
Voy a ir despidiéndome de los homenajes, de todos los Premios Cervantes que he recibido en mi vida, de las veces que he subido las escalinatas para ascender a la cátedra del Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares en presencia de los Reyes, que han tenido siempre la deferencia y amabilidad de asistir a todos los homenajes míos, año tras año, cuando yo era aún un hombre joven sin mucho porvenir y apetencias y cuando he sido después hombre mayor, e incluso más tarde, ya un anciano, autor de un conjunto de cuartillas. Siempre en todos los Premios Cervantes que he recibido he hablado ante los Reyes y ante mis mejores amigos del “sentido común”. Amo el sentido común. El Rey y la Reina, y también la Princesa y la Infanta, me han escuchado con respeto y atención aunque los cuatro —y todos los presentes— saben que el sentido común no tiene fondo, y que uno mete la mano dentro de la bolsa del sentido común y la extrae llena de sentencias innumerables, de consejos y advertencias para la propia vida, sean dadas tales sentencias por boca de Sancho o de Don Quijote, que tanto da, puesto que todo viene del sentido común en la pluma de Cervantes.

Siempre me ha impresionado este Paraninfo de Alcalá. Y el estrado desde el que he hablado tantas veces. De los tres nichos, el central coronado con el escudo del fundador, el Cardenal Cisneros, está decorado con un techo rojo y azul, y el Paraninfo, que fue diseñado y construido por Pedro de la Cotera, entre 1516 y 1520 siguiendo las indicaciones de Cisneros que no pudo verlo finalizado, siempre me ha conmovido. Por estas aulas pasaron Lope de Vega, Santo Tomás de Villanueva, Antonio de Nebrija, Juan de Mariana, San Juan de la Cruz…Pero cuando me concedieron en 2002 el Cervantes me fijé más en la belleza de este recinto. Allí estaban ya, sentados delante de mí como hacen todos los años y en sitios preferentes, muchos de mis amigos de siempre, amigos de lecturas, audiciones y visiones interminables que vienen a escucharme: Dante, Ítalo Calvino, Thomas Mann, Manrique, Goya, Virginia Woolf, Proust, Machado, Eliot, Brahms, Bach, Monet, Cézanne, Giacometti y tantos otros.

Cuando tuvieron la amabilidad de concederme el Cervantes en 2010 volví a hablar en aquel solemne estrado sobre el sentido común. No exactamente con esas palabras sino recordando estas otras que llevan a la reflexión, las diga don Quijote o las diga Sancho: “toma con discreción el pulso a lo que pudiera valer tu oficio. Anda despacio, habla con reposo pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo: que toda afectación es mala. Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico como entre los sollozos e inoportunidades del pobre. Has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Si tomas por medio la virtud y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay por qué tener envidia a los que los tienen por príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista, y la virtud vale por si sola lo que la sangre no vale. Come poco y cena más poco; que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago. Sé templado al beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra.
José Julio Perlado

imágenes- paraninfo de la universidad de Alcalá- wikipedia