
El sábado 11 de febrero de 1922 a las seis de la tarde Rilke acaba sus “Elegías del Duino”. Le escribe a la princesa de Tous: “Por fin, princesa por fin, bendito sea el día en que puedo anunciar a usted la terminación de las “Elegías” . Diez. Y todo en algunos días .Esto ha sido gracias a una tempestad sin nombre, un huracán espiritual. Todo cuanto es en mí un tejido y fibra ha crujido . De comer, ni se trató. Dios sabe quién me ha alimentado. Pero ahora esto es. Es. Amén. Me he mantenido hasta aquí a través de todo esto. Era lo que necesitaba. Nada más que esto .
Rilke había comenzado las “Elegías” diez años antes.Había esperado la señal de los ángeles que, que según él, deberían darle el encabezamiento de sus “Elegías”.
Luego escribió:
“ los ángeles (se dice) no saben a menudo si se mueven entre los vivos o entre los muertos. La eterna corriente arrastra consigo, a través de los dos reinos, todas las edades, y sobre ambos se extiende, acallándolos, el poderío de su voz.”
José Julio Perlado

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