CAFÉ COMERCIAL

 

 

«A las diez en El Comercial escribe Ruano inaugurando el año 1955– . Cada mañana, mientras estoy en Madrid, el régimen inalterable de trabajo: tiempo, no gran jornada; hora, la misma. Es bueno acostumbrar al espíritu a la rutina del cuerpo obligado. La rutina es gran cosa. Convencido de que  cuando escribo mejor es por la mañana, no es posible descuidar este mágico o físico beneficio y me mando despertar siempre a la misma hora (…) En la mesa próxima a la ventana, que me reservan siempre, despacho  la colaboración del día. De cuando en cuando, descanso mirando a la gente que cruza la glorieta de Bilbao, los que entran y salen de la boca del Metro»  Unos días antes, al acabar 1954, anotaba : «Trabajo desde las nueve de la mañana en el café Comercial. Hace frío.  Junto a la ventana, veo casi despertar la mañana en la glorieta de Bilbao. Madrid despierta tarde. Se ven carros de traperos. El sol se abre paso a manotazos tibios con la niebla. La puerta del Metro absorbe una gente gris y adormilada. La glorieta de Bilbao es una bonita estampa madrileña».

«El Comercialevocaba también Ruano en sus «Memorias» – es un viejo café posromántico, todavía con divanes de peluche y grandes espejos, escalera metálica de caracol, cerillero a la antigua y camareros clásicos. Asiduos eran Camilo José Cela, Rafael de Penagos, Rafael Sánchez Mazas o Víctor de la Serna, que antes de ir al periódico repasaba los diarios y más de una vez iniciaba algún editorial o despachaba la correspondencia».

De todas estas cosas me he acordado al pasar junto a los ventanales, al asomarme a las mesas tras los cristales, al ver de nuevo este mostrador remozado, el bullicio de la gente en el salón. Pasan los camareros en este renovado café Comercial y se llevan en las bandejas palabras, cuartillas, hojas,  estilográficas. Pasan las invenciones de los artículos, pasan las prosas y versos que aquí se escribieron, pasa la literatura por el aire, vuela sobre las bandejas la pequeña y gran literatura, también la literatura efímera, aquella cuya inmortalidad muere con el día.

(Imagen.- fachada del actual café Comercial.-traveler)

EVOCANDO EL CAFÉ COMERCIAL

 

café Comercial- bty- fachada del café Comercial dos días después de su cierre- wikipedia

 

«Otra vez en el café Comercial evoca el escritor Tomás Segovia en sus » Cuadernos de notas- » El tiempo en los brazos» (Pretextos) – , con un sentimiento casi conmovido de volver a casa. No una casa que sería este café en particular, sino un estar en casa que se produce en este o en otro lugar, pero que tiene sus predilecciones y sus recurrencias (…) En este café, por ejemplo, es una maravilla la cantidad de cielo que se ve por sus altos ventanales. Un cielo ahora ya ligeramente otoñal, con esa luz incomparable del otoño madrileño, el azul y el gris igualmente enteros, cada uno con todo su peso pero sin su violencia, lado a lado respetándose y expandiéndose en paz, repartiéndose sin rencor el ancho mapa celeste, aceptando cada uno ser las islas de otro: los grises las esponjosas islas de un mar de hondura azul, el cielo las compactas islas de mordidas costas entre los  oscuros vellones de un blando océano.

Y esa cosa de puerto y refugio que tienen estos cafés (en vías de extinción, ¡ay!) – escribe esto Segovia el 16 de septiembre de 1994 – donde se está sin prisa, sin música impertinente, sin mezquindad de espacio ni atropello; esa cosa de escala protegida y abastecida, donde la ceremonia del estar juntos lo es todo.

En ningún sitio se da mejor que en estos viejos cafés el sentido de la pura pertenencia, de la pura comparecencia, ese estar presentes unos ante otros sin ningún grado de posesión. No pasivamente, porque en estos espacios de copresencia uno se presenta decidida, abiertamente, pero precisamente por la pura presencia común, sin otra meta que ese estar juntos como instrumento; sin otra comunidad que la de la especie en su silencio y su ociosidad».

Los cafés desaparecen, pero las voces que tanto hablaron de ellos y tanto vivieron entre estas mesas siempre perduran…

 

Segovia-nhu- estudio de Tomás Segovia- Madrid- dos mil seis- wikipedia

 

(Imágenes.- 1.- El Café Comercial, dos días después de su cierre, en julio de 2015 – wikipedia/ 2.- estudio de Tomás Segovia- Madrid 2006- Wikipedia)

LAS VOCES DEL CAFÉ COMERCIAL

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Escribí aquí sobre él hace cinco años y ahora las voces del café Comercial se expanden de repente por la glorieta de Bilbao, por el barrio, por todos los barrios madrileños, por la gran ciudad, huyen de las mesas y de las cucharillas y de los vasos y de las escaleras y de las chaquetas blancas de los camareros, y emprenden una huida en el tiempo porque el café más antiguo de Madrid acaba de cerrarse y las voces antiguas de escritores perdidos o recobrados no saben dónde sentarse, no saben ya qué hacer. Aquí estaban hablando en noches y épocas distintas las voces de Ignacio Aldecoa y de Josefina, las de Eusebio García Luengo, de Fernando Guillermo de Castro, de Berlanga, de Rafael Azcona, de Manuel Alcántara y de Rafael de Penagos, y en casos excepcionales, de González Ruano, entre tantos otros.

