ÚLTIMAS LUCES DE RENOIR

Renoir.-ervvb,--.Andreé con un vestido rosa.-1917.- colección privada

«Fue un prolongado martirio el de Renoir en los últimos tiempos – comentaba Henri Matisse -: las articulaciones de sus dedos estaban hinchadas y tremendamente deformadas  – ¡ y, sin embargo, ahora estaba pintando sus mejores cuadros! Mientras su cuerpo se desgastaba, su alma parecía cobrar fuerza, y él expresaba sus ideas con una gran facilidad.»

pintores.-4frf.-Renoir pintando en ek jardín, en Gagnes-Sur-Mer.-1917

Varias veces he hablado aquí de Renoir y también de Sandblonm cuando aborda su estudio sobre «Enfermedad y creación». Recuerda este último que en su vejez Renoir recuperó su personalidad. «A pesar de su dolorosa artritis senil, que le obligó a envolverse la palma de la mano con algodón a fin de poder sostener el pincel, tal como se observa en uno de sus autorretratos, se deleitó pintando niños, muchachitas y flores primaverales» (…) ; su escala de color se tornó más brillante, debido quizá a su mala vista, pero no cabe duda de que también fue intencionalmente por su deseo de conseguir un tono

Renoir.-r8uuu.-Cagnes.-1914-1919.- colección privada

más cálido.» Y añade Sandblom que «debemos mencionar la hipótesis de que la artrosis de Renoir pudo haber sido una enfermedad ocupacional que se debió al envenenamiento causado por los pigmentos que empleaba. Como sus colores claros requerían de mucho plomo, es posible que el precio de su radiante luminosidad, y de nuestro deleite, lo haya pagado con su salud». Compara la dolencia de Renoir con la artritis reumatoide de Dufy, «pero en el caso de Dufy su enfermedad se inició tempranamente y era aún más invalidante que la de Renoir, pero lo alivió notablemente el tratamiento

pintores.-600j.-Pierre Auguste Renoir.-Museo Marmottan.- Paris.- AKG imágenes

médico. «La historia clínica de de Raoul Dufydecía su médico – es una de las pocas en las que la medicina logra mejorar al paciente en el momento justo para conservar el funcionamiento creador de una persona importante y, de esa manera, enriquecer nuestra herencia».

Renoir.-3bngg.-árbol de cal y casa.-1919

«Existen varias fotografías de Renoir al final de su vida – cuenta uno de sus hijos, Jean, el célebre director de cine -. El cuerpo se le iba petrificando cada vez más. Las manos engarfiadas no podían ya asir nada. Se ha dicho y se ha escrito que le ataban el pincel a la mano. No es del todo cierto. La realidad es que se le había vuelto la piel tan tierna que el contacto con la madera del mango le hacía heridas. Para evitar ese inconveniente, mandaba que le pusieran en la palma de la mano un trocito de tela fina. Los dedos deformados

pintores.-4fnn.-Renoir.-busto de Renoir.-1907.-por Aristide Maillol

más que sujetar el pincel se aferraban a él. Pero hasta el último aliento, el brazo siguió firme como el de un hombre joven y los ojos tuvieron una precisión estremecedora. Aún lo veo poniendo en el lienzo un puntito de color blanco del grosor de la cabeza de un alfiler. La meta de aquel toque era indicar el reflejo en el ojo de una modelo. Sin un titubeo, el pincel salía lanzado como la bala de un buen tirador y daba en la diana.»

Renoir.-tynnn.-paisaje con la casa blanca.-1916.-colección privada

«Es cierto que de vez en cuando decía «Estoy fastidiado», pero sin convicción – le escribía en diciembre de 1919 uno de los hijos del pintor a Durand- Ruel -, y lo había dicho mucho más a menudo hace tres años. Los cuidados constantes lo irritaban un poco y no dejaba de hacer mofa al respecto. El martes se acostó a las siete, después de fumarse un cigarrillo tranquilamente. Quería dibujar un modelo de vaso, pero no encontramos lápiz. De repente, a las ocho se puso a delirar ligeramente. Nos sorprendió mucho y pasamos de una confianza relativa a la mayor aprensión. Su delirio aumentó. Vino el médico. Mi padre estuvo agitado hasta medianoche, aunque no sufrió ni un instante. Seguramente no sospechó que iba a morir. A medianoche se tranquilizó y, a las dos, se apagó muy suavemente.»

http://youtu.be/UA4pRAZQY3g

(Imágenes.-1.-Renoir-.-Andrea con un vestido rosa.-1917.-colección privada/ 2.-Renoir pintando en su jardín.-1917/ 3.-Renoir.-Cagnes.-1914-1919/ 4.-Renoir.-Museo Marmottan.-París/ 5.-Renoir.-árbol de cal y Casa.-1919/ 6.- Renoir.-por Aristide Maillol/ 7.- Renoir.- la casa blanca.-1916.-colección privada)

