EN EL JARDÍN, LLENO DE SILENCIO

En el jardín, lleno de silencio, se escucha el chiar de las rápidas golondrinas . El agua de la fuente cae deshilachada por el tazón de mármol. Al pie de los cipreses se abren las rosas fugaces, blancas, amarillas, bermejas. Un denso aroma de jazmines y magnolias embalsama el aire. Sobre las paredes de nítida cal resalta el verde de la fronda; por encima del verde y del blanco, se extiende el añil del cielo. Alisa se halla en el jardín, sentada con un libro en la mano. Sus menudos pies asoman por debajo de la falda ; están calzados con chapines de terciopelo negro, adornados con rapacejos y clavetes de bruñida plata.  Los ojos de Alisa son verdes, como los de su madre; el rostro, más bien alargado que redondo. ¿Quién podría contar la nitidez y sedosidad de sus manos? Pues de la dulzura de su habla,  ¿cuántos loores no podríamos decir?

En el jardín todo es silencio y paz. En lo alto de la solana, recostado sobre la barandilla, Calisto contempla estático a su hija. De pronto, un halcón aparece revolando rápida y violentamente por entre los árboles. Tras él, persiguiéndole, todo agitado y descompuesto, surge un mancebo. Al llegar frente a Alisa, se detiene absorto, sonríe y comienza a hablarla. 

Calisto lo ve desde el carasol y adivina sus palabras.

Unas nubes redondas, blancas, pasan lentamente sobre el cielo azul, en la lejanía

Azorín

imágenes- wikipedia