DE LO BELLO Y LO BUENO

 

“¿Cómo puede ser bello lo que es diferente de lo bello? – se lee en losMemorables” de Jenofonte – “Un hombre bello en la lucha es diferente de uno bello en la carrera y un escudo bello en la defensa es muy diferente de un dardo bello para un lanzamiento potente y veloz (…) ¿Y tú crees –replicó Sócrates a Aristipo – que una cosa es ser bueno y otra cosa es ser bello? ¿ No sabes que, respecto a las mismas cosas, todas las cosas son bellas y buenas? (…) ¿La caja de la basura también es bella? “Sin duda, y un escudo de oro es feo, si la caja está hecha de modo adecuado a su fin y el escudo de forma inconveniente”. “Entonces, según tú, ¿las mismas cosas son bellas y feas?”. “Ciertamente, y buenas y malas a la vez: a menudo, lo que es bueno para el hambre es malo para la fiebre y lo que es bueno para la fiebre es malo para el hambre : a menudo, lo que es bello para la carrera es feo para la lucha, lo que es bello para la lucha es feo para la carrera. Así pues, si una cosa se adecua bien a un fin, respecto a ese fin es bella y buena; fea y mala en caso contrario”.

 

 

Los filósofos de todos los tiempos han dado lógicamente continuas vueltas en torno a la Belleza. Algunos, como Kant, han recordado que el gusto por lo bello es desinteresado. “ Gusto – dice –  es la facultad de juzgar un objeto o una representación mediante una satisfacción o un descontento, sin interés alguno. El objeto de semejante satisfacción llámase bello”.

 

 

(Imágenes-1-Olle Hjortzberg/ 2-Robert Reid/ 3-Robert Mapplethorpe)

LOS NOMBRES DE LAS ESTRELLAS

De vez en cuando cruzan las estrellas los libros, las páginas, los ojos, navegan sus nombres luminosos por espacios oscuros, alumbrando de luz. Viajan como ejércitos serenos, en carromatos encendidos, polvos que descienden y se amplían, se curvan en constelaciones, sus mapas marcan a los viajeros las innumerables bellezas del firmamento de la noche.

De vez en cuando cruzan los grupos de estrellas contornos imaginarios transformándose en grupas de animales, agitando sus colas, dibujando perfiles en la esfera celeste. De vez en cuando sus cuerpos se elevan, los puntos se reparten, los puntos espolvorean su mínimo resplandor. De vez en cuando el lomo de una estrella está cerca del horizonte de su vientre y la cola de la serpiente luminosa abre sus mandíbulas abiertas.

De vez en cuando uno se queda mirando al cielo inacabable, la noche inacabable, la procesión de infinitas estrellas de las que nunca sabremos su nombre.

CÁNONES DE BELLEZA

«De la justicia, pues, y de la sensatez y de cuanto hay de valioso para las almas – dice Platón en «Fedro» – no queda resplandor alguno en las imitaciones de aquí abajo y solo con esfuerzo y a través de órganos poco claros les es dado a unos pocos, apoyándose en las imágenes, intuir el género de lo representado».

«Arístipo le preguntó si conocía alguna cosa bella – escribe a su vez Jenofonte  en los «Dichos memorables de Sócrates«-. «Muchas», respondió. «¿Y son todas iguales entre sí?» «No: algunas son incluso muy diferentes» » ¿ Y cómo puede ser bello lo que es diferente de lo bello?» «Así, por Zeusrespondió – un hombre bello en la lucha es diferente de uno bello en la carrera y un escudo bello en la defensa es muy diferente de un dardo bello para un lanzamiento potente y veloz»

«No hay niguna diferencia entre esta respuesta y la anterior – observó el otro – cuando te pregunté si conocías alguna cosa buena» «¿Y tú crees – replicó Sócrates – que una cosa es ser bueno y otra ser bello? ¿No sabes que, respecto a las mismas cosas, todas las cosas son bellas y buenas?».

Antigua charla interminable que empieza en los paseos de los griegos y llega – como puede verse – hasta nuestros días.

(Imágenes:- 1.-Hannes Caspar/ 2.-Katherine Hepburn/ 3.-Agnieska Delfina posando como Karen Blixen)

DINERO Y BELLEZA

Contestando al periodista italiano Enzo Biagi que le preguntaba sobre si alguna vez podría abolirse el dinero, el economista norteamericano Paul Samuelson repasaba algunos de los medios de intercambio que han existido a través de los siglos: «fueron el ganado – decía – el tabaco, el cuero, las pieles, el aceite de oliva, la cerveza, los productos alcohólicos, los esclavos, las mujeres, el cobre, el hierro, el oro, la plata, los anillos, los diamantes, las conchas, piedras pesadas y colillas de cigarrillos. Pero cada uno de esos objetos tenía sus cualidades y sus defectos. El ganado no puede partirse en moneda fraccionaria, pero este tipo de «dinero», cuando se acapara, aumenta, debido al proceso de reproducción, desmintiendo la doctrina de Aristóteles, según la cual el dinero es estéril. El aceite de oliva es una moneda líquida agradable, que puede dividirse tanto como se desee. El hierro, por el contrario, se cubre de orín; y el valor de un diamante no es proporcional a su peso, sino que varía según su talla.

