
Nos rodean muchos temas de la vida cotidiana: la atención a los demás, la comprensión de los hombres y de los hechos más que la resolución o que el juicio sobre ellos. Nos encontramos en una época preocupada por lo cotidiano,tiempo y trabajo planificados, horarios regulados, existencia monótona y encadenada a una rueda gris. El héroe puede ser un empleado de oficina, un albañil o un médico, él es generalmente el único gran héroe, el hombre de las ocho horas de esfuerzo. Ha de contarse entonces su vida pegada a la tierra; su gran hazaña es superar mil hazañas sin relieve. Nos encontramos bajo el reino de lo cotidiano: vivir sin cumbres, andar a través de una planicie, tropezar cada día con pedruscos chatos pero tropezar incesantemente. El héroe no va a las Cruzadas, duerme seis o siete horas, conduce su automóvil en el caos, se sumerge entre móviles y pantallas y a veces ha de quedarse a comer de pie en un rápido restaurante.
Unos hombres se plantean este ritmo casi matemático, otros hombres injertan los valores del espíritu precisamente sobre esta vida de horarios y de trabajos oscuros, de aventuras sin nombre que componen la gran aventura del vivir.
José Julio Perlado

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