EL ARTE Y LOS INSECTOS

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«A las mariposas mi risa las  adormece –afirmaba Nabokov -llevándolas a una seguridad aletargada, estado en que se hallan los insectos cuando imitan una hoja seca. En el caso de la caza de mariposas, creo poder distinguir cuatro elementos principales. Primero, la esperanza de apresar el primer ejemplar de una especie desconocida para la ciencia: ése es el sueño recóndito de todo lepidopterólogo. Segundo, está la captura de una mariposa muy rara o muy limitada a un lugar sobre la que se ha deleitado uno en los libros, en oscuras revistas científicas, en las láminas espléndidas de trabajos famosos, y que entonces ve volando, en su contorno natural, entre plantas y minerales que adquieren una magia misteriosa (…) Tercero, está el interés del naturalista por indagar en la vida de insectos poco conocidos, por enterarse de sus hábitos y estructura (…) Y cuarto, no hay que pasar por alto el elemento deportivo, de suerte, de movimiento rápido y realización robusta, de una busca ardiente y ardua que termina en el triángulo sedoso de una mariposa plegada descansando en la palma de la mano».

 

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Los insectos, su observación, su ilustración, sus comentarios, han confluido muchas veces en los dominios del arte. La actual exposición  Maria Merian´s Butterflies en el Palacio de Buckingham y las notas que ella ha suscitado nos llevan a recordar, entre otros, a Nabokov o a Jünger, el alemán que en sus «Diarios» se expresa así: » -Ahí arriba – me dicen- está volando algo bueno. Venga rápido, he visto una cicindela.

Se entiende – apunta Jünger en 1986 – que para los entomólogos lo bueno es mejor que lo hermoso. Cada momento trae consigo una nueva sorpresa. Las Papiliones, a las que Linneo denominó con razón «caballeros», mantienen entre las mariposas una situación soberana similar a la de las palmeras en el reino de las plantas (…) Las que vuelan al mediodía, permanecen a pleno sol, igual que los colibrís, ante los cálices, cuyo néctar absorben, pero en todos las alas y los anillos del tórax brillan

 

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con una luz diferente a la del día, tanto en conjunto como aislados. Algunos de los dibujos parecen algodón, nubes de colores o se diluyen en estrías como un chorro de ajenjo en el agua; otros, por su parte, aparecen rociados como si fueran esencias narcotizantes.

El espectro está  completo, pero con los colores del arco lunar; armoniza con el aroma de las flores que se abren sólo por la noche, y está destinado a órganos más delicados que los nuestros, más para el tacto que para la vista. Aquí habría mucha inspiración para pintores de nocturnos y de crepúsculos. Bastaría una selección, pues se conocen unas tres mil especies de Sphingidae en el mundo, algunas únicas.

 

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Tal selección podría conducir a uno simplemente a la observación: de forma meditativa. Los colores tienen su propia vida; también se encuentran en la cara interna de las conchas que dormitan en los mares profundos: esto habla de fiestas secretas, si tuviéramos la suerte de encontrarlas, podríamos participar en ellas».

Cuando se contemplan los dibujos de Maria Sibylla Merian entramos en el universo de la transformación, metamorfosis de las mariposas.

 

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(Imágenes.- : Royal Collection Trust- Her Majesty Queen Elizabeth ll – 2016)

MARIPOSAS

«Allá van, allá van las festivas,

las que  ríen en  fúlgida ronda

sobre el caliz azul de los lirios,

sobre el blanco matiz de las rosas.

Allá van, allá van las festivas,

las que surcan el aire y se posan

en las níveas campánulas frescas,

en el borde sutil de las hojas.

Son joyeles de oro y rubíes,

son bandadas de piedras preciosas,

son destellos vivaces que ondulan

al sonoro reir de las frondas.

En un pétalo frágil dormitan,

y al surgir en Oriente la aurora

se levantan las niñas inquietas

como un haz pintoresco de notas.

Saltan unas cual rosas de nieve,

como besos de lumbre las otras,

como rimas espléndidas muchas,

y cual vivos relámpagos todas.

En fantástico enjambre llamean,

respirando exquisitos aromas,

esas lindas viajeras del aire

que se llaman, ¡oh luz!, mariposas.

Y un momento no más se columpian

y en los tiernos capullos retozan,

y en polvillo de oro se truecan

de improviso las vírgenes locas.

Así pasan, ¡Dios mío!, las blancas

ilusiones que el alma se forja,

y el placer, y el deleite, y la dicha

y la lumbre fugaz de la gloria.

Allá van, allá van las risueñas,

allá van en fantástica ronda

las que brillan tan sólo un instante,

las que viven tan sólo una aurora.

¡Oh inefables visiones de un día,

oh esperanzas que el viento deshoja,

oh quimeras ardientes del alma,

mariposas de luz sois vosotras».

Gonzalo Picón Febres.- «Mariposas»

(Imágenes.-1.-Lily Greenwood/ 2.-Pierre  Amédee Varin.-1852/ 3.-Takeji Fujishima.-1904/ 4.-Pierre Amédée Varin.-1852/ 5.-Gordon Beningielfd.-Burlington Paintings)