La plata brilla – continuaba explicando el Premio Nobel -, pero se empaña si se expone al aire. El oro mantiene su esplendor, pero es blando si no se amalgama. De la edad del dinero como mercancía hemos pasado a la del papel moneda. La moneda de papel se ha difundido porque es muy útil como medio de intercambio. Puede transformarse y conservarse con facilidad. Imprimiendo más o menos ceros en el papel, puede alterarse su valor. Y puede fabricarse de manera que pueda reconocerse y protegerse de falsificaciones. La definición más rápida del dinero sería entonces que en lugar de intercambiar comida por vestidos, creeemos más conveniente intercambiar la comida y los vestidos por el dinero y después transformar el dinero en comida y en ropa. Es un medio de intercambio».

De la avaricia ante el dinero ya hablé aquí hace tiempo, así como de la referencia a la avaricia que hace Tomas Moro en una de sus cartas a su hija Margarita. Ahora, otro aspecto muy distinto del dinero – que es el de su reproducción en la historia de lo bello -, está teniendo lugar en Florencia hasta el mes de enero, en la exposición sobre Dinero y Belleza.

Grandes pintores, pequeñas monedas, grandes avaricias, prestamos que nos envuelven, deudas que nos acompañan…

(Imágenes:- 1 y 2.- Marinus van Reymeswaele: 1- los dos prestamistas-1540.-National Gallery.-Londres/ 2.-Marinus van Reymeswaele.-el cambista y su mujer.-1538 – Museo del Prado/ 3.-Fra Angelico.- detalle de «San Nicolás salva un barco»-1437 -Pinacoteca Vaticana.- Web Gallery of Art)

SOBRE LA BELLEZA

«La belleza es una cosa que no se discute – comentaba André Roussin -. La belleza, lo mismo que el genio, posee una dimensión excepcional, nos impresiona de inmediato. En un segundo movimiento, incluso se la puede analizar, descomponer en sus varios elementos y discutir su armonía y equilibrio estético. Pero a primera vista es una cosa que perturba, que nos quita el aliento, y de la cual no nos preguntamos siquiera el porqué. Frente a la belleza, uno se queda petrificado; por el contrario, el encanto implica comunión, y es precisamente él (y no la belleza) el que hace surgir el amor. La belleza perturba, pero no seduce necesariamente. Perturba tanto que ni siquiera apetece ir a verla de cerca; se la admira en silencio, a una distancia respetuosa. Esto no quiere decir que una persona hermosa no pueda ser también encantadora; afortunadamente existen casos (y son los casos ideales) en los cuales ambas cosas marchan juntas».

Santayana se acercaba también a estas palabras: «La Belleza, tal como la sentimos, es algo que no puede describirse. No se podrá decir jamás qué es ni qué significa. Se expande sobre un objeto sin saber por qué. La belleza existe como existe un hermoso objeto o el mundo donde se encuentra situado ese objeto, o nosotros mismos que miramos a ambos. Es una experiencia: y no hay nada más que decir sobre ella». Thomas Traherne buscaba la definición: «El orden es la belleza misma de la belleza». «Lo que la Imaginación aprehende como Belleza debe ser Verdad, existiera o no antes – decía Keats en una carta del 22 de noviembre de 1817 -, porque de todas nuestras pasiones, tengo la misma idea que del amor; en su más sublime forma, todas ellas son creadoras de Belleza esencial».

«Yo amaba no se qué… -confesaba Shelley en 1821 -, en los vientos y los árboles y las corrientes; en todas las cosas más simples, en la música y en los dulces acentos inconscientes de los animales y en esas voces que son humanas y que tienden a expresar algún sentimiento que les sea propio; en los suaves movimientos y extraña sonrisa de una mujer, en las flores y en las hojas, en la hierba fresca abierta y que muere en el otoño…».

(Imágenes:-1.-Lothar Wolleh.-1966.-Olivier Wolleh.-Master of Photography/ 2.- Snejana Onopka para Vogue Nippon.-septiembre 2007/ 3.-Thomasz Kaluzny)

VERANO 2011 (3) : NO HAY EN EL MES DE JUNIO

«No hay en el mes de junio cielo tan azul que no pueda llegarse a uno aún más azul; ninguna puesta de sol es tan hermosa que no pueda despertar en nosotros el pensamiento de otra más hermosa aún. El alma está al propio tiempo gozosa y pesarosa. El velo ha sido levantado tan rápidamente que apenas tuvimos tiempo de darnos cuenta de que había desaparecido antes de que volviera a caer. Pero en el momento mismo de alzarse el velo tenemos una visión de algo que está detrás, que está más allá de él, que pasa antes de que sea claramente visto y que, al pasar, deja detrás de sí un indecible sentimiento de melancolía y anhelo. Sólo el místico alcanza una visión en cierto grado duradera, y por ella tiene que pagar inevitablemente un precio».

