MI CUERPO TAN FRÍO

 

 

“Si leo un libro y éste vuelve mi cuerpo tan frío que  ningún fuego jamás puede calentarme — decía Emily Dickinson —, yo sé que eso es poesía. Si me siento físicamente como si la parte superior de mi cabeza fuera arrancada yo sé que eso es poesía. Éstas son las únicas maneras que conozco. No hay otra manera.”

(Imagen- Randolph Stanley Hewton- 1928-museo de Quebec)

TONI MORRISON Y ESCRIBIR AL AMANECER

 

“Escribir al amanecer —decía Toni Morrison, la escritora que acaba de morir — empezó como una necesidad. Cuando empecé a escribir tenía niños pequeños, y necesitaba usar el tiempo antes de que ellos dijeran ‘mamá’ – y siempre fue alrededor de las cinco de la mañana. Muchos años después, cuando dejé de trabajar en Random House, simplemente me quedé en casa un par de años. Descubrí cosas de mi misma que jamás se me habían ocurrido antes. Al principio no sabía cuándo quería comer, porque siempre había comido cuando era hora de almorzar o de cenar o de desayunar. El trabajo y los niños habían condicionado todos mis hábitos… no conocía los sonidos de mi propia casa durante los días de la semana: todo eso me hizo sentirme rara.

En 1983 advertí que tenía la mente más clara, mayor confianza y era en general más inteligente de mañana. El hábito de levantarme temprano, que me había hecho cuando los niños eran pequeños, se convirtió en una elección. No soy muy brillante ni muy ingeniosa ni muy inventiva después de la puesta del Sol.

 

 

Siempre que me levanto me preparo una taza de café cuando todavía es de noche —debe ser de noche— y después bebo mi café y contemplo la llegada de la luz. Para mí, la luz es el signo de la transición. No se trata de estar en la luz, sino de estar allí “antes de que llegue”. Tengo una rutina ideal que nunca he experimentado, que es tener, digamos, nueve días seguidos en los que no saldría de la casa ni atendería al teléfono. Y tener el espacio: un espacio donde tenga grandes mesas. Siempre termino con un espacio muy pequeño en cualquier lugar donde esté, y no puedo salirme de eso. Me acuerdo de esa mesa diminuta en la que escribía Emily Dickinson y me río cuando pienso : “Pobrecita, allí estaba”. Pero eso es todo lo que cualquiera tiene… tan sólo ese pequeño espacio. No puedo escribir regularmente. Nunca he podido hacerlo… en particular porque siempre he tenido un empleo de nueve a cinco. He tenido que escribir o bien fuera de esas horas, apresuradamente, o pasarme escribiendo casi todo el fin de semana o antes del amanecer.

 

 

Me es muy difícil escribir después del trabajo. He tratado de superar el hecho de no tener espacios ordenados compensándolo con una compulsión por la disciplina, de modo que cuando aparece algo urgente, algo que veo o comprendo de manera urgente, o cuando la metáfora es suficientemente poderosa, dejo todo de lado y escribo durante un periodo constante. Me estoy refiriendo a la primera versión. Para mí la  dificultad de escribir es escribir en un lenguaje que funcione silenciosamente sobre la página para un lector que no escucha nada. Para lograrlo, hay que trabajar muy cuidadosamente con lo que está “entre” las palabras. Con lo que no se dice. La medida, el ritmo y todo eso. Así, lo que una no escribe suele ser lo que da poder a lo que se escribe.”

TOÑI MORRISON, DESCANSE EN PAZ

 

 

(Imágenes-1-oprah con/ 2-teen Vogue/ 3- el diario es/ 4- hoy docs)

GRACIAS POR LAS FLORES

flores.-rfbbn.-Georgia O `Keeffe.-1929

 

«Querida Amiga:

Que sin sospecharlo me haya usted mandado la flor preferida de la vida casi parece sobrenatural, y no podría confiarle a nadie el dulce júbilo que sentí al encontrármela. Todavía tengo por muy preciado el tirón con que la saqué de la tierra cuando era una Criatura maravillada, un botín preternatural, y la madurez sólo realza el misterio, nunca lo mengua. Duplicar la Visión es casi más prodigioso, porque la singular capacidad de Dios es demasiado sorprendente para sorprender.

No sé cómo darle las gracias. No se las damos al Arco Iris, aunque su Trofeo es una trampa.

