LA VIBRACIÓN DE LA ESFERA

Julio Cortázar fumant la pipe dans sa maison de Saignon (Vauclus

«Alguna vez he comparado el cuento con la noción de la esfera – explicaba Julio Cortázar en Berkeley, en sus «Clases de literatura» (Alfaguara) -, la forma geométrica más perfecta en el sentido de que está totalmente cerrada en sí misma y cada uno de los infinitos puntos de su superficie son equidistantes del invisible punto central. Esa maravilla de perfección que es la esfera como figura geométrica es una imagen que me viene también cuando pienso un cuento que me parece perfectamente logrado. Un novela no me dará jamás la idea de una esfera; me puede dar la idea de un poliedro, de una enorme estructura. En cambio el cuento tiende por autodefinición a la esfericidad, a cerrarse, y es aquí donde podemos hacer una doble comparación pensando también en el cine y en la fotografía: el cine sería la novela y la fotografía, el cuento.»

escritores.-5gg.-Cortázar.- por Daniel Mordzinski

Decía esto Cortázar en 1980 y casi las mismas ideas me las repetiría a mí en la conversación que mantuvimos en Madrid tres años después y que yo quise titular «La esfera de los cuentos«. La esfera – me decía – como imagen del cuento, o escribir un cuento es «como andar en bicicleta«. «Pero por el hecho de que el cuento – seguía explicando en Berkeley – tiene la obligación interna, arquitectónica, de no quedar abierto sino de cerrarse como la esfera y guardar al mismo tiempo una especie de vibración que proyecta cosas fuera de él, ese elemento que vamos a llamar fotográfico nace de otras características que me parecen indispensables para el logro de un cuento memorable o perdurable. Es muy difícil definir esos elementos. Se llaman intensidad y tensión.»

1947. AUTORRETRATO ESPEJO

(…) «Y es importante señalar su dinámica: el hecho de que un cuento tiene no solamente el cuento en sí sino también – como en las fotos – una especie de potencialidad, de proyección que hace que un gran cuento de Conrad, de Onetti o de cualquiera de los autores que ustedes prefieran – les comentaba a los estudiantes que le escuchaban – no solamente se fije en la memoria sino que despierte una serie de connotaciones, de aperturas mentales y psíquicas.»

Esos son «los caminos de un escritor»como Cortázar señalaba en su primera clase -: «siempre he escrito sin saber demasiado por qué lo hago, movido un poco por el azar, por una serie de casualidades: las cosas me llegan como un pájaro que puede pasar por la ventana.»

(Imágenes.-1.-Cortázar.- 1971.-foto Colette Portal- biblio.co.uk/ 2.-Cortázar.- por Daniel Mordzinski/ 3.-autorretrato de Cortázar en Buenos Aires.-1947.-fondo de Aurora Bernardez.-colecc. CGAI)

SÁBATO

«Yo no llegué a la literatura por motivos estrictamente literarios, todo me fue torcido, complicado, contradictorio, llegué a la literatura para no explotar, para no morir; mi experiencia literaria fue algo como la necesidad de expresar todo este caos en el que estaba inmerso y dar desfogue no sólo a mis ideas, sino a mis obsesiones más profundas y más inexplicables. La ventaja de la literatura sobre la filosofía es que mientras la filosofía obra con conceptos puros y razones puras, la literatura obra con la totalidad del espíritu humano, es decir, con conceptos, pero también con intuiciones, con razones, pero también con sinrazones, con los elementos diurnos de la existencia, pero también con los elementos nocturnos del existir, con lo delirios, con los sueños, con las obsesiones arcaicas…todo…todo, por ello yo creo que existe una actividad del espíritu en esta época de crisis total del hombre que puede dar expresión global de la propia crisis, no es la filosofía ni ninguna otra actividad, y menos que nunca la ciencia, sino más bien la literatura de invención.

(…)

Kafka no habla de huelgas, de ferroviarios, en su obra «El proceso«… sin embargo creo que permanecerá como uno de los testimonios más fuertes de la gran crisis occidental».

(Conversación de Sábato con Walter Mauro y Elena Clementelli: «Los escritores frente al poder«)

(El día en que fallece Ernesto Sábato)

(Imagen:  Sábato.-foto Daniel Mordzinski)

LÉVI-STRAUSS

LEVI STRAUSS.-BB.-foto Daniel Mordzinski.-EFE«La invención de la melodía es el supremo misterio de las ciencias humanas». Esta frase de Lévi-Strauss, repetida muchas veces por Steiner en sus libros, asombraba al autor de «Gramáticas de la creación».

