LA BELLEZA DE LAS MANOS

 Resultan innumerables — señalan los historiadores— los estudios que respecto a la mano femenina  se presentan en los dibujos del siglo XVI, y es abundante también su presencia en las descripciones literarias. Es preciso, se dice en muchos de esos documentos,  tener la mano alargada, blanca, liviana. Alguno de esos textos se detienen recordando a María Estuardo y “el laúd que tan bien tocaba con su mano blanca y sus hermosos dedos, tan bien formados.” . El mismo documento evoca igualmente a Catalina de Médicis, estudiando la semejanza entre las manos de la reina y las de su hijo.  Enrique VIII , por su parte, le encarga a varios emisarios que evalúen la belleza de la duquesa de Nápoles con la que se va a casar y les pide: “Le verán la mano desnuda y repararán muy exactamente la mano, cómo está formada, si es rubia o fina, si  es gorda o delgada, si es larga o corta,  tomarán nota de cómo son sus  dedos, si son largos o cortos, gruesos o delgados, anchos o finos en la punta.” En el siglo XVI la mano era un objeto de belleza y revelaba un estado del cuerpo que permanecía oculto. Los emisarios de Enrique VIII no se equivocaron cuando destacaban que la mano que habían comprobado era suave y eso, al parecer, le dejó al Rey muy tranquilo.

José Julio Perlado

James Coignard- 1999- foreman fine Art- artnet /2 Henry Moore- 1979/ Janine Antoni – 2004- artnet)

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