Dar deleite es aureolado – quizás la dura labor de los Ángeles, cuyas diversiones están encubiertas.

Confío en que usted esté bien, y la extravagante Niña de los Ojos Profundos, cada día más insondable.

Con dicha,

E. Dickinson« (septiembre, 1882)

(Carta de Emily Dickinson a Mabel Loomis Todd agradeciéndole el envío del dibujo de una flor blanca) («Cuando la correspondencia era un arte») (Elba

 

flores.-6ggb.-John Grant

 

(Imágenes.-1.-Georgia O´Keeffe.-1929/ 2- John Grant.-John Grant Studios)

ÁNGELES

ángeles.- 443e.- Alberto Durero.- 1506.- Graphische Samlung Albertina.- Viena

«Al amanecer pueden verse,

entre el rocío, ángeles

inclinándose, cosechando y sonriendo:

suyos son los capullos.

ángeles.- 45677h.- Edward Burne- Jones.- 1878.- Museos Nacionales de Merseyide.- Liverpool.-Inglaterra

Y cuando abrasa el sol,

también se los distingue, entre la arena,

inclinándose,

volando, suspirando, cosechando.

Y están mustias las flores que se llevan.»

Emily Dickinson.- Obra escogida.- Ediciones Torremozas

ángeles.- r5ty.- Guariento di Arpo.- 1354.- Museo Civico de Padua

(Imágenes:- 1.-Alberto Durero.-1506.- Graphische Samlung Albertina.- Viena/ 2.- Edward Burne- Jones.- 1878/ 3.- Guariento di Arpo.- ángeles sentados con orbes en las manos.- 1348-1354.- Museo cívico de Padua)

¿LE GUSTARÍA UN VERANO?

estaciones.-4tbn.-verano,. M Dudovich.-1907

«¿Le gustaría un Verano? Pruebe el nuestro.

¿Especias? Compre aquí.

¡Enfermo! Tenemos Frutas para la calentura.

¡Cansado! ¡Cantidades de Plumón!

¡Confuso! ¡ Haciendas de Violetas que la Aflicción nunca visitó!

¡Cautivo! ¡Le traemos Indulto de Rosas!

¡Desfallecido! ¡ Garrafas de Aire!

Incluso para la Muerte… una medicina Mágica;

pero, ¿cuál puede ser, Señor?»

Emily Dickinson.- «Mediodía».-Poemas 1862-1865.- (poema enviado por Dickinson a su amigo Samuel Bowles, que por entonces convalecía de una enfermedad) (traducción Enrique Goicolea)

flores.-488y.--Alberto Durero.- ramillete de violetas.-1503

(Imagen.- 1. M.-Dudovich.-1907/ 2.- ramillete de violetas.-Durero.-1503)

EMILY DICKINSON : LA GLORIA, LA MAÑANA

«La gloria es un algo brillante

y trágico, que en un momento

significa dominio,

y que calienta a un pobre nombre

que nunca sintió el sol,

devolviéndolo luego

dulcemente al olvido».

«¿Existe realmente una mañana?

¿Existe eso que llamamos día?

¿Podría verlo desde las montañas

si yo fuese tan alta como ellas?

¿Tiene pies, igual que los nenúfares?

¿Tiene, acaso, plumas como el pájaro?

¿Viene de famosos países

cuyo nombre, no obstante, nunca oí?

Oh, decidme – eruditos marineros,

hombres sabios del cielo,

decid, os ruego, a un peregrino,

dónde está ese lugar que llamamos «mañana».

Emily Dickinson: – «Obra escogida«.-Ediciones Torremozas.


(La gran poeta norteamericana  Emily Dickinson – como recuerdan en el apunte biográfico de su «Obra escogida» Ernestina de Champourcin y Juan José Domenchina «vegetó en su casa de Amherst (Massachusets) como un ser invisible – y rara vez audible – más de treinta años. Como prueba de singular aprecio, condescendía, de raro en raro, en otorgar la más extraña de las distinciones: algo que no se puede designar con el nombre de entrevista, ya que Emily, en su condición de interlocutora fantasma, permanecía en un pasillo próximo a un hall en sombra, es decir, no en la habitación inmediata al salón iluminado donde se hallaba el visitante, sino en los aledaños de la estancia contigua. Y fueron pocos los distinguidos con un tan condicionado modo de conversar«.) Aparte de las anécdotas sobre su vida, su gran poesía ha permanecido siempre. Si a su hermana Lavinia le entusiasmaban los gatos, Emily adoraba en cambio los pájaros y las flores, y precisamente sobre las flores: Emily Dickinson.-«La poesía de las flores»  está teniendo lugar una gran exposición en el Jardín Botánico de Nueva York del 30 de abril al 13 de junio)

«El mar pidió al arroyo: Ven ahora.

