Las últimas noticias sobre el aterrizaje y observación de Marte nos llevan a recordar aquellas célebres”Crónicas marcianas” de Ray Bradbury que tuvieron tanto eco en los años 50. El editor Ray Russel hablaba del impacto causado por aquellas crónicas y decía que “ aunque critiquemos los fallos en la obra de Bradbury ( esos que Kingsley Amis llamaba, con incisiva precisión, un “ especial estilo de imperfección, mitad extravagante, mitad seudopoético, que casa muy bien con el viejo corazón del lector de revistas de sábado por la tarde), es imposible negar su excepcional valía entre los escritores de ciencia ficción. Bradbury es el único de ellos que ha conquistado un puesto de privilegio, pero sin olvidarse nunca del género en que trabaja desde sus comienzos. En lugar de desertar de la ciencia ficción, la elevó al tiempo que él se elevaba.”
“¿Qué ha hecho este hombre de Illinois, me pregunto, — decía por su parte Borges—, para que episodios de la conquista de otro planeta me llenen de terror y de soledad?
¿Cómo pueden tocarme estas fantasías; y de una manera tan íntima? Toda literatura (me atrevo a contestar) es simbólica; hay unas pocas experiencias fundamentales y es indiferente que un escritor, para transmitirlas, recurra a lo “fantástico” o a lo “real”, a Macbeth o a Raskolnikov, a la invasión de Bélgica en agosto de 1914 o a una invasión de Marte. ¿Qué importa la novela, o la novelería de la science-fiction? En este libro de apariencia fantasmagórica, Bradbury ha puesto sus largos domingos vacíos, su tedio americano, su soledad, como los puso Sinclair Lewis en Main Street.”
(Imágenes— 1- foto Paul Nicklen- national geographic/ 2-ilustración de Dimitry Maksimov- Desinh related)