LE MOULIN DE LA GALETTE

moulin-de-la-galette-1876-renoir-museo-del-louvre-college-de-veveyvdch2

«Durante todo el tiempo que estuvo pintando Le Moulin de la Galettecuenta el hijo del pintor -, Renoir estuvo viviendo en una casucha vieja de la calle de Cortot. Los vecinos eran modestos burgueses, a los que atraía el aire sano y la baratura de los alquileres, unos cuantos agricultores y, sobre todo, familias obreras cuyos hijos e hijas bajaban todas las mañanas por la vertiente sur de la colina para ir a «destrozarse» los pulmones en las recientes fábricas de Saint-Ouen. Había ya chiringuitos y, sobre todo, Le Moulin de la Galette, donde iban a bailar los sábados por la noche y los domingos las modistillas y los horteras de los barrios del norte de París. (…) La casa de la calle de Cortot estaba en pésimo estado, cosa que no molestaba en absoluto a Renoir; pero, en cambio, brindaba la ventaja de un gran jardín en la parte trasera, a cuyos pies se extendía una vista espléndida de la llanura de Saint-Denis. En aquel oasis pintó muchos cuadros, pues nunca trabajaba en un tema único. Repetía con frecuencia: «Hay que saber tomárselo con calma». Por tomárselo con calma entendía esa pausa durante la cual los aspectos esenciales de un problema afloran desde un segundo plano para tomar la importancia real que tienen».

Todo esto lo cuenta el segundo de los tres hijos que tuvo el pintor – el gran director cinematográfico Jean Renoir, autor de «Una partida de campo» (1936), «La gran ilusión» (1937), «La regla del juego» (1939), «Esta tierra es mía» (1943) o «El desayuno sobre la hierba» (1959), entre otras varias películas -,  y que por este libro «Renoir, mi padre» (Alba) recibió el premio Charles- Blanc. La visión íntima, la sorprendente memoria de este hijo desmenuzando la vida y el trabajo de su padre, ofrecen un testimonio valiosísimo de vida y vivencias.

«Al principio veo el tema como entre una niebla- confesaba el pintor -. Sé que todo cuanto veré más adelante ya está ahí, pero no sale a flote más que con el paso del tiempo. A veces las últimas en asomar son las cosas importantes»(…) En Renoirsigue diciendo su hijo -, el cuadro empezaba con incomprensibles pinceladas sobre el fondo blanco, ni tan siquiera formas. A veces había tanto líquido, aceite de linaza y esencia de trementina en el color que éste chorreaba por el lienzo. Renoir llamaba a eso «la salsa». Gracias a esa salsa, podía en unas cuantas pinceladas crear una prueba general de tonalidad. Con eso iba cubriendo más o menos toda la superficie del lienzo, más bien toda la superficie del futuro cuadro, pues Renoir dejaba con frecuencia parte del fondo blanco sin cubrir. Tenía que ser un fondo muy puro y muy liso. Muchas veces le preparé los lienzos a mi padre con blanco de plata y una mezcla de una tercera parte de aceite de linaza y dos terceras partes de esencia de trementina. Luego había que dejarlo secar varios días. Volvamos a la ejecución del cuadro. Poco a poco se iban mezclando rasgos demoulin-de-la-galette-pintando-alojuses1 color de rosa, o azules, luego otros tierra de Siena, en perfecto equilibrio. Habitualmente, el amarillo de Nápoles y la laca de granza no aparecían hasta más adelante. Y el negro de marfil al final del todo. Renoir nunca usaba ángulos o rayas, sino trazos redondos. «En la naturaleza no existe la línea recta». En ningún momento de la ejecución se veía en el cuadro desequilibrio alguno. Desde las primeras pinceladas estábamos ante un cuadro completo, bien compensado. El problema que tenía Renoir quizá era el de calar en el tema sin perder la lozanía de la primera sorpresa. Al fin asomaba de entre la niebla el cuerpo de la modelo o el paisaje, igual, en cierto modo, que habría aparecido en una placa fotográfica sumergida en el revelador. Aspectos totalmente descuidados al principio adquirían importancia».renoir-1

Todas estas revelaciones del hijo de Renoir nos llevan de nuevo hasta la paciencia en la tarea, el saber esperar en la mezcla de los colores, el «paso atrás» en la creación que a veces he ido recogiendo en Mi Siglo. Sin conocerse muchos de esos artistas – sean ellos escritores, músicos o pintores- sus procedimientos son similares. Es el proceso de toda creación, proceso admirable y en tantas ocasiones asombroso.

(Imágenes: Auguste Renoir. «En «Le Moulin de la Galette».-1876.-París.-Louvre (Jeu de Paume)/postal: un artista pintando ante Le Moulin de la Galette/ el director cinematográfico Jean Renoir)