DIECISIETE MESES HACE QUE GRITO

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«Diecisiete meses hace que grito.

Te llamo a casa,

Me arrojé a los pies del verdugo,

Hijo mío, horror mío.

Todo se ha enturbiado para siempre

Y no puedo distinguir

Ahora quién es el animal. quién la persona,

Cuánto tiempo queda para la ejecución.

Y sólo hay flores cubiertas de polvo

Y el tintineo del incienso, y huellas

desde algún lugar a ninguna parte.

Y me mira fijamente a los ojos

y me amenaza con una muerte cercana

Una inmensa estrella.»

Anna Ajmátova.«Requiem» (1939)  (traducción de Jesús García Gabaldón)

guerras-vvffy-palomas-dolor -Morteza  Katouzian- mil  novecientos ochenta y ocho

(Imágenes.-1.-Sharp Power/ 2.-Morteza Kaztouzian)

 

CONVERSACIONES CON STRAVINSKY

música.-tgyu.-Stravinsky

»  Juventud interior en Stravinsky, como juventud interior en Picasso. «Mi catálogo de obras pasadas –decía Stravinsky a los ochenta y cuatro años– no me interesa como mi trabajo actual, que dicho catálogo tiende a oscurecer.» Cuando se le pregunta en qué está trabajando a esa edad –murió cinco años después, a los ochenta y nueve años–, responde: «La música dice lo que ella es, y yo no puedo entrar en mi obra con palabras. En realidad, acabo de terminar el Rex Tremendae de mi Réquiem de bolsillo. Lo llamo así porque empleo sólo fragmentos del texto y los estoy mechando con música instrumental y porque –y aquí aparece, como es frecuente en él, su ironía y su inteligente humor– parte de él fue compuesto en agendas que llevo en los bolsillos. Pero soy supersticioso, y no me gusta hablar de la obra que estoy realizando, y mucho menos de un monumento ordenado, como el de Mozart, por un ‘misterioso extraño’.»

música.-uuhhn,-- Stravinsky .--por Picasso

Conocí a Stravinsky en Roma el 13 de junio de 1964, como ya relaté en Mi Siglo y sobre el gran compositor he hablado aquí en diversas ocasiones: algunas anotaciones de esta entrada las he ido repartiendo fragmentariamente y – aún repitiendo ciertas frases – en este momento las completo. Porque ahora, al reeditarse «Conversaciones con Stravinsky« (Acantilado) ( los diálogos que él mantuvo con Robert Craft  y que leí hace años en la editorial Nueva Visión, de Buenos Aires) , la figura del músico ruso adquiere una nueva actualidad.

Robert Craft, en este libro sobre Stravinsky- como dije ya en «El artículo literario y periodístico» – relata cómo el músico –preferente­mente durante los vuelos en avión– escribía en cualquier trozo de papel, en un sobre de carta, al dorso de un menú, de un programa o de una servilleta, al margen de un periódico, y todo eso era luego pegado a las páginas de su agenda, convenientemente ordenado y numerado con lápices de tal modo que ese cuaderno suyo personal en donde la inspiración surgía creadoramente se iba transformando en una especie de continuo collage.

música.-4ggt.-Stravinsky.-por Robert Delaunay.-Musee Syndicate

Otro punto importante: la constancia de Stravinsky, su tenacidad por perseguir el remate de su obra como se perseguiría sin aliento algo que hay que atrapar, dominar y abandonar luego, realizado ya, quedar aliviado por haberlo podido realizar. Durante la mañana y el mediodía suele tener lugar para él lo que Stravinsky llama «la invención», es decir, el hallazgo de una línea de creación o mejor de un punto o de varios puntos –por llamarlo de algún modo– de esa línea: es en su escritura en papel pautado o sin rayar y aun sin recurrir al piano; por la tarde suele dedicarse a la composición, es decir, al desarrollo de lo descubierto o «inventado». En la persecución hasta alcanzar el fin y el logro total de la instrumentación emplea el músico horas extras, todas cuantas sean necesarias, escribiendo a gran velocidad, entregando a su hija cuanto va saliendo de su mente creadora para que ella sea la que reproduzca las partituras y las envíe por correo al editor, página a página, puesto que Stravinsky nunca mira hacia atrás, hacia lo que ha escrito.

