CERVANTES Y LA VOZ HUMANA

 

Quijote-nbf-ilustración de Gustavo Doré- biblioklept org

 

«Voces guturales, voces nasalizadas, en ocasiones frías y distantes, en otras lánguidas – así lo escribí una vez -, voces de gravedad, tonos rotundos, locuciones solemnes (…) Todas las intensidades entre silencio y lenguaje viven en los matices de la voz, en esas cuevas de la intimidad humana en la que el lenguaje domina al silencio».

 

Quijote-nbbu- ilustración de Gustavo Doré- openculture com

Los encantos y  misterios de la voz humana fueron tratados muchas veces por Cervantes, como así lo quiso recoger el excelente estudioso Miguel Querol en «La música en las obras de Cervantes«( Comtalia). El gran escritor español, tan respetuoso por muchas características del ser humano, se interesa y detiene más aún que en los instrumentos que suelen acompañar a la voz, en la voz misma, levantada de pronto en el aire en medio de un capítulo del Quijote.

Quijote- hyyh- ilustración de Gustavo Doré- bibblioklept org

Es en el capítulo XLlll de la Primera Parte, cuando un mozo de mulas canta con «una voz tan entonada y buena» y obliga a todas las damas a que le presten oído. «Un mozo de mulas – escribe Cervantes -, que de tal manera canta, que encanta«( un juego de palabras que el novelista hace innumerables veces) . «Nadie podía imaginar – prosigue – quién era la persona que tan bien cantaba, y era una

 

Quijote-nhu-ilustración de Gustavo Doré- biblioklept org

voz sola, sin que la acompañase ningún instrumento«. Es en ese mismo lugar cuando exclama Dorotea: «Pero no me digáis nada por ahora, que no quiero perder, por acudir a vuestro sobresalto, el gusto que recibo de oír al que canta».

 

Quijote-uvcc-ilustración de Gustavo Doré-openculture com

Querol nos lleva igualmente a «La ilustre Fregona» en donde Cervantes escribe: » una voz de hombre que… cantaba con tan maravillosa y suave armonía, que los dejó suspensos y les obligó a que le escuchasen hasta el fin». Y en «Persiles y Sigismunda» «oyeron que de la una de las otras dos barcas salía una voz blanda, suave, de manera que les hizo estar atentos a escucharla».

 

Quijote-nhuu-ilutración de Gustavo Doré- openculture com

 

Pero el humor, el realismo y las expresiones gráficas de Cervantes destacan también en los preparativos para cantar: «…y habiendo recorrido los trastes de la vihuela y afinándola lo mejor que pudo – se lee en El Quijote – , escupió y remondóse el pecho y luego con una voz ronquilla aunque entonada, cantó…»

(pequeñas evocaciones en un 23 de abril y ante Cervantes)

 

Quijote- nnii- muerte de don Quijote- ilustración de Gustavo Doré- biblioklept org

 

(Imágenes.- ilustraciones del Quijote por Gustavo Doré.- biblioklept. org)

GRITO Y SILENCIO EN MUNCH

«Una noche anduve por un camino – escribió Edvard Munch -. Por debajo de mí estaban la ciudad y el fiordo. Estaba cansado y enfermo. Me quedé mirando el fiordo, el sol se estaba poniendo. Las nubes se tiñeron de rojo como la sangre. Sentí como un grito a través de la naturaleza. Me pareció oir un grito. Pinté este cuadro, pinté las nubes como sangre verdadera. Los colores gritaban”. Este grito, tan comentado en la historia del arte, ha evocado otros gritos en la historia de la literatura, como el que cita el estudioso George Heard Hamilton al hablar de la pintura en Europa desde 1880 a 1940 (Cátedra): «sólo algunos años más tarde que Munch, y en un ambiente muy diferente, el grito de la naturaleza resonaría misteriosamente en un acto de «El jardín de los cerezos» de Chejov (1904), donde también una sola persona lo oiría».

Gritos y rotos silencios en obras teatrales memorables: silencio  final sobrecogedor en «La voz humana» de Cocteau; silencio definitivo y dramático en «Monólogo antes del desayuno» de O`Neill.  Gritos de seres humanos que unas veces llegan desde la naturaleza y otras se enroscan en gargantas desesperadas. Silencios ahogados, gritos estremecedores.

Cirlot recuerda en «Del expresionismo a la abstracción» que el color en Munch « es sordo y crepitante, con reflejos de masa en ignición, rojos y carmines intensos en contraste con rosados y masas de negro. Sus formas siguen esquemas de masas y líneas horizontales o se enroscan en torno a centros atractivos, operando por condensaciones y dilataciones. Todo eso está presente en la creación de Munch, que parece puesta al servicio de una tendencia profética: la de delatar el «grito» no proferido«.

Ahora el Museo Pompidou de París expone la pintura de este célebre noruego expresionista. Aunque no está «El grito«, allí aparecen, entre otros, sus «Caballos al galope«.

Fue en 1896, mientras el dramaturgo Strindberg publicaba un artículo favorable a la labor de Munch, cuando las reseñas periodísticas aparecieron en cambio muy críticas: «Munch tiene todo y nada – declaraba un periódico- , cielos iluminados con tintas violentas a la manera de Gauguin, ásperas litografías que recuerdan a Vallotton, paisajes informes y seres humanos que parecen gusanos. Alguien le preguntó a Toulouse- Lautrec, ese artista supremo, lo que pensaba de esos caprichos noruegos, y él comentó:

«Hablaba yo el otro día con un entrenador en Longchamp acerca de uno de esos caballos, que estaba a punto de participar en una carrera, y él rezongó: «Es más bien malo que bueno, pero estoy seguro de que armará cierto lío en la pista«.

