¿DE DÓNDE VIENE LA ENTREVISTA?

escritores.-tbhhn.-Truman Capote

 

«Se dice que la entrevista periodística – y así lo conté en «Diálogos con la cultura» – tuvo su inicio cuando James Gordon Bennet publicó en 1836 una crónica inventando la técnica de las preguntas y respuestas, tal como suelen contarse en las audiencias judiciales. Aquellas preguntas a una tal Rosina Townsend, de Nueva York, indagando sobre un crimen sensacionalista, no sólo lograron que toda la ciudad hablase del asesinato, sino que probaron la inocencia del joven acusado, quien estaba a punto de ser condenado. Truman Capote, más de un siglo y medio después, quiso acercarse a otros asesinos – Dick Hickock y Perry Smith -, hasta estar presente incluso en su ajusticiamiento ; durante varios años estuvo preparando de manera intermitente su relato, basado en hechos reales, que tituló «A sangre fría» y que Tom Wolfe encuadraría dentro del llamado Nuevo Periodismo. Pero hasta 1966 en que aparece esta historia verídica y recreada, el arco de las entrevistas periodísticas se remonta a muy diversos momentos: así, según ciertos textos, la primera «interviú» que registran los anales norteamericanos la llevó a cabo el «New York Herald» con Garrit Smith, con motivo de la incursión de John Brown sobre Harper Ferry. Algún autor, sin citar la fuente, indica que la primera entrevista fue la que le hiciera Greely al líder mormón Brigham Young.

 

periodismo-ggbbn oriana fallaci- oriana-fallaci com

 

Ahora nuevamente se habla del arte de la entrevista. En la Historia quedan los Diálogos del portugués Francisco de Holanda con Miguel Angel y hay que recordar también los lejanos diálogos de Platón con Sócrates. Diversos ensayos han aludido igualmente a que ya antes de Platón, los poetas de Siracusa Sofrón y Epicarmo habían desarrollado una técnica de exposición de posiciones filosóficas a través de piezas teatrales de dos o tres actores. Luciano de Samosata escribió los diálogos «De los Dioses, de la Muerte«, y, ya centrándonos en la literatura española, algún estudioso ha señalado que «el advenimiento del diálogo es tardío en nuestros clásicos y hace su aparición en «La Celestina», ya que los diálogos del «Corbacho» son, a juicio de Menéndez Pidal, «discursos familiares». Si Erasmo contribuye a popularizar el modo clasicista del diálogo y si «el diálogo no prospera plenamente en Europa hasta después de la Revolución Francesa, lo que se denomina como diálogo periodístico nace a finales del siglo XVlll».

Personalmente quienes me han enseñado más sobre el diálogo periodístico han sido Oriana Fallaci en su prólogo a «Los antipáticos» y Manuel del Arco contestando a Salvador Paniker. «Una cosa importante – dijo Del Arco  en esa ocasión sobre la entrevista – es que no pretendo lucirme; pretendo que se luzca el personaje, porque cuanto mejor es una respuesta mejor me queda la pregunta. Yo nunca pongo zancadillas a nadie. Hago preguntas con intención; no con buena ni mala intención, sólo con intención. Soy periodista y pienso: si ahora no hago esta pregunta, el lector, no me lo perdonaría. Y tengo el valor de hacer la pregunta».

(Imágenes.-1.-Truman Capote/ 2.-Oriana Fallaci)

 

EL PERIODISMO Y LA DUQUESA DE ALBA

duquesa de alba- bbff-elmundo es

 

«La duquesa – que no es sólo duquesa, sino también marquesa, condesa, baronesa, vizcondesa y muchas cosas más – comenzaba su célebre entrevista la brillante y temida Oriana Fallaci en el Palacio de Liria– estaba en el séptimo mes de gestación de su quinto hijo, llevaba un delantal, y tenía los cabellos tan incoloros que no se distinguía dónde acababa el cuero cabelludo y dónde comenzaban los cabellos, que eran rubios. Como los personajes reales de quienes habla, la duquesa es muy linda y muy gentil, y su principal preocupación era decir lo menos posible. En efecto: estuvimos juntas casi cuatro horas, y cuando oí de nuevo todas las cintas magnetofónicas descubrí que apenas había hablado sesenta minutos. Si a esto se añade el detalle de que la voz de la duquesa es un susurro y no conseguí descifrar muchos susurros, debo concluir que aún habló menos.»