E. M. Joad : «»Matter, Liffe and Value«.- London.-1929

(Imagen.-Ricard Miller.-1910)

ELEGANCIA, BELLEZA, BALENCIAGA

«Todas las mañanas – recomendaba Marcelle Auclair a las mujeres en 1937 -, incluso antes de ocuparse de la belleza, mírense al espejo, mírense bien al rostro y ordenen a sus ojos que brillen, que se animen, que se iluminen con la llama que ustedes indudablemente llevan dentro de sí. Es un pequeño ejercicio de auto- gestión infalible«. Por su parte Balenciaga aconsejaba mientras se inclinaba al lado de la modelo, como verdadero costurero – así lo llamaba Coco Chanel -. atento a los tejidos, a cortarlos e incluso a coserlos con sus propias manos : «Sea usted natural. Que las cosas vengan realmente de usted...».

Antes de introducirse en los vestidos, las recomendaciones que en los años treinta recibían las mujeres desde la revista Vogue para fortalecer su voluntad en los ejercicios personales, aportaban confesiones sorprendentes. En 1934, la condesa de Polignac, hija de madame Lanvin, refería sus más inesperados movimientos  (invisibles para los demás)  con los que procuraba mantenerse en forma: «Durante la jornada, en el coche, a lo largo de una conversación- decía – hago ejercicios sin que nadie lo advierta. Giro las muñecas, las levanto lentamente, como si cargaran un peso insoportable. Gracias a este método he adquirido unos músculos de hierro». Cuatro años después, la revista Votre bonheur animaba a la «gimnasia invisible«: «mientras se espera el autobús o el suburbano, sin que los demás lo noten, pero con una extrema concentración mental, para fortalecer los músculos de la rodilla, contraiga y afloje cada uno durante algunos minutos y podrá usted realizar toda una serie de movimientos perfectamente invisibles«. La revista Charm, por su parte, en su número de enero de 1950, aconsejaba siempre a las mujeres la sonrisa: «la gente que vive a la vista del público no ha desestimado nunca el valor de la sonrisa; es extraño que vosotras – les reprochaba a las lectoras – lo hayáis ignorado con tanta frecuencia… Aunque sonreir es grato como cosa espontánea, debéis probar, nada más que a título de experimento, a empezar a sonreir como cosa consciente. Sonreid a vuestra familia… a vuestro marido…a vuestro jefe… a vuestro novio… Sonreir deliberadamente en medio de una discusión… en una pausa de la conversación… Sonreid mientras os miráis al espejo».

Todas estas recomendaciones – sonreir, concentrar el pensamiento, concentrar la respiración, prestar atención a los músculos – parecían ser algunos de los ejercicios antes de acercarse a determinados umbrales de la moda.»Era todo un espectáculo ver a Balenciaga preparar su colección… Con una impecable chaqueta blanca y la boca llena de alfileres, cortaba aquí, allá y a veces transformaba totalmente la idea original...», decia la marquesa de Llanzol, una de las grandes clientas del modisto español. «Esa mano que teje, que corta, que prueba -escribía por su lado en un ensayo de 1950 la norteamericana Mary McCarthy– tiene que verse en el producto acabado en mil pequeños detalles, y el conocimiento de la moda consiste, profesionalmente, en el reconocimiento y la apreciación del trabajo que ha supuesto un traje. En sesgaduras y costuras, la firma del trabajo cuidadoso debe ser evidente al experto, o si no la mujer no va vestida elegantemente«.

(Pequeño apunte con motivo de la inauguraciòn del museo Balenciaga en Getaria)


(Imágenes:- 1.-modelo Balenciaga 1952/ 2.modelos Balenciaga.-openshaspa.org/3.-foto de Balenciaga.-Fundación Balenciaga/4.-modelo Balenciaga 1953.- por Louis Dahl- Wolfe.-all-art-org)

IMÁGENES Y PALABRAS (y 5) : SOBRE LA FOTOGRAFÍA Y OTRAS COSAS

Si hemos sostenido que estamos inmersos en una cultura de la imagen – me pregunta finalmente el Dr. Alberto Sánchez León para concluir la entrevista que estoy recogiendo estos días en Mi Siglo -, ¿es entonces el artista el que tiene la última palabra?

Respuesta :-Indudablemente es el artista el que tiene la última palabra. Él tiene que entregar a los demás la imagen como si fuera una palabra (por darle la vuelta un poco a esta frase), y  a la vez él es el que tiene que mostrar la imagen estética que a su vez es reflejo proyectado desde el centro y desde lo alto, desde lo profundo, por la gran Imagen. Hablando de poesía e inspiración, Pieper recuerda en «Entusiasmo y delirio divino» que la poesía procede de un estado del alma que es antes bien un estar-fuera-de-sí, que un estar-en-sí, y este estar-fuera–de-sí no ha sido provocado por vino, veneno o drogas, sino por un poder superior. La verdadera poesía, dice Pieper, tiene, pues, su origen en la inspiración divina.