música.- rrtyy.- café.- Café de Flore 1930.- Serge Lifar, Igor Stravinsky y Coco Chanel

A los ochenta y cinco años Stravinsky se preocupa por su trabajo y se pregunta si a esa edad uno puede llegar a ser impotente para modificar la calidad de la obra. «La cantidad puede incrementarse, incluso a los ochenta y cinco años, pero ¿puede uno cambiar el todo? Yo, por lo menos, estoy absolutamente seguro de que mis Variaciones‘ y mis ‘Cánticos de réquiem’ han alterado la fisonomía de toda mi obra, y ahora estoy buscando la fuerza necesaria para modificar una vez más esa completa fisonomía.» Juventud interior de Stravinsky: búsqueda continua de mejoramiento, de cambio hacia mayor calidad, lucha incesante en un camino de perfección. «Simplemente quiero continuar tratando de hacer mejor aquello que he hecho siempre, y esto a pesar de que las estadísticas me digan que debo ir cada vez peor. Y quiero hacerlo –sigue diciendo a los ochenta y cinco años– en este mismo ‘Identikit’, tan ajetreado, pero que ha alcanzado tan larga vida.» «Tengo que rehacerme a mí mismo», dice el poema de Yeats. Y esto es lo que hemos de hacer todos. El hombre que ha compuesto El pájaro de fuego a los veintiocho años y que a los treinta ha revolucionado la música con La consagración de la primavera tiene como proyecto y esperanza a los ochenta y cinco años conseguir la fuerza necesaria para modificar –renovar aún más en calidad– la completa fisonomía de su obra.

música.-4azza.-Igor Stravinsky.-por Marino Marini

A los ochenta y cinco años, el creador, tras una forzosa permanencia en un hospital, no se amilana sobre lo que pueda ser su futuro: piensa, por ejemplo, en Vermeer y en cómo el pintor desde su retiro pudo reflejar todo un mundo. Así, Stravinsky sabe que su vejez física le obliga a tener un extremo cuidado con la fragilidad de su organismo, pero añade en seguida que «el talento no se nos concede en propiedad, y tenemos que restituirlo». Y agrega con toda la potencia de su energía escondida: «Sé, no obstante, que tengo más música dentro de mí. Y tengo que darla.» Y concluye, con mucha más fe que la que tendrían algunos jóvenes: «No puedo vivir recibiendo vida solamente.» Se lamenta, en su vejez admirable, de un dolor moral más que de los dolores físicos: aquel que le llega al comparar su exigua producción a los ochenta y cinco años con la que obtenía veinte años antes: de nuevo el trabajo, las comparaciones sobre el trabajo, las emulaciones ante el trabajo, todo lo que es quehacer y perfección en el quehacer: el problema de su ocio, esa «tercera edad» tantas veces esquelética, nostálgica e inundada de lagunas, está para Stravinsky salvada por la música.

música.- erbh.- Leónide Massine, Natalia Goncharova, Stravinsky, Mikhail Larionov y León Bakst.-.1915

Robert Craft dibuja a Stravinsky –era en 1956– como una criatura en la que los apetitos físicos y los movimientos del cuerpo se hacen evidentes mucho antes de que se manifieste la mente, y ello constituye en parte –agrega Craft– la razón de que en su música sean tan inmediatas la autoidentificación y la personalidad de los físicos. Pero Stravinsky, según su biógrafo, sabía también «parapetarse» y hacer creer en ocasiones que las reglas privaban en él más que las emociones, aun cuando su realidad fuera la contrario.

