“Duélete de esa puente, Manzanares;
mira que dice por ahí la gente
que no eres río para media puente,
y que ella es puente para muchos mares.
Hoy, arrogante, te ha brotado a pares
húmedas crestas tu soberbia frente,
y ayer me dijo humilde tu corriente
que eran en marzo los caniculares”.
Así iba cantando Góngora al madrileño río por donde hoy paseo.
“Y después que a Manzanares
vi correr por tus arenas,
y que aun murmurar no osa
por ver que castigan lenguas;
considerad a tu puente,
cuyos ojos claros muestran
que aún no les basta su río
para llorar esta ausencia”.
Así iba cantando Quevedo al Manzanares que hoy contemplo.
que ciñendo a Manzanares
para encubrir su flaqueza
le sirvo de guarda-infante.
Cualquier gota de agua suya
un ojo dicen que vale.
Para mí que no los tengo
es el precio intolerable”-
Así iba cantando Quiñones de Benavente al agua del río madrileño.
no como solía humilde,
sino ambicioso pretende
que a Madrid se pongan diques.
Porque sobervio, sus muros
dizque ha de inundar, i dizque
ha de tocar de su puente
con las aguas los pretiles”.
Así iba cantando Pantaleón de Ribera en el siglo XVll al célebre río.
Me alejo poco a poco, a mitad de mañana, de este Manzanares tantas veces descrito, atacado y festejado en la literatura.
Asombrado ahora con sus nuevos, modernísimos puentes.
Asombrado siempre con sus viejas, permanentes poesías.
(Imágenes: puentes y río Manzanares.- Madrid-8-10-2011.-fotos JJP)