«El aire matinal repartió sus cartas con sellos incandescentes.
La nieve iluminó y todos los pesares se alivianaron: un kilo pesaba apenas setecientos gramos.
El sol estaba alto sobre el hielo, volando por el lugar, caliente y frío a la vez.
El viento avanzó lentamente como si empujase un cochecillo de niño frente a sí.
Las familias salieron, vieron cielo abierto por primera vez en mucho tiempo.
Estábamos en el primer capítulo de un relato muy intenso.
El resplandor del sol se adhería a todos los gorros de piel,
como el polen a los abejorros,
y el resplandor del sol se adhirió al nombre INVIERNO
y se quedó allí hasta que el invierno hubo pasado.
Una naturaleza muerta de troncos, en el lago, me puso pensativo.
Les pregunté;
«¿ Me acompañan hasta mi niñez?» Respondieron: «Sí».
Desde la espesura se escuchó un murmullo de palabras en un nuevo idioma:
las vocales eran cielo azul y las consonantes eran ramas negras
y hablaban
muy lentamente sobre la nieve.
Pero la tienda de saldos, haciendo reverencias con su estruendo de faldas,
hizo que el silencio de la tierra creciese en intensidad».
Tomas Tranströmer : «Deshielo a mediodía» ( traducción de Roberto Mascaró) (Nórdicalibros)
(Imágenes:- 1.- Edward Weston-1936.- Center of Creative Photography.-Arizona.-Master of Photography/ 2.-Edward Weston.- 1938.-Chris Beetles Galeries)