Stravinsky, en su octogenaria juventud, tiene siempre las respuestas a punto, esa precisión irónica sobre una persona, un lugar, una situación de la sociedad. No se adormece su ingenio, ni su observación, ni el registro de su capacidad de análisis; saltan en él continuamente esos chispazos de humos que a unos parecerán espontá­neos y a otros sólo forzados y brillantes. Deja que asome cierta mala intención con quienes apuntan mala intención contra él. Siendo octogenario, llama al resto de los octogenarios «venerables»; cobra distancia respecto a ellos, una distancia envuelta en ironía, con la sabiduría de contemplar su edad y cuanto ella acarrea en las revelacio­nes de un espejo. A veces simula que le provocan cierta gracia y alguna perplejidad verse contemplado por los demás desde el otro lado del cristal de la vitrina, insólito ejemplar aún vivo –aún joven– en un museo curioseado por muertos o por viejos.

pintores.-66g.-Jean Cocteau, Picasso, Stravinsky y Olga Picasso en 1925

Sobre las mañanas y las tardes tiene Stravinsky personales ideas: «Por la mañana pensamos de modo diferente a como lo hacemos por la tarde. Cuando tropiezo con una dificultad, espero al día siguiente. Soy capaz de esperar lo mismo que es capaz de esperar un insecto.» Lo que parece querer decir que, algunas tardes, Stravinsky, detenido ante la piedra del obstáculo, no se agota ni exprime empeñándose en sortearlo, tropezando una y mil veces contra él hasta una exasperación que podría desembocar en el decaimiento. Simplemente se esfuerza con voluntad de superación, pero sobre todo, más que excitarse en frenesí nervioso, se acoge a esa sabiduría serena de esperar, esa «larga paciencia» en la que Balzac encontraba la esencia del talento. «Yo siempre me siento feliz cuando me despierto –dice a los ochenta y cuatro años–, y lo mismo me sucede cuando estoy componiendo.» De lo que yo al menos extraigo el amor a la vida –apego a la existencia, abrazo al vivir que a esa edad, aunque se disimule, suele tenerse– y esperanza reencontrada cuando se inicia cada día, al recibir el regalo de otra única e insustituible jornada para existir, puesto que toda felicidad es regalo. Alegría sentida en esa felicidad ante todo lo aún no vivido: en cualquier momento en que todo ello sea percibido por el hombre, su espíritu refleja juventud. Y junto a lo anterior, esa constatación de lo que ese hombre logre crear le suscita, por encima de muchas otras cosas, placer.

música.- 57ed.- Stravinsky en 1947,. Henri Cartier- Bresson.- Magnum Photos

«Para mí no hay ningún proceso creativo; únicamente hay placer», dice Stravinsky. Como tantos otros creadores del mundo,Igor Stravinsky no sabe, o si lo sabe no lo desea expresar, el misterioso mecanismo interno de su propia creación, la relojería de sus supuestas leyes y el análisis de su proceso: deja libres y espontáneos, vastos e irreconocibles, todos los caminos que conducen desde la idea primera al logro último: «Si yo fuese capaz de formularlos, entonces dejarían de serme útiles.» La máxima utilidad que le proporciona su andar creador es cambiar dejándose llevar por la fuerza de la creación misma, sin preguntarse de qué forma camina, sino sencillamente caminando: avanzar, ir en busca de nuevos hallazgos, no satisfacerse con la comodidad fácil, aspirar siempre a descubrir en la dificultad que envuelve a lo desconocido esa simplicidad que «estaba allí» y a la que nadie hasta entonces se habrá acercado. Y todo ello –encontrar el fondo de lo nuevo y lo simple y desvelarlo– haciéndolo con placer.

San Petersburgo.-oo.-placa conmemorativa de Stravinsky.-encspb ru

Una mente joven (se diría que la rapidez de reflejos en las respuestas que poseía este hombre en el tiempo de La consagración de la primavera) vive con este cuerpo viejo y gastado, al que se trata con rayos X y con frecuentes sangrías. La debilidad de su cuerpo octogenario parece afectar a todo menos a su cabeza: la lectura de un encefalograma a los ochenta y cinco años supone para el compositor «una partitura electrónica con estrofas de seis versos y una ilegible notación vanguardista». Todos los pasos inciertos de sus frágiles piernas, los titubeos y vacilaciones de sus miembros, no corresponden al anhelo de avance decidido de su cerebro, que quisiera crear con más pujanza que nunca. No hay, pues, reblandecimiento mental ni síntomas de sensibilidad en su cerebro: hay, por el contrario, firmeza y empuje, lucidez para observar y observarse, y al contemplarse anciano y mirar a cuantos le contemplan, sus conclusiones son conscientes y, por tanto, muchas veces crueles o amargas.