En 1967, las Conversaciones de «L´Express» con diversos intelectuales del mundo recogieron, entre otras, estas declaraciones del pensador recientemente fallecido: «Es posible que nuestro mundo camine hacia un cataclismo o hacia una guerra atómica que extermine a las tres cuartas partes de la humanidad. En ese caso, el cuarto restante se encontrará en unas condiciones de vida bastante parecidas a las de las sociedades que estudiamos. Pero, incluso si se descarta esta hipótesis, podemos preguntarnos si nuestras sociedades, cada vez más grandes y cada vez más parecidas las unas a las otras, no tienden a recrear en su propio seno ciertas diferencias, centradas sobre ejes diferentes a los que ahora presiden el desarrollo de las similitudes.».

La mezcla de ideas materialistas, marxistas y freudianas llevó a Lévi-Strauss a una antropología que fue calificada por muchos como «antihumana», entre otras cosas por la disolución que supone de la persona. Emmanuel Lévinas, filósofo del Otro y del Rostro,  al cual me he referido más de una vez en Mi Siglo, declaró sobre Lévi-Strauss: «El ateísmo moderno no es la negación de Dios, es el indiferentismo absoluto de «Tristes trópicos«. Lévinas denuncia el lenguaje reducido a un sistema de signos, la formalización matemática. «El pensamiento contemporáneo se quiere mover así en un ser sin trazas humanas, donde la subjetividad ha perdido su sitio, en medio de un paisaje espiritual que se puede comparar a aquel que se ofrece a los astronautas que, al llegar los primeros, ponen su pie sobre la luna donde la tierra misma se muestra deshumanizada».

Recuerdan de algún modo estas frases de Lévinas las declaraciones que Heidegger hiciera a la revista Spiegel en 1966 mostrando su recelo ante ciertas actitudes del mundo actual: «Todo funciona – decía Heidegger -. Esto es precisamente lo inhóspito, que todo funciona y  que el funcionamiento lleva siempre a más funcionamiento y que la técnica arranca al hombre de la tierra cada vez más y lo desarraiga. No sé si usted estaba espantado, pero yo desde luego lo estaba cuando vi las fotos de la Tierra desde la Luna. No necesitamos bombas atómicas, el desarraigo del hombre es un hecho. Sólo nos quedan puras relaciones técnicas. Donde el hombre vive ya no es la Tierra«.

cielo.-121.-por Cornelia Parker.-Galeria Carles Taché.-photogrfie.-artnet

(Imágenes:-1.-Claude Lévi-Strauss.-foto Daniel Mordzinski.-EFE/ 2.-«Einstein abstract».-1999.-foto Cornelia Parker.-Galería Carles Taché.-artnet)

LOS UNIVERSOS CREATIVOS

Tomo de la página especial del gran fotógrafo argentino Daniel Mordzinski  http://www.danielmordzinski.com/– que en estos día inaugura una exposición en Madrid, en la Casa de América -, estas imágenes de creadores sin apenas comentarlas, porque unas veces los ojos, otras las manos, otras las sombras nos introducen en el taller de los universos creativos, allí donde se compone el verso o la prosa.

Ahí arriba aparece Tabucchi, con sus pupilas cargadas, mirándonos.

Aquí a la izquierda, ilustrada con un paraguas, Amelie Nothomb.

La cámara ha recogido situaciones y posturas, ¿las ha provocado? ¿hay en ellas  ingenuidad o hay cálculo?

Si seguimos adelante por esta galería de rostros encontraremos a Borges fascinado por la luz, palpando con las manos la piel de la oscuridad, intentando ser atraído por los dedos de la luz, apoyado en un bastón invisible.

 

 

 

 

 

 

Pero debemos seguir más adelante y encontrarnos con un Cortázar escuchando una conversación mientras no escucha porque en estos momentos está ya viendo el final de un cuento.

Ese  cuento de Cortázar nada tiene que ver con lo que parece observar a lo lejos García Márquez de perfil, en la altura de unas rocas, viendo cómo los personajes se acercan. Los personajes parecen retar al escritor, el escritor reta a los personajes, no podemos saber cuántos son, no podemos saber cómo vienen vestidos, sólo el escritor conoce a los personajes, sólo el escritor los reconoce. Desde siempre sabe quiénes son y los espera.

Después ya -casi cuando vamos a salir de la galería de Mordzinski – nos mira Octavio Paz desde su libro. Levanta los ojos de la página y nos agradece la visita.

(Imágenes: Tabucchi, Amelie Nothomb, Borges, García Márquez, Octavio Paz, por Daniel Mordzinski)