Realizada en febrero de 1963 y publicada en «LÉuropeo», Oriana Fallaci confesó que – como en las otras diecisiete entrevistas que reunió luego en «Los antipáticos» (Mateu) -, se trataba de un monólogo provocado por la periodista mediante preguntas u opiniones. «A mi entender – escribía en aquel famoso encuentro -, la duquesa es una mujer muy compleja. Dice que no va de caza porque no puede matar un pajarito, y sin embargo ella misma es torera y adora ver matar a los toros. Dice que no es rica, y su colección de obras maestras no admite precio, y además posee cincuenta castillos y no sé cuánta tierra y oro líquido. Dice que la entusiasman aquellos cuadros que me hacían caer en éxtasis, y luego ni los mira siquiera. Por temor a deteriorarlos con una partícula de humo no me atrevía siquiera a encender el cigarrillo. «Pero ¿qué hace? – exclamó al fin la duquesa -. Fume, fume. Yo fumo siempre aquí dentro.» Tal vez porque la duquesa es muy linda y muy gentil.»

 

duquesa de alba-yccc-smoda elpais com

 

Una pluma acerada la de Fallaci, unos ojos penetrantes.

«- Usted está emparentada con la casa real inglesa a través de los Stuart y de Jacobo ll. ¿Conoce a Isabel y a Margarita?

– A Isabel la he visto en las recepciones. A Margarita la conozco desde niña, pues ambas estábamos en Londres. Nos encontrábamos a menudo en las parties infantiles. Bebíamos naranjada, hacíamos bonitas estatuillas, y en el momento de partir nos regalaban una pelotita cogida de un hilo. No, no estuve presente en la boda de Margarita… es muy linda y muy gentil.

(…)

– Sé que es usted una excelente torera.

– No exactamente torera, sino rejoneadora. Los rejoneadores torean a caballo. Me dediqué con ahínco cuando era más joven. Estudié con Conchita Cintrón hace bastantes años. Pero no rejoneé en las plazas de cara al público. Lo hice en el campo, para algunos amigos. Sí, ya sé lo que está pensando: que también el toro es un animal. Pero es un animal que puede matarnos. Mató a Manolete. Conocí muy bien a Manolete. ¡Qué personalidad tan extraordinaria!… Aristocrático, trágico; no se parecía a nadie.»

 

duquesa de alba-vvvvn- enfemenino com

 

(…)

«Adoro la pintura. ¿Ha visto mi estudio? Pinto al menos cuatro días a la semana. Hoy día los aristócratas deben demostrar que saben hacer lo que hacen los demás. Aparte el hecho que pintar es mi gran pasión.

– Dígame, duquesa: ¿ qué más sabe hacer con la misma habilidad? ¿Qué más podría hacer si se viese obligada a trabajar para vivir? Ya comprenderá que hablo por hablar, pues mi pregunta resulta absurda.

– Bailo bien el flamenco. Lo bailo desde niña. Adoro el flamenco. El flamenco robustece los músculos y da elasticidad a los movimientos. Hay que estar muy sano para bailar flamenco.

– ¿Qué piensa de todo esto su marido, el duque de Alba?

– ¡Oh! Mi marido es completamente distinto. Se ocupa del campo, de los olivares, del ganado, del grano, y hasta es miembro de la Academia de Bellas Artes. (…) ¿Quiere ver mi biblioteca? Está el Diario de a bordo de Cristóbal Colón. Y las cartas de Isabel la Católica. Los estudiantes vienen a menudo a estudiar aquí. ¿Por qué me mira de ese modo? La he desilusionado, ¿verdad?

– No, no, duquesa. ¡Qué dice! ¡Usted es tan linda y tan gentil!… Ha sido una conversación inolvidable.»