música.- rrvyyh.-bocetos de Igor Stravinsky para Petrushka

Amante de los objetos minúsculos, tal como organiza a su manera ese cuaderno de creación formado por papeles de todos los tamaños, constituye su propio ambiente esté donde esté: extrae de su maleta litografías, que coloca en lugar de las ilustracio­nes triviales de los hoteles; coloca en su mesita de noche –en sus tiempos de enfermedad– plumas, cartapacios de música, pinzas, secantes, un reloj de la época de los zares y la medalla de la Virgen que el compositor lleva al cuello desde su bautismo. A su edad, Stravinsky no equivoca en su rápido diálogo con las gentes el alemán, el inglés, el francés y el ruso, que habla con corrección. Pero en medio de todo ese escenario recreado por él y envuelto en ese ambiente personal e íntimo, quizá lo que no pueda recrear él nunca y donde perciba un mayor hueco sea en el aislamiento al que el tiempo le ha arrojado, esa ausencia de comunicación con tantos a los que la muerte se ha llevado mientras la vida trae generaciones nuevas y distantes, con las que Stravinsky, a pesar de su capacidad de juventud, no llega a estrechar la mano. Y más aún que los colegas desaparecidos, este hombre afectivo y solitario siente la desaparición de todo un ambiente, unas costumbres, unas relaciones sociales: el fondo de todo un universo que existió y cuyo hueco de silencio está hoy dominado por el ruido.»

JJPerlado.- «El artículo literario y periodístico.- Paisajes y personajes» ( págs 299-304)

música.- 255t.- Stravinsky, su esposa Vera y Robert Craft, en Venecia 1957.- foto Gjon para LIFE

(Imágenes:- 1.- Stravinsky/ 2.- Igor Stravinsky por Picasso/ 3.- Stravinsky por Delaunay.- musee syindicate/ 4.- Sergio Lifar, Stravinsky y Coco Chanel en el Café de Flore.- París.- 1930/ 5.-Stravinsky por Marino Marini/ 6.- Leonide Massine, Natalia Goncharova, Stravinsky, Mikhail Lariónov y León Bakst.- 1915.- marketsquareconcerts/ 7.- Jean Cocteau, Picasso, olga Picasso y Stravinsky.- 1925/ 8.-Igor Stravinsky .-foto Henri Cartier- Bresson.- Magnum Photos.-.1947/ 9.-.placa conmemorativa de Stravinsky en San Petersbugo/ 10.- esbozos para «Petrushka»/ 11.- Robert Craft, Stravinsky y su esposa Vera en Venecia.- 1957.- foto Gjon para LIFE)

DEL GOZO Y LA ALEGRÍA

De vez en cuando la alegría y de vez en cuando el  gozo. El mar, las flores, las montañas, el agua, los colores, la vida y la muerte se van entrelazando en Claudio Guillén como temas a estudiar en la literatura comparada y en los contraluces del dolor y la satisfacción. Así  los va elevando también el compositor francés Gabriel Fauré, en su especial «Requiem» apartándose de todos los llantos y abriendo al mundo todas las puertas, tocando las puntas del gozo.

«Yo he querido escribir algo diferente» dijo en aquella ocasión Fauré. El cántico, los colores, el agua, las montañas. Todo se extiende sobre la música de Fauré cubriéndola de una alegría serena, abriendo unos ámbitos de paz.

(Imagen.- Vela.- Milton Avery.-1958)

"LACRYMOSA"

» – Entonces, ¿cómo fue Mozart? ¿Alegre o triste?

Mozart, en los periodos de trabajo – dice el actor Josef Lange -, desahogaba su profunda obsesión con chanzas y simplezas. Podría haber ocultado su dolor bajo la máscara que producía una extraña impresión de frialdad y distanciamiento.
– ¿Disimulaba, por tanto, su tristeza?
– Nunca olvidaré – interviene el actor Michael O’Kelly, que representó a «Basilio» en «Las Bodas de Fígaro» – su rostro pequeño y animado la noche del estreno de «Las bodas de Fígaro«: brillaba encendido por el genio. Es imposible describirlo, tan imposible como pintar un rayo de sol. Me acuerdo de cómo Mozart con pieles encarnadas y sombrero con galones, estaba en el escenario en el pimer ensayo general y marcaba el compás. Benucci cantó el aire de Fígaro, «Non piu andrai» con la mayor viveza y con toda la potencia de su voz. Yo estaba al lado de Mozart que en voz baja exclamó repetidas veces: «¡ Bravo, bravo, Benucci…!». Fuera de sí, entusiasmados, exclamaban todos: «¡Bravo, bravo, maestro! ¡Viva, grande Mozart!».