Sin adentrarme ahora en esto, que nos llevaría muy lejos, lo que inspira o transpira el centro de la Imagen o de la Palabra es el descubrimiento por parte del artista de la imagen creadora o la palabra creadora. En «El ojo y la palabra» comento que, Van Gogh, por ejemplo, no ha creado el azul, tampoco Picasso, tampoco Miró. Son todos «subcreadores«-en frase de Tolkien – y lo que descubren son las formas o los reflejos de la gran Creación en donde sí está ya creado el Azul desde el principio de los tiempos. (…) Todo esto significa para mí que el artista sí tiene la última palabra en muchos sentidos: está dotado gratuitamente de una capacidad de observación, contemplación y arrebato ante la Belleza que seguramente otros muchos no poseen y que, sin embargo, sí están dotados para otras cosas. El artista, pues, se siente impelido a recoger esa Belleza que descubre y que contempla y a transmitirla a su modo y manera, con sus técnicas propias. En ese aspecto sí tiene la última palabra, porque, aunque él no lo quiera, en cierta medida se siente obligado interiormente a reflejar esa belleza. Aunque no quiera, nota que no tiene más remedio que hacerlo. Se diría que no sirve para otra cosa. En ese caso, no sería fiel a su vocación de artista si no lo cumpliera.

Por tanto, el artista sí tiene la última palabra en esta cultura de la imagen. ¿Quién, si no, la va a tener? Él es responsable de saber contemplar la Imagen con mayúscula ( o las imágenes que transmite el mundo), y él es el responsable de transmitir la imagen o imágenes a los demás. Maritain tiene un libro pequeño y muy valioso, «La responsabilidad del artista«, que analiza muy bien estos temas. (…) De lo deseable de la Belleza que contemplamos nace el deseo del artista por copiarlo, interpretarlo, entregarlo y, por parte de quienes no son específicamente artistas, el deseo, podríamos decir, de apropiárselo, el deseo de convivir con ello largo tiempo, el tiempo mayor posible. Aunque a nuestro rápido entender no nos quepa en principio en la cabeza que no nos pueda cansar una puesta de sol, la verdad es que la belleza de una puesta de sol con sus infinitos matices contemplados podría llegar a no cansarnos nunca. Siempre, como he dicho con anterioridad, que mantuvieramos viva la capacidad de asombro. Esto no llegamos a admitirlo porque en este mundo nos obliga el sentido de la utilidad, de la concreción por la utilidad inmediata, y nos preguntaríamos entonces, ¿para qué me es útil una puesta de sol? Y el siguiente paso es decir entonces, ¿para qué me es útil la belleza?

Volviendo al tema de la imagen, el artista tiene también la última palabra al seleccionarla, escogerla y transmitirla. De lo que líbremente escoja en sus imágenes para incorporarse al mundo de la imagen, a la cultura de la imagen, él es el responsable. También cuando selecciona imágenes que no son esencialmente bellas sino que son denuncias, cuando muestra imágenes del lado oscuro del mundo, de sus deficiencias. En cualquier caso, no es, creo, el espectador de imágenes el responsable. El artista se adelanta con su ojo al ojo del espectador y le muestra una sección, un encuadre específico del mundo. Siempre que veo una fotografía pienso lo mismo. El fotógrafo ha seleccionado líbremente un aspecto concreto del mundo, de un rostro o de un paisaje. Incluso ha seleccionado el tiempo, haciendo, podríamos decir, un corte en el tiempo: lo que vemos en ese gesto de esa fotografía es un instante, ya pasó y no volverá a pasar nunca así exactamente, no se repetirán jamás los matices de ese gesto, por tanto el fotógrafo recorta un segundo del tiempo, con sus gestos y con cuanto ello conlleva, y nos lo entrega. Roba un trozo de tiempo de una vida, aunque sea minúsculo. Y eso es lo que nos muestra. Él es el responsable, él es el que tiene la última palabra en esa elección. Nosotros vemos lo que él ha elegido.  Esto no solo en la fotografía sino en el cine, video, televisión, arte en imagen en general. Además de cuanto podemos elegir nosotros constantemente con nuestra pupila, el artista nos entrega su elección, aquello que él cree que nos debe transmitir. De ahí también su libre responsabilidad. Millares o millones de ojos ven esa elección del artista que – a su manera, al elegir – en esa cultura de la imagen, está diciendo, de algún modo, su última palabra.

(Imágenes:-1.-Rain Song.-Moscou 1963.-Marie Sechtlová.-Sechlt y Museo de la fotografía Vosecek.-luminous-lint/2.-retrato de uno mismo.-Marie Sechtlová.-Sechlt y Museo de la fotografía Vosecek.-luminous-lint/3.-Nueva York 1964-Marie Sechtlová.-Sechlt y Museo de la fotografía Vosecek.-luminous.lint/4. El canal.-1996.-Franco Donaggio.-Joel Soroka Gallery.-artnet)

IMÁGENES Y PALABRAS (3) : LA BELLEZA SALVARÁ AL MUNDO

En torno a la importancia de la belleza es otra de las preguntas que se me formulan en esta entrevista publicada por la Universidad de Montevideo y que estos días estoy resumiendo en Mi Siglo.

