EL CONCIERTO DE ARANJUEZ

 


La “Fundación March” dedica estas semanas  un ciclo de conciertos titulado “Joaquín Rodrigo, una vida en música”.  Ya en 1940 Gerardo Diego saludó al “Concierto de Aranjuez” con estas palabras: “Este es el nombre que lleva esa nueva obra maestra, y todo lo que el título sugiere está latiendo desde la rítmica entrada hasta la cadencia final del rondó. Entre ambos tiempo extremos, aéreos, luminosos, de una alegría de regios jardines filtrando rayos de sol, el “largo” gime su nocturna melancolía, y caen — lentas o urgentes— las gotas de la guitarra como lágrimas de fuego.”

Joaquin Rodrigo, que no ve — recordaba Sopeña—, necesita sin embargo de su paisaje como punto de partida, un paisaje oído como tacto pero vivido como evocación cultural. El escoger Aranjuez no es capricho, ni literatura, sino destino. Oído como tacto: paisaje de mucho pájaro entre mucha agua. Vivido culturalmente: lo mejor de la España del siglo XVlll, con su neoclasicismo, sus tonadillas y su Scarlatti. Andalucismo madrileñista. Sobre esto, lo radical: una inspiración melódica sin fecha, sin arcaísmos, viva como fuente, discretamente honda, discretamente interior. Apoyado en la sabiduría técnica de Sáinz de la Maza, la guitarra puntea y rasguea pero para cantar: el mismo final de la cadencia es la gran victoria sobre el tópico. La forma de concierto aparece no como artificio: si por su época esta música está dentro de la corriente neorromántica, por su forma va más acá viniendo de más allá, de la mezcla de Bach y del italianismo.”

 

 

(Imágenes—1-  Amadeo Modigliani/ 2-Elliot Modovell)

EL ENTIERRO DE MODIGLIANI

 

 

“El entierro de Modigliani — contaba Corpus Barga —, que fue el nacimiento de su pintura, puede tomarse como la fecha arbitraria y fatal para marcar la muerte del Montparnasse cubista. Modigliani había sido un cubista de Montparnasse que no hacía cubismo. Cuando los mercaderes empezaron a fijarse en este pintor, ya arruinado y alcohólico, el hombre se murió. La muchacha que vivía con él se tiró por la ventana para seguirle para el otro mundo que han falsificado tantos pintores antiguos. Al entierro de Modigliani asistió  todo Montparnasse, desde Picasso hasta el último mono. Desfilaron en el depósito,  por delante del cadáver, pintores de todas las nacionalidades; cada cual saludaba según su rito, con el sombrero, con la cabeza, con los brazos o con el cuerpo.  El último mono de Montparnasse, con el cuello del gabán  levantado sobre el pelo rubio —a quién quiso imitar este personaje de la selva —, le dio el último adiós, un adiós con la mano, volviendo la cara. Parecía el adiós que se daba paradójicamente todo un Montparnasse a sí mismo.”

( a los cien años de la muerte de Modigliani)

 

 

 

(Imágenes—1- Modigliani _1917 – colección privada – Washington – Wikipedia/ 2-Modigliani -1918- colección particular)

RETRATAR EL ALMA

 

 

“Una persona es su cuerpo y su alma. El cuerpo es un compuesto de sustancia orgánica, algo material, dotado de cualidades sensibles: color, volumen; la forma exterior, en una palabra. Luego tenemos el alma. ¿Qué es el alma? —se preguntaba el artista español  Enrique Segura al tratar del retrato en la pintura — Algo indefinible, inmaterial; pero tan evidente que es lo único.  Porque la materia es común a todos, pero el alma, no, pues, ¿qué es, por el contrario, lo que nos distingue a unos de otros?  Por tanto, la captación de ese fluido misterioso que irradia de los rostros y que es más que la simple ordenación de formas y rasgos; esa vibración arcana de la carne constituye el objeto esencial del retrato. Esta es la realidad psíquica que se esconde en la faz humana. Porque no es la forma peculiar de un rostro, la fisonomía, la que determina su personalidad, sino, lo contrario, la personalidad del sujeto determina la peculiaridad de su forma. Investigar esta personalidad, descubrirla, constituye el fin primordial del pintor de retratos. Todo lo demás  — el parecido, la sensación de la vida, la gracia — se nos dará por añadidura.”

 

 

(Imágenes: 1-Amedeo Modigliani – 1907/ 2- Amedeo Modigliani – 1917)