 

 

periodismo-unng-oriana fallaci

 

(En el día en que fallece la duquesa de Alba.

Descanse en paz)

 (Imágenes.- 1-elmundo. es/ 2.-smoda.elpais.com/ 3.-enfemenino.com/4.- Oriana Fallaci)

 

HONRADEZ Y OBJETIVIDAD

«Escuchar a una persona que habla no es como volverla a escuchar a través de un aparato – decía Oriana Fallaci al repasar sus entrevistas en el magnetofón para publicarlas en «L’ Europeo»-. Lo que oyes cuando tienes un rostro ante ti no es nunca lo que oyes cuando tienes una cinta que gira. Unos ojos brillantes, unas manos que accionan, convierten a veces en aceptable la frase más idiota; pero sin esas manos, sin esos ojos, la frase aparece en toda su desconcertante idiotez. Por el contrario, una nariz desagradable, una actitud cohibida, desvalorizan a veces la frase más rica; y sin esta actitud, sin esta nariz, la frase adquiere toda su consoladora riqueza».

Releo todo esto en el  prólogo a su libro de entrevistas  «Los antipáticos» (Mateu ) ahora que la figura de la periodista italiana es nuevamente noticia al publicarse su obra póstuma «Un sombrero lleno de cerezas» que acaba de lanzar Rizzoli. Oriana Fallaci fue una temible y extraordinaria entrevistadora a la que Kissinger quiso a su vez interrogarla antes de ser interrogado por ella como la propia Fallaci narra en «Entrevista con la historia» (Noguer),  y mantuvo también diálogos memorables, por ejemplo con Ingrid Bergman, con Federico Fellini o con la Duquesa de Alba. Con la Bergman confesó que era la primera entrevista que ella hacía ayudada con el magnetofón y la idea de depender de un objeto mecánico le ponía nerviosa; también la actriz  se puso nerviosa. «Pero nos animamos- dijo Fallaci -, y al fin todo resultó muy fácil».

Pero en los dos prólogos a estos dos excepcionales libros de entrevistas, el nervio de la escritora italiana aparece como recordatorio de su personalidad debatida, una mujer que atrajo adhesiones y negaciones. En «Entrevista con la Historia» evoca estas palabras de Bertrand Rusell: «No te preocupes. Lo que sucede en el mundo no depende de ti. Depende del señor Kruschev, del señor Mao Tse-tung, del señor Foster Dulles. Si ellos dicen «morid», moriremos. Si dicen «vivid», viviremos». «No consigo aceptarlo – añade Oriana Fallaci -. No consigo prescindir de la idea de que nuestra existencia dependa de unos pocos, de los hermosos sueños o de los caprichos de unos pocos, de la iniciativa o de la arbitrariedad de unos pocos. De estos pocos que, a través de las ideas, los descubrimientos, las revoluciones, las guerras, tal vez de un simple gesto, el asesinato de un tirano, cambian el curso de las cosas y el destino de la mayoría».

 Por su parte, en el prólogo a «Los antipáticos«, al justificar las presentaciones que ella desea hacer a cada entrevista para enmarcarla luego dentro de un libro, escribe que «esto no será del agrado de los cultivadores del periodismo objetivo, para quienes el juicio es falta de objetividad; pero esto no me preocupa lo más mínimo. Lo que ellos llaman objetividad no existe. La objetividad es hipocresía y presunción, puesto que parte del supuesto de que quien comunica una noticia o facilita un retrato ha descubierto la verdad de la Verdad. Una noticia o un retrato no prescinden jamás de las ideas, de los sentimientos y de los gustos de quien suministra la noticia o el retrato. (…) Existe, puede existir, pues, sólo la honradez de quien facilita la noticia o el retrato: con esta honradez he escrito mis prologos».

Oriana Fallaci como siempre, debatida, apasionada, independiente, lúcida, rebelde.

(Imágenes: Oriana Fallaci:especiales.diariosur.es/elmundo.es/beppegrillo.it)