Yo todavía alcancé en el primitivo cine “Proyecciones”, en la calle de Fuencarral — recordaba el editor José Ruiz-Castillo —, a ver una película con “explicador”. Estos “explicadores” ,por lo menos para los chicos de la época, insoportablemente se hacían los graciosos pero resultaban tan extraordinarias las imágenes animadas que “oscurecían” la interferencia del enojoso comentarista. El cine “Proyecciones”, en su modestia, como los que después fueron construyéndose, como el cine de “La Flor” en la calle de la Flor Baja y más tarde el cine “Ideal”, tenían unas portadas con cierto aire cinematográfico catedralicio. En el seudo atrio del “Proyecciones” campeaba un grupo escultórico de variadas y policromas figuras que temblorosamente danzaban, por procedimientos mecánicos, al son de un órgano que “ejecutaba” un perenne vals lento, aderezando las graves notas del acompañamiento con un intermitente y agudo campanilleo. Y detrás de todo ello, las películas mañana, tarde y noche. No es de extrañar que los chavales del barrio merodeáramos durante una parte de nuestras escapadas por los aledaños de semejantes palacios del espectáculo.
José Julio Perlado
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