PASTERNAK EN PEREDELKINO

 

escritores.-6wws.-Boris Pasternak.-a la izquierda, con su hermano.-pintura de su padre, Leonid Pasternak

 

«Todavía no he leído a Kafkale decía Boris Pasternak a Gerd Ruge en Peredelkino a final de los años cincuenta  -. Ahora estoy leyendo a Marcel Proust. Delicioso, en extremo delicioso; aunque a veces le encuentro falto de algo. Y si se pudiera reunir en una sola persona la fuerza de Thomas Mann y la de Rilke.., el resultado sería una obra maestra. En Thomas Mann hay un exceso de análisis psicológico experimental y también un exceso de ensayo literario periodístico. Pero su arte, unido a la fina sensibilidad, la profundidad y el sentido de lo transcendente del Rilke que escribió «Los cuadernos de Malte Laurids Brigge», sería algo extraordinario. ¡Y qué novela no sería el «Ulises», de Joyce, si tuviera la claridad de las narraciones de «Dublineses!…».

 

escritores.-5qmnm.-Boris Pasternak en Peredelkino.-1958.-foto Cornell Capa

 

Contaba todo esto Pasternak al lado del alto pupitre que utilizaba para escribir a causa de su lesión en la pierna. «No  lamento que mi obra «El doctor Jivago» se haya publicado en Occidentecontinuaba -; lo que lamento es el ruido que se ha levantado por su causa. Todos escriben sobre la novela; pero ¿ quién la ha leído propiamente? Porque, ¿qué es lo que cita de la obra? Siempre las tres mismas primeras páginas, de las setecientas que tiene el libro».

 

escritores-nnju- Pasternak- foto Cornell Capa- Peredelkino mil mvecientos cincuenta y ocho

 

«El plan de «El doctor Jivago» – explicaba Pasternak a «The Paris Review» – lo esbozan  los poemas que acompañan al libro. Esa es una de las razones por las que yo decidiera publicarlos junto con la novela. También están ahí para darle a la novela más cuerpo, más riqueza. Por la misma razón utilicé el simbolismo religioso: para darle calor al libro (…) Uno debe vivir y escribir sin descanso, con la ayuda de las reservas que la vida ofrece (…) La vida en torno nuestro cambia constantemente, y yo creo que uno debe tratar de cambiar su propia visión en forma correspondiente… cuando menos una vez cada diez años (…) Cuando escribí «El doctor Jivago» sentí que tenia contraída una deuda inmensa con mis contemporáneos. Fue un intento de pagarla (…) Yo quería dejar una constancia del pasado y honrar en ese libro los aspectos hermosos y sensitivos de la Rusia de aquellos años».

(Pequeña evocación con motivo de los cincuenta años del estreno de la película «El doctor Jivago», basada en la novela)

 

Pasternak-unng- museo de Boris Pastrnak en Peredelkino- wikipedia

 

(Imágenes.- Boris Pasternak y su hermano Alejandro hacia 1905.-pintura de Leonidas Pasternak/.- 2 y 3.-Pasternal en Peredelkino- 1958- foto Cornell Capa) / 4.- museo de Boris Pasternak en Peredelkino- Wikipedia)

ZHIVAGO, OMAR SHARIF

 

escritores.-6gttny.-Pasternak.-russkayaliteratura

 

«Sobre toda la tierra la tormenta

hasta el confín postrero.

Una vela quemábase en la mesa,

se quemaba una vela.

 

nieve- vvjju-Andrei Milnikov- mil novecientos setenta

 

Como en verano, enjambres de mosquitos

sobre la llama vuelan,

tal los copos de nieve en el cuadrado

cristal de la ventana.

 

estaciones.-yyh.-invierno.-nieve.-Irina Novikova

 

La tormenta imprimía sobre el vidrio

círculos y saetas.

Una vela quemábase en la mesa,

se quemaba una vela.

 

 

paisajes.-43jjn.-Ansel Adams.-Los árboles y la nieve-1933.-camaraobscura

 

Sobre el techo, que estaba iluminado,

se acostaban las sombras.

Cruzados brazos y cruzadas piernas

y cruzados destinos.

 

estaciones.-578j.-invierno.-nieve.-Theodor Severin Kittelsen.-1857-1914

 

 

Caía dando un golpe sobre el suelo

un par de zapatillas

y lágrimas de cera de la vela

caían sobre el traje.

 

nieve-rffg-árboles- Viktor Astaltsev- robles antiguos

 

Y todo se perdía en una niebla

de nieve cana y blanca.

Una vela quemábase en la mesa,

se quemaba una vela.

 

 

nieve-ccvgy-Alexei Kondratevich Savrasov- mil ochocientos setenta y cinco

 

Desde un rincón, sobre la vela, un soplo,

y al momento una fiebre

de tentación alzaba en cruz las alas

como si fuera un ángel.

 

cine.-t7u88.-Omar Sharif.-1965.-Juan Gyenes

 

La tormenta duró todo febrero

y, continuadamente,

una vela quemábase en la mesa,

se quemaba una vela».

