“El cuento que escucha un niño de labios de su madre en un pueblo perdido de Alemania — dice Stefan Zweig en “Encuentros con libros” — es el mismo que murmura al otro lado del globo, en la Tierra del Fuego, un anciano con el rostro pintado, dirigiéndose a los guerreros que vuelven al hogar; el mismo que canta un cuentacuentos ciego en la plaza de una ciudad de Arabia, a las puertas de la alcazaba; el mismo que conocen en la India y en China. Cada uno de estos pueblos tiene sus propios dioses; las lenguas no tienen nada que ver una con otra, ni siquiera proceden de un tronco común; el cielo bajo el que viven, la tierra que pisan, la forma y el color de su cuerpo no pueden ser más distintos, pero el cuento que les infunde aliento es el mismo en todas partes.
Los caballos mágicos que salen huyendo, las flechas que pasan silbando y se pierden a lo lejos no resultarían tan difíciles de seguir como estos cuentos, que han anidado en la fantasía de todos los pueblos y cuya pista es prácticamente imposible de rastrear. Incluso dentro de ellos nos aguardan nuevos misterios, pues, ¿ quién ha conseguido explicar por qué determinados números, como el tres o el siete, reaparecen en las tramas continuamente? El cuento conserva los últimos símbolos místicos de la humanidad, su sencillez nos permite percibirlos con más claridad que en los relatos actuales, reflejos del confuso panorama intelectual de hoy.”
(Imágenes—1- Hans Tegner- ilustración para los cuentos de Andersen- 1900- scarpoldbookilustration/ 2-ilustración para Hansel y Grete- missfolly/ 3-Dulac – 1911- ilustración para los cuentos de Andersen)