Pregunta:  Si, como usted afirma en El ojo y la palabra -me dice el Dr. Alberto Sánchez León -, la imagen de por sí es insuficiente, pero por otro lado parece que es hoy lo que predomina, entonces ¿es posible que sólo desde ella podamos recuperar el logos, esa racionalidad perdida? ¿No es esto, en definitiva, lo que afirma Dostoievski cuando afirma que la belleza salvará el mundo?

Respuesta: Empiezo por la alusión final sobre Dostoievski y su frase: «la belleza salvará al mundo«.

Indudablemente, eso ocurrirá siempre que se sepa contemplar la belleza y siempre que el ojo humano no se distorsione atraído por la fealdad. En estos momentos hay una invasión de fealdad en muchas partes, desde la ocupación «vanguardista» de ciertos museos intentando imponer muchas veces lo detestable como «arte», hasta el descenso escalonado del gusto en imágenes chabacanas de cine o de televisión. Es tan obvio que no hacen falta demasiados comentarios.

Entonces, creo que algo importante es educar al ojo en la belleza, no inclinarlo a  la fealdad. No es bello todo lo que el hombre hace durante el día y durante su vida. No es bella – hablando claramente – una defecación, aunque sea necesaria para la vida. Y sin embargo, defecaciones se han expuesto en los museos… Por tanto, hay que educar al ojo en la belleza. En mi artículo «Necesidad del asombro» hablo de recuperar ese asombro y esa sorpresa que tantos han perdido creyendo que ya lo han visto todo.

En mi caso particular, he de decir que hay imágenes sin palabras – sin necesidad de las palabras, imágenes solas, puras imágenes- que siempre me han asombrado y me han remontado a cuestiones profundas. Por ejemplo, las del mundo submarino. Siempre que veo las extensiones del fondo del mar (en fotografías, pero sobre todo en videos, películas, documentales, etc) «me asombra» esa creación. Precisamente porque está oculta y tan sólo pueden bajar a ella de vez en cuando aquellos seres humanos con escafandras que nos lo filman. Siempre pienso : ¿por qué Dios ha hecho esto que casi nadie ve? ¿Estas gamas de colores casi infinitos en las aletas de los peces, los movimientos rítmicos de las colas con su belleza inaudita, el encanto de las grutas por las que se cuelan toda clase de animales submarinos, el colorido de las hierbas flotantes, ese mundo inacabable?¿Quién ve esa belleza de modo continuo? Nadie. Los peces mismos no la contemplan sino que únicamente la viven, y el hombre en su superficie está ajeno a ella, excepto cuando se la presentan. Si pensamos la cantidad de kilómetros de belleza oculta al ojo del hombre que se extiende bajo los océanos inmensos, entonces nos podemos preguntar por la razón de todo ello, que no es una razón de utilidad (que lo es ), sino que hay algo más: la utilidad de los peces y cuanto ellos generan podría haber sido creada en una sola tonalidad y con una sola forma, ausente de variantes, y la utilidad hubiera permanecido lo mismo. Sin belleza habría permanecido esa  misma utilidad. Entonces, ¿para qué se ha añadido a la utilidad toda esta deslumbrante belleza?

Por tanto, ¿para qué la belleza del mundo submarino?  Confieso que cada vez que la veo – y recalco que sin palabras, aquí no me hacen falta las explicaciones de Cousteau,que, por otro lado, agradezco -, todo ese mundo me lleva a Dios, no me lleva al azar. Habrá gentes que les lleve al azar, y lo respeto. A mí no me lleva al azar. No me imagino al azar como causa de todo ello. (…) Si esto ocurre debajo de nosotros, sin que nadie lo esté viendo en estos momentos, mientras estoy contestando a esta pregunta, ha de haber alguna explicación a tanta belleza. Insisto en que aquí es pura imagen; no hay palabras. No se necesitan palabras. Por tanto, el ojo humano se sumerge en esa belleza casi irrepetible y naturalmente tiende a ella como ante un imán. No creo que ningún ojo humano pueda ver fealdad en ese espectáculo incesante del mundo submarino. (Lo mismo ante la gama de colores de los pájaros, ante las tonalidades del atardecer, etc).