Boris Pasternak.-«Noche de invierno«- «Poesías de Yuri Jivago»

(En la muerte de Omar Sharif)

 

pasternak.-

 

(Imágenes.- 1.- Pasternak- kayaliteratura/ 2.- Andrei Milnikov- 1970- pinterest/ 3.- Irina Novikova– galery russia/ 4.-Ansel Adams– 1933- camaraobscura/ 5.- Theodor Severin Kittelsen/6.- Viktor Astaltsev art katalog com/ 7.-Alexei Kundvatevich Savrasov– 1875/ 8.-Omar Sharif-Juan Gyenes– 1965/ 9.- Pasternak)

 

NIEVE Y LITERATURA

Copio del blog que ayer escribe en El Mundo mi amigo, el periodista Daniel Utrilla, desde Moscú, y en el que tiene la amabilidad de citarme:

«(…) yo me alegro de que (por el momento) no haya cuajado el plan anti-nieve de Luzhkov, conocido por sus propuestas faraónicas, que van desde voltear el curso de los ríos siberianos para regar las tierras de Asia Central, hasta la idea de rescatar a bañistas en apuros con flotillas de dirigibles. Y digo que me alegro porque el alcalde (que ha declarado la guerra a la nieve por cuestiones de ahorro financiero) no parece calibrar el daño espiritual que para los escritores y pintores moscovitas supondría borrar las nevadas, un fenómeno que -como recuerda José Julio Perlado en su libro ‘El ojo y la palabra’– ha derretido la sensibilidad de todos los escritores, «bien sea del siglo IX antes de Cristo o del siglo XX de nuestra era».

Una infancia sin nieve es como una vejez sin brasero. Sobre todo para la imaginación de genios como Vladimir Nabokov, que cuando de pequeño veía nevar desde el balconcillo cerrado del segundo piso de su casa petersburguesa sentía que se elevaba como en una cesta de globo aerostático, sensación harto distinta de la que sintieron anoche los conductores atrapados en el monumental atasco de Moscú, obligados a circular a una velocidad entre 3 y 7 kilómetros por hora (desesperante pero apropiada no obstante para la contemplación).

La levitación que Nabokov refiere en su biografía novelada ‘Habla Memoria’ (1967) aparece cristalizada en forma de literatura en un pasaje de su cuento ‘Batir de Alas’ (1923): «Las suaves y sordas partículas de nieve crujían en susurro contra los cristales de la ventana, mientras caían y caían y no dejaban de caer. Si uno se quedaba mirando durante un rato, tenía la impresión de que todo el hotel había empezado una lenta ascensión hacia las alturas«.

Boris Pasternak espolvoreó con nieve su novela mítica ‘Doctor Zhivago’, como ocurre cuando los personajes se disponen a salir de Moscú en tren rumbo a los Uralesgrandes copos aterciopelados descendían perezosamente y a poca distancia del suelo parecían vacilar un instante, no sabiendo si posarse en él») o como cuando ya en el tren el protagonista se fija en la nieve que cae pausadamente sobre las vías «como si los copos se quedasen inmóviles en el aire y se posaran luego lentamente, como descienden en el agua las migas de pan dadas a los peces«.

(Mi agradecimiento a Daniel Utrilla en esta cercanía de la distancia)

Imagen.- nieve.-flick)

VERSOS Y NIEVE EN ZHIVAGO

El cincuenta aniversario de la publicación en Italia del Doctor Zhivago de Pasternak me llevan hasta esta jarra de porcelana mantenida en el aire por el escritor que ha reunido en la pequeña aldea de Peredelkino a sus gentes amigas. Viste Pasternak una amplia chaqueta de amistad y trabajo, una larga y blanca chaqueta o blusón de escultor-escritor, de cincelador diario, con desvaídas solapas y grandes bolsos para guardar papel y cortos lápices. El pelo casi blanquecino cae sobre sus ojos y afirma la línea del mentón. Ese mentón -gloria de una familia de artistas -, ya desde la niñez totalmente distinto a cuantas mandíbulas comenzaban a dibujarse.
Este es el poeta que ha escrito la epopeya de Zhivago. Escribe en el despacho de los silencios graves. Fuera, en el jardín, el escritor pasea. Grandes temporadas se enfunda en un gabán oscuro, de fieltro, y cubre su cabeza con una amplia gorra de visera. Pasea hasta la valla de madera que separa su Datcha de todo Peredelkino. Cuando llegan las nieves (como en la película que todos hemos visto), la casa es un minúsculo refugio blanco entre los árboles. Allí escribe: «Pasarán estos años. Años ricos en sucesos. Yo no estaré más sobre la tierra. Nadie podrá volver sobre el pasado, sobre el tiempo de nuestros padres, de nuestros antepasados. No será ni necesario ni deseable. Después de un largo eclipse, brillará, por fin, una nueva claridad, todo lo que es noble, todo lo que es fecundo, todo lo que es grande. ¡ Oh, qué prodigiosas creaciones enriquecerán este periodo! Vuestra estancia será la más fecunda que se puede concebir«. Luego termina rogando antes de apagar su luz : «Entonces, acordaros de mí».
Pasa un trineo. Se desliza veloz sobre la nieve. En los cristales el hielo se ha endurecido y la cabaña es sólo poesía. Los versos de Zhivago vienen y van en los ojos de Lara.