«Cuatro tablas unidas a una peña
que borda con espuma el mar rugiente;
una red, una barca muy pequeña,
y un chiquitín, rubillo y sonriente,
durmiendo en pobre cuna…
compendian el amor de los amores,
la dicha, el bienestar y la fortuna
de humildes y sencillos pescadores.
Cuando entre nubes de zafir y grana
despierta el rojo sol con la mañana,
por buscar la comida de su hijuelo,
entonando dulcísimos cantares,
el ave cruza la extensión del cielo;
y raudo, como el ave, el barquichuelo
surca las olas de los turbios mares.
Cuando mueren del sol los resplandores,
cuando el lucero de la tarde brilla
con trémulos fulgores,
desgarrando los velos de la bruma,
a su nido retorna la avecilla;
y, también como el ave, la barquilla,
entre montañas de bullente espuma,
retorna al nido que labró en la orilla.
Y en el nido roquero,
donde gozoso el pajarillo canta,
y en el modesto hogar que se levanta
sobre peñón costero,
el pájaro y el hombre
gustan los goces del amor fecundo:
inefable placer, dichas sin nombre,
que ni comprende ni adivina el mundo.
Y los pescados de rosáceo brillo
que saltan en las mallas de las redes,
y las cuatro paredes
que cobijan el sueño de un chiquillo,
y el chasquido del tronco que se quema,
y del hogar las plácidas canciones…
son las notas vibrantes del poema
que ritman al latir dos corazones.
Mas a veces la joven pescadora
regresa a su cabaña
al despuntar la aurora,
y triste llanto su pupila empaña,
y se nubla su rostro bondadoso
al pensar en su esposo,
que lucha con las olas denodado
en combate infecundo,
por obtener un poco de pescado,
que apenas si se vende en el mercado,
pues dice que es muy caro todo el mundo.
Cuando entre nubes de zafir y grana
despierta el ro o sol con la mañana,
ya no sale a la pesca el barquichuelo;
y cuando el astro de la tarde brilla
sobre el azul del cielo,
ya tampoco retorna la barquilla,
cual ave errante de cansado vuelo,
buscando el nido que labró en la orilla.
Ya las tablas unidas a la peña
que el mar rugiente azota
y la barca pequeña
por el empuje de las aguas rota,
y la modesta cuna
compendio del amor de los amores…
féretros son que encierran la fortuna
de humildes y sencillos pescadores.
Ya los pescados de rosáceo brillo
no bullen en las malla de las redes;
ya las cuatro paredes
son el lecho de muerte de un chiquillo
que agoniza cual débil pajarillo,
falto de pan y dulces afecciones;
ya en el hogar un tronco no se quema,
y el rugir de los fieros aquilones
es la fúnebre nota del poema
que rimaron dos nobles corazones.
Perdida la razón, la pescadora
regresa a su cabaña
al despuntar la aurora,
y triste llanto su pupila empaña;
la pobre mujer llora
la muerte de su esposo idolatrado,
y contemplando un cesto de pescado,
exclama con dolor acre y profundo:
– Dos vidas ha costado;
y al quererlo vender en el mercado,
¡aún me dice que es caro todo el mundo!».
M.R. Blanco -Belmonte.-«¡ Aún dicen que el pescado es caro!».- (Aves sin nido) en «La Corte de los poetas.- florilegio de rimas modernas»– edición de Marta Palenque-2009)
(Imágenes.-.-Joaquín Sorolla: 1-pescadora con su hija.-Valencia.-1908/ 2.-esperando la pesca.-1908/ 3.-pescador.-1904/ 4.-Valencia.-pescadores.- 1919-Museo de Bellas Artes de Valencia/5.-pescadores valencianos-1895/ 6.-pescadoras.-Valencia.-1915/ 7.-a la sombra de la barca.-1903-1904.- Museo Sorolla/ 8.-playa de Valencia.-1908/ 9.-Ayamonte.-la pesca del atún.-Museo Sorolla/ 10- aún dicen que el pescado es caro.- 1894.-Museo del Prado/ 11.-barcas pescadoras.-1908.-colección particular)