EL HUMOR ESPAÑOL

 

 

“El humor —me decía Pedro Sáinz Rodríguez charlando en su casa en 1977 — es la reacción  personal ante la realidad; esa reacción —según la categoría y la cultura del personaje — tiene unos valores u otros. La reacción , por ejemplo, que tiene el español ante la riqueza — que es una reacción de desconfianza a priori —no quiere decir que los españoles sean más honrados que otros (porque ya sabemos que esta mentalidad coincide con un estar templado por un sentido religioso y con la picaresca, que son los dos polos del genio español); sin embargo, las dos cosas se unen precisamente en “Guzmán de Alfarache”, un libro transcendental, porque en él hay una especie de síntesis de la preocupación moral y de la verdadera picaresca; allí están las dos cosas más o menos unidas: la filosofía del pícaro contradice su conducta, que es, en general, la posición del pecador. El pecador es alguien que sabe la moral y no la practica, pero es creyente, porque si no, no se sentiría pecador, ya que ignoraría la norma; no, la conoce y la vulnera, que eso es el pecador.

 


El genio humorístico español tiene una característica  que pudiéramos llamar benevolencia, humanidad, ternura: lo que impregna  todo El Quijote, y el humor de Velázquez: los enanos de Velázquez, todos esos personajes un poco monstruosos, no están descritos con amargura, sino con compasión, con benevolencia ; la amargura que hay en el humorista inglés Swift, ése es un tipo de humor amargo, acre, triste;  ése no es el humor español. Pienso que el humorismo es la flor de la cultura, porque es la reacción  del hombre ante la vida y ante lo que le rodea, hecha con benevolencia y con criterio propio.”

 


 

(Imágenes –1-Anthony Gomley/ 2-Vicki Sher/ 3-Víctor Vasarely)

RECETA PARA HACER AZUL

figuras-tec- Nasrollah Afjehei

 

«Si quieres hacer azul,

coge un pedazo de cielo y mételo en una olla grande

que puedas poner al fuego del horizonte;

luego mezcla el azul con un poco de rojo

de la madrugada, hasta que se difumine;

vacíalo todo en un recipiente bien limpio,

para que no quede rastro de las impurezas de la tarde.

Finalmente, tamiza un poco de oro de la arena

del mediodía, hasta que el color se adhiera al fondo de metal.

Si quieres, para que los colores no se destiñan

con el tiempo, arroja en el líquido un hueso de melocotón quemado.

Lo verás deshacerse, sin dejar rastro de que alguna vez

allí lo pusiste; y ni siquiera el negro de la ceniza dejará restos de ocre

en la superficie dorada. Luego puedes levantar el color

a la altura de los ojos, y compararlo con el azul auténtico.

Ambos colores te resultarán semejantes, sin que

puedas distinguir entre uno y otro».

Nuno Júdice.- «Receta para hacer azul» (traducción de Jerónimo Pizarro y Nicolás Barbosa López)

 

figuras-yccb-Victor Vasarely

 

(Imágenes.- 1.-Nasrollah Afjjei/ 2.-Victor Vasarely)