Una pitillera de plata perteneciente al bisabuelo de Lampedusa ,el manuscrito de la célebre novela, un retrato al óleo de 1855, y muchos objetos más, se presentan en la exposición que la madrileña casa del lector dedica al autor de «El Gatopardo». Habría que añadir a ello el bolígrafo azul con el que redactó su obra tanto en el café Mazzara de la capital siciliana como en el salón de su biblioteca y muchos otros recuerdos. El primer capítulo del famoso libro fue escrito en cuatro meses, reescribiéndolo muchas veces, cambiando nombres y alterando personajes: ese primer capítulo lo corrigió y lo pulió antes de comenzar los otros, y los capítulos finales, en cambio, los compuso mucho más deprisa. Tras un paréntesis en el que Lampedusa quiso
concentrarse en parte de sus recuerdos, titulados luego «Los lugares de mi primera infancia«, volvió a «El Gatopardo«, que le representó un trabajo laborioso en su articulación, a causa de numerosos añadidos y de la inserción de abundantes pasajes en sus capítulos. La redacción de esta novela influyó también en su carácter. Uno de sus íntimos confesaba que Lampedusa, en la segunda mitad de 1955, quizá al descubrir plenamente su vocación como escritor, se volvió «más cerrado, menos paciente, más orgulloso, menos
dado a ocuparse en serio de sus clases de literatura». (Impartía «seminarios» con lecciones sobre Greene, Henry James o Eliot, diversos autores franceses y alemanes, y en uno de esos meses leyó a Lope de Vega y dictó un curso sobre historia medieval siciliana). Muchos de sus amigos no sabían que estaba escribiendo un libro; tampoco que redactaba un Diario. Como cuenta David Gilmour al abordar su biografía, Lampedusa seguía yendo al cine o Cine-Club dos o tres noches por semana, y luego resumía las películas brevemente en su Diario. Aún comía a menudo en restaurantes, normalmente en «Renato» o en la Pizzería Bellini, y a
veces se sometía al «suplicio» de algún cóctel. En algunas ocasiones amigos suyos solían llevarlo a escuchar discos en un gramófono, por ejemplo, discos de Bach o un concierto de música religiosa de Mozart. El 8 de febrero de 1956 anotó en su Diario que la novela estaba terminada. Ese día, uno de sus alumnos, Francesco Orlando, llegó para recibir su clase y Lampedusa «con una sonrisa impenetrable» le pasó un cuaderno de ejercicios y le pidió que empezase a leerlo. Lo que leyó Orlando en voz alta era el primer capítulo de «El Gatopardo«.
Tras la muerte de Lampedusa el 23 de julio de 1957, a los sesenta años de edad, y tras la negativa del escritor italiano Elio Vittorini a editar la obra, sería en marzo de 1958 cuando al fin Giorgio Bassani comunicó a la viuda del novelista que Feltrinelli quería publicar el libro. Lampedusa moriría sin ver la obra publicada y sin leer las palabras de Bassani: «Desde la primera página me he dado cuenta de que me encontraba ante la obra de un verdadero escritor. Al ir avanzando, me he convencido de que el verdadero escritor también era un verdadero poeta«.
(Imágenes.- 1.-película «El Gatopardo- casa del lector/ 2.-manuscrito de El Gatopardo- casa del lector/ 3.- Lampedusa- edmundburkeinstitute. ie/ 4.-película «El Gatopardo»- cinencuentro com/ 5.- Lampedusa-vivalascuolastudenti/ 6.- Lampedusa- iistoccarda esteri it)