La imagen, pues, sin palabras, también reina en el mundo. La Creación nos presenta diariamente su imagen nunca repetitiva y esa imagen nos ofrece como en un espejo la Creación. Por tanto, cuando digo en «El ojo y la palabra» que la imagen ha de ser completada por la palabra, creo que es cierto. Pero también hay imágenes sin palabras que nos remontan hacia arriba. Se me pregunta si sólo desde la imagen se puede recuperar el logos, la racionalidad perdida. Creo que sí. Siempre que ante la imagen mantenga uno el asombro y, a través de esa imagen, al otro lado de esa imagen, se plantee uno preguntas y busque cada cual su respuesta. Acabo de hacerlo ante la imagen del mundo submarino y podría hacerse con el mundo de la astronomía, por citar alguno más ¿Qué hay detrás de esas bellezas? (…)

Siempre que nos «asombremos» de las maravillas que nos rodean, esa imagen no se quedará encerrada en sí misma sino que nos hará atravesarla para llegar a una pregunta que está detrás. A través de la imagen llegaremos sin duda a esa nueva era de la palabra, a  que nos explique, en la medida en que se puede, el misterio del mundo. ¿Quién ha creado la Belleza? ¿Se ha creado a sí misma y por sí misma? También en «El ojo y la palabra«, incluí la referencia a Rilke: «Entonces, aproxímese a la Naturaleza» y este texto de San Agustín que puede ir unido a la frase de Dostoievski:
«Interroga a la belleza de la tierra, interroga a la belleza del mar (acabo de hablar del mundo submarino), interroga a la belleza del aire que se dilata y se difunde, interroga a la belleza del cielo…interroga a todas estas realidades. Todas te responden: Ve, nosotras somos bellas. Su belleza es una profesión («confessio»). Estas bellezas sujetas a cambio, ¿quién la ha hecho sino la Suma Belleza («Pulcher»), no sujeto a cambio?».

(Imágenes:- 1.-Georgia O `Keeffe.-1963.-Georgia O `Keeffe Museum.-New York.-artdaily.org/2. Flower.-número 86.- 1997 -foto Amanda Means. -Gallery 339.-Philadelphia.-artnet/3.-Liu Wei.-2007.-ArtChina Gallery.- Hamburg.-artnet/4.-foto Michael Benson.-Telescopio espacial Hubble- The New York Times/5.- Colore e luce Danzante 01.-Mia Delcasino.-photographers gallery.-artnet)

EL FUEGO Y LA BELLEZA

Atenas.-1.-Partenon.-foto Milos Bicanski.-Getty Images.-The New York TimesCuando contemplo cómo las llamas parece que felizmente dejan de acosar a la belleza recuerdo aquellas palabras de Giorgos Seferis: » En el Partenón – cuantos prefieren ver la Acrópolis a la luz de la luna no sé si podrán seguirme – tenemos exactamente dos causas distintas de sensaciones, que coexisten en el mismo objeto. Una histórica, arqueológica, cíclica digamos, me hace soñar en un viaje al pasado, filosofar sobre la vanidad de los actos humanos, rebelarme contra las bombas de Murozzini, quedarme extasiado ante la belleza de la vida de los antiguos griegos; la otra, estética, es otro supuesto muy distinto; es una presencia súbita, fuerte y exclusiva, un manto de mármol que me cubre por entero, una voz que no comprendo, pero siento, no obstante, la necesidad de hablar como ella, para entenderla». («Diálogo sobre la poesía y otros ensayos») (Júcar)

El fuego y el mal nunca atacan solamente a la arqueología o a la Historia sino también a las sensaciones que ni siquiera los poetas saben describir.Atenas.-2.-fuego en Grecia.-fotoi Yiorgos Karahalis.-Reuters.-The New York Times

(Imágenes:- 1.-foto de Milos Bicanski/Getty Images.-The New York Times/ 2.-foto de Yiorgos Karahalis/ Reuters.-The New York Times)

LO BELLO Y LO BUENO

figuras.-CC4.-por Osang Gwon.-2002.-Arario Gallery.-Beigjing.-Seoul.-Korea.

«La esencia de lo bello. Según mi parecer – le decía el gran historiador del arte norteamericano Bernard Berenson al periodista Umberto Morra -, si se procede indagando, en el fondo de lo bello se encuentra lo bueno, como en el fondo de lo bueno se encuentra lo bello: es una fusión que forma el sentido del destino humano; bello (y bueno) lo que no se contradice, sino que ayuda y acompaña al destino humano, un quid que tiene, por lo tanto, en sí algo heroico y trágico. También la gente común siente este deseo; por lo tanto, lo bello es una cosa eminentemente deseable. Pero la gente está también lista a equivocarse y a correr tras falsos mensajes de belleza; obras falsamente míticas que parecen empapadas de un gran impulso heroico y plenas de destino: éstas son las más fácilmente traducibles».

Todo esto se lo decía Berenson a Morra ( «Coloquio con Berenson«) (Fondo de Cultura) en agosto de 1932, paseando por I Tatti, la villa situada en las colinas de Florencia, pero sobre todo paseando por las reflexiones del arte, como habían paseado también por otras avenidas parecidas el portugués Francisco de Holanda, en Romacon Miguel Ángel, Eckermann con Goethe, James Bosswell con el doctor Samuel Johnson y como lo haría el fotógrafo Brassaï con Picasso, el director de orquesta Robert Craft con Stravinski, Janouch con Kafka, Goldenveizer con Tolstoi o Émile Bernard con Cézanne, por citar algunas grandes conversaciones.