 

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Madrid ha estado siempre poblada de voces en cafés muy célebres, palabras cruzándose sobre mesas en todos los barrios. Sólo en el centro, las voces llegaban en el siglo XlX desde el Café Suizo, en la calle de Sevilla, esquina a la de Alcalá, célebre  café por sus bollos y sus chocolates. Llegaban también voces del Café de Fornos, famoso por su cocina;  llegaban voces desde «El café de Venecia», que servía de punto de reunión de cómicos de la lengua, o desde el Café de Santa Catalina, o el de Iberia, con las tertulias de Sagasta o de Fernández de los Ríos.

 

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El siglo XX es una inmensa voz de café, voz innumerable que casi no se puede controlar porque es un enjambre de gargantas, hay que pasar rozando entre camareros y bandejas, hay que procurar situarse en las esquinas, hay que sentarse, si se puede, en esa última silla vacía, y entre el ardor y el humo de las discusiones, oír cómo se puede arreglar el mundo, porque el mundo puede arreglarse, lo están diciendo las cejas levantadas, los brazos enérgicos, las miradas febriles. El mundo lo están arreglando poco a poco las voces de café y sobre cómo arreglar este mundo, y también adornarlo y exaltarlo, escribe silencioso en un rincón la voz ahogada de un poeta.

 

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Ahora todas las voces del Café Comercial se han apagado.

Vagan voces sonámbulas por la glorieta de Bilbao, por todo el barrio, por las calles de Madrid buscando su mesa.

 

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(Imágenes.- 1.- placa del Café Comercial/ 2 y 3.- ABC es/4 – insidersmadrid com/- 5.-tripwolf com)

VIEJO MADRID (22) : TERTULIAS, CAFÉS Y POZOS DE LA NIEVE

Cuando pasa uno ante el Café Comercial, en la madrileña Glorieta de Bilbao, llegan aún los ecos de tan variados cafés y tertulias hoy desaparecidos y que tantos rumores y verbales sentencias provocaron. Célebre tertulia, naturalmente, la de «Pombo», con RAMÓN al fondo  ( » el único café donde podían entrar mujeres de cera», decía Gómez de la Serna) – horchatería de Condela, Nuevo Café de Levante, Café de Madrid, Café de la Montaña y Cervecería Inglesa de la Carrera de San Jerónimo donde acudían, entre otros, Manuel Bueno o Ricardo Baroja.  El mismo Ricardo Baroja en «Gente del 98» cuenta las dos tendencias existentes en el Café de Madrid:  el grupo capitaneado por Jacinto Benavente y el otro más abigarrado, indisciplinado y revoltoso que iría luego a la Cervería Inglesa reuniendo allí a caricaturistas, pintores, algún cómico, literatos y estudiantes. Acudían a la Cervecería a las diez de la noche y la tertulia andante paseaba después, desde la esquina de Recoletos hasta la Plaza de Isabel ll, por la calle de Alcalá, Puerta del Sol y calle del Arenal. Eran palabras cruzadas, pasos de palabras a veces muy bohemias, desgarradas confesiones, por ejemplo, de Manuel Sawa, hermano de Alejandro Sawa.

Pero hubo tertulias aquí mismo, en esta Glorieta de Bilbao, en el Café Europeo, esquina al bulevar de Carranza : divanes de peluche a los que acudían Manuel y Antonio Machado y años después, entre 1923 y 1925, de once a una de la tarde y en torno a la figura de Jardiel Poncela, Manuel Gargallo, César González Ruano o Carlos Fernández Cuenca. De vez en cuando la tertulia cruzaba esta Glorieta y venía hasta el Café Comercial para, pasados unos meses, retornar a sus orígenes. Tras proclamarse la República, las tertulias en en el Café Europeo duraban hasta la madrugada y aquí intercambiaban sus encendidas opiniones Eugenio Montes, Pedro Mourlane Michelena, Rafael Sánchez Mazas o Víctor de la Serna.


Casi enfrente de este Café Comercial, tras lo que hoy son bloques de casas  y trazos de calles, se encontraban hace algunos siglos ciertos «pozos de la nieve» que en Madrid existían. «En la calle de Fuencarral con vuelta a Barceló, Mejía Lequerica, Sagasta y glorieta de Bilbaocuenta María Isabel Gea comentando el «Plano de Teixeira» de 1656 – se situaban los pozos de la nieve. En el siglo XVll el catalán Pablo Xarquíes consiguió el monopolio de la distribución de la nieve, cuya Casa estaba encargada de abastecer al rey y a los ciudadanos a través de varios puestos distribuidos por Madrid. El origen de los pozos de la nieve se debe a la utilización de la nieve para la conservación de alimentos y medicinas, así como para enfriar las bebidas, costumbre que se mantuvo en la Edad Media gracias a las comunidades árabe y judía. La nieve la traían los neveros desde la sierrra del Guadarrama. Los edificios solían ser alargados con tejados a dos aguas, una puerta y una ventana, y en su interior se hallaban los pozos separados y aislados por tabiques, sin ventilación ni comunicación para que se mantuviera el frío»

Nieve que venía de otros siglos, antepasada de los copos que descienden a veces sobre inviernos de tejados madrileños, palabras en Glorietas, palabras en torno a veladores, revueltas con brillantes cucharillas, tomadas a sorbos en tacitas blancas, palabras como naipes, arrojadas entre el desdén y la polémica, todas intentando arreglar el mundo.

(Imágenes:-Café Comercial y Glorieta de Bilbao.-foto JJP.-junio-noviembre 2010)