
La creación del espacio novelesco es semejante a la del espacio sagrado en cuanto implica transformación del caos en cosmos e imposición de un orden —— recuerda Ricardo Gullón en ”El arte de contar” — Es un acto creador y el primer impulso para realizarlo una fundación, el trazado de un contorno, de una reserva (en el sentido norteamericano de la palabra) en donde el acontecer novelesco se realiza.
Por eso los fantasmas duermen y se comportan con normalidad que hace olvidar su condición mientras los vivos alzan los vuelos sin que nadie le dé al hecho mayor importancia. Unos y otros comunican. ¿Por qué no, si conviven en un ámbito que los cobija sin discriminación y los iguala? En ese espacio tienen idéntica verdad los sucesos demostrables y los fabulosos; todo es verdad y todo es mentira, como ha ocurrido siempre en las grandes ficciones, desde las “Mil y una noches” hasta hoy.
Las sirenas son en la “Odisea” ni más ni menos reales que Ulises. La naturalidad en la presentación de los hechos( es decir, el ‘tono’) le permitió a García Márquez ahorrarse explicaciones y justificaciones. No hay por qué justificar el que personaje muera, o parezca morir, y después resucite, o parezca resucitar, veinte, cien, quinientos años después; no hay por qué atenerse a la cronología del reloj o del calendario cuando lo único de verdad importante es el tiempo propio de la novela
José Julio Perlado

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