Tales conversaciones y tales palabras eran recogidas en la memoria o en el cuaderno de quienes escuchaban y en esas improvisadas lecciones de sabiduría, confesiones de destilada experiencia, parecía como si el arte, la filosofía y la historia se remansaran y el pensamiento entregara, a cada paso, la síntesis de una meditación.

figuras.-5519k.-foto por Jin-Ya Huang.-2007.-Sous les etoiles gallery.-New York.-photografie artnet

«Leer las cosas nuevas con el solo objeto de «estar al corriente» – le decía también Berenson a Morra en 1931 – es uno de los pecados contra el espíritu. A las cosas nuevas no hay que dedicarles más que la décima parte del propio tiempo y una parte mínima de la propia energía (que es siempre inferior a lo que esperamos) ¿Qué es esta «corriente»? Es un minúsculo río casi subterráneo que aparece en pocos salones; y hay corrientes, o mejor, hay una corriente más verdadera que aquella en que se piensa refiriéndose a la moda. Los periódicos, sí, los lee uno por las «cosas nuevas» que anuncian, pero es una lectura que cuesta poco trabajo especialmente a quien, como yo, tiene una práctica de cinco mil años de crónicas escritas».

Es esa gran cuestión de la reelectura de las cosas esenciales y la lectura esencial de cuantas cosas importantes nos quedan por leer, sin dejar por ello de atender a ciertas novedades.  Es el paseo bajo los árboles de la cultura,  confidencias de un amigo del espíritu.

(Imágenes: 1.-«Black hole».- Osang Gwon.-2000.-Arario Gallery.-Beijing.- Seoul- Korea.-artnet/2.»Guyver, dptych 2007″-.Jin-Ya Huang.–Sous Les Etoiles Gallery.-New York.-artnet)

CUANDO KAFKA VINO HACIA MÍ…

Kafka.- 3 .-czech.tv

«La puerta de su habitación estaba siempre abierta. Junto a la puerta se enncontraba el escritorio. Sobre él, los dos tomos de Derecho Romano. Frente a la ventana había un armario. Delante, una bicicleta. Después, la cama, y al lado, una mesilla de noche. Junto a la puerta, una librería y un lavabo. De los libros que por entonces se leían en la familia Kafka, recuerdo uno sobre la tragedia de Mayerling«.Kafka.-7.-elmundo.es

Esto lo cuenta, muchos años después, Anna Pouzarová, que comenzó a trabajar en casa de los Kafka como chica de servicio el 1 de octubre de 1902: Anna tenía veintiún años y Kafka diecinueve. Otro cuarto muy distinto lo describe mucho tiempo más tarde, en la Ciudad Vieja de Praga, Alfred Wolfenstein, colaborador en varias revistas, cuando va a visitar a Kafka: «La habitación en la que entré estaba fría y llena de sombras. Del rincón, en el que él había estado escribiendo o leyendo en una penumbra casi completa, se elevó la larga y esbelta figura del escritor, y por su manera de saludar me di cuenta de que no había comprendido mi nombre«.

Por estas habitaciones y a través de estos encuentros (amigos, vecinos, Milena Jesenská, Dora Diamant, Max Brod, editores, recitadores, bibliotecarios, compañeros de trabajo) , advertimos que más que ir las gentes hacia Kafka es Kafka quien llega hasta ellas recorriendo pasillos y calles en el volumen editado por Hans-Gerd Koch «Cuando Kafka vino hacia mí…» (Acantilado). No es Kafka hacia el que los lectores van, es Kafka quien va hacia los lectores casi sin él quererlo, como cuando el editor Kurt Wolff ( que hasta el volumen «Un artista del hambre» editó todos los libros del escritor) revela que un día de junio de 1912 le escuchó a Kafka una frase que no había escuchado antes ni lo haría después a ningún otro autor, y que quedó ligada para él de manera definitiva. Kafka le dijo: «Le estaré siempre mucho más agradecido por la devolución de mis manuscritos que por su publicación«. 

De Kafka he hablado varias veces en Mi Siglo. Sobre todo, recordando aquella frase suya: » La felicidad excluye a la vejez. Quien conserva la capacidad de ver la belleza no envejece«.

Ahora, en este interesante volumen, se evocan muchas actitudes públicas y privadas del escritor: costumbres, carácter, relaciones. A Max Brod le escribe en 1923: «rabia es lo que siente un niño cuando su castillo de naipes se derrumba porque un adulto empuja la mesa. Pero el castillo de naipes no se derrumbó porque alguien empujara la mesa, sino porque se trata de un castillo de naipes. Un verdadero castillo no se derrumba, ni siquiera cuando alguien parte la mesa en trozos para hacer leña. No necesita unos cimientos ajenos. Se trata de cuestiones evidentes, remotas y magníficas«.

Kafka viene hacia mí con su prosa esencial y desnuda, no soy yo el que llega hacia él.

