PARÍS, DOISNEAU

«La imagen de uno de esos cuartos de portería con su pared llena de calendarios desde la guerra del 14 – le decía Robert Doisneau a Sylvain Roumette en una entrevista – no está nada mal para una fotografía. La foto está bien en su cometido dejando inscritas esas cosas ahí».

” La portera con mitones – comentaba Doisneau en otra ocasión –  forma parte de una especie en vías de extinción. Ya nadie conoce ese aroma a estofado que flotaba en la escalera de las casas modestas y hacía que a lo largo de tres pisos, y a veces más, la barandilla estuviera pegajosa, y las paredes grasientas”.

Son los objetos, los objetos reflejados en los espejos – como en el caso de la portera musical, como en el caso de la portera rodeada de llaves, gafas y relojes -, interiores a los que sin duda se asomaría Maigret para iniciar una investigación. «Nunca miro mis fotos – confesaba Desnois -, eso me hace la misma impresión que si fuera mi álbum de familia. Tengo verdaderamente el sentimiento del tiempo que pasa, con esa vejez que llega inadvertida, ese golpe que os toma bruscamente, que os da vértigo. La foto para mí es ese momento de felicidad que se dilata antes de que entre por los ojos».

Objetos, objetos de París, objetos reflejados en los espejos. La cámara del fotógrafo reflejando esos objetos y espejos quisiera reflejar también los olores, pero no puede hacerlo, transmitir los pasos de la vecindad, las idas y venidas de las vidas. Se queda sin embargo ahí, en la inmóvil visión del instante. Basta ese instante. Ese instante de la portera en su angosto escenario cobra un minúsculo valor de eternidad.

(Imágenes: 1.-Robert Doisneau.- concierge rue Dragon.-1945/ 2.-Robert Doisneau.- concierge rue Jacob.- 1945/ 3.-Robert Doisneau.- la portera musical.- 1953/ 4.- Robert Doisneau.-la chimenea de madame Lucienne.-1953)