VIAJES POR EL MUNDO (49) : DE NUEVO ATENAS

Cuando abro mis ventanas por la mañana lo primero que aparece ante mi vista es la colina sagrada — evocaba Gómez Carrillo —. Allá, muy lejos, por encima de la columnata dispersa del templo de Júpiter Olímpico, por encima de los muros enormes del Odeón de Herodes Atico, por encima de las casitas nuevas y de los cipreses jóvenes,  la ruina milenaria surge en la gloria del sol que nace.  El mármol se anima, acariciado por la luz matinal. En el ambiente claro flota como un aúreo polvillo que dora todo lo que toca.

 Sólo veo el Partenon, solo veo la santa casa de Atenas. A la claridad agonizante aun distingo su columnata incompleta. Y luego, cuando la sombra invade todo el espacio, cuando las simas del Himeto se tornan tenebrosas, cuando en el cielo empiezan a parpadear las primeras estrellas, aun veo, cerrando los ojos, el edificio santo.Pero entonces ya no me aparece tal cual lo han dejado los siglos, sino tal cual lo vieron los contemporáneos de Fidias y de Aspasia, es decir, completo.

contemplo el Acrópolis en su animación juvenil de hace dos mil quinientos años, con las seis inmensas columnas de los Propileos , con la capilla armoniosa de la Victoria sin alas, con el Erecteion,  con el Partenón … Y  más arriba veo a Palas, que,  apoyándose en su lanza, domina la ciudadela,  mientras el desfile infinito de los siglos va diciendo: “Bendita seas, diosa de los ojos claros;  bendita seas en tu eterno poderío y en tu divinidad eterna…!”




José Julio Perlado 

imágenes—Atenas -wikipedia