(Imágenes: Franz Kafka.-1.- elmundo.es/ 2.-czech.tv)

LOS OJOS QUE NO SIENTEN

atardecer.-foto por Matthew Porter.-2008.-Marty Walker Gallery.-Dallas.-artnet

«Toda esta tarde, esta tarde perfumada y serena, la he pasado contemplando el poniente en el cielo, su tinte particular de un amarillo verde, y contemplo siempre, pero mis ojos perciben y no sienten. Y esas ligeras nubes que allá arriba planean, esas nubes en copos y en bandas, que parecen prestar sus movimientos a las estrellas, esas estrellas que se deslizan entre ellas, detrás de ellas, ora centelleantes, ora oscurecidas, pero siempre visibles. Y, allá, abajo, el creciente de la Luna tan fijo como si se agrandara al crecer en su lago azul sin nubes y sin estrellas. Las veo, las veo sublimemente bellas, ¡pero tan sólo las veo, no siento cúan bellas son!».

Coleridge

(Pudiera servir como sencilla oracion para pedir que la Belleza llegue no sólo a los sentidos sino a los sentimientos)

(Imagen: foto de Matthew Porter.2008.-Marty Walker Gallery.-Dallas.-artnet)

BOMBAS Y PREGUNTAS

«Yo todos los años me quedo asombrado en la primera hora de la primera clase del curso universitario. Vienen ante mí todos los alumnos de todos los puntos del país y se posan como bandada de ideas y de cuestiones sentados en semicírculo, absortos ante las cuestiones e ideas que se les pueda plantear. Aún no han sido tocados por la sombra del escepticismo ni les ha caído encima una mota de aburrimiento. Están allí sentados, abierto su cuaderno virginal de ignorancias en espera del alimento que reciban. Y prácticamente todos ellos – aun sin formularla de manera explícita – guardan una pregunta escondida que no sé qué padre ni qué madre ni qué escuela les haya podido señalar y tampoco imagino en qué momento.

¿Qué es la verdad? ¿Y la bondad? ¿Y la ética? ¿Dónde está el bien en este mundo tan injusto? ¿ Y la belleza? Naturalmente esa briosa acometida que siempre es la juventud – generación tras generación – en su perpetuo anhelo de ir en busca de la felicidad, del bien, de la verdad y de la belleza toma un impulso ascendente que se mantendrá hasta ser tentado por los anzuelos de la utilidad o quedar fatigado por el cansancio. Entonces los caminos del ver se bifurcan -o a veces se entremezclan -, y unos ven únicamente la utilidad de las cosas y otros tan sólo la belleza. De cualquier forma, ese empuje continuo de la juventud por remontar las fuentes siempre me ha dejado asombrado y uno procura, en su pequeña medida, responder alentando y manteniendo cada vez más vivo ese entusiasmo por el asombro».

Eso escribí en «Necesidad del asombro» («El artículo literario y periodístico«), 2007, pág 316-317)

Esas son las preguntas y esos los anhelos de juventud que han intentado ser sofocados esta mañana en la Universidad de Navarra con la explosión de una bomba.

EL LADO OSCURO DEL ESFUERZO

En general, se elude exigir esfuerzo a los niños – a  los hijos -, no vaya a ser que se molesten o que crean que esta vida es costosa. En general, se elimina el esfuerzo a los alumnos, permitiéndoles que pasen de curso con dos o tres asignaturas, no vaya a ser que les parezca difícil el Instituto. En general, no se pide  esfuerzo a los universitarios con un trabajo serio de investigación, no vaya a ser que abandonen por fatiga. En general, se oculta el lado oscuro del dolor, se elude el sacrificio o la renuncia, se escamotea la muerte, no vaya a ser que a alguno le parezca áspera la vida. En general…, siempre, siempre en general…, puesto que hay excepciones ocultas, existencias sencillas, vidas anónimas que van contracorriente y de las que nadie habla. En general, no se comenta nada de la lucha, del combate por existir, del esfuerzo por vivir un día más, del esfuerzo también por superar una enfermedad. En general…, siempre, siempre en general…, los aperitivos de la Televisión nos ofrecen la pasarela social de la juventud bronceada, del cuerpo sin grasa, de la elasticidad del gimnasio, del vientre perfecto tras la maternidad y de la sonrisa permanente y luminosa.

En general, siempre en general…,aunque lo general es lo cotidiano, esto que vemos todos los días.

Por eso comparto con alegría estas palabras encontradas en Una temporada en el infierno: « los ejemplos de hombres y mujeres capaces de combatir y vencer el cáncer, cuando ha sido posible, se me antojan con frecuencia modelos admirables: hombres y mujeres capaces de resistir, luchar, a solas, contra el atroz fantasma de la muerte».

Y más arriba, esta otra denuncia:

» no soportamos las imágenes públicas de la enfermedad, cuyo combate puede ser un modelo heroico, para los vivos y los muertos».

(Imágenes: foto: John Bock.-Museum of Modern Art)