Dijo el arroyo: Déjame crecer.

Y el mar repuso: Entonces ya  serías

un mar. Y yo deseo sólo un arroyo. Ven.»

(Imágenes:-1.-Botánico de Nueva York.- foto EFE/2.-retrato de Emily Dickinson según aparece en Scol.wordpress/3.-manuscrito de Emily Dickinson.-emilydickson.org/ 4.-casa de Amherst, Massachusetts, donde vivió Emily Dickinson.-foto Nataniel Brooks.-The New York Times)

COLOQUIO DE LOS PERROS


«Una sutilísima mezcla de los olores más variados le hacía vibrar las aletas de la nariz – describe Virginia Woolf al perro Flush -: áspero olor a tierra, aromas suaves de las flores, inclasificables fragancias de hojas y zarzas, olores acres al cruzar la carretera, el picante olor que sentía cuando entraban en los campos de habas…Pero de pronto traía el viento unos efluvios más agudos, más intensos, más lacerantes que todos los demás – unos efluvios que le arañaban el cerebro hasta remover mil instintos en él y dar suelta a un millón de recuerdos: el olor a liebre o a zorro. Entonces se lanzaba como una exhalación. Olvidaba a su ama: se olvidaba de todo el género humano. Oía a unos hombres morenos que gritaban: «¡Span! ¡Span!». Oía el restallar de los látigos. Corría, se precipitaba…Por último, se paraba en seco, estupefacto: el encanto se había desvanecido. Muy lentamente, moviendo la cola con humildad, regresaba a través de los campos hasta donde estuviera Miss Mitford voceando: «¡Flush! ¡Flush! ¡Flush!» y agitando la sombrilla».
Pronto llegaban otros perros. Por ejemplo, Cecil, el perro de Manuel Mujica Láinez, que describía así su convivencia con el amo: «Hace un año que es mi dueño y vivo en su casa, y me asombra todavía, dado mi carácter, que me haya conquistado en poco tiempo. Al principio quise resistirle. Ahora me he entregado con la intensidad de una pasión primera que sospecho será también la última. Es hermoso amar. Hermoso y terrible. No conozco gozo y ternura equiparables. No pienso que existan. Basta que me deslice una mano por el cuerpo, en caricia larga, para que vibre y me estremezca, como si me encendieran una pequeña fogata en el corazón».
Pero aún queda el perro de Kafka, que se acerca también a juguetear: «¡Cómo ha cambiado mi vida y cómo no ha cambiado en el fondo! Ahora que rememoro el pasado y evoco los tiempos en que aún vivía en medio de la comunidad perruna, participaba de todo cuanto le interesaba, un perro más entre otros perros, descubro, mirándolo bien, que desde siempre algo no encajaba, que siempre hubo una pequeña fractura, que un ligero malestar se apoderaba de mí en medio de los actos populares más solemnes, y a veces ocurría incluso en círculos familiares, no, no a veces, sino con suma frecuencia, que la mera visión de un prójimo por el que sentía cariño, visto de pronto desde una perspectiva nueva, me turbaba, me asustaba, me dejaba indefenso y hasta me desesperaba».
Perros que hablan. Perros que ladran en la literatura. Hablan ladrando, como Cervantes escribe en su Coloquio de los perros: «desde que tuve fuerza para roer un hueso tuve deseo de hablar, para decir cosas que depositaba en la memoria…».
Además de Cecil (Editorial Sudamericana) de Mujica Láinez, además de Flush (Destino) de Virginia Woolf, además de Investigaciones de un perro (Alianza) de Kafka, además de la gran Novela ejemplar de Cervantes, vienen todos los perros, con sus gemidos y ladridos, a retozar. Viene Linky, el de Edith Wharton, viene Grasper, el de Emily Brontë, viene Carlo, el de Emily Dickinson, viene Flush, el de Elizabeth Barret.

Y luego están todos los que nos miran tumbados, los ojos adormecidos, las orejas gachas, esperando que un escritor se compadezca y narre su vida.