EL JUICIO AJENO

“Me he dedicado toda la vida a escribir para los demás —dice Pla en uno de sus Dietarios—, y mi experiencia es un poco larga. Se pasa a ser justiciable de cualesquiera que sea, tanto si esa persona conoce mejor que uno la materia del propio escrito como si sabe ni papa. Es un oficio que comporta, como ningún otro, el embate de la gente. Estos embates pueden causarles, a las personas que escriben, momentos de gran malestar; a algunos, las llevan a abandonar esta actividad y a dedicarse a tareas más plácidas y tranquilas. Hay personas que son muy sensibles a ello — demasiado sensibles—. Esta situación es la que ha dado pie a que se diga tan a menudo que la actividad literaria — y en general todas las actividades artísticas— está llena de envidiosos de la más baja calidad, que son los que actúan por vanidad y por popularismo. Hay que saber aguantar estas embestidas, y, para lograrlo, lo mejor es estar seguro de lo que uno escribe y no caer en la pereza del oficio, no darle muchas vueltas, no responder jamás, permanecer hábilmente firme y con un tacto perfecto. Pero como los embates van a continuar por mucho que uno siga tan buenos consejos, lo mejor es acostumbrarse a ellos, reírse de ellos, pero sin ofender. La gente quiere que se le respete la vanidad y la fachendería que arrastra”

( Imágenes—-1-Leslie Balleweg/ 2- Anne siems)

ENCENDÍAMOS PALABRAS

«Mirad:

somos nosotros.

Un destino condujo diestramente

las horas, y brotó la compañía.

Llegaban noches. Al amor de ellas

nosotros encendíamos palabras,

las palabras que luego abandonamos

para subir a más:

empezamos a ser los compañeros

que se conocen

por encima de la voz o de la seña».

Jaime Gil de Biedma: «Amistad a lo largo» (1959), en «Compañeros de viaje»(1952-1959)

 Café. Palabras. Amistades.

 «La tertulia no tenía prisa ni inquietud – escribe Ramón Gómez de la Serna -.(…) Y en ese medio azulado, la improvisación es ágil, y nos queremos acordar después de lo que hemos dicho, favorecidos por esa agilidad que da el agua propicial a los movimientos y a los desperezos frenéticos de la imaginación. Sólo en un grande hombre que posee las llaves de las grutas maravillosas ha podido permitirnos ese goce de la levitación.

Los que entrábamos los primeros encontrábamos aún revoloteando palabras del día anterior, alegres en su remanso inviolable» («Automoribundia», 1948)

Amistades. Café. Palabras.

Ahora, en un extraordinario número monográfico, la Revista «Insula«, junio 2008, evoca,  bajo la excelente coordinación de Laureano Bonet, todas aquellas amistades, los cafés donde se encendían las palabras.