– Lloraba Mozart…¿no es cierto?

-Sí. Lloró Mozart…¿Más que otros…? Nadie recuerda cuántas veces ha llorado…

(…)
Wolfang lloraba…

Lo que no podemos, no sabemos ni queremos decir; lo que rehusamos confesar a nosotros mismos; los deseos confusos, las penas secretas, los pesares ahogados, las resistencias sordas, los recuerdos imborrables, las emociones combatidas; las tribulaciones ocultas, los temores supersticiosos, los sufrimientos vagos, los presentimientos inquietos; los martirios…, languideces…, multitud de pequeños detalles…, terminan por un enternecimiento…(¿de alegría?…¿de tristeza…?), y éste se concentra en una lágrima…

No pudo concluir su «Lacrymosa«.

– ¿Expiró, entonces, el 5 de diciembre de 1791, a la una de la mañana menos cinco minutos? ¿Se reafirma usted en tal dato?

(HAY UN SILENCIO SIGNIFICATIVO; QUIZÁS UNA AFIRMACIÓN DE CABEZA.)

– Y bien: una última cuestión, y concluyo. Los funerales, si no me equivoco, tuvieron lugar al día siguiente, ¿no es así? (Y SIN AGUARDAR MÁS, PROSIGUE) Pero mi pregunta no es ésa. Mi pregunta es bien concreta. ¿Es cierto que nadie siguió al coche fúnebre? (PAUSA) Sí, ya sé, lo conozco desde hace tiempo: se ha dicho siempre, como razón de esta postura general…, que ese 6 de diciembre hubo una «tempestad de nieve»… Y sin embargo, es realmente curioso: el barón Von Zinzendorf anotó en esa semana y en un pequeño cuaderno: «Tiempo dudoso. Tres o cuatro neblinas por día desde hace unas jornadas». (PAUSA) Perdón. ¿Fue usted al entierro de Wolfang?

(UN SILENCIO)
– Respeto; respeto su pudor…Ahora sólo deduzco…luego la carroza fúnebre en la que transportaban el cadáver de Mozart, ¿siguió su camino completamente sola?

(SILENCIO) (ESPERA UNOS SEGUNDOS)
– Bien. No deseo molestarle ni un momento más…

-(COMO HABLANDO PARA SÍ) Hay libros que relatan que al coche fúnebre, le siguió alguien, sin embargo…
( Y DE IMPROVISO, MIRANDO A QUIEN PREGUNTA, Y CON ENERGÍA, AÑADE):
– ¿ No es verdad que le iba siguiendo un perro?…».

( Esto escribí en mi novela «Contramuerte» hace ya muchos años y ahora todo ello me ha vuelto a la memoria escuchando este «Requiem» de Mozart de ondas revueltas, alientos espacios anhelantes, coros expandidos en agua, «requiem» de resignación…aspiración…polifonía…, marcha fúnebre de orquesta llevando en andas cajas de voz…, subidas melancólicas, hirientes; bajadas dulces…»ET…», salmodias…»ET…LUX…»… suspiros…suspiros de alegría…»ET LUX PERPETUA»…;clarinetes corvos…, el fagot que empuja…, alentar de maderas…, solo de soprano… Contraste: un paso llano, como si ella, portara solitaria, el himno…»TE DECET HYMNUS»…Voces abiertas, cajas abiertas, dando vueltas, redondas, labios girando círculos…, bocas en rueda de vocales…, campanadas de perpetua, lejana, perpetua luz…, descenso suave y cuidadoso, lentísimo, para enterrar doblados los miembros de las sílabas…)

Contramuerte«.-Argos-Vergara, Barcelona, páginas 118- 123).
(Fotos: «Requiem» ; Mozart, BCCO Future Programs).