entraron en la sala; de la mujer del inspector que estaba enferma del pulmón y perdida, y procedía de la Cilli eslovena. Seguía escribiendo, pero me daba cuenta de que tampoco podría enviar esa carta, los dos jóvenes atrajeron desde el primer instante mi atención; comprobé una falta de concentración súbita y completa por mi parte en relación con la carta y con mi novia, pero seguí escribiendo disparates para poder observar mejor a los dos forasteros fingiendo que escribía. Me resultaba agradable ver de pronto rostros nuevos, en esta época del año, como ahora sé, no vienen nunca forasteros a Mühlbach, y por eso era tanto más extraña la aparición de los dos, de los que supuse que él era artesano y ella estudiante, los dos de Carintia. Luego, sin embargo, me di cuenta de que los dos hablaban un dialecto de la Estiria. Recordé una visita a mi primo estirio, que vive en Kapfenberg, y supe que los dos eran de la Estiria, así hablan allí (…)».

Como se ve, hay aquí toda una serie de movimientos en la escena que una cámara cinematográfica relataría con esfuerzo y sin duda con habilidad, pero esta vez la pericia del lenguaje literario no es ni mejor ni peor, sino distinta y al seguir esos movimientos de la pluma del escritor, esos vaivenes entre la interioridad y lo externo, entre los pensamientos y las acciones, se adquiere sin duda un aprendizaje de cómo dominar bien los resortes de una narración. Cómo intentar ceñir con el estilo todos los planos de una situación».

(J. J. Perlado » El ojo y la palabra», págs 167- 170)

(pequeña evocación cuando aparecen en castellano las Cartas de Thomas Bernhard a su editor)

(Imágenes: 1.-Claudia Cardinale en «El Gatopardo» de Visconti -1963/ 2.-Pasternak en Peredelkino.-1958.-Cornell Capa/ 3.–Thomas Bernhard/ 4.- «El proceso» de Kafka, película de Orson Welles/ 5.- Anthony Hopkins y Emma Thompson en «Lo que queda del día», basada en la novela de Kazuo Ishiguro)

«CONCIERTO A LA MEMORIA DE UN ÁNGEL»

Como un  batir de alas el preludio se transforma en un contemplativo AndanteAlban Berg, ante la muerte prematura de Manon Gropius Mahler, hija del arquitecto Walter Gropius y de Alma Mahler le pidió permiso a Alma para dedicarle su Concierto «A la memoria de un Ángel». Manon murió a los dieciocho años, víctima de la poliomelitis. El «Concierto para violín«, de 1935, enlaza el «Andante» y el «Allegro», la pureza y la gracia en el carácter lírico, las melodías de una canción popular que acabarán en desgarradoras armonías del canto coral.

«Sólo la conocí durante seis meses – le escribía Carl Zuckmayer a Franz Werfel -, y la vi sólo unas cuantas veces, pero se ha ido de mi vida algo insustituible. El hecho mismo de que sólo pude conocerla durante su enfermedad y no antes, me produjo una impresión honda e inolvidable, y el pensamiento de que podría haber sido un privilegio para mí llevar un poco de alegría a su vida, me llena tanto de felicidad como de desconsuelo… No puedo ver plantas ni flores creciendo en esta primavera sin pensar en Manon, y mis pensamientos son siempre hacia ella…»

(Imágenes:1.- Manon Gropius Mahler.-albergkrip wordpress. com/ 2.-Manon Gropius Mahler.-webcitation. org)