Son los ruidos de Munch en las reyertas callejeras.

Son las soledades del pintor en su estudio.

Son los silencios de sus resplandores.

(Imágenes: 1.- «El grito»/ 2.-«Caballos al galope».-1910-1912.-Museo Munch.-Adagp.-París/ 3.-la bagarre.-1932-1935.-Museo Munch.-Adagp.-París/ 4.-autorretrato. muelle 53.-Am Strom, Waenemünde.- 1907./ 4.- Solem.-Museo Munch.-Adagp-París)

ESQUINAS DE IRVING PENN

IRVIN PENN.-LL.-Truman Capote.-New York 1948.-foto Irving Penn.-Morgan Library Museum.-The New York Times.Esquinas, ojos, planos.

 Aquí, otras voces, otros ámbitos. Truman Capote, el hombre que literariamente retratara a Isak Dinesen, a Coco Chanel, a John Huston y a tantos más, es retratado en 1948, en Nueva York, en la esquina de una esquina de la fama.

IRVING PENN.-GG.-Marcel Duchamp..New York 1948.-foto Irving Penn.-Morgan Library Musem.-The New York Times

Otra esquina más. Marcel Duchamp y su pipa, el ajedrez, la invención, la provocación.

Irving PENN.-CC.-Stravinsky.-New York 1948.-foto Irving Penn.- Conde Nast Publications.-The New York Times

Aún una tercera esquina. El oído de Stravinsky escucha cuanto le dice la música, aquello que aún no le ha dicho la música, aquello que él va a decir a la música en cuanto se ponga a componer.

IRVING PENN ZZ.-Picasso -Cannes 1957.-foto Irving Penn.-Morgan Library Museum.- The New York Times

El ojo de Picasso.

IRVING PENN.-DD.-Francis Bacon.-Londres 1962.-foto Irving Penn.-Conde Nast Publications.-The New York Times

Los ojos de Francis Bacon.

IRVING PENN.-FF.-Jean Cocteau.-París 1948.-foto Irving Penn.-Conde Nast Publications.-The New York Times

Y luego está el plano de Cocteau, el autor del gran monólogo «La voz humana«. Correspondencia de las artes, flexibilidad, facilidad, estética.

(En memoria del gran fotógrafo Irving Penn que acaba de morir)

(Imágenes:-1.-Truman Capote.-Nueva York, 1948.-foto Irving Penn/Morgan Librery & Museum.-The New York Times/2.-Marcel Duchamp.-Nueva York 1948.-foto Irving Penn/Morgan Librery& Museum.-The New York Times/ 3.-Igor Stravinsky.-Nueva York, 1948.-foto Irving Penn/ Conde Nast Publications.-The New York Times/4.-Pablo Picasso.-Cannes,1957.-foto Irving Penn/Morgan Librery & Museum.-The New York Times/5.-Francis Bacon Londres 1962.-foto Irving Penn/Conde Nast Publications.-The New York Times/6.-Jean Cocteau, París 1948.-foto Irving Penn/Conde Nast Publications.-The New York Times)

LA VOZ HUMANA

En el monólogo teatral «La voz humana» de Cocteau la actriz aparece en una habitación azulada y oscura, en un decorado enmarcado por cortinajes rojos, con una cama desordenada al lado y como centro de todo un teléfono. El teléfono siempre ha atraido a escritores y artistas. «Esa idea -decía Auster- de estar hablando con alguien, de crear cierta intimidad y, al mismo tiempo, ser completamente invisible…Se pulsan unos botones y se puede hablar con cualquiera en el mundo. Resulta tan misterioso… Es al mismo tiempo aterrador, inútil, y a veces magnífico…»
Por eso esta mujer que pasa del nerviosismo a la mentira, de la mentira a la seducción, de la seducción al abandono, esta mujer que habla y habla caminando y volviendo a caminar por la escena sin soltar nunca el teléfono, esta mujer que estira el cable de la distancia, que pregunta, disimula, sospecha, a la que vemos de espaldas y de perfil, de la que oimos su timbre suave y encantador transformado de pronto en cruel y vengativo, esta mujer atada a la voz humana que le habla, la voz que necesita oir, la voz a la que su voz responde, la voz que querría siempre al lado, es hermana de esta otra mujer moderna que cruza la calle hablando por el móvil, que habla mirando a escaparates, que sigue hablando mientra sube escaleras, esta mujer sin cable, con el oído pegado a la voz, esa voz que le ha hablado siempre al otro lado del teléfono, esa voz necesaria, urgente, la voz que quiere retener, esa voz que no se puede escapar, no, él no me puede colgar, ¡no, no me puedes colgar!, eres la media naranja de mi voz, ¡eres casi mi voz misma!
Por eso cuando en la escena de Cocteau vemos cómo esta mujer se va enrollando al cuello el cordón del teléfono y desesperada, incrédula, asustada ante tanto silencio, va diciendo «¡Dios mío, que me llame! ¡ Dios mío, que me llame!», no nos extraña ver a esta otra mujer en la calle pendiente del móvil que acaba también de escuchar un completo silencio y repite lo mismo, «¡Dios mío, que me llame! ¡ Dios mío, que me llame!», antes de caer desvanecida al suelo.